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La esperanza ucraniana de los Tomahawks queda apartada en la estrategia de Trump para conseguir su acuerdo de paz
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A VUELTAS CON LOS TOMAHAWK

La esperanza ucraniana de los Tomahawks queda apartada en la estrategia de Trump para conseguir su acuerdo de paz

El giro en la postura estadounidense tras la conversación entre Trump y Putin genera incertidumbre en Ucrania sobre la llegada de armamento y el avance hacia una solución diplomática

Foto: El presidente estadounidense, Donald Trump, junto a su homólogo Volodímir Zelenski (Reuters/Johnathan Ernst)
El presidente estadounidense, Donald Trump, junto a su homólogo Volodímir Zelenski (Reuters/Johnathan Ernst)
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Tras un encuentro de dos horas en la Casa Blanca, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, dio su rueda de prensa solo, en una mesilla improvisada y algo ridícula, mientras su homólogo Donald Trump volaba, como cada viernes, a su residencia en Florida. "No quiero hablar [de los misiles de largo alcance Tomahawk]... porque Estados Unidos no quiere una escalada", afirmó Zelenski a los medios congregados en Washington. Un jarro de agua fría en las expectativas más a corto plazo que albergaba Kiev sobre la reunión de este viernes con Donald Trump.

Este mismo jueves, un miembro de la delegación económico-militar enviada por Ucrania a Estados Unidos para preparar el encuentro, en conversación con El Confidencial en Kiev, daba por aprobada la entrega de los famosos misiles Tomahawk, que permitirían a Kiev atacar de manera más precisa y más profunda contra objetivos estratégicos rusos dentro del país. En el encuentro entre ambos líderes se iba a hablar de más cosas, como parte del esfuerzo de Trump de conseguir un acuerdo de paz en Ucrania, pero los Tomahawks eran el emblema simbólico de un cambio de tendencia en la Administración estadounidense hacia Kiev. Este viernes, Zelenski se va con las manos vacías.

Después de todo, la amenaza de entregar los Tomahawks era, admitido por el propio Trump, una manera de forzar al presidente ruso, Vladímir Putin, a sentarse de nuevo a la mesa. “¿Quieren [los rusos] que les lancen misiles Tomahawk? No lo creo. Quizá les diga: miren, si esta guerra no se resuelve, les enviaré los misiles”, llegó a decir. Así que, tras la llamada el pasado jueves (a pocas horas de encontrarse con Zelenski) en la que Putin aceptó una reunión "pronto" en Budapest, ya no parece necesario entregar los misiles a Kiev, pese al innegable papel que pueden cumplir en colocar a Ucrania en una posición de mayor fuerza en la mesa de negociación.

"No es necesario usar misiles Tomahawk para poner fin a la guerra de Rusia en Ucrania", afirmó Trump antes incluso de reunirse con Zelenski. Después, en un escueto mensaje en la red social Truth, afirmó que "la reunión con el presidente Volodímir Zelenski de Ucrania ha sido muy interesante, y cordial, pero le he dicho, como también sugerí fuertemente al presidente Putin, que es el momento de acabar con las muertes y llegar a un ACUERDO. Deberían detenerse donde están".

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Ucrania contaba con los Tomahawks como un nombre propio para designar a, en general, el apoyo armamentístico estadounidense y permitirse así infligir presión real a Rusia ante la mesa de negociación. Tras el encuentro, aunque sin los Tomahawks, Zelenski incidió en esa idea. Kiev confía en la "presión de Trump sobre Putin para acabar con esta guerra", pero no enmendó la plana públicamente a al estadounidense y admitió que la prioridad ahora es la de alcanzar un alto al fuego.

El resultado del encuentro solo parece confirmar los temores más agoreros en casa. "La conversación entre Trump y Putin nos ha puesto de nuevo en una posición en la que perdemos tiempo. Esa es la táctica constante de Putin", afirma Víktor Yúshchenko, expresidente de Ucrania de 2005 a 2010, en un encuentro con periodistas en Kiev en el que ha estado presente El Confidencial. Yúshchenko sostiene que detrás de esa reunión entre los dos líderes, la segunda después del encuentro en Alaska el pasado agosto, no hay una intención de llegar a un acuerdo "honesto". "Por eso creo que cada iniciativa de Putin es para ganar tiempo y bajar las expectativas de las relaciones entre Ucrania y EEUU. Y por eso soy pesimista y estoy expectante, porque totodos loslanes de Putin son malvados", añade.

