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entramos en terreno desconocido

Así se prepara Europa para un Brexit sin acuerdo

El Brexit sin acuerdo siempre ha estado encima de la mesa de la Unión Europea. Londres ya no es un agente estable y predecible, como ha demostrado el referéndum

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
Ilustración: Raúl Arias.

El Brexit sin acuerdo siempre ha estado encima de la mesa de la Unión Europea. Aunque se esperaba que el Reino Unido fuera capaz de llegar a un acuerdo con Bruselas, muchos dentro de la UE y de las instituciones tenían claro que había que prepararse para lo peor: Londres ya no era un agente estable y predecible, como había demostrado el referéndum.

Había muchas razones para pensar que podía ocurrir un Brexit sin acuerdo. Al inicio del proceso, allá por 2017, nadie tenía la certeza de que Theresa May fuera a aguantar como primera ministra. Eso significaba que el Gobierno británico podía caer en manos de un líder euroescéptico cuya apuesta personal fuera romper todos los lazos con la UE y avanzar hacia un Brexit sin acuerdo.

placeholder La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, sale del Número 10 de Downing Street, en Londres. (EFE)
La primera ministra del Reino Unido, Theresa May, sale del Número 10 de Downing Street, en Londres. (EFE)

A partir del final de verano y hasta noviembre, la narrativa cambió, algo que se confirmó cuando el Reino Unido y el equipo de la Comisión Europea lograron cerrar un acuerdo técnico que sería ratificado el 25 de noviembre en una cumbre europea extraordinaria.

Para entonces, una alta fuente diplomática empezó a hablar en otros términos: había que estar preparados por si ocurría un “accidente”. De esa forma se referían en el círculo de embajadores permanentes ante la UE a la posibilidad de que el Parlamento británico rechazara el acuerdo alcanzado, algo que acabó ocurriendo el pasado 15 de enero.

En noviembre, una alta fuente diplomática empezó a hablar en otros términos: había que estar preparados por si ocurría un “accidente”

A partir de ese momento, la UE ha entrado en un terreno desconocido, a merced de los vaivenes políticos del Reino Unido y de una May que se aferra a su plan original. En esas circunstancias, al Ejecutivo comunitario no le queda más que impulsar los planes de contingencia: hay que prepararse para el impacto.

Mientras Westminster trata de asegurarse de que un Brexit sin acuerdo está fuera de la mesa, algo que se niega a descartar la primera ministra, en Bruselas están en otra hipótesis. Una de las ideas que flotan en la capital comunitaria es la de que la estrategia de May pasa por no ceder, por no cambiar en nada sustancial el acuerdo e intentar aguantar el tirón hasta mediados o finales de febrero. Entonces, ya sin tiempo y sin opciones intermedias, forzaría una votación de carácter binario: o mi acuerdo o al precipicio.

May tendría hasta el 26 de febrero para forzar la votación. Para entonces, a solo un mes del Brexit, la presión estaría en todo lo alto. Un grupo de diputados proeuropeos ha planteando una propuesta legislativa que daría al Parlamento la potestad de pedir una ampliación del artículo 50, es decir, un retraso del Brexit, si para el 26 de febrero no se ha votado el acuerdo. Esas son las fechas que maneja la primera ministra.

No está claro cuánto tiempo se prevé que sea necesario para que Westminster termine de aprobar toda la legislación necesaria para hacer efectiva la salida en caso de que se apruebe el acuerdo del Brexit, pero la fecha propuesta por los diputados proeuropeos hace pensar a algunos que no habrá por parte de Londres una petición de prórroga hasta entonces, aunque muchos otros creen que la petición no tardará mucho en llegar, especialmente porque a la UE le urge saber si finalmente habrá que retrasar el Brexit.

Foto: Captura de video tomada de la señal de la unidad de grabación del Parlamento británico. (EFE)

El problema de este plan es que desde Bruselas se le ven muchos agujeros, y por muchas razones. Nada asegura que May vaya a lograr sacar adelante el acuerdo siguiendo esa estrategia, y en caso de escoger ese camino, el riesgo de un Brexit sin acuerdo aumenta considerablemente.

