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¿Y si Ucrania ha inventado la pólvora? Una ofensiva poco espectacular que puede cambiar la guerra
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¿Y si Ucrania ha inventado la pólvora? Una ofensiva poco espectacular que puede cambiar la guerra

Un exjefe de las Fuerzas Armadas ucranianas llegó a decir que para ganar la guerra tenían que inventan la pólvora. Algo que parece haber encontrado Kiev con los ataques sistemáticos a las refinerías rusas

Foto: Refinería rusa Marathon. (Reuters/David Ryder)
Refinería rusa Marathon. (Reuters/David Ryder)
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Ucrania ha encontrado una estrategia que pone en aprietos a Rusia lejos del campo de batalla. Ha intensificado desde este verano su campaña de ataques contra las refinerías rusas que comenzó en 2024. Para ello empezó empleando drones construidos a partir de aviones ligeros hasta contar con sus propios misiles de crucero. Ahora, Kiev pide a Estados Unidos misiles de crucero Tomahawk. Un arma que pondrá a prueba las líneas rojas del Kremlin. La presente campaña ucraniana nos obliga a tomar nota ante potenciales escenarios de conflicto.

En noviembre de 2023, el entonces jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valerii Zaluzhnyi, dio una entrevista al semanario británico The Economist donde reflexionaba sobre el futuro de la guerra. Afirmaba que la guerra de maniobra, conocida popularmente en la Segunda Guerra Mundial como guerra relámpago, era imposible hoy en día.

La vigilancia satelital y la omnipresencia de los drones en el campo de batalla impedían la acumulación de fuerzas en la retaguardia necesarias para lanzar un ataque de forma concentrada en un punto concreto con el buscar la ruptura del frente e impedía la explotación del factor sorpresa. El general Zaluzhnyi anticipaba que el conflicto en su país se convertiría en una guerra de desgaste y que era necesaria buscar algún milagro tecnológico que permitiera romper el equilibrio con Rusia. "Algo equivalente a inventar la pólvora", dijo.

Foto: drones-guerra-ucrania-transformacion-militar-1hms

Pocos meses después, el general Zaluzhnyi fue cesado en su cargo. Pero la idea permaneció. Ucrania necesitaba plantear una guerra diferente. Y eso es lo que, desde hace meses, podría estar haciéndose realidad. Desde que Occidente dio luz verde a Kiev para atacar en territorio ruso, Ucrania ha ido desarrollando una estrategia de ataque sistemático a la retaguardia enemiga, con especial incidencia en las refinerías de petróleo y otras infraestructuras energéticas. Los ataques comenzaron en 2024, pero la campaña se ha intensificado este verano gracias a que Ucrania cuenta ahora con nuevos medios.

El impacto de los ataques sobre refinerías ha llevado la guerra a la vida diaria de los rusos de a pie como ningún otro evento en los tres años de conflicto. La caída en el refinamiento de productos derivados del crudo ha llevado a importantes restricciones en el mercado civil, generando largas colas en las gasolineras. El impacto se sintió primero en las zonas más remotas y exóticas de Rusia, como en el archipiélago de las Tierras de Francisco José y la isla de Sajalín, para ir posteriormente ir afectando a regiones cada vez más cerca de la Rusia europea, incluyendo la Península de Crimea ocupada.

Desde Ucrania se afirma que ya se habría afectado casi el 40% de la capacidad de refinamiento rusa. Ese cálculo surge de que en agosto y septiembre de 2025 Ucrania atacó 16 refinerías rusas, que suman una capacidad de refinamiento de 123 millones de toneladas de petróleo al año, lo que supone el 38% de la capacidad total de Rusia.

Ese cálculo genera importantes interrogantes porque da por hecho que las refinerías operaban al 100% de su capacidad, que los ataques producidos dañan por completo su capacidad y que los daños producidos tardarán largo tiempo en ser reparados. De momento tenemos indicadores como la caída en Rusia a los niveles mínimos previos a la pandemia del movimiento por ferrocarril de hidrocarburos y la caída de la exportación de combustible ruso a países de Asia Central, como es el caso Kirguistán. La prolongación de los ataques a refinerías podría, por tanto, tener consecuencias no solo internas sino también externas, con la pérdida de mercados e influencia en el "extranjero cercano" ruso.

