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Ucrania ha construido una 'fortaleza' en lo que le queda de Donbás. Puede que no sea suficiente
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Conflicto Rusia-Ucrania

Ucrania ha construido una 'fortaleza' en lo que le queda de Donbás. Puede que no sea suficiente

Una pregunta crece en algunos sectores militares: ¿cuánto tiempo puede sostener Ucrania su posición en el Donbás?, en la zona se respira una sensación de deterioro irreversible a pesar de la "contraofensiva" anunciada por Zelenski

Foto: Construcción de una red antidrones en una carretera de Ucrania. (F. T.)
Construcción de una red antidrones en una carretera de Ucrania. (F. T.)
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Son poco más de tres minutos. 200 segundos que marcan la diferencia entre vivir o morir. Por eso Oni escanea el cielo con la escopeta cargada y el oído afinado. Hace un año, rotar a cinco kilómetros de las líneas enemigas no era peligroso. O no demasiado si era en el interior de una ciudad. Hace un año, Putin confió en colapsar el frente ucraniano a base de oleadas de carne y blindados. Hace un año que Kiev respondió llevando la guerra a territorio ruso y atrincherándose alrededor de los núcleos urbanos del Donbás. Pero la guerra de hace un año no se parece en nada a la de hoy.

Chinchilla, Oni y Demis ni siquiera lo saben, el octubre pasado estudiaban y trabajaban lejos de los disparos. Ahora, pilotan drones en un escondite subterráneo del cinturón defensivo que Ucrania ha construido en la región de Donetsk.

La línea de cuatro ciudades –Kostiantynivka, Druzhkivka, Kramatorsk y Sloviansk—, junto con Lyman y Pokrovsk en sus flancos, es el bastión de Ucrania para detener a Rusia. Una zona bien fortificada que el ejército ucraniano empezó a blindar hace una década y que ha pasado de la retaguardia al campo de batalla en apenas dos años.

"Si avanzan en esta dirección, sufrirán mucho. Tendrán miles de bajas", explica un oficial ucraniano que lleva cuatro años desplegado en la zona a El Confidencial. "Por eso castigan nuestra logística. Va a ser el primer cerco de drones en la historia".

La conquista de la región de Donetsk fue el objetivo que Vladímir Putin marcó a sus tropas tras la derrota en Kiev en primavera de 2022. Y a pesar de todos sus esfuerzos y miles de bajas, desde agosto de aquel año tan solo ha capturado el 20% —unos 5.300 km² o una extensión similar a La Rioja—. El Kremlin conquistó otro 22% en los primeros meses de la invasión y controlaba el 35% desde 2014. Es el último tercio bajo el control de Kiev lo que está en disputa.

placeholder Vecinos de Sloviansk y miembros del ejército ucraniano. (F. T.)
Vecinos de Sloviansk y miembros del ejército ucraniano. (F. T.)

Aun así, hay una pregunta creciente en algunos sectores militares: ¿cuánto tiempo puede sostener Ucrania su posición en el Donbás?

Agosto mostró que las necesidades defensivas evolucionan de la mano del conflicto. Las tácticas suicidas rusas de avanzar en pequeños grupos a pie o en motocicleta parecían insignificantes hasta que acumularon fuerzas suficientes e hicieron una pequeña brecha. Lejos del colapso, la fisura expuso la fragilidad anímica de la sociedad ucraniana por la falta de coordinación y confianza entre unidades, más que por los kilómetros perdidos.

Un mes y medio después, Putin sigue sin tomar ninguna ciudad de importancia y la niebla de guerra cubre la "contraofensiva" anunciada por Zelenski y su comandante en jefe, que ha "limpiado de ocupantes" un puñado de poblados. Sin embargo, existe en el Donbás una sensación de deterioro irreversible.

Quizás porque Rusia empuja en Kupiansk y Lyman, territorios reconquistados por Ucrania en 2022, que sirven de parapeto por el norte. Quizás porque un creciente número de unidades de segunda línea están abandonando la región. O quizás porque los ataques se suceden cada día a 20, 30 y 40 kilómetros del frente. Desde la primavera, la retaguardia en Donetsk ha dejado de ser un lugar ‘seguro’.

Un ejército renovado

Demis se lleva las manos a la cabeza. "No me jodas. ¿Nos han dado?", exclama mientras hace zoom en la pantalla.

El Mavic, normalmente usado para vigilar y lanzar explosivos, guía ahora desde el aire a la "Cucaracha", un dron terrestre que transporta munición, antenas y víveres hasta las posiciones más adelantadas. Con capacidad para cargar 200 kilos y una velocidad de 20 km/h reduce el número de misiones que, a menudo, terminan con la vida de los conductores. Esta de la 20º brigada Operacional ‘Lubart’ se despliega en la carretera que une Kostiantynivka con la primera línea del frente de Toretsk.

placeholder Los ucranianos instalan parrillas metálicas en sus vehículos ante los ataques de drones rusos. (F. T.)
Los ucranianos instalan parrillas metálicas en sus vehículos ante los ataques de drones rusos. (F. T.)