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Otros analistas que analizan las posibles soluciones de paz coinciden con el expresidente ucraniano. Valerii Pekar, exasesor del Ministro de Economía (2014-2016) y colaborador con varios think tanks europeos, insiste en que reuniones como la de Alaska o Budapest son solamente estrategias para ganar tiempo. "O para que Rusia intente romper el frente ucraniano o intente romper el sistema para que la población le pida a Zelenski el fin de la guerra través de la rendición. Pero eso no va a pasar", afirma a El Confidencial.

Pekar aclara que es importante tener en cuenta que no estamos en un periodo de negociación para un acuerdo de paz, sino un momento de pre-negociación. "Si lo que pasa es que van los rusos a hablar con estadounidenses de la historia de Rusia, eso no significa nada. Solo cuando los negociadores reales vengan a hablar sobre el presente y el futuro, será una indicación de que han empezado las negociaciones. Pero esto no está pasando ahora", asevera.

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El encuentro que está previsto en Budapest en las próximas semanas entre Putin y Trump ha caído como un jarro de agua fría para algunos ucranianos que estaban convencidos de que Washington enviaría los misiles de largo alcance a Kiev. Serhii Pozniak, director de la empresa FGK Financial Group y comandante de una unidad de francotiradores dentro de la 27ª Brigada de la Guardia Nacional de Ucrania, estaba muy confiado.

Antes de que tuviera lugar la llamada entre Donald Trump y Vladímir Putin, explicó en entrevista con este periódico que había estado la semana pasada en Washington en las reuniones previas con miembros del equipo de Donald Trump. "El tema parece estar resuelto. No hay duda de que pasará, pero lo que falta es saber cuándo, cómo y cuántos", aseguraba, refiriéndose al envío de misiles Tomahawk.

Hasta que el presidente estadounidense dio un giro a los planes. A lo largo de este año. Trump pareció a punto de castigar a Rusia o de aumentar su ayuda militar a Ucrania. En primavera, acusó a Putin de "jugar con fuego" y afirmó que estaba considerando imponer sanciones. Acabó diciendo que necesitaba un par de semanas para decidir su Putin hablaba en serio sobre unas negociaciones de paz. Y, finalmente, nunca impuso esas sanciones.

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En agosto, tampoco impuso ningún castigo tras una nueva advertencia y se reunió con su homólogo ruso en Alaska. En el discurso conjunto, Trump prometió que había logrado avances hacia la paz, pero no dio detalles sobre estos presuntos logros. Dijo que prepararía una cumbre entre Vladímir Putin y Volodímir Zelenski. Tampoco sucedió.

Esta semana, se repitió la misma dinámica. A pesar de las críticas a Putin por continuar con la guerra, adoptó un tono más cordial después de la llamada y dijo que el presidente ruso le había felicitado por lograr un alto al fuego en Gaza y la liberación de los rehenes israelíes tras el ataque de Hamás del 7 de octubre.

Las esperanzas de que el líder estadounidense tome una postura realmente dura son muy pocas para algunos ucranianos. El expresidente Víktor Yúshchenko se imagina una fiesta con borsch y champagne en las calles de Kiev cuando Ucrania gane la guerra. Pero no cree que esto pueda suceder gracias a la reunión entre Donald Trump y Vladímir Putin. "Cada vez que se alarga esta guerra, es una pequeña victoria para Rusia", concluye.

Tras un encuentro de dos horas en la Casa Blanca, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, dio su rueda de prensa solo, en una mesilla improvisada y algo ridícula, mientras su homólogo Donald Trump volaba, como cada viernes, a su residencia en Florida. "No quiero hablar [de los misiles de largo alcance Tomahawk]... porque Estados Unidos no quiere una escalada", afirmó Zelenski a los medios congregados en Washington. Un jarro de agua fría en las expectativas más a corto plazo que albergaba Kiev sobre la reunión de este viernes con Donald Trump.

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