La 'intifada italiana' que incomoda a Meloni: "La revolución no se hace con un fin de semana largo"
Desde la invasión de la Franja de Gaza, el gobierno italiano rara vez ha condenado a Israel y las acciones de su primer ministro, Benjamin Netanyahu. Y cuando lo ha hecho, ha sido muy poco incisivo
La gente se manifiesta como parte de una huelga general nacional convocada por diferentes organizaciones para protestar contra la interceptación de la Flotilla Global Sumud. (EFE/DANIEL DAL ZENNARO)
Algunos la llaman ya la intifada italiana. Cientos de miles de personas participaron en la huelga general en apoyo a la población palestina y a la Global Sumud Flotilla. Se celebraron protestas de norte a sur. Más de dos millones de personas salieron a las calles en toda Italia. De Palermo a Trieste, el transporte, las escuelas y los servicios sanitarios quedaron bloqueados. Hubo más de cien manifestaciones, con paradas de trenes.
En Roma, 300.000 manifestantes bloquearon la circunvalación y llegaron a la autopista A24. En Génova, 50.000 manifestantes cantaron "Bella Ciao". En Turín, los manifestantes intentaron asaltar la industria de defensa Leonardo, pero otros 70.000 llegaron pacíficamente al Ayuntamiento. En Milán, 100.000 cortaron la circunvalación este de la ciudad.
"Ha sido una guerra política de la CGIL (Confederación General Italiana del Trabajo), sabremos cómo comportarnos. Les dimos la oportunidad de parar, pero 30 policías resultaron heridos", declaró el viceprimer ministro Matteo Salvini. "Amenazó a gente buena, algo inaudito", respondió el sindicato CIGL. Elly Schlein, secretaria del Partido Democrático, por su parte, fue dura: "No toquen sus derechos", mientras que Giuseppe Conte, del M5S, afirmó: "Meloni es la primera en incitar protestas". Este es el toma y daca político que resuena sobre las protestas en Italia que desde hace días se han intensificado más que nunca, como ya se vio con anteriores marchas organizadas durante la huelga general del 22 de septiembre.
El contexto político también influye, ya que estas protestas se han convertido, en parte, en una forma de expresar desacuerdo con la postura del gobierno sobre Gaza y la Flotilla. El gobierno ha sido muy crítico: Giorgia Meloni las ha desestimado, sugiriendo que fue simplemente una forma de no ir al trabajo y que "la revolución no se hace con un fin de semana largo". Salvini ha amenazado repetidamente con prohibirlas, ya que es una huelga organizada "por motivos políticos", pero finalmente no lo hizo. Aunque la Comisión de Garantía lo definió "ilegítimo" por no haberse comunicado a tiempo.
Controversia política
Lo que pasó en Italia el viernes tiene un antes y un después. Desde la invasión de la Franja de Gaza, el gobierno italiano rara vez ha condenado a Israel y las acciones de su primer ministro, Benjamin Netanyahu. Y cuando lo ha hecho, ha sido muy poco incisivo. Mientras tanto, muchos aliados de Italia se han vuelto más críticos con Israel. Países como Francia, Reino Unido, Canadá, Australia, Portugal y otros han reconocido el Estado de Palestina. Otros, como España, ya lo habían hecho hace tiempo.
En este contexto, todas las manifestaciones de apoyo a la Flotilla se convirtieron gradualmente en manifestaciones de disenso contra la postura del gobierno de Roma, hasta que esto se hizo más evidente: la huelga general convocada por la USB (Unione Sindacale di Base) el 22 de septiembre, con marchas en decenas de ciudades y una participación inesperadamente numerosa. Las manifestaciones fueron mayoritariamente pacíficas, pero en sus comentarios, el gobierno se centró en los enfrentamientos con la policía (aunque contenidos) ocurridos en la estación de trenes de Milán y en la interrupción de algunos servicios. Sin embargo, no se pronunció sobre el contenido de las manifestaciones.
"Flotilleros irresponsables"
Desde su principio, la Flotilla Global Sumud fue objeto frecuente de controversia política, acalorados debates en la tele y ataques en periódicos. Cada evento relacionado con la Flotilla se convirtió también en una forma de responsabilizar al gobierno por su inacción respecto a Gaza, y cuando el gobierno comenzó a responder, lo hizo con un tono muy duro y crítico hacia las personas a bordo: Meloni calificó la iniciativa como "irresponsable" y argumentó que los activistas (procedentes de 44 países) intentaban desprestigiar a su propio gobierno. Después, sugirió que la misión corría el riesgo de socavar las negociaciones sobre el plan de Donald Trump para poner fin a la guerra.
Los ministros más influyentes, en concreto los de Defensa y Asuntos Exteriores, mantuvieron una actitud más serena. Tanto Guido Crosetto como Antonio Tajani garantizaron la seguridad de los participantes, evitando tensiones con Israel.
Sin embargo, en ningún caso se observó un claro distanciamiento de Israel ni un apoyo decidido a la causa palestina. Colectivos y grupos llevaban tiempo movilizándose para protestar por la liberación de los territorios palestinos ocupados y contra la decisión del gobierno de no romper relaciones con Israel. Entre ellos, por ejemplo, estibadores de Génova, Livorno y Ravena, grupos juveniles palestinos locales, grupos estudiantiles y muchos otros.
La atención que despertó la Flotilla ha atraído a jóvenes, trabajadores y pensionistas que, sin pertenecer a ningún grupo, buscaban una vía para expresar su solidaridad con los palestinos de la Franja y, en muchos casos, su desacuerdo con la actuación del gobierno italiano en este asunto. "Es un error moral y ético despreciar este sentimiento tan difuso e ignorar a la gente que pisó la calle", dice Pier Luigi Bersani, del partido democrático. Al fin y al cabo, la perspectiva política sigue siendo la misma en ambas partes: es un "nosotros contra vosotros". Aunque en medio está siempre la gente de Gaza.
Algunos la llaman ya la intifada italiana. Cientos de miles de personas participaron en la huelga general en apoyo a la población palestina y a la Global Sumud Flotilla. Se celebraron protestas de norte a sur. Más de dos millones de personas salieron a las calles en toda Italia. De Palermo a Trieste, el transporte, las escuelas y los servicios sanitarios quedaron bloqueados. Hubo más de cien manifestaciones, con paradas de trenes.