Es noticia
Trump no ha ganado el Nobel, pero se ha marcado su mayor éxito diplomático
  1. Mundo
Los defectos de Trump le refuerzan

Trump no ha ganado el Nobel, pero se ha marcado su mayor éxito diplomático

Aunque Donald Trump no haya recibido el Premio Nobel de la Paz, su éxito en Oriente Medio ha recordado a los votantes trumpistas la parte buena del "pacto con el Diablo"

Foto: El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sostiene una nota que le entregó el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio. (REUTERS/Evelyn Hockstein)
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, sostiene una nota que le entregó el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio. (REUTERS/Evelyn Hockstein)
EC EXCLUSIVO

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de sellar en Oriente Medio su mayor victoria hasta la fecha en este segundo mandato. Sus críticos dicen que el pacto negociado entre Israel y Hamás, con varios mediadores, no es un acuerdo de paz, sino de capitulación, y que las perspectivas palestinas a largo plazo son peores que nunca. Pero, se pongan las pegas que se pongan, los rehenes que quedan vivos volverán a sus casas y la matanza indiscriminada de palestinos habrá parado. Y todo gracias a la presión, también a Israel, de Donald Trump. Este es su triunfo.

Los elogios han llegado de dentro y fuera de Estados Unidos. Los líderes de Francia, Reino Unido y la Comisión Europea; el secretario general de Naciones Unidas, Vladímir Putin, la Iglesia Católica, y, sobre todo, Hamás e Israel, han encomiado la labor del presidente americano y la valía de sus métodos heterodoxos.

En lugar de recurrir a los cauces diplomáticos tradicionales, como hizo, sin éxito, Joe Biden, Trump le retorció un brazo al primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu: le hizo pedir disculpas, por teléfono, al Gobierno de Catar, sexto país de la región bombardeado por Israel en los últimos meses. Y se aseguró de que el momento fuera fotografiado. Días antes, aprovechando la Asamblea General de la ONU en Nueva York, Trump se había reunido con los líderes árabes para poner en marcha el proceso: les prometió que Israel no se anexionaría Cisjordania, pero hacía falta un gesto que pusiera en su sitio al belicoso Netanyahu.

La punta de lanza de las negociaciones fueron el yerno de Trump, Jared Kushner, de confesión judía ortodoxa y amigo de Netanyahu que tiene en su haber los Acuerdos de Abraham del primer mandato; y Steve Witkoff, un promotor inmobiliario de Florida que, hasta el pasado 20 de enero, no tenía ninguna experiencia diplomática, pero que hoy lleva las carteras de Oriente Medio y también de Ucrania.

Foto: trump-nobel-paz-ucrania-rusia-oriente-medio-china

Aunque Donald Trump no haya recibido el Premio Nobel de la Paz —hecho lamentado este viernes por simpatizantes y miembros de su gabinete— su éxito en Oriente Medio ha recordado a los votantes trumpistas la parte buena del "pacto con el Diablo", por usar la expresión del antiguo estratega republicano Rick Wilson, que firmaron en 2016. Y, sobre todo, en 2024.

Aunque hayan pasado 10 años de su salto a la política y estemos metidos en su segunda presidencia, todavía resuena la misma pregunta entre los críticos de Donald Trump: ¿cómo es posible que el Partido Republicano, en especial la derecha evangélica, que tanto énfasis pone en la fidelidad conyugal y los buenos modales, haya elegido como campeón a un millonario bocazas, adúltero y tan vanidoso que no solamente se construye su propia realidad, sino que nos obliga a vivir en ella?

La razón, todavía inasible para muchas personas, es que los defectos de Trump no solo no lo invalidan como líder, sino que lo refuerzan: son su armadura. Los defectos identifican a Trump como un guerrero, que es exactamente lo que quiere la gente: un gladiador. Y, ¿qué persona en su sano juicio esperaría modestia, pudor y discreción por parte de alguien cuyo trabajo consiste en desmembrar y decapitar enemigos en la arena para luego bañarse en el aplauso histérico de las multitudes?

