El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció durante la tarde del lunes un plan para "la paz eterna" en Gaza. Un acuerdo que, en caso de que Hamás lo aceptase, defendió, traería la paz no solo en la Franja sino en toda la región. Su anuncio se produjo a miles de kilómetros del enclave gazatí, donde en las últimas 24 horas han muerto al menos 54 palestinos. Y no es el peor día. Desde Gaza, en estas condiciones, hablar de paz ha perdido el sentido desde hace demasiado tiempo porque sus ciudadanos simplemente no son capaces ni de imaginársela.
Los gazatíes están agotados y decepcionados a partes iguales por el abandono internacional al que se han sometido durante estos dos últimos años. Algunos cansados de desplazarse forzosamente optan por quedarse, a riesgo de perder sus vidas. Así lo asegura Esperanza Santos, enfermera y coordinadora de Médicos Sin Fronteras recién llegada de Gaza. Asegura que "no quedan edificios en pie" y que, sobre los apenas dos supervivientes que veía desde el hospital Al Mawasi, donde trabajaba, "ondeaban la bandera israelí".
En este punto, hablar del acuerdo alcanzado entre Trump y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, es suponer que se trabaja en una ruta política sobre ya un alto el fuego. Pero la realidad es que Israel continúa bombardeando y atacando la Franja todos los días. Para Santos, la prioridad es clara: "Lo primero que tienen que hacer es dejar de bombardear", porque no hay un espacio seguro. Las clínicas y hospitales, que deberían serlo, no lo son. "Primero bombardean y luego arrasan con bulldozers y tanques", añade.
Por ello, Santos repite que lo más urgente es que paren los ataques, luego vendrá el resto. Y lo siguiente es que pueda entrar ayuda humanitaria, alimentos y agua potable, además de material sanitario.
Mientras Trump presentaba su plan de 20 puntos —aún pendiente del visto bueno de Hamás—, los ataques no han cesado, al igual que la invasión que Israel está perpetrando en Ciudad de Gaza, donde antes de la guerra residía alrededor de un millón de personas. Hoy se calcula que apenas queda la mitad. Esta situación ha obligado a Médicos Sin Fronteras a suspender sus actividades en la ciudad, a pesar de que siguen prestando apoyo a los servicios esenciales del Ministerio de Salud, incluidos los hospitales Al Helou y Al Shifa, mientras estos continúen operando.
Cada hora que pasa en Gaza implica un deterioro en los sistemas de salud y en la vida en general de la población. Santos, que ha podido coordinar emergencias sanitarias en Sudán o en el Chad, afirma que "no ha visto nada parecido" a lo que hay en Gaza. "No hay un lugar seguro. Están convirtiendo Gaza en un territorio inhabitable", asegura. La cooperante denuncia, además, que "hay personas que están siendo asesinadas simplemente por vivir en Gaza o por el mero hecho de ser palestinas".
"La inacción es aterradora", asegura. Por ello y por la falta de esperanza que ha calado muy dentro de la población gazatí, muchos prefieren quedarse. "De los que se marchan saben que no volverán nunca a la ciudad de Gaza", añade Santos. "Otros, directamente, se quedan porque son conscientes de que si se van, tampoco podrán regresar", afirma.
La razón es que Israel lo controla todo. Controla el movimiento, los desplazados, la ayuda que entra, la apertura de fronteras y, por supuesto, los ataques. "Es un asedio continuo. Vives con la sensación de que tu vida no está en tus manos", reitera la enfermera. En ese contexto, hasta lo más pequeño se convierte en un motivo de celebración. "El día que pudieron poner azúcar en el té fue una auténtica fiesta", recuerda. "Muchos padres solo piensan en dar de comer a sus hijos, porque saben que lo demás no depende de ellos", señala.
Una de las formas es arriesgándose la vida intentando conseguir algo de comida es a través de los puntos de distribución de la Fundación Humanitaria de Gaza, dependiente de Estados Unidos y con el visto bueno de Israel. Esta Fundación es, para Santos, la mayor aberración que he visto en mi vida. No hay ningún criterio de vulnerabilidad. He visto gente morir mientras esperaba comida. Incluso un niño recibió un disparo en la cabeza solo por vivir cerca de allí", sentencia.
Los ataques contra la población civil que espera recibir ayuda, asegura, son rutinarios. "A partir de las nueve de la mañana comienzan las ráfagas", afirma. "Si algunos de los que esperan en estas colas se salen de las filas, disparan, si huyen, disparan", continúa. "Y mueren porque hay gente armada que dispara a la gente que está esperando recibir la comida", concluye.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció durante la tarde del lunes un plan para "la paz eterna" en Gaza. Un acuerdo que, en caso de que Hamás lo aceptase, defendió, traería la paz no solo en la Franja sino en toda la región. Su anuncio se produjo a miles de kilómetros del enclave gazatí, donde en las últimas 24 horas han muerto al menos 54 palestinos. Y no es el peor día. Desde Gaza, en estas condiciones, hablar de paz ha perdido el sentido desde hace demasiado tiempo porque sus ciudadanos simplemente no son capaces ni de imaginársela.