Destripando la operación de Trump en el Caribe: ¿'tumbar' a Maduro sin una invasión?
El despliegue militar estadounidense en el Caribe incrementa la presión sobre Caracas, mientras crecen las divisiones políticas en Washington y la tensión regional ante posibles acciones encubiertas
El conflicto de trump en el caribe pone a prueba el derecho internacional. (EFE)
Ocho buques del Ejército estadounidense. Decenas de aeronaves, incluidos los punteros F-15. Un submarino nuclear. Más de 10.000 soldados y otros 5.000 en camino.
Donald Trump ha lanzado un órdago en el Caribe. Oficialmente es una operación contra los grupos de narcotraficantes que envían drogas a EEUU, pero a pocos se les escapa ya que la flota desplegada frente a territorio venezolano es un elemento de presión contra el Gobierno de Nicolás Maduro, que Washington designó como narcotraficante.
La próxima semana llegará a la zona el USS Gerald Ford, la joya de la corona de los portaaviones estadounidenses, junto con otros tres destructores más, mientras crece la oposición interna a los ataques a lanchas de supuestos narcotraficantes en el Caribe, incluso entre los republicanos, y Maduro fortifica Venezuela.
Ya son 15 las operaciones con proyectiles de última generación que han dejado al menos 61 personas ejecutadas. Esos ataques se extendieron hace apenas unos días al Pacífico, mientras paralelamente crece la tensión entre Trump y el presidente colombiano, Gustavo Petro, a quien el magnate considera un "líder del narcotráfico" por el récord de cultivos ilícitos registrados en el país cafetero.
Trump ha llegado a anticipar ataques por tierra y a autorizar operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, mientras que oficialmente su Gobierno sigue diciendo que las operaciones están dirigidas al narcotráfico.
Presionar a Maduro, hablando de luchar contra el crimen y no de cambio de régimen, es estratégico, creen los analistas.
"A Trump le conviene plantear estos ataques como operaciones antidroga. Desde el punto de vista de la opinión pública, y de cara a la posible oposición política, plantear que estas operaciones van en contra de las drogas que llegan a EEUU y se cobran decenas de miles de vidas cada año claramente aumenta el costo de oponerse, porque es algo que se está haciendo para proteger a los ciudadanos y salvar vidas" expone a El Confidencial Tiziano Breda, coordinador asociado de análisis del instituto Armed Conflict Location and Event Data (ACLED).
Trump hizo campaña con su eslogan América First (América Primero) y sus seguidores son muy reacios a intervenciones en terceros países, pero estarían más dispuestos a apoyarlo si supone un beneficio tangible para el país.
Otro componente es el jurídico porque no son pocos los que han avisado en EEUU que esas acciones podrían conllevar procesos judiciales a sus responsables, siendo, al mismo tiempo, una prueba de hasta dónde puede llegar el magnate sin ser fiscalizado. Es decir, hasta qué punto puede forzar la máquina institucional.
"La mezcla de la lucha contra el terrorismo y la declaración de una guerra contra estas organizaciones que trafican con drogas le da un mayor margen de maniobra a Trump en un área legal gris en donde se está apropiando de algunas posibilidades de ejecutar acciones unilateralmente y desde la presidencia sin tener que pasar por el Congreso", considera Breda.
Le quita, además, responsabilidad a su país. Una operación en tierra en Venezuela podría, según parte de los analistas, generar potencialmente una guerra civil al estilo de los países de Oriente Medio. Se ha llegado a hablar de una iraquización, aunque otra parte de los politólogos lo descarta al estar la sociedad venezolana más cohesionada y no dividida en clanes.
En cualquier caso, si eso pasase, Washington podría argumentar que ese nunca fue su deseo.
Incluso si una eventual operación para propiciar un cambio de régimen saliese mal, la Casa Blanca podría defenderse ante la opinión pública argumentando que solo buscaban luchar contra el narcotráfico.
"La combinación de los puntos nos lleva a las consecuencias preocupantes. Conlleva el riesgo de que se vuelva una política sistemática que cobre muchas vidas y sobre todo que sea un precedente que la administración Trump use para forcejear los límites legales que tiene en algunos espacios para actuar arbitrariamente en otros escenarios", cree el analista Breda.
Parte de los expertos en la dinámica internacional del crimen creen que la operación no se sostiene como puramente antidrogas porque se está yendo a por hormigas con cañonazos.
