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Un tomate a 9 dólares y 50 centavos te explica quién va a ganar las elecciones de Nueva York
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La ciudad más cara del planeta

Un tomate a 9 dólares y 50 centavos te explica quién va a ganar las elecciones de Nueva York

El ascenso de Mamdani, joven socialista e inmigrante, sacude la política neoyorquina con propuestas radicales ante la crisis de precios y el desencanto ciudadano por el sistema actual

Foto: El candidato demócrata, Zohran Mamdani, estrecha la mano de un trabajador. (Reuters/Eduardo Muñoz)
El candidato demócrata, Zohran Mamdani, estrecha la mano de un trabajador. (Reuters/Eduardo Muñoz)
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Hace unos días compré un tomate en el mercadillo dominical de frutas y verduras de Grand Army Plaza, en Brooklyn. Un tomate. No un kilo, ni una docena, sino un tomate solo. Me costó nueve dólares y cincuenta centavos. Es verdad que el tomate gozaba de buen aspecto, pero ni siquiera era muy grande. Y no fue una estafa. Cuando vi aquel tomate, supe que me costaría cerca de diez dólares. Porque así están las cosas en Nueva York, la ciudad más cara del planeta.

Todos los análisis sobre el ascenso del congresista estatal socialista de 34 años Zohran Mamdani, quien probablemente y según las encuestas, ganará hoy la alcaldía de La Gran Manzana, se podrían resumir en una línea: Nueva York se ha encarecido tanto que muchos de sus vecinos se ven forzados a poner tierra de por medio. En estas aparece un tal Mamdani con una idea revolucionaria: ¿y si centro mi campaña, con insistencia y disciplina, en lo caro que está todo y en cómo solucionarlo?

Por contexto, entre 2010 y 2022, el precio mediano de la vivienda de Nueva York subió un 74%. Entre 2024 y 2025, aumentó un 8%. Un 10% si hablamos de Manhattan. Alquilar un piso de dos habitaciones y 73 metros cuadrados vale, de media, 5.500 dólares. Volviendo a la cuestión del tomate, los neoyorquinos gastaron, en 2022 y 2023, un 56% más en comida que una década antes. A ojo de buen cubero, un café sencillo costaba dos dólares, o menos, en 2014. Hoy cuesta casi el doble. Una pinta de cerveza hace diez años costaba entre cinco y siete dólares. Hoy, está entre ocho y doce (sin contar la propina).

El encarecimiento de la vida explica la salida de neoyorquinos de clase media hacia pastos más verdes, más asequibles y con menos impuestos. Un fenómeno desencadenado por la pandemia y confirmado desde entonces. En el extremo más dramático, en Nueva York viven unas 350.000 personas sin hogar. Entre ellas, algo más de 100.000 duermen en la calle. Las cifras más altas del último siglo.

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Con este trasfondo, Mamdani salió a la calle a entrevistar a neoyorquinos en todos los lugares imaginables: colegios públicos, puestos de comida callejera, aeropuertos, mezquitas, iglesias, sinagogas, competiciones deportivas, discotecas gais, bares, hospitales, diners, etc. Una manera de darse a conocer, de entender las necesidades del electorado y, por supuesto, de hacer propaganda populista.

El segundo factor de su éxito, quizás tan importante como hablar de costes, ha sido la factura de sus vídeos de campaña: con un calculado aspecto informal, dinámicos y con sello propio, tanto en el ritmo como en el suave tono sepia. Mamdani se ha creado un personaje distinto y reconocible. No puede ser una casualidad que la madre de Mamdani, Mira Nair, sea una multipremiada directora de cine.

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El ambiente intelectual en el que se ha criado Mamdani, de etnia india, pero nacido en Uganda, emigrado a Nueva York a la edad de siete años y naturalizado en 2018, le ha granjeado la acusación de ser un nepo baby, es decir, un producto del nepotismo. Su mamá es directora de cine; su papá, profesor de Columbia. Y ahora al niño, dicen los críticos, se le ha puesto entre ceja y ceja ser alcalde.

Sea como fuere, para quien tenga curiosidad, aquí está Mamdani visitando uno de los lugares consustanciales al paisaje neoyorquino: un deli, o tienda donde se puede comer un sándwich, beber un café o comprar algún producto básico, como papel higiénico o salsa de tomate, de camino a casa. En el vídeo, que dura un minuto y treinta y ocho segundos, el candidato ofrece un tutorial sobre lo mal que lo están pasando los pequeños negocios, cuántos están cerrando y por qué, y luego plantea sus propuestas de recorte de la burocracia y de aumento de la financiación pública.

