Vencedores ¿y vencidos? del acuerdo para Gaza: "Es lo mejor que podíamos conseguir, pero no es una paz"
De las tiendas de campaña en las playas de Gaza a la plaza de los Rehenes de Tel Aviv, muchos desconfían que Netanyahu se comprometa a una tregua duradera
La noche del jueves, mientras Hamás anunciaba que la guerra ha terminado y cuando Benjamín Netanyahu aún estaba en reunión con su gabinete de seguridad, Stav y Ori estrenaban pancarta en la plaza de los Rehenes de Tel Aviv. "Thanks, President Trump". Las dos amigas, fundadoras de una asociación de mujeres por la liberación de los israelíes secuestrados por Hamás en Gaza, sellaban así dos años de protestas contra su gobierno y de gritos de auxilio al exterior.
"Netanyahu llevaba dos años secuestrándonos a todos los israelíes, sin escuchar lo que le pedíamos: que hiciera lo posible por liberar a los rehenes. A Trump le ha bastado una semana para conseguirlo", decía Stav, fundadora de la asociación, celebrando ya que los 48 israelíes en Gaza —vivos y muertos— serán liberados en los próximos días. Entre una instalación-túnel que simulaba el horror del 7 de octubre de 2023 y una señora vestida del Tío Sam, su compañera Ori se alegraba porque el plan de Trump ponga fin además a la matanza de ya 67.000 palestinos: "Me alegro también por la gente de Gaza. Me da vergüenza que nuestro ejército haya matado a tantas personas para nada".
Pero, en mitad de la fiesta, había quienes temían que la plaza de los Rehenes se convierta demasiado pronto en un lugar de celebración. Efraín, de 81 años, ha venido desde Eilat, el punto más al sur del Israel, para intentar contagiarse de optimismo. "Llevábamos dos años tan deprimidos que ya nos agarramos a cualquier rayo de esperanza. Y este es aún un pequeño rayo de esperanza. Tratamos de ser optimistas, pero sabemos bien quién nos gobierna: un tipo que ya ha firmado otras treguas para luego romperlas; un hombre que está llevando Israel al borde del fascismo, y que ha dado el brazo a torcer solo por la insistencia de Trump", decía.
El diario israelí Haaretz ha descrito el acuerdo alcanzado entre Hamás e Israel como un capricho del presidente estadounidense ante el que ambas partes han tenido que ceder. Jack Khoury, corresponsal de asuntos árabes de Haaretz, escribía el jueves: "En vísperas del anuncio del Premio Nobel de la Paz, Trump quería decir que había logrado la paz… En un mundo que sigue siendo rehén de los caprichos de Trump, la cuestión de si gana el Nobel puede determinar el destino del acuerdo. Si Trump gana, el acuerdo está garantizado; si pierde, montará una rabieta como un niño que ha perdido su juguete".
Desde su esquina en la plaza de los Rehenes, el anciano Efraín aseguraba que, en cuanto los secuestrados sean liberados, él y su mujer seguirán luchando por acabar con este gobierno, como ya hicieron durante las protestas contra la reforma judicial de Netanyahu que sacudieron Israel los meses anteriores a octubre de 2023. "Cuanto antes lo echemos [al primer ministro], mejor. Lo veo capaz de meterse en otra guerra solo por mantenerse en el poder", dice.
La amenaza a la permanencia de Netanyahu en el poder después de este acuerdo viene desde su propio gobierno también. Los dos partidos de ultraderecha que integran el gabinete del primer ministro, el Poder Judío de Itamar Ben-Gvir y el Sionismo Religioso de Bezalel Smotrich, votaron la noche del jueves en contra de la primera fase del acuerdo de alto el fuego. Ben Gvir afirmó que su partido no podía votar "a favor de un acuerdo que libere a esos terroristas asesinos", refiriéndose a los 250 palestinos que cumplen cadena perpetua en prisiones israelíes, "y nos opondremos a él en el gobierno".
El líder de Poder Judío añadió: "Si no se desmantela el régimen de Hamás, o si simplemente se nos dice que se ha desmantelado cuando en realidad sigue existiendo bajo otra apariencia, tumbaremos el gobierno". Si Ben Gvir y Smotrich abandonan el actual Gobierno de 60 escaños, que carece de mayoría parlamentaria, este se quedaría con solo 47 escaños de los 120 que componen el parlamento israelí, lo que podría desencadenar nuevas elecciones.
En Gaza, "no sabemos adónde nos puede llevar esto"
El acuerdo de tregua, que da a Israel el control de más de la mitad de la Franja, también deja otros cabos sueltos que preocupan a los palestinos de Gaza, como la entrada de ayuda humanitaria en un territorio donde más de medio millón de personas están en situación de hambruna. Este mismo jueves, el Consejo Noruego para los Refugiados, uno de los mayores grupos de ayuda independientes que trabajan en Gaza, afirmó que el plan de Trump está abocado al fracaso si no levanta los "obstáculos burocráticos" que impiden la entrada suficiente e ininterrumpida de comida y medicamentos.
En Gaza, donde muchos han hecho un hueco entre el dolor y el luto para celebrar el acuerdo, algunos se preguntan si este alivio será duradero. "Estamos contentos, llevamos meses soñando con dormir sin miedo a que nos caiga un misil encima", cuenta Maruán Isbitah a El Confidencial desde la tienda de campaña de la playa de Al-Mawasi, donde encontró refugio el mes pasado, cuando el asalto terrestre israelí le obligara a huir con su familia de la Ciudad de Gaza.
"Pero no sabemos adónde nos puede llevar esto. Somos débiles y es lo mejor que podíamos conseguir, pero no es un acuerdo de paz ni nos ofrece ninguna garantía", reconoce. "Tengo miedo de que Israel nos vuelva a traicionar una vez libere a sus rehenes. Y sé que lo pueden hacer: llevamos dos años viendo cómo violan el derecho internacional con toda impunidad. ¿Por qué no lo iban a hacer ahora de nuevo?", se pregunta.
Ibrahim, su hermano, rebate: "Estamos demasiado devastados como para pensar en si este acuerdo nos beneficia o no. No sé cuáles serán las condiciones, pero cualquier alto el fuego es bienvenido ahora mismo". Tanto Maruán como Ibrahim coinciden en que, pase lo que pase, en cuanto se detenga esta masacre, muchos gazatíes buscarán un plan B para el futuro. Idealmente, irse del país; si no pueden, dejar tiendas ya colocadas en otras áreas de la Franja para tener adonde huir si el infierno de estos dos últimos años vuelve a desatarse algún día.
La noche del jueves, mientras Hamás anunciaba que la guerra ha terminado y cuando Benjamín Netanyahu aún estaba en reunión con su gabinete de seguridad, Stav y Ori estrenaban pancarta en la plaza de los Rehenes de Tel Aviv. "Thanks, President Trump". Las dos amigas, fundadoras de una asociación de mujeres por la liberación de los israelíes secuestrados por Hamás en Gaza, sellaban así dos años de protestas contra su gobierno y de gritos de auxilio al exterior.