"Tenemos que tener mucho cuidado con los FPV", reconoce Demis con sorpresa, al comprobar que el humo que se eleva entre la línea de árboles no es de la Cucaracha. "Hay semanas que no perdemos ningún robot, y días en los que perdemos dos".

La dificultad para acceder al frente los convierte en herramientas valiosas para reabastecer a las tropas, minar territorio y salvaguardar la vida de cientos de conductores. También hay prototipos con ametralladoras, morteros y misiles antiaéreos, cuyo uso podría extenderse pronto en primera línea. Juguetes en manos de jóvenes recién alistados como Demis (25), Oni (23) y Chinchilla (21). "El siempre joven ejército ucraniano", ironiza el primero. En Ucrania, la edad de los militares supera los 40, una anomalía en países en conflicto. Aun así, no es difícil advertir en calles, supermercados y trincheras que sus filas se están renovando.

placeholder El programa para reclutar jóvenes entre 18 y 24 años ha surtido efecto, rejuveneciendo el campo de batalla. (F. T.)
El programa para reclutar jóvenes entre 18 y 24 años ha surtido efecto, rejuveneciendo el campo de batalla. (F. T.)

Un rejuvenecimiento acelerado desde febrero, cuando el Ministerio de Defensa ucraniano lanzó un programa para reclutar hombres entre 18 y 24 años, con incentivos económicos. El resultado: piernas frescas en el campo de batalla y escenas inesperadas en la retaguardia, donde soldados juegan a fútbol con niños locales, mientras los padres columpian a los más pequeños bajo el eco de las sirenas antiaéreas.

"Quiero criar a mi hijo en el lugar donde nací", dice Nikolay, de 43 años, de la mano de Alex, de 4, en un parque de Sloviansk. "¿Debería marcharme de mi casa porque alguien dice que le pertenece?".

El 'timing' puede costarte la vida

El zumbido de un dron interrumpe la evacuación. Hermán y Kiril ayudan a una pareja de ancianos a bajar del vehículo en el que se acaban de subir. Agazapados en el portal de un bloque de pisos sin ventanas, de una calle acribillada por las bombas, los rescatadores, el matrimonio, y el policía que los protege, esperan a que el cielo se despeje. Contra la artillería todavía no han encontrado solución.

¿Cuál es el mejor momento para huir de una ciudad castigada sin descanso? Esa es la gran duda para muchos de los 6.000 habitantes – de los casi 70.000— que todavía quedan en Kostyantinivka.

"Ya no quedan fábricas, los hospitales están destruidos, las tiendas están destruidas, las guarderías, escuelas, casas… todo está destruido", lamenta Tatiana, incapaz de aguantar las lágrimas. "Nosotros decidimos marcharnos cuando el teléfono dejó de funcionar".

placeholder Nada ni nadie está seguro mientras el cielo siga plagado de drones. (F. T.)
Nada ni nadie está seguro mientras el cielo siga plagado de drones. (F. T.)

Otros lo hacen cuando reducen a escombros la tienda de su barrio, al dejar de recibir la pensión o cuando el fuego ruso mata a un vecino en plena calle. También hay civiles que no quieren marcharse, personas con problemas mentales y civiles que esperan la llegada de las tropas rusas.

— A nosotros nos cortaron el agua. Luego la electricidad y el gas —dice Tatiana—. Nací aquí en 1955, mi marido en el 53… Y creo que nunca más podremos volver a nuestro hogar.

— En Kramatorsk al menos hay trabajo, cajeros y se puede vivir en paz—, dice su marido con algo de esperanza, sobre una ciudad a 18 km del frente que ya ve a los drones FPV rusos atacar en las avenidas del centro.

Por eso, Ucrania acelera la construcción de túneles con redes en las carreteras e instala parrillas metálicas a sus vehículos, aceptando que nada ni nadie está seguro en el interior de su fortaleza. Una certeza que deja en el aire una pregunta cada vez más presente entre militares y civiles: ¿de qué sirve un muro cuando el cielo sigue abierto?

Son poco más de tres minutos. 200 segundos que marcan la diferencia entre vivir o morir. Por eso Oni escanea el cielo con la escopeta cargada y el oído afinado. Hace un año, rotar a cinco kilómetros de las líneas enemigas no era peligroso. O no demasiado si era en el interior de una ciudad. Hace un año, Putin confió en colapsar el frente ucraniano a base de oleadas de carne y blindados. Hace un año que Kiev respondió llevando la guerra a territorio ruso y atrincherándose alrededor de los núcleos urbanos del Donbás. Pero la guerra de hace un año no se parece en nada a la de hoy.

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