Es noticia
Más allá del caso Kirk: la normalización de la violencia política en cifras
  1. Mundo
Polarización letál

Más allá del caso Kirk: la normalización de la violencia política en cifras

Los ataques por motivación ideológica llevan en aumento desde 2016 en los Estados Unidos. No es solo Kirk, los datos muestran un aumento de las agresiones y las amenazas contra la clase política.

Foto: Una vigilia en honor de Charlie Kirk en República Checa. (EFE/Martin Divisek)
Una vigilia en honor de Charlie Kirk en República Checa. (EFE/Martin Divisek)

El asesinato de Charlie Kirk, el influyente polemista y activista conservador, ha sido más gasolina sobre la ya ultrapolarizada sociedad estadounidense, donde la violencia política se está convirtiendo en una realidad cada vez más frecuente. Tyler Robinson, el principal sospechoso, que se niega a cooperar con las autoridades, se le imputan más de 7 delitos; la Fiscalía pide la pena de muerte.

Los investigadores encontraron el lunes en el domicilio de Robinson una nota destruida en la que ponía: "Tengo la oportunidad de eliminar a Charlie Kirk, y la voy a aprovechar". También descubrieron una confesión y un mensaje de despedida en un grupo de la plataforma de chat Discord, además de los memes y simbología antifascista grabada en los casquillos de las balas utilizadas durante el crimen. "Cuando se le preguntó por qué lo hizo, Robinson explicó que hay demasiada maldad en el tipo, refiriéndose a Charlie Kirk", dijo Jeff Gray fiscal del condado de Utah.

La raza, la orientación sexual y, cada vez más, la afiliación política de los implicados en crímenes de este tipo están determinando el veredicto público mucho antes de que la investigación policial concluya. Un juicio social con consecuencias políticas, que es inevitablemente subjetivo y que se aplica sin considerar todos los datos.

Para Sergio Gracia, investigador del Centro de Investigación en Violencia Extrema y Desinformación (CINVED), la violencia política es explícitamente "el uso de la fuerza, la intimidación o la coerción con motivaciones políticas, con el objetivo de influir en procesos políticos”. Su finalidad añade: “mantener o alterar un orden institucional, intimidar a determinados colectivos o alterar procesos democráticos”.

Trump señala a la izquierda, los datos a la derecha

Apenas unas horas después de la muerte de Kirk, el presidente Donald Trump apuntaba a la “izquierda radical” como responsable del ataque. En la misma línea, el vicepresidente J.D. Vance afirmaba el lunes, en el programa de Kirk lo siguiente: “Es un hecho estadístico que la mayoría de lunáticos en política son orgullosos miembros de la extrema izquierda”. Pero los datos no encajan con las afirmaciones del vicepresidente.

Estados Unidos carece de un registro oficial de ataques por violencia política o de crímenes de odio y son organizaciones independientes las que han asumido la tarea. The Prosecution Project, una iniciativa de la Universidad de Cincinnati, clasifica y examina denuncias penales, acusaciones formales y registros judiciales. Sus datos muestran que tanto los extremistas de izquierda como los de derecha cometen actos violentos, aunque la mayoría de los incidentes parecen provenir de agresores de derecha. A la falta de estadísticas oficiales, se suma la censura institucional, el Departamento de Justicia borraba de su web el viernes una investigación sobre el terrorismo doméstico, que señalaba a los "nacionalistas supremacistas militantes" como principal amenaza.

No es el único estudio; la académica Celinet Duran de la Universidad de Nueva York ha examinado el período entre 1990 y 2020: en esos 30 años, los ataques perpetrados por la ultraderecha no solo fueron más frecuentes, sino también más mortales que los de la ultraizquierda. Aunque la violencia de izquierda ha crecido en el mismo periodo, su letalidad sigue siendo menor. La Liga Antidifamación (ADL), que se enfoca particularmente en los ataques contra los grupos judíos en Estados Unidos, también lo corrobora: el 76% de los asesinatos relacionados con ataques extremistas en los últimos 10 años fueron cometidos por atacantes de derecha o de extrema derecha.

No es la primera vez que la Casa Blanca de Trump levanta acusaciones similares: responsabilizó a los demócratas de los disturbios ligados a redadas antiinmigración y atribuyó a “Antifa” el asalto al Capitolio. No es un patrón nuevo: “ambos lados eran responsables”, dijo el presidente en agosto de 2017, tras el atropello mortal de un supremacista blanco contra una manifestación pacífica en Charlottesville. “Los discursos políticos y mediáticos ayudan a banalizar o legitimar la violencia al presentarla como parte del debate democrático”, señala el investigador Sergio Gracia.

