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Misión salir de Gaza: pagar 20.000 euros a la inteligencia israelí por tu salida o estar condenado a quedarte
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A la espera de un posible acuerdo de paz

Misión salir de Gaza: pagar 20.000 euros a la inteligencia israelí por tu salida o estar condenado a quedarte

Salir de Gaza se ha convertido en un privilegio casi imposible. Desde el inicio de la guerra, miles de gazatíes han intentado salir de la Franja por todos los medios

Foto: La vida cotidiana en los barrios destruidos de la ciudad de Gaza. (EFE/Mohammed Saber)
La vida cotidiana en los barrios destruidos de la ciudad de Gaza. (EFE/Mohammed Saber)

Imagínese por un momento que está en Gaza. Suponga que las bombas han reducido su casa a escombros y que sus hijos deben esquivar a diario los ataques de drones, aviones y carros de combate. Imagínese que es un médico gazatí y que el 7 de octubre vio por televisión, horrorizado, las imágenes de Hamás disparando contra cientos de jóvenes. Que su jefe le llame apenas unas horas después, ante el incesante goteo de heridos que llegaban tras los primeros momentos de la guerra que hoy cumple dos años.

A raíz del conflicto, usted desea abandonar Gaza, pero Israel no se lo permite. Aun así, siempre existen vías —más o menos legales— para intentarlo. Son varias: pagar entre 5.000 y 10.000 dólares a intermediarios con conexiones en la inteligencia egipcia para que faciliten la salida; desembolsar hasta 20.000 dólares por vías clandestinas coordinadas con la inteligencia israelí, agencias y grupos dentro de Gaza a cambio de información sobre Hamás; o poseyendo la nacionalidad de ciertos países europeos y confiar en que sus gobiernos activen un plan de “reunificación familiar”. En este último caso, solo unos pocos lo han conseguido.

¿Qué opción elegir o cuál poder permitirse? Es la pregunta que miles de gazatíes se han visto obligados a hacerse desde que comenzó la guerra. Detrás de esas cifras hay nombres, rostros e historias. Tres de ellos han decidido compartir la suya con El Confidencial: Ghassan Jawad, y el matrimonio formado por Mahmoud Aldadah y Heba, médicos del hospital Al Shifa. Solo uno de los tres ha logrado salir.

El 7 de octubre de 2023 ha quedado marcado por el trauma. Para los judíos supuso el mayor ataque contra su población desde el Holocausto, después de que Hamás acabara con la vida de casi 1.200 personas y secuestrara a 251. Por otro lado, para los gazatíes marcó el inicio de la guerra en Gaza, un conflicto que ha dejado más de 65.000 muertos y ha supuesto la devastación de todo el enclave.

Ghassan recuerda ese día como "el peor momento" de su vida. Cuando vio las imágenes por televisión de los ataques de Hamás, sabía que estos iban a implicar "la destrucción total de Gaza". Horas después sonó su teléfono. El hospital donde trabajaba le pidió que fuera "inmediatamente" porque "las fuerzas aéreas de Israel estaban empezando a bombardear algunas zonas de Gaza". Ghassan no sabía que desde ese día iba a intentar por todos los medios escapar de Gaza, su tierra. Ni tampoco que los bombardeos israelíes iban a acabar con todo lo que había conocido hasta ahora.

5.000 dólares como vía de escape

Este ginecólogo fue "un privilegiado". Tenía 5.000 dólares, una cantidad excepcional, ya que antes de la guerra la tasa de paro se encontraba en el 45%. Cifra que con la guerra se ha situado alrededor del 68%, según los datos difundidos por la Oficina Central de Estadísticas Palestina. Seis días después, el 13 de octubre, su zona fue "bombardeada intensamente por las fuerzas aéreas". Fue entonces cuando decidió mandar a su familia al sur de la Franja, al área de Deir el-Balah, y él permaneció solo en la ciudad de Gaza, trabajando hasta mediados de noviembre de ese año. Luego decidió escapar y reunirse con su familia en el sur. Desde ese momento, Ghassan no dejó de intentar salir del enclave.

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Primero fueron su mujer, Fátima, y sus hijos. Ella trabajaba en un banco y su director organizó la salida de parte de su personal, estableciendo cooperación con la inteligencia de Egipto. Logró salir el 18 de noviembre. Ghassan permaneció solo en Deir el-Balah hasta finales de enero de 2024. Ese mes, pagó 5.000 dólares a una empresa que actuaba como agencia para sacar gente de Gaza. Estuvo en Egipto durante un año hasta que consiguió trabajo en un hospital de Somalia.

"Miles de gazatíes han logrado salir de Gaza de esta forma", asegura a El Confidencial por teléfono. "Algunos pagaron 7.000, otros 10.000, dependiendo del caso", añade. Según Ghassan, este mecanismo de evacuación se mantuvo operativo hasta finales de abril de 2024.

En ese mes, el ejército israelí ocupó el paso de Rafah y prohibió la entrada y salida de cualquier persona de la Franja de Gaza. Tras mayo de 2024, el proceso de evacuación y traslado de personas desde Gaza hacia el exterior se volvió sumamente complicado. Debe ser organizado por la Media Luna Roja y algunas ONG, y está limitado únicamente a los casos de heridos y sus acompañantes. "A veces permiten que las personas heridas vayan acompañadas por una o, como máximo, dos personas, y en algunos casos viajan solas, sin nadie", asegura Ghassan.