Carrera tecnológica para golpear lejos

Los ataques ucranianos contra refinerías rusas comenzaron en 2024. Los vídeos grabados por rusos de a pie mostraban drones de ataque desarrollados a partir de los ultraligeros Sky Ranger Nynja y Aeroprakt A-22 Foxbat, este último de diseño y construcción ucranianas. Volando bajo y lento, ambos modelos penetraron el espacio aéreo ruso por cientos de kilómetros para alcanzar instalaciones petroleras rusas. Aparte de su silueta reconocible, ala alta y tren triciclo, el derribo de algún ejemplar permitió observar mejor de cerca las modificaciones realizadas por los ucranianos. Por ejemplo, cegar la cabina o añadir una bomba de aviación OFAB-100-120 empleada como cabeza de guerra.

Estos drones evidentemente eran medios de circunstancias. Mientras tanto, la industria ucraniana ha desarrollado toda clase de drones de ataque igualmente movidos por un motor a hélice, pero con perfiles más pequeños y discretos. Entre ellos destaca el AN-196 Liutyi, que fue empleado en un ataque contra la refinería rusa de Saratov, a 600 kilómetros de la frontera de Ucrania. Aún más lejos es capaz de atacar el dron ucraniano FP-1, que ha protagonizado ataques a factorías militares rusas ubicadas a más de mil kilómetros de las fronteras con Ucrania. Fue el caso de la factoría VNIIR-Progres, atacada por Ucrania en junio de 2025.

Y también del caso del ataque ucraniano a una factoría de drones tipo Shahed 136 aquel mismo mes en Nizhnekamsk, a más de 1.200 kilómetros de la línea de frente en Ucrania. Tanto el Liutyi como el FP-1 tienen un característico doble larguero de cola y estabilizadores en forma de “v” invertida, posiblemente inspirado por el célebre dron turco Bayraktar TB2.

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El ataque de un dron ucraniano a una factoría rusa de drones de ataque tipo Shahed 136 refleja el protagonismo en esta guerra de los drones de ataques baratos y de producción masiva. La fabricación con materiales que generan bajo eco radar y su baja velocidad hacen que sean blancos difíciles de detectar porque la mayoría de sistemas de defensa antiaérea están programados para despreciar ecos pequeños y muy lentos.

Sin embargo, que los drones de ataque sean lentos también suponen una vulnerabilidad y en esta guerra hemos visto desde helicópteros a aviones entrenadores a hélice dedicados en Ucrania la tarea de derribar drones. Por eso Ucrania ha desarrollado también en paralelo misiles de crucero.

Del Neptuno al Flamenco

El hundimiento del crucero “Moscú”, buque insignia de la flota rusa del Mar Negro, no fue sólo una sorpresa porque demostró la vulnerabilidad de los buques de guerra rusos en una guerra moderna, Sino porque supuso el estreno del misil antibuque Neptuno. Su desarrollo se suponía inacabado en el momento de la invasión rusa de Ucrania. Desde entonces en Ucrania se ha trabajado en modificar el diseño para dotarle capacidades de ataque a tierra, una capacidad que tienen misiles antibuque como el NSM noruego que ha elegido la Armada española para modernizar sus fragatas.

El pasado 7 de octubre, una delegación lituana tuvo ocasión de conocer de primera mano nuevos sistemas de armas ucranianos como el dron marino Magura V7 y una nueva versión del misil Neptuno. Esta última mostraban abultamientos debido a los depósitos de combustible agrandados para lograr mayor alcance. Esta nueva versión de largo alcance se denominaría Neptuno-MD, está dotado con una cabeza de guerra de 250kg y contaría con un alcance de 1.000 kilómetros. Al parecer llevaría tiempo en servicio y ya se estaría usando contra objetivos dentro de Rusia. Pero sin duda la actual estrella de la panoplia ucraniana es el misil de crucero FP-5 Flamenco.

El 18 de agosto de 2025, Ucrania presentó el misil de crucero FP-5 como un arma de diseño autóctono que se habría empezado a desarrollar localmente después de la invasión rusa. El nuevo misil tiene un alcance teórico de 3.000 kilómetros, el doble que el alcance máximo de conocimiento público del misil de crucero estadounidense Tomahawk en su variante Bloque 5.