También se cree en Bruselas que la posibilidad de un Brexit sin acuerdo se ha reducido, porque claramente hay una mayoría contraria a ello en el Parlamento. Pero eso no es suficiente. En un discurso realizado este miércoles, Michel Barnier, negociador jefe de la Comisión Europea, mandó un dure mensaje a Westminster: “Oponerse a un no acuerdo no hará que no ocurra a finales de marzo. Para pararlo, debe emerger una mayoría positiva para otra solución”.

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En otras palabras: a la Comisión Europea no le vale con que el Parlamento británico diga que quiere un acuerdo, sino que necesita que en el Reino Unido, en el vínculo entre Gobierno y Westminster, surja una alternativa que sea aceptable para los diputados, ya sea que el país quede en la unión aduanera o de otra forma.

Preparación a nivel UE

Durante todo el proceso, la Comisión Europea ha trabajado en los preparativos para el Brexit. En concreto, ha publicado recomendaciones en 83 áreas distintas. En diciembre, Bruselas presentó un plan de contingencia que cubría los 14 sectores críticos para la Unión Europea.

Uno de ellos es el sector de la aviación, donde se propuso una prórroga de 12 meses para algunos servicios aéreos entre el Reino Unido y la UE, además de nueve meses para ajustar algunos elementos en materia de seguridad aérea. Los planes también cubrían políticas aduaneras.

placeholder Un grupo de personas baja de un avión de la Fuerza Aérea chilena, en Santiago, Chile. (EFE)
Un grupo de personas baja de un avión de la Fuerza Aérea chilena, en Santiago, Chile. (EFE)

Esta misma semana, el Ejecutivo comunitario ha desvelado un nuevo plan de contingencia, esta vez en materia pesquera: Bruselas propone compensar económicamente a aquellos pescadores que tengan denegado el acceso a aguas británicas como consecuencia de un Brexit sin acuerdo. La Comisión también propone ofrecer al Reino Unido acceso a las aguas pesqueras de la UE hasta que finalice 2019 a cambio de que Londres permita a los pesqueros europeos faenar en sus aguas.

Sin embargo, la Comisión Europea ha dejado muy claro que ella no puede hacerlo todo. Por eso requiere que los estados miembros se pongan las pilas y, sobre todo, que lo hagan las empresas. Y en todo esto, Bruselas ha tenido menos éxito del que deseaba.

La Comisión propone ofrecer a UK acceso a las aguas pesqueras de la UE a cambio de que Londres permita a los europeos faenar en sus aguas

Aunque las empresas británicas sí que se han estado preparando más concienzudamente para la posibilidad de un Brexit sin acuerdo —muchas en el sector financiero han ido moviendo trabajos a Fráncfort, Dublín y París—, en el caso de las empresas europeas la alerta de una salida desordenada no ha generado una especial alarma.

Un caso claro es el de Iberia. La aerolínea española, cuya matriz es la británica IAG, no cumple hoy por hoy con las normas europeas que indican que, para que un avión pueda realizar vuelos intracomunitarios, es decir, dentro de la UE, la empresa debe estar “poseída y controlada” al menos en un 50,1% por capital comunitario.

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En Bruselas hay cierta irritación con el hecho de que, después de haber avisado en numerosas ocasiones de que se realizaran los preparativos necesarios, estos sigan sin hacerse y que sea la Comisión Europea la que deba buscar soluciones de emergencia para cada situación.

Estados miembros

Cada país lleva un ritmo en los preparativos para un Brexit sin acuerdo. España no está en el grupo de los alumnos aventajados en la preparación, lo mismo que las empresas españolas no son muy conscientes de las consecuencias de una desconexión desordenada.

Alemania ha contratado a 800 agentes aduaneros nuevos para hacer frente al cambio de situación una vez el Reino Unido abandone la Unión Europea. Para Berlín, el futuro es ya. De hecho, según Peter Altmaier, ministro de Economía germano, las exportaciones alemanas ya están viéndose lastradas por la debilidad de la libra.

placeholder Angela Merkel y Emmanuel Macron, en Aachen, Alemania. (Reuters)
Angela Merkel y Emmanuel Macron, en Aachen, Alemania. (Reuters)

El Gobierno alemán está especialmente preocupado por las pequeñas y medianas empresas, acostumbradas a comerciar siempre dentro de la UE y que no tienen ninguna experiencia en exportaciones a territorio extracomunitario, con todo el trabajo administrativo y las cargas económicas que conlleva. Además, el Ejecutivo germano prepara dos paquetes legislativos para dar un estatus de residencia a los ciudadanos británicos.

