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Mohamed VI o cómo sortear la rebelión de los jóvenes para que el fútbol vuelva a los estadios
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Oleada de protestas de la generación Z

Mohamed VI o cómo sortear la rebelión de los jóvenes para que el fútbol vuelva a los estadios

El rey de Marruecos pronunciará el viernes un discurso en el que quizás haga concesiones que mitiguen las protestas juveniles que arrancaron hace nueve días. La calma debe volver muchos antes de que empiece la Copa de África de Naciones

Foto: Las fuerzas de seguridad dispersan una concentración en Sale, Marruecos. (EFE/Jalal Morchidi)
Las fuerzas de seguridad dispersan una concentración en Sale, Marruecos. (EFE/Jalal Morchidi)
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Que en un país como Marruecos, en el que el fútbol apasiona tanto como en España, la juventud se eche a la calle para reivindicar hospitales en lugar de estadios es revelador del desasosiego de gran parte de su población.

La crisis que arrancó con manifestaciones juveniles el 27 de septiembre es quizás la más grave de los 26 años de reinado de Mohamed VI, aunque eso no significa que la estabilidad del país esté en riesgo. El palacio real supo sortear la llamada "primavera árabe" de 2011 y es posible que también logre esquivar la actual.

En un primer momento de las protestas, las autoridades fueron torpes y las empeoraron. De no haber prohibido y reprimido las manifestaciones del último fin de semana de septiembre, con cargas y múltiples detenciones, es muy posible que estas hubiesen tardado en reanudarse. Pero los arrestos de jóvenes pacíficos que hablaban ante las cámaras embravecieron a los convocantes del colectivo GenZ212, a los que se sumaron elementos marginales violentos. Fueron estos los que causaron los disturbios que duraron dos noches y en los que hubo tres muertos a balazos y más de 300 heridos.

Los convocantes son jóvenes para los que el súbito fallecimiento en una semana de septiembre, por negligencia médica, de ocho parturientas en el hospital público de Agadir, fue un electrochoque. Suscitó un debate sobre el estado de la sanidad pública y la educación en Marruecos. Lo mantuvieron en redes sociales y en la plataforma de juegos Discord, que cuenta con unos 180.000 afiliados marroquíes.

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En origen, sus reivindicaciones eran solo sociales, mejor sanidad y mejor educación y menos estadios para acoger la Copa Africana de las Naciones y más tarde el Mundial. A lo largo de estos últimos días se han politizado y están dirigidas directamente al rey Mohamed VI, que ostenta el grueso del poder ejecutivo. "Demuestran así que la política en Marruecos no es ajena a la voluntad del rey", constata Ahmed Bouz, profesor de derecho constitucional en Rabat.

En la carta que le mandaron el viernes al rey, a través de las redes sociales, piden que destituya al Gobierno; que los corruptos rindan cuentas; que los jóvenes no sean víctimas del nepotismo; que se fortalezca la libertad de expresión y se reconozca de verdad el derecho a la protesta pública y que se libere a todos los detenidos durante las manifestaciones y a todos los presos de conciencia.

Se dirigen al monarca porque saben que es en el palacio real donde está de verdad el poder y no en el gobierno. Este tardó cinco días en reaccionar. Por fin, el jueves, el primer ministro, Aziz Akhannouch, se declaró abierto a "escuchar" y "dialogar" con GenZ212. "El Gobierno es corrupto", corearon los jóvenes en la calle para responderle.

El diálogo es imposible y no solo porque descalifican al Gobierno. GenZ212 "no es un órgano de coordinación al que sea posible dirigirse formalmente", recalca Ahmed Bouz. "Es más bien la expresión espontánea de una nueva conciencia colectiva y de una ira social que trasciende los marcos tradicionales", explica. Los jóvenes carecen de una dirección política.

"La ausencia de una estructura institucional dificulta la transformación de esta conciencia colectiva en una fuerza sostenible de cambio", señala Ali Anouzla, director del diario digital Lakome. Ahora bien, por otra parte, "son difíciles de desmantelar o de frenar políticamente con métodos tradicionales, ya que al estar tan hiperconectados son multifacéticos", añade.

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"Todas las miradas se dirigen ahora hacia el rey Mohamed VI, que pronunciará un discurso el 10 de octubre", escribe Ali Bourzerda, director del digital Article 19. "Podría señalar el camino hacia una salida de la crisis", vaticina. Es decir, podría hacer concesiones que apacigüen los ánimos sin cambiar un ápice la naturaleza del régimen. Para alentarle a ceder, el movimiento GenZ212 paró el martes sus manifestaciones, cada día menos concurridas, que intentará reanudar con más fuerza el jueves 9 de octubre, víspera del discurso real.

Mohamed VI capeó hábilmente la "primavera árabe" con un discurso, en marzo de 2011, cargado de promesas que fueron incumplidas. Marruecos aprobó ese año en referéndum una nueva Constitución, pero esta no recorta en el fondo los inmensos poderes del monarca, que es además Comendador de los Creyentes, es decir, jefe espiritual de los musulmanes marroquíes. Otras dos rebeliones reivindicativas, la de Gdaim Izik (Sáhara Occidental en 2010) y la del Rif (2016-17), fueron acalladas mediante la represión.

Marruecos no solo no está en transición hacia una monarquía parlamentaria, sino que hay menos libertades ahora que cuando Mohamed VI accedió al trono en 1999. Prueba de ello es que entonces no había en sus cárceles presos de conciencia marroquíes —sí saharauis— y existía una prensa crítica que prácticamente ha desaparecido.

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Alguna concesión hará probablemente en breve el soberano alauí. Necesita desactivar las protestas callejeras antes de que arranque en diciembre en Marruecos la Copa de África de las Naciones (CAN). Para eso está construyendo, cerca de Casablanca, el Gran Estadio Hassan II, que será el mayor del mundo con un aforo de 115.000 plazas.

Si el rey reedita su habilidosa gestión de la "primavera árabe", GenZ212 solo habrá arrojado una cruda luz sobre el reverso del lustroso escaparate de un Marruecos emergente con su tren de alta velocidad y sus puertos modernos. "Es un duro golpe para la imagen que el reino gusta proyectar de sí mismo en el extranjero", constataba el diario Le Monde en un editorial. También lo es para todos aquellos que en Europa ensalzan el progreso de Marruecos.

Que en un país como Marruecos, en el que el fútbol apasiona tanto como en España, la juventud se eche a la calle para reivindicar hospitales en lugar de estadios es revelador del desasosiego de gran parte de su población.

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