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Bruselas presenta su plan para coordinar el gasto militar, pero deja claro que la OTAN está al mando
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2030 la fecha límite

Bruselas presenta su plan para coordinar el gasto militar, pero deja claro que la OTAN está al mando

La Comisión Europea presenta una hoja de ruta militar al 2030 para disuadir agresiones. Coordinará 800,000 millones en gasto, con la OTAN al frente

Foto: Imagen del 15 de agosto de 2024, día de las Fuerzas Armadas de Polonia. (Reuters/Robert Kowalewski)
Imagen del 15 de agosto de 2024, día de las Fuerzas Armadas de Polonia. (Reuters/Robert Kowalewski)
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La Comisión Europea ha presentado este jueves la hoja de ruta en asuntos de industria militar y de seguridad con la que espera que los Estados miembros europeos sean capaces de disuadir una agresión militar convencional en el año 2030. El plan, no incluye ninguna idea novedosa en términos de financiación. Consiste en organizar y priorizar áreas de cooperación entre los Estados miembros, que son los responsables en cuestión de defensa, como se ha repetido en numerosas ocasiones en el documento. Además, establece algunos objetivos, que en ningún caso son vinculantes.

La idea es sencilla. Va a haber mucho dinero sobre la mesa, especialmente después de que los Estados miembros que forman parte de la OTAN se hayan comprometido, bajo la presión del presidente de EEUU Donald Trump, a aumentar de manera espectacular su presupuesto militar. El objetivo es evitar gastarlo mal, duplicando esfuerzos y gastando dinero en los mismos asuntos, dejando otras cuestiones sin financiación.

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Se establecen nueve áreas críticas en las que se han identificado brechas y en las que se invita a los Estados miembros a trabajar de manera conjunta en “coaliciones” con un país líder. Estas son: defensa aérea y antimisiles, habilitadores estratégicos, movilidad militar, sistemas de artillería, cibernética e inteligencia artificial, misiles y municiones, drones, combate terrestre y ámbito marítimo.

Además, la Comisión crea cuatro “proyectos bandera” europeos sobre los que trabajar, y que podrían obtener financiación adicional a través de Proyectos de Interés Común Europeo (PICE): por un lado, la “Guardia del Flanco Oriental”, por otro la “Iniciativa Europea de Defensa de Drones”, que es el antiguo “Muro de drones” del que se habló extensamente cuando los espacios aéreos de varios Estados miembros orientales se vieron violados por artefactos rusos, un “Escudo Aéreo Europeo”, y un “Escudo de Defensa Espacial”.

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En primavera, la Comisión ya publicó el conocido como “libro blanco de la defensa”, donde se identificaban los problemas, las “brechas” que hay en la capacidad de disuasión europea. Después llegó el instrumento SAFE (Security Action for Europe), por el cual Bruselas obtiene en los mercados unos 150.000 millones de euros y los ha ofrecido, en forma de créditos ventajosos, a los Estados miembros, focalizando sobre todo la ayuda en los países del este. Junto con la flexibilización de las reglas fiscales para dar más espacio a los países que lo soliciten para aumentar su gasto militar.

Los técnicos comunitarios repiten una y otra vez que todo el plan movilizará unos 800.000 millones de euros. El Ejecutivo comunitario descarta por ahora que sea necesario poner más dinero sobre la mesa, a pesar de que admite que para cumplir con el objetivo de gasto que los líderes de la OTAN acordaron en La Haya en junio, los países europeos necesitan invertir 288.000 millones de euros cada año.

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En términos de objetivos, que no son vinculantes, la Comisión presenta varias ideas. En lo que se refiere a la adquisición conjunta europea de armamento, que actualmente se limita al 20%, Bruselas quiere que el 40% de las compras se hagan de manera coordinada a nivel europeo en 2027. Además, el Ejecutivo comunitario espera que en 2028 el 55% de las adquisiciones militares se haga en mercado europeo, contando con Ucrania, y que esa cifra aumente hasta el 60% en 2030.

