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Del 1% al estrellato: historia del salto político más improbable de la Gran Manzana
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Mamdani gana tras liderar las encuestas

Del 1% al estrellato: historia del salto político más improbable de la Gran Manzana

El joven político de 34 años no solo se convierte en el primer alcalde musulmán de una gran ciudad de EEUU, sino también en uno de los pocos cargos electos del país en definirse sin tesituras como de izquierdas

Foto: El candidato demócrata a la Alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani. (Reuters/Kylie Cooper)
El candidato demócrata a la Alcaldía de Nueva York, Zohran Mamdani. (Reuters/Kylie Cooper)
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Una noche para recordar en la ciudad que nunca duerme. El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, el socialdemócrata Zohan Mamdani, ha ganado las elecciones frente a sus dos rivales, el exgobernador Andrew Cuomo que competía como independiente, y el republicano Curtis Sliwa. Mamdami ha logrado hacerse con el 50,3% de los votos, casi 200.000 papeletas por delante de su rival más complicado, Cuomo, que se ha quedado en el 41,6%. De los cinco condados de Nueva York, Mamdani se ha impuesto en cuatro, del Bronx a Manhattan, pasando por Brooklyn y Queens, y solo se le ha resistido el pudiente Staten Island.

El joven político de 34 años no solo se convierte así en el primer alcalde musulmán de una gran ciudad de Estados Unidos —de la mayor, concretamente—, sino también en uno de los pocos cargos electos del país en definirse sin tesituras como de izquierdas. Una victoria que desafía tanto las inercias de un establishment demócrata que ve su triunfo con más miedo que esperanza como la deriva general de un país que, en los últimos años, ha experimentado un giro marcadamente conservador.

Si uno se limita a revisar las encuestas de los últimos meses, el triunfo de Mamdani no parece una gran sorpresa, dado que las ha liderado sin interrupción desde que ganó las primarias demócratas el pasado mes de junio. Pero resulta difícil transmitir hasta qué punto la posibilidad de que ocupara la alcaldía parecía, hasta hace poco, una fantasía. En un sondeo de Emerson publicado a comienzos de febrero, Andrew Cuomo lideraba la carrera con un 33% de apoyo, seguido por el hasta ahora alcalde, Eric Adams, con un 10%. Para encontrar a Mamdani, había que descender hasta el noveno puesto, donde se situaba con apenas un 1% de respaldo, redondeando hacia arriba.

Es por ello que su campaña ha sido descrita por varios medios de Estados Unidos, sin exageración alguna, como una que surgió de la nada. Fue él mismo quien la concibió y planificó en solitario, desde su refugio habitual en una pequeña cafetería de yemení de Queens y sin el respaldo previo de partidos o grupos de poder. Esta es la historia del salto político más improbable de la historia reciente de la Gran Manzana.

Foto: Zohran Mamdani (Reuters)

Zohran Kwame Mamdani nació en Kampala, Uganda, en 1991. Hijo del académico ugandés de origen indio Mahmood Mamdani y de la cineasta india-estadounidense Mira Nair, pasó sus primeros años de vida en la capital del país africano antes de que la familia se trasladara a Nueva York, cuando su padre fue contratado como profesor en la Universidad de Columbia.

Creció en un entorno cosmopolita y multicultural, que combinaba influencias africanas e indias. Asistió al Bronx High School of Science, un instituto público de élite de Nueva York conocido por su exigencia académica y por haber formado a numerosos científicos, intelectuales y figuras públicas. Posteriormente, cursó estudios universitarios en Bowdoin College, en Maine, donde se graduó en Estudios Africanos. Fue en esta etapa cuando comenzó a mostrarse muy políticamente activo, publicando columnas de opinión en el periódico universitario The Bowdoin Orient, cofundando una rama de la organización Estudiantes por la Justicia en Palestina y protagonizando un choque con el entonces presidente de la universidad, Barry Mills, en torno al boicot académico a instituciones israelíes.

En pocas cosas ha sido Mandani más consistente que en su defensa de la causa palestina. De hecho, la primera vez que su nombre tuvo cierta repercusión a nivel nacional fue en noviembre de 2023, ya como legislador estatal por el distrito neoyorquino de Queens, cuando se unió a una huelga de hambre de cinco días frente a la Casa Blanca junto a un reducido grupo de legisladores y activistas, en protesta por los bombardeos sobre Gaza y para exigir un alto el fuego permanente.

placeholder Zohran Mamdani, junto al senador Bernie Sanders durante un acto de campaña. (EFE)
Zohran Mamdani, junto al senador Bernie Sanders durante un acto de campaña. (EFE)

Su postura sobre el conflicto palestino-israelí —que no ha cambiado un ápice a lo largo de los cientos de preguntas al respecto que ha recibido durante la campaña— supuso un inesperado soplo de aire fresco para una base de votantes jóvenes y progresistas que se sentía huérfana dentro del Partido Demócrata. Pero no solo para ellos. Según una encuesta del New York Times y Siena College publicada en septiembre, un 44% de los neoyorquinos simpatiza hoy más con los palestinos que con Israel, frente a solo un 26% en el sentido contrario. Lo que antes hubiera sido un suicidio político se convirtió, inesperadamente, en una baza para el candidato.