"Estamos hablando realmente de ataques que alcanzan a personas traficantes pero que son los menores de los menores dentro de la jerarquía criminal. Entonces esos ataques no hacen ningún daño al ecosistema criminal y a su capacidad de enviar droga a los consumidores, bien a EEUU o a los países europeos", comenta Elisabeth Dickinson, analista senior de Crisis Group para Colombia.
"Por lo mismo yo creo que podemos decir que lo que está pasando es una estrategia de presión. Es un mensaje no solo a Venezuela sino a todos los países de la región de la facultad de EEUU de utilizar todas las herramientas del Estado para aplicar sus políticas en la región", añade. La gran pregunta es si esa estrategia va a surgir efecto frente al Gobierno de Maduro.
Entre la oposición venezolana la palabra "quiebre" vuelve de nuevo estos días a tener una posición de honor en las charlas y debates. El término alude a una rebelión interna dentro del chavismo que llevó a su caída y ahora muchos creen que la presencia de la flota estadounidense en el Caribe está destinada a favorecer ese escenario.
Buena parte de los expertos no tienen, en cualquier caso, tan claro que eso vaya a suceder. "No veo probable un quiebre en el corto plazo si las cosas se mantienen así, a menos que estas operaciones y estos despliegues no afecten a una de las fuentes fundamentales de supervivencia económica del régimen que es el contrabando de petróleo sancionado que luego pasa a otra bandera y es refinado en otro lado", destaca Breda.
Hay también muchas hipótesis sobre lo que podría atacar EEUU en territorio venezolano. Si las operaciones se ciñen al narcotráfico y no al Gobierno, las dinámicas de la producción y el tránsito de drogas son parecidas a las colombianas. Es decir: los laboratorios y los puntos logísticos de los narcos se encuentran en aldeas o municipios y las posibilidades de víctimas colaterales como menores de edad son amplias. Para atacar pistas de despegue parece excesivo desplegar el buque insignia de las fuerzas armadas.
Pero, eso sí, si se tiene en cuenta que Washington considera a Maduro y al Ejecutivo venezolano como líder del cartel de los soles, los ataques podrían ir dirigidos a instalaciones militares. A esa posibilidad apuntaba en la mañana de este viernes el diario estadounidense Miami Herald, señalando que esas operaciones iban a darse en horas o días.
Podría haber, en cualquier caso, algún tipo de tensión en el alto mando con respecto a estas operaciones. A mediados de octubre el jefe del Comando Sur de EEUU -se encarga de Sudamérica- Alvin Hosley anunció su retiro anticipado voluntario, apenas un año después de asumir, y la CNN informó de que hubo tipo de tensión con el secretario de Guerra, Pete Hegseth debido al avance del operativo.
Cualquier operación, además, será mirada con lupa desde el Congreso.
Este jueves la Administración Trump evitó que los legisladores demócratas ingresaran a una sesión donde se iban a dar datos confidenciales sobre las acciones en el Caribe, pero lo cierto es que las críticas arrecian desde el mismo bando republicano.
Al menos cinco senadores del partido de Trump son muy críticos. "Están ejecutando sumariamente a gente sin dar pruebas al público", criticó vehementemente hace unos días el senador ultraconservador Rand Paul en Fox News comparando esas acciones con las de China o Irán.
Defendió el debido proceso. "Si un presidente puede matar a alguien por decreto, entonces cualquier presidente puede. Por eso los poderes de guerra sin fiscalización son peligrosos sin importar quién esté en la Casa Blanca", añadió este jueves.
Su opinión contrasta, eso sí, con la de otros legisladores que no solo están apoyando las acciones sino que están más claramente vinculándolas con un eventual cambio de régimen en Venezuela.
"Apoyo al 150% todos los esfuerzos del presidente Trump para aniquilar al régimen narcoterrorista de Nicolás Maduro", escribió el pasado 16 de octubre en la red social X el representante a la Cámara Carlos Giménez, que se ha convertido incluso en vocero de algunas operaciones anunciándolas con el emoji de explosión.
"Si yo fuera Maduro, me iría a Rusia o a China. Sus días están contados. Algo va a pasar", dijo esta semana ante las cámaras del programa 60 Minutos el senador republicano Rick Scott, de Florida, muy cercano al Secretario de Estado, Marco Rubio.
Esas diferencias de criterio no se dan sólo en el Legislativo. Existen también en la Casa Blanca, según las filtraciones que aparecen de tanto en cuanto en los medios estadounidenses.
