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'La Malinche' frente al espejo: el musical que incomoda (o fascina) al México 'pluricultural'
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'La Malinche' frente al espejo: el musical que incomoda (o fascina) al México 'pluricultural'

A seis meses de haber llegado a la capital mexicana, el musical de Nacho Cano, dedicado a la Malinche, sigue levantando ampollas históricas

Foto: Nacho Cano posa con dos mujeres indígenas en Ciudad de México 2021. (EFE/ José Méndez)
Nacho Cano posa con dos mujeres indígenas en Ciudad de México 2021. (EFE/ José Méndez)
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No muy lejos del centro histórico de la capital mexicana, se erige un edificio art déco en el que aún resuenan los ecos de las pelotas vascas y los exilios republicanos. Se trata de uno de los recintos icónicos del ‘México más español’ que vio el siglo pasado, y se llama Frontón México. Allí, durante los años treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta, las cerebritis eran pelotaris, toreros, e intelectuales que habían dejado a la España que se rompía desde dentro para reinventarse en esta tierra americana.

El siglo XX terminó y ese lugar se consolidó como un referente para la élite hispanomexicana: asturianos, gallegos y vascos nacidos en México, además de españoles recién llegados que, día a día, se sentían más mexicanos. Cerró sus puertas en 1996, para reabrir sus puertas dos décadas más tarde, retomando su aura como un lugar de espectáculos culturales y deportivos, recordando que hubo un tiempo en el que ambos países estuvieron hermanados.

No sorprende que este haya sido el sitio que, desde marzo, alberga al musical más polémico en ambas orillas atlánticas: Malinche, el musical. La producción teatral de Nacho Cano ha levantado ampollas tanto en Madrid como en la Ciudad de México. En España, por el caso, finalmente archivado, contra Cano por presuntas irregularidades laborales de becarios mexicanos y, en México, por tocar dos temas muy delicados: la Conquista, y la mujer prehispánica.

Precisamente cuando el gobierno de Claudia Sheinbaum ha dedicado este año a la mujer indígena: toda la imagen institucional, que en México está muy presente en todos lados, representa ese motivo, tanto el concepto de feminidad como el de las culturas originales forman la columna vertebral del actual discurso institucional. Y, por si fuera poco, hoy, 12 de octubre, celebrando su primer año al frente del gobierno, la primera presidenta mexicana estará dedicando varios espectáculos públicos a la reivindicación de las poblaciones prehispánicas, y, en especial, a las descendientes de la Malinche.

Foto: inspeccion-trabajo-razon-nacho-cano-becarios-malinche

Cabe recordar que, desde 2020, López Obrador cambió el nombre de ‘Día de la raza’ o ‘Día de la hispanidad’ a ‘Día de la nación pluricultural’ para así exaltar a las culturas prehispánicas y a los afromexicanos, se estima que solo el 2% de la población mexicana es afrodescendiente. "Mira, él nos mató" le dice una señora a su hija, frente a la tumba de Hernán Cortés. Los restos mortales del conquistador extremeño, que se atrevió a desafiarlo todo y cambió la historia de dos mundos que conoció, permanecen en un discreto extremo en la capilla del Hospital de Jesús.

"Los españoles trajeron las enfermedades y nos conquistaron"” dice la madre, mientras la niña solo contempla la parca ornamentación del sepulcro, que en ningún momento hace referencia a la importancia histórica de Cortés. Sin embargo, la madre lleva puesta una medalla dorada con la imagen de la virgen de Guadalupe. Esta es sin duda una tierra de contrastes e incontables contradicciones

Más de cinco siglos de la Conquista de México, los descendientes de Cortés y la Malinche siguen sin resolver cuestiones identitarias más básicas. Carlos Fuentes (premio Cervantes, 1987) reflexionaba sobre esa relación convulsa de la mexicanidad en obras como ‘El espejo enterrado’ y ‘El naranjo o los círculos del tiempo’. Sin embargo, parece que los mexicanos de hoy no terminan de definir en cuál de todos los ‘espejos enterrados’ quieren mirarse.

El primer espejo

Adriana Ortiz-Ortega, la subdirectora de género, diversidad e inclusión del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), uno de los centros universitarios más prestigiosos del país, es lapidaria: "El problema es que la manera en la que el musical toca esos temas tan delicados levanta ampollas. A la complejidad de La Conquista la deja en un plano superficial”.

Ella ya ha visto la puesta en escena de Malinche, el musical, y más allá de destacar cuestiones estéticas y de la maestría en la danza de los intérpretes, dice que no quedó cautivada por la obra. Para ella, ese espectáculo reduce la figura de la mujer que es clave para comprender el México actual, y la relación con el que es posiblemente, el nombre más controvertido de este país, es decir, Hernán Cortés, a un romance muy simple.“Es una caricatura llena de clichés”, opina.

Foto: hernan-cortes-inca-garcilaso-historia-espana

Para Ortiz-Ortega, lo cuestionable no es el derecho del productor español de crear una ficción, basada en hechos reales y de llevarla al escenario, sino que el resultado, en su opinión, banaliza un tema que ni los propios historiadores han podido resolver. Pero, además de las opiniones divididas sobre la Conquista y la herencia española, la obra de Cano se centra en una mujer que encarna, de alguna manera, al lastre que sigue aquejando al México de hoy: la violencia de género y los feminicidios.