Foto: trump-nobel-paz-guerras-resueltas

Cuando uno habla con republicanos, incluso con pastores evangélicos, casi siempre utilizan las mismas expresiones: Trump es un "mal necesario", dicen, o "tiene lo que hay que tener", o "no lo elegimos para que fuera un santo". A veces, como en las películas del Oeste, el sheriff no es capaz de enfrentarse a la banda de forajidos. Solo un forajido es capaz de enfrentarse a una banda de forajidos.

Esta manera de ver las cosas tiene un componente mesiánico. En Europa se subestima la vertiente religiosa del trumpismo. Esta historia del "mal necesario" viene aderezada con teología. Como contamos en 2018, los evangélicos, que también suelen ser sionistas, porque consideran que la creación de un Estado judío moderno precederá a la segunda venida de Jesús, tienen su propia teoría para explicar a Trump.

Foto: cuando-dios-te-ordena-matar-la-justicia-no-es-suficiente

Consideran que, a veces, Dios utiliza a un "emisario imperfecto" para que cumpla su voluntad. Lo hizo con Ciro, el rey persa, un feroz conquistador pagano, para liberar a los judíos de Babilonia. Y ahora lo hace con Trump: lo más parecido que tenemos, en 2025, a un guerrero pagano, salvaje, amante del lujo. Pero que, al final y después de romper muchos platos, deja un saldo positivo.

Si se les hace pesado leer la Biblia, siempre pueden recurrir al cine de superhéroes. Trump ha sido comparado, incluso, con el Batman de El Caballero Oscuro. La ciudad de Gotham está en peligro y deposita su confianza en el incorruptible fiscal, el honesto Harvey Dent, para poner orden. Pero Dent, el "caballero blanco", no es capaz de vencer a Joker. Así que a Gotham no le queda más remedio que recurrir a un enmascarado que actúa fuera de la ley, Batman. Un mal necesario.

Entonces, ¿qué aporta Donald Trump a la política, en este caso a la resolución de conflictos, que no tienen, digamos, George W. Bush, Barack Obama o Bill Clinton?

Foto: acuerdo-paz-gaza-reconstruccion-coexistencia-1hms

Primero, que la presidencia ha sido su primer y único puesto público, de manera que Trump llega libre de experiencia, pero también de los vicios que se pueden adoptar cuando uno pasa demasiado tiempo dentro de un partido político o en un cargo electo. Segundo, Trump viene, en parte, del mundo del espectáculo, lo cual le da una serie de herramientas adecuadas para navegar el mundo viral y conectado en el que vivimos. Tercero, su enorme tolerancia del riesgo, que le permite probar cosas nuevas y audaces, que otros políticos no hubieran tenido las agallas de probar.

Así que los trumpistas, además de Oriente Medio, están hoy de enhorabuena. Los últimos nueve meses han sido duros para buena parte del mundo MAGA. El proceso de demolición institucional que vive EEUU, como reflejan los despliegues de tropas en las ciudades, justificados con mentiras; las detenciones arbitrarias de gente en las calles, la desobediencia de un tercio de las órdenes judiciales, la persecución de enemigos políticos; la llamada a la guerra, frente a la élite de las Fuerzas Armadas, contra el "enemigo interno", o la reducción a la nulidad del Congreso, ha forzado a muchos a ponerse de perfil y hacer contorsiones argumentativas. Creen que las conquistas del rey pagano dejarán, al final, un superávit. Si la república sobrevive.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de sellar en Oriente Medio su mayor victoria hasta la fecha en este segundo mandato. Sus críticos dicen que el pacto negociado entre Israel y Hamás, con varios mediadores, no es un acuerdo de paz, sino de capitulación, y que las perspectivas palestinas a largo plazo son peores que nunca. Pero, se pongan las pegas que se pongan, los rehenes que quedan vivos volverán a sus casas y la matanza indiscriminada de palestinos habrá parado. Y todo gracias a la presión, también a Israel, de Donald Trump. Este es su triunfo.

Israel Partido Republicano Donald Trump
El redactor recomienda