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La UE quiere acabar con el poder chino sobre las tierras raras, pero Alemania muestra lo difícil que es
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el reciclaje como solución (y problema)

La UE quiere acabar con el poder chino sobre las tierras raras, pero Alemania muestra lo difícil que es

Bitterfeld se ha convertido en centro de los esfuerzos de la UE por abastecer las tierras raras del territorio y reducir la dependencia de las exportaciones chinas

Foto: Edificios abandonados en la ciudad de Bitterfeld. (REUTERS / Fabrizio Bensch)
Edificios abandonados en la ciudad de Bitterfeld. (REUTERS / Fabrizio Bensch)

A 140 metros de Berlín, en la antigua Alemania Oriental, hay una pequeña ciudad con un encanto bucólico. Los huertos de árboles frutales y el puerto lleno de yates componen la postal de Bitterfeld. Pero este lugar tiene también un lado menos idílico. El Silbersee, un lago de poca profundidad, es un vestigio de una mina de lignito en desuso que suministraba en su día combustible. El entramado de tuberías de una de las instalaciones químicas más antiguas de Alemania añade desde hace tiempo un matiz industrial al horizonte.

Esta ciudad de caras tan dispares ha adoptado recientemente una tercera personalidad al convertirse, de forma discreta, en el centro neurálgico de la Unión Europa para abastecer las tierras raras del territorio.

Estos elementos químicos, fundamentales para la fabricación de imanes permanentes presentes en la electrónica de consumo, las energías renovables y las tecnologías de defensa, proceden, en su mayor parte, de China. Europa depende de las exportaciones y está buscando las maneras de cambiar las reglas del juego. Y aquí es donde Bitterfeld entra en escena.

Las primeras dificultades

La estrategia europea pasa por reciclar los elementos de tierras raras de los aparatos electrónicos que han agotado su vida útil. En mayo de 2024, el grupo tecnológico alemán Heraeus, de gestión familiar, inauguraba sus nuevas instalaciones. Un edificio gris, protegido por una alta valla de alambre de espino, alberga el centro presentado como "la mayor planta de reciclaje de imanes de tierras raras de Europa", dedicado a cumplir con ese objetivo.

Inicialmente, su misión era producir unas 600 toneladas de polvo magnético de tierras raras al año, con previsión de duplicar dicha cifra a corto plazo, hasta alcanzar las 1200 toneladas. Pero los problemas no tardaron en aparecer.

Un año después de su puesta en marcha, Heraeus afirmó que la planta tiene dificultades para alcanzar el punto de equilibrio, pese a la importancia estratégica que podría tener este sector. "No puedo revelar la cifra exacta, pero no estamos ni mucho menos a plena capacidad", declaró a Deutsche Welle David Christian Bender, codirector de Heraeus.

Y confirmó el peor de los pronósticos para la UE al asegurar que el reciclaje europeo "no puede competir" con los suministros de metales de tierras raras procedentes de China.

El santo grial de la economía tecnológica

Uno de los principales escollos del plan europeo pasa por un mineral fundamental: el neodimio. Cuatro sectores industriales alemanes dependen especialmente de las importaciones de tierras raras y, por ello, del mineral más deseado. Es el caso de la industria del automóvil, la ingeniería mecánica y de plantas industriales, la energía y la defensa.

Este metal blanco plateado, que se encuentra en innumerables dispositivos inteligentes, desde motores eléctricos y turbinas eólicas hasta escáneres de resonancia magnética y altavoces de teléfonos inteligentes, es el santo grial de la economía de alta tecnología. El elemento, principalmente en forma de imanes de neodimio-hierro-boro, es también esencial para aplicaciones militares.

"Estos imanes están presentes en armas guiadas de precisión, sistemas de radar y sonar, comunicaciones por satélite y en la reducción de la firma acústica en vehículos militares", explica Stefan Steinicke, de la Federación de Industrias Alemanas (BDI).

Aunque Europa posee algunas reservas, actualmente no extrae neodimio. De hecho, el continente importa de China el 100% de sus elementos de tierras raras pesadas, como el terbio, y el 85% de sus elementos de tierras raras ligeras, incluido el neodimio. El país también produce el 90% de los imanes del mundo. "La dependencia de las importaciones en motores eléctricos, robótica y drones no solo es alta, es que es esencial para el sistema", continúa Steinicke.

Si se interrumpen las importaciones, a corto plazo se producirán retrasos en la producción, cuellos de botella en el suministro y subidas de precios. A más largo plazo, podrían cancelarse proyectos en sectores tecnológicos clave y producirse una incertidumbre estratégica entre los inversores.

En abril, China restringió severamente sus exportaciones de varios metales de tierras raras pesadas e imanes de tierras raras, lo que provocó una grave escasez en Europa. En algunas regiones de Alemania, las líneas de producción llegaron incluso a detenerse.

