González-Barba: "El momento europeo quizás sea el más crítico desde que se firmó el Tratado de Roma en el 57"

Poco más de una hora y media duraba el encuentro que, hace apenas unos días, volvía a reunir a Donald Trump y Xi Jinping en un pequeño edificio de la base aérea de Gimhae, en la ciudad surcoreana de Busan, tras más de un lustro desde su última reunión. La imagen de ambos mandatarios dándose la mano -escenificando así acuerdos sobre la reducción de aranceles o las restricciones para la exportación de tierras raras-, servía como punto de partida para que José Antonio Zarzalejos, columnista y presidente del Consejo Editorial de El Confidencial, abriera el espacio para la reflexión enmarcado en el ciclo de encuentros ‘El valor de la experiencia’, organizado por El Confidencial de la mano de Ibercaja.

Junto a él, Juan González-Barba, diplomático y ex secretario de Estado para la UE, y José Vicente Marco Herrero, director territorial de Madrid Noroeste en Ibercaja, participaron de un debate en el que, durante más de una hora, compartieron con los asistentes su visión experta sobre algunos de los principales retos geopolíticos internacionales de la actualidad y el papel de los diferentes actores implicados.

Con más de 35 años de experiencia diplomática internacional, que le han llevado a desarrollar su carrera en escenarios como Sudán, Turquía o Croacia, González-Barba calificaba la situación actual “como un auténtico huracán que transforma una época mucho más tranquila que fue la que se inauguró con la disolución de la Unión Soviética”. Para el diplomático, entender el momento presente exige analizar cómo hemos llegado hasta aquí y, en ese devenir hasta la actual situación geoestratégica -que ha desplazado el centro de gravedad mundial hacia una relación más directa entre Estados Unidos y China-, el año 1979 y todos los acontecimientos que tuvieron lugar en él, son claves. Fue precisamente a las puertas de la década de los 80 cuando ambas potencias - EEUU y China- sentaron las bases de sus relaciones diplomáticas.

Pero también fue el momento en el que la Unión Soviética decidió apoyar al gobierno comunista y aliado de Afganistán, se sellaron los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto o se produjeron las primeras elecciones directas al Parlamento Europeo. En este contexto, “el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y China es vista como un intento de introducir una cuña entre las dos grandes potencias comunistas” circunstancia a la que siguieron, según repasaba el diplomático, el ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio y, desde ese momento hasta la actualidad: “un auge increíble de China en el ámbito industrial, financiero, militar y de las relaciones internacionales”. Lo que no podían prever los americanos entonces “es que esa apuesta por China iba a terminar resultando en un rival de la envergadura de los Estados Unidos” reflexionaba González-Barba y añadía: “China ha aguantado perfectamente la presión trumpiana; no así la UE con lo que eso ha generado de frustración. Creo que la reunión lo que ha significado es una tregua en esta confrontación”.

Pese a la convulsa relación entre ambos gigantes, los resultados de los test de estrés de la banca europea (también española) mostraban, según explicó, el director territorial de Madrid Noroeste en Ibercaja “que el nivel de solvencia de la banca española destaca por encima de la media europea y eso es importante para el sector pero también para asegurar una oferta de financiación suficiente”.

La deriva europea y la situación en Oriente

Más allá de la guerra comercial abanderada por EEUU, y en la que Europa ha librado su particular batalla lejos de Busan, la propia coyuntura geopolítica del viejo continente centró buena parte del debate. A la “frustración” sobre la que ponía el acento el diplomático en materia comercial, se suma la cuestionada influencia de la UE en otros de los grandes retos geopolíticos internacionales. La invasión de Ucrania, el compromiso con la Alianza Atlántica o la propia situación en Oriente Medio tejen un escenario internacional complejo que define un momento europeo delicado, “quizás sea el más crítico desde que se firmó el Tratado de Roma en el año 57”, indicaba González-Barba.

“Hay una guerra a gran escala en Europa” y, sin embargo, el viejo continente “no estaba preparado para eso” reconocía el diplomático. Con todo, la férrea voluntad de los ucranianos, el compromiso de unidad de la Unión Europea y el apoyo norteamericano a los aliados sorprendió a Rusia que, sin renunciar a sus objetivos anexionistas, “también considera que parte de su gran objetivo de guerra es una división de la Unión Europea hasta su destrucción porque va contra los intereses a largo plazo de Rusia”. Ese debilitamiento de la UE también es visto desde un sector de la administración Trump como una de las vías para que el viejo continente se pliegue a los intereses de la potencia americana.

Para González-Barba, la resolución del conflicto en Ucrania es, por tanto, una de las cuestiones más críticas en la coyuntura actual. Tres años de guerra han debilitado tanto a Rusia “que la deja en su confrontación con Occidente totalmente subordinada a China”, sin embargo, el gigante asiático no va a permitir la derrota de Rusia. Del otro extremo, “una derrota que sea percibida como tal de Ucrania y de la Unión Europea en la guerra de Ucrania, no solo estimulará a Rusia a proseguir su política de control sucesivo de otros territorios que fueron en su día partes de la Unión Soviética, sino que el mundo entero percibirá a la Unión Europea como un gigante comercial, un gigante en materia financiera pero un gigante de pies de barro” analizaba el exsecretario de Estado para la UE.

Otro de los retos geopolíticos que implican a Europa es el que tiene como escenario Oriente Medio. La ofensiva en Gaza, iniciada tras los atentados de Hamás del 7 de octubre, ha tensionado aún más las ya de por sí complejas relaciones sobre el terreno en Oriente. Sin embargo, el acuerdo de alto el fuego alcanzado entre Israel y Hamás e impulsado por EEUU y otros países mediadores, parece haber abierto una vía para la desescalada. En palabras de González-Barba: “Israel y Hamás empezaron una destrucción mutua que se convirtió en un círculo vicioso y de la que era complicado salir y aquí hay que reconocer el mérito de la administración Trump que vio cuándo y cómo era el momento para forzar una tregua que yo creo que va a ser una tregua sostenible”.

En medio de los conflictos, Europa parece haber “perdido la inocencia” y es que, como exponía el ex secretario de Estado para la UE: “desde que se creó la Unión Europea hemos pensado que las relaciones internacionales es lo que se hacía en el seno de la misma y que toda discrepancia se podía solucionar negociando. Hemos visto que eso no es así y que para proteger lo que tenemos hemos de desarrollar una defensa y una defensa europea que no esté al albur de lo que decida nuestro aliado noratlántico dependiendo de quién sea quien ocupe la administración norteamericana”.

Sobre el papel de España en la compleja tesitura actual, el encuentro puso sobre la mesa la importancia de la centralidad que, en momentos puntuales de la historia y como consecuencia de un escenario internacional más calmado, nuestro país ha conseguido gracias, entre otras cosas, a grandes consensos internos. “La polarización interna, las discrepancias, tienen en cualquier país una repercusión en política exterior y en España la tienen, más si cabe, si tenemos en cuenta que se requiere un esfuerzo especial para ocupar un ámbito que no es tu inmediata geografía”, exponía el diplomático. González-Barba concluía su intervención reflexionando: “En una situación de inestabilidad interna y de polarización, la tendencia histórica es que España termine concentrándose en su núcleo ibérico. Creo que ahora la cuestión es si esta erosión de los consensos internacionales y de los consensos internos es reversible. No es fácil, pero no es imposible”.