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¿A favor de quién estamos en Siria?

La 'jugada' de Rusia en Siria no es tan brillante. Es un esfuerzo desesperado por sostener a uno de sus pocos aliados extranjeros y conlleva riesgos de seguridad. Pero Putin al menos posee un plan coherente

Foto: Mujeres de Sawt al-Haq (Voz de los Derechos), que forma parte del batallón opositor Sawt al-Haq, durante un entrenamiento militar en Alepo, el 17 de febrero de 2013 (Reuters).
Mujeres de Sawt al-Haq (Voz de los Derechos), que forma parte del batallón opositor Sawt al-Haq, durante un entrenamiento militar en Alepo, el 17 de febrero de 2013 (Reuters).

Vladimir Putin ha sido capaz de actuar enérgicamente en Siria, no por ser más audaz o determinante que Barack Obama, sino porque posee una estrategia más clara. Putin tiene un aliado: el Gobierno de Asad. También tiene enemigos: los opositores al régimen. Apoya a su aliado y lucha contra esos enemigos. En comparación, Washington y el Occidente están, básicamente, confundidos.

¿A favor de quién está Estados Unidos en esta lucha? Sabemos en contra de quién está: del régimen de Asad. También, en contra del Estado Islámico, quien se ha erigido como el oponente principal del Gobierno sirio. También, contra todos los grupos yihadistas que luchan en Siria, como Jabhat al-Nusra (afiliado a al-Qaeda) y Ahrar al-Sham. ¡Ah! Y también contra las fuerzas de Hezbolá y los asesores iraníes que han estado apoyando al régimen sirio. Occidente está en contra de casi todos los grupos de importancia que luchan en Siria, lo cual permite una claridad moral, pero también provoca la incoherencia estratégica.

La 'jugada' de Rusia no es tan brillante como algunos sostienen. Es un esfuerzo desesperado por sostener a uno de los pocos aliados extranjeros del Kremlin y conlleva el riesgo de convertir a Moscú en el 'Gran Satán' a ojos de los yihadistas en todo el mundo. Sin embargo, al menos Putin posee un plan coherente. Por el contrario, Estados Unidos está estrechamente aliado con el Gobierno de Bagdad en su guerra contra los militantes suníes en Irak. Pero, al otro lado de la frontera, en Siria, lucha en el bando de dichos militantes suníes contra el régimen de Asad.

Washington sí cuenta con algunos grupos a los que apoya: los kurdos sirios que combaten cerca de Turquía, las fuerzas moderadas apoyadas por Jordania cerca de su propia frontera y un reducido número de otros sirios moderados. No obstante, si tomamos en consideración los grupos principales que se disputan el control de Damasco, Estados Unidos está en contra de casi todos.

placeholder Un miliciano del Frente al Nusra intenta colocar una bandera en Ariha (Idlib) tras conquistarla una coalición de milicias opositoras. (Reuters)
Un miliciano del Frente al Nusra intenta colocar una bandera en Ariha (Idlib) tras conquistarla una coalición de milicias opositoras. (Reuters)

No es política exterior, es una fantasía

Kenneth Pollack y Barbara Walter describen el enfoque básico de la Administración Obama, que considera a todas las fuerzas en combate que existen en la actualidad 'inadecuadas' de alguna u otra forma. "Estados Unidos está construyendo un nuevo ejército de oposición siria. Ese ejército está destinado a ser apolítico, no sectario, y altamente integrado", escriben en 'Washington Warterly'. "Cuando esté preparado (...) conquistará (liberará) y defenderá el territorio tanto contra el régimen de Asad como contra otros grupos yihadistas suníes. (...) El resultado sería un nuevo gobierno inclusivo que extendería su protección a todos los grupos minoritarios". Sin embargo, después de las experiencias en Afganistán, Irak, Libia y Yemen, esto no es política exterior, es una fantasía.

