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El toque mortal del rey solo: ¿resistirá Macron a la última dimisión de su primer ministro?
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Enésima crisis política

El toque mortal del rey solo: ¿resistirá Macron a la última dimisión de su primer ministro?

Tras haber aceptado la dimisión de Sébastien Lecornu, el Elíseo pide al responsable del Ejecutivo que intente de aquí al jueves "unas últimas negociaciones", con pocas posibilidades de fructificar

Foto: Ilustración: Laura Martin.
Ilustración: Laura Martin.

En plenas tensiones por la guerra de Ucrania, las incursiones de drones en Europa y la incertidumbre sobre si llegará a buen puerto la tregua entre Israel y Hamás, Francia volvió a acaparar los titulares el lunes. La profunda crisis política del país vecino vivió otro episodio relevante. A la inestabilidad casi crónica en París, donde han dimitido tres responsables del Ejecutivo en apenas diez meses, se le sumó esta vez una sensación de cierto ridículo. Fue una jornada que quedará para el recuerdo en el más que accidentado segundo mandato del presidente, Emmanuel Macron, que vuelve a estar contra las cuerdas. Y atrapado en el atolladero de la política interna gala.

La jornada empezó con el anuncio inesperado a primera hora de la mañana de la dimisión del primer ministro, Sébastien Lecornu. Menos de un mes después de haber sido nombrado y apenas 14 horas después de haber compuesto su Gobierno, este dirigente, de 39 años, dimitió. Hay que remontarse hasta 1924 para encontrar un precedente de un Ejecutivo más breve en Francia. El que fuera ministro de Defensa entre 2022 y principios de septiembre, tomó esa decisión ante la amenaza seria de una moción de censura exitosa en los próximos días, así como las fuertes tensiones con la derecha tradicional de Los Republicanos (LR), socio minoritario en el Ejecutivo.

Aunque Macron había aceptado por la mañana la dimisión de Lecornu, le pidió por la tarde que intente "unas últimas negociaciones" con LR y las oposiciones (socialistas, izquierda insumisa, derecha radical lepenista…). El presidente le dio de margen hasta el miércoles por la noche. "He aceptado a petición del presidente de la República de llevar a cabo unas últimas conversaciones con las fuerzas políticas para preservar la estabilidad del país", aseguró en la red social X.

El presidente "asumirá su responsabilidad"

¿La renuncia de Lecornu fue finalmente una maniobra poco ortodoxa para salvar su cargo? ¿O Francia vivió un lunes de improvisación constante? La respuesta dependerá de lo que suceda en los próximos días. Según la cadena BFM TV y el diario conservador Le Figaro, el entorno del primer ministro saliente explicó que no desea seguir en el Palacio de Matignon. Es decir, llevará a cabo esas negociaciones ejerciendo solo el rol de intermediario. Y en el caso de que hubiera un acuerdo en las próximas 48 horas —opción poco probable en estos momentos—, serviría para formar otro Ejecutivo, encabezado por otro dirigente.

Foto: una-segunda-oportunidad-para-lecornu-macron-le-da-hasta-el-miercoles-para-formar-gobierno

En cambio, en el caso de que fracasen esas conversaciones, el presidente "asumirá su responsabilidad", indicó el Elíseo. Se trata de una fórmula que no aclara si Macron convocará otras elecciones legislativas anticipadas o presentará su dimisión. Esta segunda opción resulta la más improbable en estos momentos, aunque no se puede descartar nada en el atolladero en que se encuentra inmersa Francia. La posibilidad privilegiada por la mayor parte de la clase política es la organización de otros comicios parlamentarios, a pesar de que los últimos sondeos apuntan que saldría de esas elecciones una Asamblea Nacional igual de fragmentada que la actual.

La dimisión del primer ministro acentúa la debilidad de Macron. Salvo un giro inesperado que permita seguir en el cargo al que es considerado como su escudero más fiel —Lecornu ha estado presente en todos los Gobiernos desde 2017—, habrá perdido hasta cinco responsables del Ejecutivo desde que arrancó su segundo mandato en mayo de 2022. Además, un 75% de los franceses aplaude la decisión de Lecornu de dimitir, según un sondeo del instituto Odoxa para BFM TV. Y el 73% de ellos pide la dimisión del presidente, indicó otro estudio del instituto Harris.

Tensiones con la derecha republicana, el detonante final

El mandato fugaz de Lecornu no resulta sorprendente, pero sí que acentúa la crisis política francesa al haber sido más breve de lo que preveían las quinielas iniciales. Sus predecesores (Michel Barnier y François Bayrou) duraron tres y nueve meses respectivamente. Desde que lo nombraron el 9 de septiembre en sustitución de Bayrou, quien se vio obligado a dimitir tras someterse un día antes a un voto de confianza en la Asamblea Nacional que no tenía ninguna opción de superar, ya se sabía que le esperaba una tarea ardua. Debía resistir en el cargo ante una Cámara Baja muy fragmentada y lograr la aprobación de los presupuestos del 2026 en aras de reducir el elevado déficit público.