Actualmente, menos del 50% del material militar que adquieren los Estados miembros se produce en Europa, y fundamentalmente se concentra en compras a empresas nacionales en el caso de cada país. También establece que deberían reconvertirse a 600.000 trabajadores para el sector de la defensa a largo plazo, 200.000 de ellos en el muy corto plazo, antes de que termine el año 2026.

Trabajar con la OTAN

Lo que también ha hecho Bruselas es dejar claro quién está al frente de la situación: la OTAN. “En el momento en el que haya una guerra que van a gestionar la situación es el comandante supremo aliado (de la OTAN)”, deja claro una fuente comunitaria. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha recibido a lo largo de estos meses un mensaje muy claro de los líderes europeos: querían que Bruselas ayudara a coordinar a las capitales, que desarrollara planes de cómo gastar mejor de manera conjunta y dónde hacerlo, pero no que se solape con la OTAN. Todas las ideas debían poder integrarse claramente en los trabajos de la Alianza Atlántica.

De alguna manera, lo que propone la Comisión Europea es hacer de “copiloto” a un proceso que está estrechamente ligado a la Alianza Atlántica. Porque la realidad es que la Comisión se mueve aquí en un territorio muy embarrado, que desconoce por completo. Ni la seguridad, ni mucho menos la defensa, son espacios tradicionales de actuación del Ejecutivo comunitario, que está aquí explorando una cuestión totalmente novedosa, sin ninguna experiencia previa y sin demasiado personal preparado para ello.

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La Comisión trabaja siempre siguiendo las directrices del Consejo Europeo, el foro de líderes europeos. Pero dentro de las instrucciones que dan los Veintisiete, Bruselas siempre intenta extender un poco más allá su poder. Testea ideas, y si las capitales no muerden, entonces avanza. Un ejemplo es la idea de trasladar a la seguridad y la defensa la idea del “Semestre Europeo”, un monitoreo que la Comisión hace de los Estados miembros en cuestiones económicas, estableciendo recomendaciones y objetivos. Aquí, el Ejecutivo comunitario se ha encontrado con un muro. Demasiado lejos, demasiado poder.

En los últimos días, la Comisión ha hecho dos grandes trabajos de testeo. Primero en Copenhague, cuando Von der Leyen presentó a los líderes las líneas generales del documento que este jueves ha hecho público. Desde entonces se han hecho retoques y cambios. Este mismo miércoles, la Comisión ha explicado su documento a los ministros de Defensa de la Unión Europea, que se encontraban en una reunión ministerial en la sede de la OTAN y se desplazaron al barrio europeo de Bruselas para discutir el plan.

En Copenhague Von der Leyen pudo escuchar otra idea que se ha incorporado al plan: sí, Rusia es una amenaza, pero hace falta que la estrategia sea “360 grados”. Fue una idea que en la capital danesa repitieron líderes como Giorgia Meloni, primera ministra italiana, o Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. De esta forma, el documento incluye referencias al Ártico, a la situación en África y Oriente Medio.

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Mark Rutte, secretario general de la OTAN, ha sido preguntado en numerosas ocasiones si no le preocupa un solapamiento con la Unión Europea, y el holandés siempre ha repetido lo mismo: hay un “reparto del trabajo”. La UE pone el dinero, la OTAN pone las armas y el material militar. “La UE tiene una enorme capacidad para reunir a los actores relevantes, el poder para garantizar que, si realmente es necesario, haya dinero y haya industria."

La Comisión Europea ha presentado este jueves la hoja de ruta en asuntos de industria militar y de seguridad con la que espera que los Estados miembros europeos sean capaces de disuadir una agresión militar convencional en el año 2030. El plan, no incluye ninguna idea novedosa en términos de financiación. Consiste en organizar y priorizar áreas de cooperación entre los Estados miembros, que son los responsables en cuestión de defensa, como se ha repetido en numerosas ocasiones en el documento. Además, establece algunos objetivos, que en ningún caso son vinculantes.

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