Una vía más limpia

En 2024, la UE publicó su Ley de Materias Primas Fundamentales y se han marcado unos objetivos ambiciosos. Para 2030, Europa deberá extraer al menos el 10% de las materias primas que necesite, procesar el 40% y reciclar el 25%. Además, la dependencia de cualquier país externo a la UE deberá reducirse al 65%, como máximo. Los expertos coinciden en que son cifras difíciles de alcanzar y afirman que la UE debe avanzar más rápido, realizar mayores inversiones e innovar en sus herramientas políticas.

La cadena de producción de la mina al imán es larga y costosa. "Una mina ecológica es un oxímoron; siempre conlleva degradación ambiental y contaminación", afirma Pascal Leroy, director general del Foro RAEE, una organización sin ánimo de lucro con sede en Bruselas dedicada a los residuos electrónicos.

El reciclaje de ciclo corto, sin embargo, utiliza la fusión en vacío, evitando los pasos más sucios y más costosos energéticamente del ciclo de reciclaje más largo. Por ello, se considera una alternativa más limpia a la minería.

Aparte de Heraeus, varias empresas europeas compiten por liderar el reciclaje de elementos de tierras raras, aunque sigue siendo difícil encontrar clientes dispuestos a pagar más para apoyar a los productores europeos.

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Jan Giese, directivo de TRADIUM, un distribuidor alemán de productos metálicos, afirma que las dificultades se deben a los "precios relativamente altos de los materiales de chatarra interesante", los mayores costes de producción en Europa y "una menor capacidad de reciclaje, que acarrea unas economías de escala más pobres".

Según TRADIUM, el precio del óxido de neodimio ha ido disminuyendo gradualmente, aunque con cierta volatilidad, desde marzo de 2022, alcanzando uno de sus puntos más bajos hacia mediados de 2024. Esto agrava aún más las dificultades de rentabilidad de las empresas recicladoras.

En este momento, menos del 1% de las tierras raras que se consumen en la UE se reciclan, según declaró a Deutsche Welle un portavoz de prensa de la Comisión Europea. Y, aunque Bruselas ha aprobado varios proyectos para fomentar la financiación privada, es poco probable que vaya a cambiar mucho el panorama.

A principios del año que viene, la UE tiene previsto estrenar una plataforma especial que ponga en contacto a compradores y proveedores de materias primas estratégicas, con el fin de diversificar el abastecimiento.

No hay una solución mágica

"Las cuotas de reciclado podrían ser parte de la solución", declara a DW Jürgen Hardt, portavoz de política exterior del grupo parlamentario conservador alemán CDU/CSU. Destaca, asimismo, la necesidad de realizar "un esfuerzo político coherente que combine un mosaico de medidas", sin descartar una desgravación fiscal para los imanes de fabricación nacional o fabricados a partir de componentes recuperados. Estas medidas, sin embargo, deberían adoptarse "en estrecha coordinación dentro de la UE".

Casi el 50% de los residuos electrónicos de la Unión Europea siguen sin recogerse y menos del 40% se reciclan. La Comisión tiene previsto revisar la Directiva RAEE, normativa comunitaria sobre gestión de residuos electrónicos, para coordinar de manera más eficaz la recogida, el tratamiento y los incentivos del mercado.

Según Leroy, Bruselas debe introducir códigos de residuos específicos para los imanes permanentes, de modo que puedan rastrearse y reciclarse antes de que se pierdan o se exporten.

Junto con sus socios, el Foro RAEE también ha creado la plataforma en línea Urban Mine, que pone de relieve el volumen de materiales preciosos presentes en los residuos de la UE, equivalente al peso de unos tres millones de elefantes africanos.

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Bender, codirector de Heraeus Remloy, espera que se introduzcan rápidamente medidas para impulsar el reciclaje de elementos de tierras raras. Pide cuotas obligatorias e incentivos financieros o fiscales para el uso de imanes europeos reciclados, especialmente en la industria automovilística.

"La situación es muy complicada. Si no se hace nada ahora mismo, no veo que se vaya a producir ningún cambio de aquí a 2030", añadió, a pesar de los objetivos fijados en Bruselas.

Este artículo se ha elaborado en el marco de las Redes Temáticas de PULSE, una iniciativa europea que apoya las colaboraciones periodísticas transnacionales.

A 140 metros de Berlín, en la antigua Alemania Oriental, hay una pequeña ciudad con un encanto bucólico. Los huertos de árboles frutales y el puerto lleno de yates componen la postal de Bitterfeld. Pero este lugar tiene también un lado menos idílico. El Silbersee, un lago de poca profundidad, es un vestigio de una mina de lignito en desuso que suministraba en su día combustible. El entramado de tuberías de una de las instalaciones químicas más antiguas de Alemania añade desde hace tiempo un matiz industrial al horizonte.

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