Pero incluso dentro de la izquierda neoyorquina que simpatizaba con él, muchos lo veían como un candidato atractivo, aunque sin opciones reales de ganar, Un recién llegado a la política incapaz de siquiera rozar a un veterano como Andrew Cuomo, que partía con el respaldo casi unánime del establishment demócrata y la maquinaria política de la ciudad. Sin embargo, junto a un equipo diminuto y tan joven como él, hizo de la necesidad virtud: organizó reuniones vecinales improvisadas en parques, visitó mercados, mezquitas, peluquerías y discotecas. Pero, sobre todo, convirtió sus redes sociales en una esperada mina de oro política.

En enero, un vídeo suyo comiendo en un carrito de halal de Manhattan, entrevistando a sus empleados y denunciando la “halalflación” —la subida de precios de los puestos callejeros— se hizo viral. Aquella escena encontró una enorme resonancia entre el electorado. Mientras Cuomo daba mítines en hoteles y salones sindicales, Mamdani hablaba sentado en un bordillo de la acera junto a un plato de pollo con arroz. Cuando el resto de candidatos pagaba millones por propaganda electoral en horario de máxima audiencia, él grababa vídeos con su móvil y micrófono en mano.

Fue ante todo este estilo de comunicación directa el que acabaría transformando una candidatura marginal en un movimiento de masas. En pocos meses, su número de seguidores se multiplicó, y con ellos los voluntarios: decenas de miles de jóvenes que salieron a repartir folletos con el lema “Freeze the rent” (“Congela el alquiler”) o “Buses gratis ya”. Supo conectar con el cansancio de una ciudad que se había vuelto demasiado cara, demasiado dura, demasiado desigual para la mayoría de sus habitantes. “Life should be easier” —la vida debería ser más fácil— fue su eslogan más utilizado.

La noche previa a las primarias demócratas, la vieja guardia del partido seguía convencida de que Cuomo arrasaría. Mientras tanto, Mamdani decidió recorrer a pie toda la isla de Manhattan, de norte a sur. “Estamos aquí fuera porque los neoyorquinos merecen un alcalde al que puedan ver y escuchar”, dijo al arrancar desde Inwood, en el extremo norte, a las siete de la tarde. Fue una puesta arriesgada, porque su equipo temía que lo abuchearan al pasar por el Upper West Side, una de las zonas con mayor población judía de la ciudad, tras semanas de polémicas por sus críticas a Israel.

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Pero ocurrió lo contrario. A medida que avanzaba hacia el sur, retransmitiendo el trayecto en directo por redes sociales, la marcha se convirtió en un fenómeno espontáneo. La gente salía de los bares, los taxis tocaban el claxon, y jóvenes y familias se acercaban para saludarlo, hacerse selfies o simplemente caminar un tramo junto a él. Algunos le confesaban que se habían registrado para votar solo por poder apoyarlo al día siguiente. Cuando terminó, eran las dos y media de la madrugada y Mamdani contaba con el mejor cierre de campaña que podía esperar.

El resto es bien sabido. La noche del recuento trajo un vuelco histórico, con Mamdani imponiéndose con un 43,82% de los votos frente al 36,12% de Cuomo gracias a una participación récord entre los menores de 35 años y los votantes musulmanes, afroamericanos y latinos que normalmente no hubieran salido a votar. Desde la azotea de un edificio en Queens, con el skyline de Manhattan al fondo, celebró el triunfo citando a Nelson Mandela: “Siempre parece imposible… hasta que se hace”.

En circunstancias normales, ganar las primarias demócratas equivaldría a ganar de forma casi automática la alcaldía, pero Cuomo se negó a tirar la toalla ante una realidad bastante clara: Mamdani contaba con un enorme apoyo, pero también con una resistencia igual de intensa entre los sectores empresariales y los votantes más conservadores de la ciudad. El exgobernador, respaldado por buena parte del capital financiero neoyorquino para frenar al socialista, decidió competir como independiente, recabando apoyos que fueron desde el exalcalde Michael Bloomberg hasta el multimillonario gestor de fondos Bill Ackman y, en última instancia, el propio Donald Trump.

Pero la realidad es que el pescado ya estaba vendido desde junio. Para sorpresa de pocos, una avalancha de donantes ultrarricos y de respaldos de ultraconservadores que afirmaban, entre otras ocurrencias, que Mamdani impondría la ley islámica en Nueva York, hizo poco por frenar el avance de un candidato cuya mayor baza fue, precisamente, ese distanciamiento de la élite y su conexión con la calle. El prospecto de que alguien pudiera gobernar la ciudad más desigual del país, donde el 1% más rico concentra cerca del 40% de los ingresos, sin deberle nada a quienes la poseen, era demasiado tentador como para dejarlo pasar.

Otra cosa, claro está, es que eso se cumpla. Pocos alcaldes de Nueva York, una megalópolis con más presupuesto que el PIB de toda Hungría, acaban su mandato con su reputación a flota. Ingobernable y exigente hasta la crueldad, la ciudad suele devorar incluso a quienes antaño lograron enamorarla. Puede que Mamdani haya logrado lo imposible, pero su mayor reto comienza ahora.

Una noche para recordar en la ciudad que nunca duerme. El candidato demócrata a la alcaldía de Nueva York, el socialdemócrata Zohan Mamdani, ha ganado las elecciones frente a sus dos rivales, el exgobernador Andrew Cuomo que competía como independiente, y el republicano Curtis Sliwa. Mamdami ha logrado hacerse con el 50,3% de los votos, casi 200.000 papeletas por delante de su rival más complicado, Cuomo, que se ha quedado en el 41,6%. De los cinco condados de Nueva York, Mamdani se ha impuesto en cuatro, del Bronx a Manhattan, pasando por Brooklyn y Queens, y solo se le ha resistido el pudiente Staten Island.

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