Esa fue precisamente una de las deudas que el ex-presidente Andrés Manuel López Obrador dejó durante su mandato, según las cifras oficiales, 11 mujeres fueron asesinadas cada día. El panorama que presentan activistas como Arussi Unda del colectivo "Brujas del Mar", elevan la cifra a por lo menos 20.

“Es necesario hablar de Malintzin, de su figura en la historia y su interpretación en el presente, para tener discusiones actualizadas sobre el mestizaje. También, necesitamos dimensionar de qué manera ‘lo español’ y ‘lo indígena’ pueden convivir en la actualidad, sin negar, por supuesto, ninguna de las dos versiones. Hay que darles, a cada una, su respectiva reinterpretación para comprenderlas mejor”, confiesa la académica Ortíz-Ortega, y añade “claro, eso no debe hacerse solo desde la Historia, sino también desde el arte”.

El segundo espejo

Mucho menos moderada que Adriana Ortíz-Ortega, es Jesusa Rodríguez: artista, activista y política mexicana y exsenadora del partido Morena. Rodríguez fue una de las voces más críticas hacia la visión tradicional que muestra a la Malinche como amante de Cortés, además de una traidora de las culturas prehispánicas. Ella ha realizado performances en los que muestra a aquella mujer como una imagen de resistencia, de víctima de la violencia de género y del colonialismo, alejándola de la visión eurocéntrica que la ha definido hasta ahora. Justamente Rodríguez estará a cargo de una puesta en escena reivindicativa de la mujer indígena y de la “nueva” figura de la Malinche el 19 de octubre en el marco de la Feria Internacional del Libro de la capital mexicana.

Por otra parte, el activismo no ha permanecido a la llegada de la obra de Nacho Cano a México. En el medio Volcanicas.com, se publicó en 2024 una pieza al respecto de la llegada del musical al país azteca, titulada ‘Musical “Malinche”: lavado y blanqueamiento histórico’. En ella, lejos de hacerse una crítica constructiva o de reflexión sobre temas históricos, solo abundan los ataques a Nacho Cano entre incontables lugares comunes y descalificaciones a ‘lo español’.

La autora reprocha que la actriz protagonista del musical, la actriz Melissa Barrera, no sea indígena, "Nacho tampoco contrató a personas indígenas para otros roles" se queja la activista. Desde el 26 de marzo hasta este mes, se estima que el musical vendido 200.000 entradas ya.

El tercer espejo

No muy lejos de la tumba de Hernán Cortés se encuentra la Plaza del Zócalo, el epicentro de la capital mexicana, cuyo nombre oficial es Plaza de la Constitución. Pero, contrario a la idea que muchos mexicanos tienen, no se refiere a ninguna constitución local, sino a “La Pepa”, la de Cádiz, promulgada en España en 1812.

Foto: cuanto-vale-la-pepa-el-congreso-tasa-la-constitucion-de-1812-en-200-000-euros

Justo detrás de ahí está el Centro Cultural de España: un lugar emblemático para la juventud hispanomexicana, y que funciona como un puente cultural tendido desde hace décadas entre ambos pueblos. Allí se pueden encontrar un sinfín de restaurantes y centros sociales que se sienten como Madrid, Oviedo, Coruña o Bilbao. Por ejemplo, el Casino Español, el Danubio, el Cabrito Astur, entre otros.

También a escasos diez minutos andando, está La Peninsular, la cantina más antigua del país (después de que la famosa ‘El Nivel’ cerrara sus puertas a principios de este siglo) regenteada por familias que venían del este de Asturias (una zona en la que prácticamente todo el mundo tiene algún familiar en México). Y eso es solo en el centro histórico de la capital.

Si de la calle saltamos a la macroeconomía, el discurso de los oficialistas nada tiene que ver con la buena relación comercial que viven ambos países. Este año, respecto a la inversión extranjera directa, está siendo uno de los tres mejores desde 2006. Según datos oficiales, desde enero, ya son más de 6.000 millones de euros lo que España ha invertido en México, si sigue así, en dos años España habrá invertido en este país lo mismo que Estados Unidos le ofreció a Argentina como rescate económico, y eso representa el 20% de las inversiones de capital extranjero. España es el segundo mayor inversor en México, solo por detrás de los Estados Unidos.

Nunca ha estado más vigente el mensaje de aquella placa icónica en la céntrica plaza conocida como ‘la plaza de las tres culturas’ que explica este gran conflicto en breves palabras del escritor y diplomático mexicano Jaime Torres Bodet: “El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtémoc, cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota: fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.

No muy lejos del centro histórico de la capital mexicana, se erige un edificio art déco en el que aún resuenan los ecos de las pelotas vascas y los exilios republicanos. Se trata de uno de los recintos icónicos del ‘México más español’ que vio el siglo pasado, y se llama Frontón México. Allí, durante los años treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta y setenta, las cerebritis eran pelotaris, toreros, e intelectuales que habían dejado a la España que se rompía desde dentro para reinventarse en esta tierra americana.

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