Cuando The New York Times recogió, en un artículo, como se "sentían" los millonarios de Los Hamptons (un área residencial muy pudiente de Long Island) respecto al ascenso de un peligroso socialista, la campaña de Mamdani contrató a un actor para que leyera las reflexiones de los magnates de una manera dramática y decimonónica, en una habitación abigarrada, con candelabros y libros gruesos. El actor llevaba una aristocrática chaqueta de piel: la estética de los oligarcas de la Gilded Age, de los Vanderbilt, los Carnegie y otras familias podridamente ricas.

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En otras palabras, la campaña de Mamdani ha sabido cabalgar el algoritmo de TikTok, Instagram y otras redes sociales, elevándose por encima de los planos y predecibles mensajes de sus adversarios políticos, todos de la vieja escuela.

Lo cual nos lleva al tercer factor: que Mamdani tampoco ha tenido rivales particularmente carismáticos. El todavía alcalde de la ciudad, Eric Adams, destruyó su capital político en un expansivo caso de corrupción, del que lo salvó Donald Trump, y saliendo de fiesta casi todas las noches. Y el favorito original de la campaña, el exgobernador Andrew Cuomo, camina rígido y renqueante, dañado por múltiples cicatrices. Entre otras, las acusaciones de acoso sexual de 13 mujeres.

Hay un cuarto factor: los estadounidenses, neoyorquinos incluidos, están cansados y desilusionados con el orden actual de las cosas. La credibilidad de las instituciones no deja de bajar, está ya cerca del suelo, y la política solo ofrece más de lo mismo: o bien mensajes huecos de esas marionetas paniaguadas que son los demócratas, o bien una visión oscura, la de Donald Trump, que produce urticaria en la mayoría de los urbanos y progresistas neoyorquinos.

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Mamdani es distinto desde casi todos los puntos de vista. Joven, inmigrante, socialista y musulmán. Es decir, la viva imagen de todo lo que detesta la derecha MAGA. Y, además, ha hecho una campaña nueva tanto en la forma como en el contenido. Sus propuestas son izquierdistas. Sobre todo, en el paisaje más bien conservador y capitalista de Estados Unidos.

El candidato promete congelar inmediatamente los alquileres de las viviendas reguladas, triplicar la construcción de viviendas sociales, crear un sistema de guarderías públicas a cero coste de matrícula, volver gratuitos los autobuses, crear tiendas estatales de productos asequibles en los "desiertos de comida" (barrios pobres donde no hay supermercados porque no le sale rentable a los dueños), y elevar el salario mínimo a 30 dólares la hora, progresivamente, hasta 2030.

Para pagar todo esto, Mamdani dice que bastará con aupar el impuesto corporativo del 8,85% al 11,5%, aplicar un impuesto del 2% al 1% de los neoyorquinos más ricos, aligerar la burocracia y afinar y reforzar el cobro de las fiscalidades.

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Uno puede imaginarse cómo han aterrizado estas propuestas en el paisaje político estadounidense. Las imágenes de los soviéticos aguardando colas interminables para conseguir una barra de pan han resucitado en las mentes de muchos conservadores y moderados: pan para hoy y hambre para mañana. El socialismo nunca ha funcionado ni funcionará. El capital saldrá pitando, los vagabundos y los criminales se aprovecharán del buenismo y la ciudad se dará cuenta, dicen, de que ha elegido a un excelente vendedor de enciclopedias cuyo currículum, según el candidato republicano, Curtis Sliwa, "cabe en la servilleta de una coctelería".

Por no hablar de la sharia o ley islámica, sobre la que varios congresistas republicanos alertan en referencia a Mamdani, que, a todas luces, lleva una vida secular al uso en un país donde los musulmanes apenas rondan el 1% de la población. Las imágenes de Mamdani con chilaba, criticando a Israel y comiendo arroz y carne halal directamente con las manos, porque así se hace, nos explica en otro vídeo, en el Tercer Mundo, son una munición política exquisita.

La realidad palpable, más allá de las variadas interpretaciones, es que Zohran Mamdani comenzó su campaña a finales del año pasado con un 1% de popularidad. No lo conocía nadie. Pocos meses después, varias encuestas le dan una ventaja superior a 15 puntos frente a su principal rival, Andrew Cuomo, para alcanzar la alcaldía de la ciudad más grande y rica de Estados Unidos. Salvo sorpresa mayúscula, hoy Nueva York se dispone a romper la baraja.

Hace unos días compré un tomate en el mercadillo dominical de frutas y verduras de Grand Army Plaza, en Brooklyn. Un tomate. No un kilo, ni una docena, sino un tomate solo. Me costó nueve dólares y cincuenta centavos. Es verdad que el tomate gozaba de buen aspecto, pero ni siquiera era muy grande. Y no fue una estafa. Cuando vi aquel tomate, supe que me costaría cerca de diez dólares. Porque así están las cosas en Nueva York, la ciudad más cara del planeta.

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