El hombre de Orbán en Bruselas bajo la lupa por acusaciones de espionaje
El actual comisario húngaro ha sido acusado de participar en un intento de crear una red de espionaje dentro de las instituciones europeas durante su etapa como embajador de Hungría ante la UE
Olivér Várhelyi, comisario de Salud y bienestar animal, está bajo la lupa de la Comisión Europea, después de que una serie de medios internacionales, entre ellos el Der Spiegel o el portal de investigación húngaro Direkt36, hayan publicado que el actual miembro del colegio de comisarios participó en una red de espionaje para el Gobierno húngaro. El Ejecutivo comunitario ha explicado que la presidenta, Ursula von der Leyen, abordará en cuanto pueda la situación con Varhelyi, pero ha subrayado a través de su portavoz, Paula Pinho, que actualmente lo que hay son únicamente acusaciones.
Varhelyi es un viejo zorro de Bruselas, los que le conocen bien destacan su humor, lo consideran un actor listo, que conoce los mecanismos, los puntos débiles de sus rivales. Las acusaciones se remontan a su tiempo como embajador representante permanente de Hungría ante la Unión Europea, cuando trabaja directamente para el Gobierno presidido por Viktor Orbán. Las acusaciones se centran en que en la embajada húngara ante la UE habría instalado un miembro de los servicios de inteligencia magiares, trabajando supuestamente en cuestiones de fondos de cohesión entre 2015 y 2017, pero realmente realizando trabajos para sus servicios secretos.
La Comisión Europea ha anunciado la puesta en marcha de un equipo que estudiará las acusaciones contra Varhelyi. "Estamos decididos a proteger a nuestro personal, nuestra información y nuestras redes contra cualquier intento de recopilar información de forma ilegal", ha señalado Pinho a preguntas de los periodistas. El comisario húngaro lleva formando parte de la Comisión Europea desde 2019, cuando Von der Leyen lo escogió para la cartera de Vecindad, un rol relevante que adquirió todavía más peso cuando la alemana decidió impulsar la candidatura de Ucrania para ingresar en la UE tras el inicio de la invasión rusa de 2022.
La idea de la red, según han publicado los medios, era crear una red de informantes, siempre húngaros, dentro de las instituciones europeas, con el objetivo de que pudieran informar a influir desde dentro en decisiones que afectaran a Orbán. A cambio, había pagos y ayudas para escalar dentro de la jerarquía de la institución. La Comisión Europea lleva desde hace años en un pulso permanente con Budapest por la deriva autoritaria de Hungría, y de hecho mantiene congelados fondos europeos al país.
Supuestamente, los comisarios deben trabajar por el bien común europeo y no responden a sus gobiernos nacionales. También se supone lo mismo de los funcionarios europeos, que de alguna manera deben dejar su nacionalidad en la puerta de sus oficinas. Pero en Bruselas nadie se chupa el dedo. La información circula, y los chivatazos solamente llegan de labios amigos. No significa que los funcionarios o los comisarios respondan a órdenes del gobierno de turno, pero todo el mundo sabe las prioridades y preocupaciones de su país de origen, y, de una manera u otra, suele intentar barrer para casa. Normalmente, se le suele llamar influencia.
No solamente eso: para escalar en la jerarquía de la Comisión no hace falta que un espía te lo ofrezca. Las embajadas de los Estados miembros en Bruselas tienen entre sus misiones tratar de colocar a funcionarios de su nacionalidad en posiciones de poder. Cuando se abre una vacante para un buen puesto dentro de la Comisión, como por ejemplo es el de director general, es difícil conseguir el puesto sin el respaldo de tu Gobierno.
Pero una cosa es ese trabajo blando de influencia, de intercambio de información, favores y papeles, que lo hacen todos los Estados miembros con sus funcionarios, y otra es una relación jerárquica o estar en nómina. Pero la situación de Hungría es algo diferente. El Gobierno vive un pulso permanente con Bruselas, y sus prioridades suelen estar vinculadas a permitir que el Ejecutivo de Orbán mantenga la deriva autoritaria actual sin demasiadas consecuencias.
En Bruselas muchos funcionarios húngaros no sienten que deban ayudar al Gobierno en esa misión, y, además, la lucha entre Budapest y la Comisión ha hecho que los funcionarios de esta nacionalidad hayan tenido más problemas a la hora de ascender en la jerarquía del Ejecutivo comunitario. Los mismos medios que ahora publican la información sobre esta supuesta red en Bruselas ya hicieron público que Orbán usaba a los servicios secretos húngaros para tareas de interés particular, como vigilar las actividades de la oficina antifraude de la Unión Europea (OLAF).
Una muestra de lo dañada que está la reputación e influencia húngara en Bruselas está, precisamente, en el rol que juega Varhelyi. El comisario recibió la cartera de "Sanidad y Bienestar animal". Y todo el mundo en la capital comunitaria entendió el mensaje que Von der Leyen estaba lanzando al diplomático magiar: le dejaba un trabajo sin ningún tipo de influencia real en la Comisión. Algunos veían en el encargo casi una burla. Pero todo el mundo que conoce a Varhelyi coincide en que si hay algo que el actual comisario encaje bien es eso, una burla.
Olivér Várhelyi, comisario de Salud y bienestar animal, está bajo la lupa de la Comisión Europea, después de que una serie de medios internacionales, entre ellos el Der Spiegel o el portal de investigación húngaro Direkt36, hayan publicado que el actual miembro del colegio de comisarios participó en una red de espionaje para el Gobierno húngaro. El Ejecutivo comunitario ha explicado que la presidenta, Ursula von der Leyen, abordará en cuanto pueda la situación con Varhelyi, pero ha subrayado a través de su portavoz, Paula Pinho, que actualmente lo que hay son únicamente acusaciones.