Esa tarea, sin embargo, se complicó aún más desde principios de este mes. Por un lado, no gustó a los partidos opositores la presentación el jueves pasado del primer borrador de los presupuestos, parecido al impopular plan de austeridad de Bayrou. Por el otro, el anuncio el domingo por la tarde de un Gobierno claramente continuista, a pesar de haber tardado 27 días en formarlo, envenenó todavía más la situación. La composición de ese gabinete no solo había enfurecido a las oposiciones (izquierda insumisa, socialistas, derecha radical lepenista…), sino que tampoco gustó a los socios minoritarios de LR.

"No refleja la ruptura prometida", criticó Bruno Retailleau, ministro del Interior y líder de los conservadores, pasadas las nueve de la noche del domingo. Lo que más molestó a la dirección de LR fue la vuelta de Bruno Le Maire, que había llevado las riendas del Ministerio de Economía entre 2017 y 2024. Es considerado, por una parte, de la opinión pública como responsable de la grave situación económica del país. "Me reuní durante una hora y media con el primer ministro, pocos minutos antes de que se anunciara el Gobierno. (…) Y me ocultó el nombramiento de Le Maire" como ministro de Defensa, explicó Retailleau en una entrevista televisiva.

Foto: lecornu-dimision-macron-despues-nombramiento

Pocas horas después de haber validado la repetición de la alianza entre los partidos afines a Macron y la derecha republicana, la dirección de los conservadores amenazaba con salir del Ejecutivo. Eso supuso la estocada final para Lecornu, quien era consciente de su debilidad parlamentaria. El secretario general del Partido Socialista, Olivier Faure, lo felicitó por la coherencia de su decisión: "Me preguntaba si había un gaullista en este país. Quedaba uno y acaba de dimitir con dignidad y honor".

Fuego amigo contra el presidente

Tras el anuncio de esa dimisión, la mayoría de las reacciones de las oposiciones se centraron en la figura del presidente. "El jefe del Estado dispone de dos posibles caminos: la dimisión o la disolución" del Parlamento, aseguró Marine Le Pen, líder de la extrema, en un discurso difundido en las redes sociales. Aún más contundente se mostró el principal referente de la Francia Insumisa (afines a Sumar o Podemos), Jean-Luc Mélenchon, quien denunció "la incapacidad del presidente de la República de gestionar la situación actual". "Es el origen del caos", afirmó en la sede de su formación.

La crítica más relevante que sufrió el jefe del Estado no le llegó desde las oposiciones, sino por parte del ex primer ministro Gabriel Attal, actual presidente de Renacimiento (partido fundado por Macron en 2016), con el que mantiene malas relaciones desde la primavera del año pasado. "Como muchos franceses, no entiendo las decisiones del presidente de la República: hubo unas elecciones anticipadas —en que los partidos macronistas quedaron segundos y perdieron un centenar de diputados— y desde entonces ha tomado una serie de decisiones dando la sensación de querer acaparar el poder", afirmó Attal en una entrevista en el telenoticias noche de TF1, el más visto en el país vecino.

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Rubén Amón

Una parte significativa de la opinión pública reprocha al presidente del actual galimatías debido a su incomprendida convocatoria de las elecciones legislativas anticipadas del verano de 2024, que dejaron un Parlamento casi ingobernable. A eso se le sumó su polémica decisión de no haber dejado a la izquierda que intentara gobernar tras haber quedado primera en esos comicios, aunque lejos de la mayoría absoluta. Además, la ciudadanía le reprocha que haya designado desde septiembre del año pasado a tres primeros ministros con un perfil ideológico parecido y que le garantizaban que no iban a modificar su legado, sobre todo en materia de política económica.

A causa del límite constitucional de dos mandatos, Macron no podrá presentarse en las próximas elecciones, previstas para la primavera de 2027. Lo que menoscaba su autoridad, más allá de las amplias competencias que le otorga el modelo presidencialista de la Quinta República. Ahora mismo puede tomar cuatro posibles decisiones: designar de nuevo a Lecornu, nombrar a otro primer ministro, convocar unas legislativas anticipadas o dimitir y adelantar las presidenciales. Ninguna de esas opciones le ofrece garantías para darle una mínima estabilidad al país.

El presidente aún no ha comentado en público la renuncia de Lecornu. Las únicas imágenes que hubo de él este lunes fue un sorprendente video difundido por la cadena BFM TV: se lo veía paseando, acompañado por sus guardaespaldas, al lado del río Sena, en París. Como si estuviera andando en busca de un milagro.

En plenas tensiones por la guerra de Ucrania, las incursiones de drones en Europa y la incertidumbre sobre si llegará a buen puerto la tregua entre Israel y Hamás, Francia volvió a acaparar los titulares el lunes. La profunda crisis política del país vecino vivió otro episodio relevante. A la inestabilidad casi crónica en París, donde han dimitido tres responsables del Ejecutivo en apenas diez meses, se le sumó esta vez una sensación de cierto ridículo. Fue una jornada que quedará para el recuerdo en el más que accidentado segundo mandato del presidente, Emmanuel Macron, que vuelve a estar contra las cuerdas. Y atrapado en el atolladero de la política interna gala.

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