El socialista Mamdani conquista Nueva York: ¿es una señal para el Partido Demócrata?
El inesperado triunfo de Mamdani en la alcaldía de Nueva York reaviva el debate sobre el rumbo ideológico demócrata y provoca reacciones intensas en el panorama político nacional
Los tres demócratas más destacados de las elecciones de anoche han ganado en sus respectivos feudos: Mikie Sherrill y Abigail Spanberger se embolsaron, respectivamente, las gubernaturas de Nueva Jersey y Virginia, y Zohran Mamdani venció a sus dos rivales en Nueva York con el 50,4% de los votos. La ciudad más grande y rica de Estados Unidos, su centro neurálgico capitalista, tendrá desde el próximo enero un alcalde socialista de 34 años surgido casi de la nada.
Mamdani ha ganado en línea con las encuestas, subido a una plataforma centrada en el coste prohibitivo de la vida en Nueva York y en las propuestas socialistas para arreglarlo: como la congelación de alquileres, los autobuses gratis y la creación de una red de guarderías públicas; sus vídeos de campaña fueron dinámicos y virales; no tuvo adversarios difíciles, y, como colofón, Mamdani encarna todo lo que detesta Donald Trump: su elección es un gran corte de mangas al presidente.
"Cuando empezó la campaña, parecía interesante, pero ¿hasta dónde llegaría?", dice Tom Crean, militante socialista de Brooklyn y una de esas pocas personas que conocían Mamdani, congresista estatal, antes del fenómeno. "Al principio tenía un 1% de apoyo, y de repente se disparó. Creo que hay varias razones para ello; entre ellas, que se enfrentaba a Andrew Cuomo, a quien mucha gente tiene motivos para no apreciar, y también porque es joven, auténtico y aborda problemas reales que preocupan a la gente común, sobre todo a los jóvenes, por ejemplo la vivienda. Y como padre, te preguntas: ¿cómo van a poder vivir tus hijos en esta ciudad?".
Crean añade que, como miembro de toda la vida de un grupo llamado Alianza Socialista, siempre ha sido una rara avis en su país. Hasta hace aproximadamente una década, cuando las aguas políticas empezaron a hervir en Estados Unidos.
Aunque las otras vencedoras son demócratas moderadas, la potencia icónica de Nueva York es inigualable, y el ascenso de Mamdani, que ha capturado el debate nacional y culminado en victoria, ha hecho que resuene una pregunta viejísima: ¿tiene el Partido Demócrata que aferrarse al centro, confiando en que la moderación y la normalidad atraigan una amplia coalición de votantes a lo largo y ancho de una geografía política tan diversa, o, por el contrario, debería de mostrar que le corre sangre roja por las venas y que está dispuesto a armarse con ideas afiladas e irrumpir con ellas, cual Russell Crowe, en la arena del Coliseo?
Es una pregunta vieja, porque se plantea cada vez que los demócratas no están en el poder y andan tirando espaguetis a los azulejos de la cocina para ver cuáles están cocidos y se pegan. La diferencia es que, a medida que se degrada la situación política y Estados Unidos avanza hacia un régimen autoritario, las apuestas son cada vez más altas y los ánimos están cada vez más sensibles, lo cual aumenta el apetito electoral por candidatos insurgentes, aunque tengan un curriculum vitae no mucho más largo que el de un becario recién licenciado.
Donald Trump, que asaltó el Partido Republicano y lo volvió del revés en muchos sentidos, es el ejemplo más claro, pero luego, a la izquierda, está Bernie Sanders, un senador al que cogió por sorpresa la respuesta que provocó su campaña presidencial de 2016. De la noche a la mañana, el equipo de Sanders se vio desbordado por el número de voluntarios que llamaron a sus puertas. Lo mismo ha pasado con Mamdani, un desconocido, hasta hace ocho meses, en Nueva York.
Con la elección de anoche, que tuvo la mayor participación desde 1993, los neoyorquinos han demostrado sus ganas de romper la baraja de la política al depositar sus esperanzas en un chico sin apenas experiencia y con ideas que, tradicionalmente, son veneno político en EEUU. Lo cual nos obliga a precisar un poco la pregunta: ¿funcionará esta receta fuera de Nueva York?
El manual político de toda la vida nos dice que, en Estados Unidos, al ser un continente por su vastedad territorial y por la variedad de su paisaje humano, "toda la política es local". Una manera de decir que lo que tiene tracción en la megalópolis neoyorquina difícilmente interesará en Nebraska, en Florida o en Maine, porque cada lugar tiene su cultura, su gente, sus manías y sus necesidades prácticas.