El general David Petraeus (excomandante de la ISAF en Afganistán) propuso recientemente una intervención militar ampliada que crearía zonas de seguridad para los civiles y, potencialmente, una zona de exclusión aérea para contrarrestar las bombas de barril que lanza el régimen de Bashar al Asad. No obstante, ¿podrá dicho plan derribar al Estado Islámico? Cuando Petraeus diseñó una estrategia para vencer en Irak al grupo precursor del ISIS (el Estado Islámico de Irak y el Levante), el general enfatizó que "no puedes matar o capturar a una insurgencia muy resistente". Su manual de campo del año 2006 sobre la contrainsurgencia expone que el "éxito final" solo se logra "protegiendo a la población". Los comandantes deben "asegurar la transición de acciones de seguridad y operaciones de combate al mantenimiento del orden público de la forma más rápida posible".

Hasta ahora, Occidente ha combinado en Siria una retórica maximalista e inflexible con esfuerzos minimalistas e ineficaces. La brecha hace que Putin parezca inteligente

Ese es el problema. El ejército estadounidense podría, en mi opinión, derrotar fácilmente al Estado Islámico, que posee una fuerza de 'infantería ligera' de menos de 30.000 hombres. Pero entonces Washington sería el dueño de Siria. ¿Quién quiere gobernar ese territorio, proteger a la población y ser visto por los locales como un poder legítimo? Un oficial turco de alto rango me dijo recientemente: "Observamos cómo ustedes intentaban gobernar las ciudades iraquíes, y no cometeremos el error que Estados Unidos".

Si uno echa la vista atrás y observa las múltiples intervenciones estadounidenses alrededor del mundo, hay un factor que salta a la vista. Cuando Washington se ha aliado con fuerzas locales competentes y consideradas legítimas por la población, EEUU ha tenido éxito. Pero sin este tipo de aliados locales, todo el esfuerzo exterior, ayuda, potencia de fuego y entrenamiento no tienen futuro, ya sea en Afganistán, Irak o Siria.

Si el objetivo de Obama es instaurar una democracia pacífica, estable y multisectaria, ello requiere un vasto compromiso estadounidense, similar al de la guerra de Irak. De lo contrario, Washington debe aceptar la realidad y tomar decisiones difíciles. Las más importantes son: ¿debe dejar de oponerse a Asad? y ¿debe aceptar la partición de Siria?

placeholder Un hombre rescata a una niña superviviente de un ataque aéreo del régimen de Asad en Douma, Damasco, en junio de 2015. (Reuters)
Un hombre rescata a una niña superviviente de un ataque aéreo del régimen de Asad en Douma, Damasco, en junio de 2015. (Reuters)

¿Y si los yihadistas toman Damasco?

Si derrotar al Estado Islámico es importante, entonces debe convertirse en la prioridad de Washington, aliándose para ello con cualquier fuerza exterior que se unirá a la lucha. Si Asad es derrotado y los yihadistas toman Damasco, sería peor que si Asad se quedase. Esto no significa apoyar a Asad, sino permitir la creación de un enclave alauita en Siria, parecido al que ya se está formando (en la costa). Los kurdos y sirios moderados también están creando sus propios 'espacios seguros'. Incluso si termina la guerra civil y un país llamado Siria permanece, estos grupos no vivirán entremezclados de nuevo.

Hasta ahora, Occidente ha combinado en Siria una retórica maximalista e inflexible con esfuerzos minimalistas e ineficaces. La enorme brecha entre ambos hace que Vladimir Putin parezca inteligente.

La dirección electrónica de Fareed Zakaria es comments@fareedzakaria.com.

© 2015, The Washington Post Writers Group

Vladimir Putin ha sido capaz de actuar enérgicamente en Siria, no por ser más audaz o determinante que Barack Obama, sino porque posee una estrategia más clara. Putin tiene un aliado: el Gobierno de Asad. También tiene enemigos: los opositores al régimen. Apoya a su aliado y lucha contra esos enemigos. En comparación, Washington y el Occidente están, básicamente, confundidos.

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