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Fue el caso de su sobrino de 7 años. Sufrió un coma hipoglucémico en medio de la guerra. Contrajo una hepatitis debido a la contaminación del agua, lo que le provocó náuseas y vómitos constantes hasta el punto de no poder comer. Al trasladarlo al hospital, obtuvo la recomendación de poder ser evacuado de Gaza. Con la ayuda del hermano de Ghassan, que tiene la nacionalidad turca, pudo facilitar su ayuda con el apoyo del Gobierno. "Aceptaron evacuar al niño y a su madre", y más adelante, "a sus otros dos hijos". Sin embargo, a su marido no le aceptaron su solicitud. Tampoco a su hermana.

"Era un proceso altamente selectivo y complicado, porque los documentos debían ser verificados, se hacía una comprobación de seguridad por parte de Israel, y solo si había una autorización y acuerdo para ciertos nombres, esas personas podían salir", afirma. De lo contrario, si no se daba la autorización de seguridad, se les prohibía viajar, y se instruía a la agencia encargada del traslado, como la Media Luna Roja, a retirar su nombre de la lista. Ese nombre era cancelado y debía reemplazarse por otro. Cada mes, no más de entre 100 y 200 personas lograban salir de la Franja de Gaza de esta manera.

20.000 dólares por información de Hamás

Por ahora, esta es de las pocas vías posibles para salir. Algunos países, como Francia, Canadá o Bélgica, permiten solicitar la llamada “reunificación familiar”, mediante la cual los gobiernos piden a Israel que evacúe a sus ciudadanos o residentes con familiares en Gaza, pero solo unos pocos cientos han logrado salir por este proceso.

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Otra de las formas es la menos 'ortodoxa'. Según este ginecólogo, existe un método ilegal, "coordinado entre la inteligencia israelí y grupos dentro de Gaza". Para utilizar esta opción, se debe pagar una suma muy alta, que puede llegar “hasta 20.000 dólares por persona, para salir a través del aeropuerto israelí Ramon, cercano a la Franja de Gaza”, añade.

En esos casos, se contacta con las familias y se organizan las fugas. Son casos muy selectos, especialmente familias de miembros de Hamás que entregan información de inteligencia sobre rehenes israelíes en Gaza. Gracias a ellos, el ejército israelí ha logrado encontrar algunos cuerpos, y a cambio negocia dinero y facilita la evacuación por esta vía.

"Sabemos de algunos casos que se han realizado así, pero son sumamente secretos y altamente clasificados", afirma. "Nadie habla de ello; son misiones completamente secretas", asegura. "Por lo demás, hasta ahora nadie puede salir de Gaza de forma sencilla o directa. Hasta que las fronteras se abran y se permita la evacuación, no habrá otra salida", lamenta.

Los que no tienen forma

Mahmoud y Heba, compañeros del hospital, no corrieron la misma suerte. Intentaron distintas vías —plazas en universidades del extranjero y becas académicas— pero, según Aldadah, "ninguno de estos intentos ha tenido éxito hasta ahora".

Además, intentaron contactar con abogados especializados en inmigración en Canadá, Australia e Irlanda para explorar opciones de asilo o de visado de trabajo/estudio. También intentaron coordinar una evacuación mediante la hermana de Mahmoud, que tiene ciudadanía sueca, pero "lamentablemente, tampoco funcionó", indicó.

"La situación aquí es extremadamente difícil y la salida de Gaza está muy restringida. Seguimos buscando activamente cualquier oportunidad posible —académica, profesional o humanitaria— que nos permita salir de forma segura", asegura Mahmoud.

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Heba, por su parte, comprendió que con el paso de los días ningún lugar era seguro: ni casas, ni hospitales. Su propio barrio fue bombardeado. Sus hijos estaban aterrorizados y su marido le suplicaba que pensara en marcharse. No era fácil. Como médico, su instinto era quedarse, como madre, se sentía dividida. Finalmente, tras varios ataques al hospital y una nueva orden de evacuación, tomó la dolorosa decisión de intentar trasladar a su familia de Ciudad de Gaza al sur. Se sintió como una traición —a sus pacientes, a su equipo—, pero permanecer se había vuelto imposible.

Cuando se anunció el alto el fuego el pasado mes de enero, pensó que quizá era el comienzo de una solución. Intentaron reconstruir sus vidas y buscar una mínima estabilidad. Pero la guerra regresó, más dura y devastadora que antes. Una vez más fueron desplazados, obligados a huir entre los escombros de lo que quedaba de sus casas, y todo volvió al punto de partida. Ahora viven en una tienda de campaña en el sur de la Franja.

Con el plan de paz impulsado por el presidente estadounidense Donald Trump, muchos ven una posible vía de salida, o, al menos, la esperanza de que el conflicto termine y deje de ser una lucha diaria por sobrevivir.

Foto: trump-israel-eeuu-apoyo-cambio-1hms Opinión
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"Ya no vivimos. Solo respiramos y esperamos", dice. "Estamos agotados. Queremos estabilidad, seguridad, futuro. Salven lo que queda de nosotros. Somos seres humanos. No queremos morir. No queremos sufrir. Solo queremos vivir", pide.

Imagínese por un momento que está en Gaza. Suponga que las bombas han reducido su casa a escombros y que sus hijos deben esquivar a diario los ataques de drones, aviones y carros de combate. Imagínese que es un médico gazatí y que el 7 de octubre vio por televisión, horrorizado, las imágenes de Hamás disparando contra cientos de jóvenes. Que su jefe le llame apenas unas horas después, ante el incesante goteo de heridos que llegaban tras los primeros momentos de la guerra que hoy cumple dos años.

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