Pero quizás sea necesario revisar, también, esta sabiduría heredada. Los Estados mixtos, es decir, aquellos que a lo mejor eligen al candidato presidencial de un partido y al candidato senatorial del partido opuesto, están desapareciendo. Ahora se hace política, más que nunca, como si fuera fútbol: se sienten sus colores, y cuestiones locales como la construcción de una autopista o los apoyos a determinado sector económico palidecen en comparación con las grandes cruzadas culturales y nacionales. La actitud hacia Trump, por ejemplo, lo satura todo.
Aunque este sea un debate abierto y cualquiera que dictamine dónde está el "alma" del Partido Demócrata lo hace, necesariamente, a ciegas, es interesante ver cómo se van lanzando espaguetis a los azulejos. Más allá de las ciudades, que en EEUU aglutinan el progresismo, hay otros candidatos probando suerte en el interior.
En Maine hay un exmarine y granjero de ostras, Graham Platner, que, pese a su pasado escabroso y a venir de fuera del Partido Demócrata, que apoya a una rival suya para las primarias al Senado, está en cabeza en las encuestas. Platner se denomina "populista de clase trabajadora". Luego está Dan Osborn, mecánico industrial de Nebraska, un clásico "populista de la pradera" que ambiciona el Senado como candidato independiente para 2026. Y James Talarico, un joven congresista estatal de Texas, seminarista presbiteriano de aspecto aseado, pero con una retórica populista de las duras, con la que también quiere llegar a senador.
Cuando uno habla con un socialista, la explicación es siempre la misma: si el Partido Demócrata no gobierna el país, transformándolo en una acogedora economía nórdica, es porque la maquinaria sabotea a los héroes populares como Bernie Sanders o Zohran Mamdani. Y tienen algunas razones para insistir en este mensaje. Muchos líderes demócratas, como el jefe de la minoría del Senado, Chuck Schumer, todavía no han dado su apoyo oficial a Mamdani, que, entre otras cosas, es uno de los críticos del genocidio palestino más vocales del país.
Con todo, la gran mayoría de los demócratas, un partido con 44 millones de votantes registrados, pertenecen a la rama moderada. Los New Democrats, donde podemos englobar a Bill Clinton o Barack Obama, siguen siendo la mayor coalición del partido. En la Cámara de Representantes suman 116 miembros.
Quienes sí tienen interés en fusionar la marca de Mamdani con la marca del partido en general son los republicanos. Saben que un socialista, musulmán, inmigrante nacido en Uganda, etc., da mucho juego como espantajo de la oposición. Y el mensaje estaba anoche a pleno rendimiento en los círculos conservadores.
"Los demócratas de la ciudad de Nueva York han elegido a un verdadero extremista y marxista", dijo en X Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes, "y las consecuencias se sentirán en todo el país. La elección de Zohran Mamdani consolida la transformación del Partido Demócrata en un partido socialista radical, partidario de un gobierno intervencionista (...). La agenda extremista del alcalde electo Mamdani representa el futuro del Partido Demócrata, pero jamás permitiremos que sea el futuro de Estados Unidos".
El comentario de Johnson fue suave y cortés en comparación con los proferidos por otros parlamentarios. El congresista Andy Ogle publicó un vídeo del impacto del segundo avión en los atentados de las Torres Gemelas, con un mensaje: "DESPIERTA, NUEVA YORK!". En muchos otros tuits ha pedido desnaturalizar y deportar a Mamdani a Uganda, la reactivación del Comité de Actividades Antiamericanas que gestionó la "caza de brujas" del senador Joseph McCarthy, y ha barajado métodos para impedirle jurar el cargo de alcalde el 1 de enero.
Un día antes de las elecciones, Donald Trump dijo que, si los neoyorquinos elegían al "comunista" Mamdani, era "altamente improbable" que continuara mandando las partidas federales a Nueva York. El temor de muchos vecinos es que lo que se está viendo en Chicago o en Portland, las redadas masivas de ICE y los despliegues militares, ocurran pronto en Nueva York, bajo la alcaldía de Mamdani.
"Este ejército de Zohran necesita continuar de alguna forma", dice Tom Crean en referencia a los 100.000 voluntarios que han participado en la campaña. "Necesita hacer presión a su favor para contrarrestar la presión que se le viene encima. Zohran se convertirá en el líder de la resistencia de facto en Estados Unidos".
Los tres demócratas más destacados de las elecciones de anoche han ganado en sus respectivos feudos: Mikie Sherrill y Abigail Spanberger se embolsaron, respectivamente, las gubernaturas de Nueva Jersey y Virginia, y Zohran Mamdani venció a sus dos rivales en Nueva York con el 50,4% de los votos. La ciudad más grande y rica de Estados Unidos, su centro neurálgico capitalista, tendrá desde el próximo enero un alcalde socialista de 34 años surgido casi de la nada.