Hay detalles curiosos que reflejan que se trata de un diseño producto de las circunstancias de la guerra. Su cabeza de guerra es literalmente una bomba de aviación que se adapta al fuselaje del misil. Y los motores empleados, los Ivchenko AI-25, son un diseño soviético que en Ucrania se producían para el entrenador a reacción Aero L-39, entre otros aparatos. La adaptación de un motor de aviación en vez de un diseño específico hace que el FP-5 Flamenco sea un misil de crucero más voluminoso de lo normal.

Foto: kizilelma-bayraktar-caza-autonomo-turquia-ucrania-rusa

A pesar de que el nuevo misil fue presentado con mucha fanfarria como un arma enteramente ucraniana a más de un observador no se le pasó por alto que el diseño del FP-5 Flamenco coincidía con el de un arma muy parecida presentada por la empresa Milanion Group en la feria emiratí de industria de defensa IDEX 2025. De hecho podemos encontrar un folleto del FP-5 en la propia página web de la empresa. Esto apunta a algún grado de colaboración externa en el diseño y producción del misil, del que todavía no hay constancia firme de que haya sido empleado. Aunque fuentes ucranianas afirmaban que habría tenido un uso limitado al menos en un ataque contra objetivos en Crimea el pasado mes de agosto.

Lecciones de allí para aquí

El anuncio de la existencia del FP-5 Flamenco supuso un hito para Ucrania. Tras tres años y medio de guerra en que Ucrania ha dependido de la ayuda exterior para mantener a raya a Rusia contaba al fin con un arma que le daba autonomía a la hora de golpear lejos y fuerte. Hasta ahora había dependido de la transferencia de armas avanzadas como el misil estadounidense MGM-140 ATACMS, de lanzamiento terrestre, o los misiles franco-británicos SCALP de lanzamiento aire-tierra.

Sin embargo, el presidente ucraniano pidió al estadounidense, durante su encuentro cara a cara en Nueva York en paralelo a la cumbre de la ONU, la transferencia de misiles de crucero Tomahawk. Esto podría implicar que hay algún obstáculo para la entrada en servicio del FP-5 Flamenco.

Sobre el papel los misiles Tomahawk tienen menor alcance que los FP-5 Flamenco. Pero su sistema de guiado, por reconocimiento del perfil del terreno (TERCOM), los hacen resistentes a las perturbaciones electromagnéticas que pueden afectar a los misiles guiados por geoposicionamiento satélite, como es el caso del Flamenco. Pero hay otro eslabón débil en las capacidades estratégicas de Ucrania. La selección de objetivos (targeting) depende de inteligencia precisa. Y a nadie se le escapa que Ucrania ha sido altamente dependiente en esa materia, por ejemplo recibiendo entre las donaciones de países amigos los servicios de empresas privadas de imágenes por satélite como ICEYE.

Foto: flamingo-fp-5-misil-largo-alcance-ucrania-rusia-moscu

El presidente Donald Trump declaró que antes de entregar los misiles Tomahawk a Ucrania estudiaría qué quiere Ucrania hacer con ellos y a dónde quiere mandarlos, reflejando la capacidad de veto estadounidense sobre el targeting ucraniano.

España va camino de modernizar sus capacidades de observación de la tierra con el lanzamiento del PAZ-2. Las imágenes de este nuevo satélite pasarán sin duda por el Centro de Inteligencia y Targeting Aeroespacial (CINTAER) del Ejército del Aire y del Espacio, permitiendo a España realizar el ciclo completo de forma autónoma sin depender de terceros.

La capacidad de contar con misiles de crucero está incompleta si no se tiene medios para realizar todo el proceso de identificación de blancos y programación de coordenadas en los misiles. Ahora falta también ampliar capacidades, dotando a las futuras fragatas y submarinos españoles de misiles con capacidad de ataque a tierra y comprando nuevos misiles de largo alcance para el propio Ejército del Aire.

Ucrania ha encontrado una estrategia que pone en aprietos a Rusia lejos del campo de batalla. Ha intensificado desde este verano su campaña de ataques contra las refinerías rusas que comenzó en 2024. Para ello empezó empleando drones construidos a partir de aviones ligeros hasta contar con sus propios misiles de crucero. Ahora, Kiev pide a Estados Unidos misiles de crucero Tomahawk. Un arma que pondrá a prueba las líneas rojas del Kremlin. La presente campaña ucraniana nos obliga a tomar nota ante potenciales escenarios de conflicto.

Refinerías The Economist Ucrania
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