Richard Grenell, el enviado especial de Maduro en Venezuela, que consiguió a principios de mandato la liberación de presos estadounidenses en el país sudamericano, apostaba por la vía dialogante, pero parece haber sido marginado recientemente.
Captura de pantalla de un video publicado en la cuenta oficial de Truth Social del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que muestra un ataque del Ejército estadounidense a una lancha en el Caribe. (EFE/@realdonaldtrump)
"La diplomacia es un instrumento de diálogo y discusión que requiere del desarrollo de la confianza para que sea más activa. La confianza se perdió respecto a Venezuela por parte de otros países de la región hace rato porque no brinda seguridad, confianza y confiabilidad sus procesos electorales", asegura Rafael Piñeros, investigador de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
El grupo de halcones en Washington lo lidera el cubanoamericano Rubio que durante sus años como congresista cimentó parte de su popularidad en su oposición frontal a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
"Lo que vemos ahora es que hay distintos intereses en la misma Casa Blanca que están en competencia", considera la analista Dickinson.
"Una parte quiere reemplazar el Gobierno de Maduro. Otra corriente quiere continuar con las deportaciones y ese es su mayor interés y hay otra parte que es la más interesada en renovar y aumentar las relaciones comerciales sobre todo en términos de petróleo. Esos tres intereses distintos están en la casa blanca y no sabemos dónde va a desembocar todo", añade la experta del Crisis Group.
"Qué va a hacer EEUU porque este despliegue claramente es muy costoso"
En Caracas son conscientes de la situación general y el chavismo ha tomado medidas de todo tipo para fortificarse, incluyendo la promoción activa del chivatazo anónimo mediante plataformas tecnológicas, en un estado que ha sido recurrentemente descrito por analistas venezolanos como de paranoia.
El Ejército está movilizado y ha desplegado baterías antiaéreas en las zonas costeras. Maduro mismo ha difundido que el país tiene listos al menos 5000 misiles antiaéreos Igla S de fabricación rusa, similares. Han sido, según Maduro, establecidos "incluso en la última montaña, en el último pueblo" de Venezuela.
Su Gobierno también se ha movido a escala diplomática y ha roto un acuerdo de gas con la cercana Trinidad y Tobago, cuyas costas llegan a distar apenas 11 kilómetros de las venezolanas. El motivo es unas maniobras que EEUU realizó allí hace unos días.
La presión, por ahora, no ha supuesto deserciones en los altos mandos de las FFAA. "Maduro ha entendido bastante este juego de Trump de mostrar fuerza sin intervenir directamente y por lo tanto me parece difícil que estas maniobras, estos envíos y algunos ataques a lanchas enfrente de las costas puedan generar una tensión o un miedo tal dentro de las fuerzas militares o de los aliados de Maduro para generar un quiebre", destaca Breda.
Una posible reacción de Venezuela
"La pregunta es si no hay quiebre a nivel político interno, qué va a hacer EEUU porque este despliegue claramente es muy costoso, es una apuesta y una vez que se esté aumentando las fuerzas es difícil retirarlas, así no más", añade.
La posibilidad de que todo quede en nada es poco comentada en los análisis políticos de estos días pero a la vez es plausible. Una sucesión de ataques en territorio venezolano sí cambiaría el panorama y entonces pondría el balón en el tejado de Maduro.
"Una reacción llevaría a un conflicto, pero una inacción podría ser interpretada como cobardía o falta de liderazgo. Podría generarse un quiebre, pero sería un riesgo enorme de escalada." Subraya el analista de ACLED.
"Una reacción llevaría a un conflicto, pero una inacción podría ser interpretada como cobardía o falta de liderazgo"
"Nunca es sencillo saber qué va a hacer Trump. Una cosa que ha mantenido entre la administración 1 y 2 ha sido su rechazo a la intervención en terreno por los gastos y costos que puede generar. Ahora bien, lo que podemos ver hasta el momento es que si es un instrumento de presión, requiere que otros actores internos se empoderen para que tomen una decisión: seguir apoyando a Maduro o buscar un cambio de régimen por la iniciativa propia y no por la imposición ajena", destaca Piñeros.
La llegada en los próximos días del USS Gerald Ford a la zona añadirá una buena dosis de tensión a un panorama ya muy complejo en el Caribe.
Ocho buques del Ejército estadounidense. Decenas de aeronaves, incluidos los punteros F-15. Un submarino nuclear. Más de 10.000 soldados y otros 5.000 en camino.