Mientras tanto, Francia también es de las mejor preparadas para un escenario sin acuerdo. París ha puesto en marcha ya un programa de 50 millones de euros con los que pretende adaptar los puertos y aeropuertos con las reformas necesarias para hacer frente a la nueva situación. Además, el Gobierno se ha dotado de los poderes para tramitar vía exprés medidas como, por ejemplo, la aceptación de permisos de residencia para británicos. A esto se añade que el Ejecutivo de Emmanuel Macron contratará a 600 nuevos agentes aduaneros.

La patronal francesa ya ha pedido a las empresas prepararse “para el peor escenario”. Edouard Philippe, primer ministro galo, anunció la semana pasada cinco decretos que permitirán al Gobierno realizar grandes inversiones en infraestructuras clave que se puedan ver afectadas por un Brexit sin acuerdo, un escenario cada vez más probable, en palabras del propio Philippe.

Foto: Banderas de Reino Unido y España. (Reuters)

En el caso de Países Bajos, el Gobierno holandés contratará a casi 1.000 nuevos agentes de aduanas para poder gestionar las nuevas características del puerto comercial más grande de Europa, el de Róterdam. Bélgica lanzó una plataforma 'online' en septiembre y sus planes de contingencia prevén la posible pérdida de 40.000 empleos, además del aumento de 2.000 millones de euros en tarifas.

¿Y en España? Seguramente el Gobierno español sea, solo por detrás de Italia, el que menos avanzados tiene los planes dentro del grupo de los grandes estados miembros de la UE. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha comenzado ahora una campaña pública para informar de las consecuencias del Brexit y prevé tomar medidas legislativas en las próximas semanas.

Una de las principales preocupaciones para Madrid respecto a un Brexit sin acuerdo sería la situación de Gibraltar: miles de españoles cruzan cada día la verja para trabajar en el Peñón, y tras una salida abrupta sería necesario buscar arreglos bilaterales para evitar que haya un corte en ese tráfico.

Foto: Turistas ante el Palacio Real de Madrid, el 2 de septiembre de 2018. (Reuters)

Para España, es especialmente sensible el riesgo de perder afluencia de británicos al país, ya que forman una buena parte de los extranjeros que mueven el sector turístico español, que podría llegar a perder hasta más de tres millones de turistas. Por eso los planes de contingencia pasan por buscar nuevos públicos lejos del Reino Unido, intentando atraer a extranjeros de otras nacionalidades y sabiendo que con toda seguridad un Brexit sin acuerdo tendrá un importante impacto sobre el empleo en el sector.

Un riesgo real

Sorprendentemente, después de que la Cámara de los Comunes rechazara el acuerdo del Brexit, los mercados no reaccionaron de forma violenta. ¿La razón? Que ya se daba por descontada la derrota. Pero, sin embargo, refleja una actitud bastante extendida: la UE y el Reino Unido harán lo que sea para frenar un no acuerdo.

Y aunque eso es real, en Bruselas existe preocupación con la relajación que algunos tienen a la hora de preparar un escenario del que el Ejecutivo comunitario lleva alertando ya muchos meses: hay que imprimir una sensación de urgencia sobre estos preparativos.

Lo que sí tiene claro la Comisión Europea es que una salida del Reino Unido sin un acuerdo representaría una ruptura total de los puentes entre Londres y Bruselas. Eso significa que la UE perdería la confianza en los británicos, y como también ha afirmado esta semana Barnier, eso tendría un impacto directo y obvio sobre las negociaciones que se deberían establecer justo después de un Brexit sin acuerdo.

El Brexit sin acuerdo siempre ha estado encima de la mesa de la Unión Europea. Aunque se esperaba que el Reino Unido fuera capaz de llegar a un acuerdo con Bruselas, muchos dentro de la UE y de las instituciones tenían claro que había que prepararse para lo peor: Londres ya no era un agente estable y predecible, como había demostrado el referéndum.

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