Según el Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED), en lo que va de 2025, en la nueva legislatura de Trump, se han registrado 37 asesinatos por motivos políticos, incluyendo el de Charlie Kirk, y un total de 373 desde 2020. Por su parte, un estudio del CATO Institute, que se centra en víctimas de ataques explícitamente terroristas, contabiliza 81 víctimas desde 2020, el 54% murieron en ataques perpetrados por terroristas de derechas o extrema derecha.

El aumento de la violencia contra objetivos gubernamentales, incluyendo políticos y empleados estatales, es particularmente alarmante. Los datos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) muestran un repunte en estos ataques: entre 2016 y 2025 se produjeron 25 incidentes contra políticos por su afiliación de partido, en comparación con solo dos en los 22 años anteriores.

Esta tendencia se ve agravada por la politización en las agencias de seguridad. En 2021, el entonces secretario de Seguridad Nacional bajo Joe Biden, Alejandro Mayorkas, calificó el extremismo violento doméstico como "la mayor amenaza terrorista para Estados Unidos". Su sucesora, Cristi Noem, y el director del FBI, Kash Patel, han priorizado a los manifestantes propalestinos, o los disturbios por las deportaciones de ICE. Patel, que juega un papel clave en la investigación de Charlie Kirk, habría paralizado las investigaciones del FBI sobre grupos de extrema derecha.

¿Rechazan los estadounidenses la violencia?

Aunque la mayoría de los estadounidenses rechaza la violencia política (un 77% según una encuesta de YouGov el 12 de septiembre), la percepción de este problema varía drásticamente según la afiliación política y la identidad de la víctima.

Por ejemplo, tras el asesinato de Charlie Kirk, la violencia política era un problema serio para el 67% de los republicanos y el 58% de los demócratas. Meses antes, en julio, cuando la víctima fue la demócrata Melissa Hortman, la situación era la opuesta: solo el 44% de los republicanos consideraba la violencia política un problema grave, en comparación con el 56% de los demócratas.

Foto: violencia-politica-dispara-eeuu

Esta polarización partidísta se refleja también en la percepción de quién es el responsable de la violencia. Los votantes liberales señalan de manera abrumadora la violencia de derechas (75%), mientras que los conservadores responsabilizan a las izquierdas (73%). La brecha generacional también es notable. Para los mayores de 65 años, la violencia política es una de las cuestiones más importantes (69%), mientras que para los menores de 30 años la preocupación llega solo al 50%. De hecho, según el estudio, este último grupo es ligeramente más propenso a considerar la violencia como aceptable en ciertos contextos.

"La mayoría de los actos de violencia política en Estados Unidos durante las últimas dos décadas han sido llevados a cabo por actores solitarios, hombres jóvenes radicalizados en línea" asegura a Político Barbara Walter autora del libro "How Civil Wars Start and How to Stop Them".

Sergio García coincide en el papel que juegan las redes y los imitadores: "En estos actos, influyen de forma directa la cultura digital y radicalización en línea. Los manifiestos dejados por Breivik (2011), Christchurch (2019) o Búfalo (2022) son “biblias” para estos individuos, donde estos terroristas son tratados como héroes y son santificados por la comunidad en línea."

Foto: brutalismo-quien-financia-odio-politico Opinión

Los casos recientes en Estados Unidos encajan con este patrón de "lobos solitarios" radicalizados en internet y con motivaciones ideológicas más que difusas. El presunto asesino del CEO de UnitedHealth, Luigi Mangione, de 27 años; Thomas Matthew Crooks, el supuesto tirador que disparó a Donald Trump, de 20; y Tyler Robinson, de 22, sospechoso del asesinato de Charlie Kirk.

Para Sergio Gracia, este tipo de violencia “puede minar la legitimidad democrática, presionar a las élites mediante la intimidación y normalizar la violencia política como un componente aceptable de la vida pública”. Aunque no anticipa un colapso institucional, advierte que: "la reiteración de estos episodios erosiona la confianza en las instituciones y en el discurso político y mediático."

Mientras tanto, según The Wall Street Journal, el ejecutivo de Trump ya está identificando organizaciones liberales y de izquierdas sospechosas de tener objetivos conservadores o causas que los conservadores apoyan. Entre los planes se incluyen retirar la excepción fiscal a grupos liberales o progresistas y aplicarles leyes anticorrupción. Stephen Miller, subjefe de gabinete de la Casa Blanca, corroboraba sus intenciones en el programa del difunto Charlie Kirk: “Vamos a utilizar todos los recursos que tenemos… en todo este gobierno para identificar, interrumpir, desmantelar y destruir estas redes”.

El asesinato de Charlie Kirk, el influyente polemista y activista conservador, ha sido más gasolina sobre la ya ultrapolarizada sociedad estadounidense, donde la violencia política se está convirtiendo en una realidad cada vez más frecuente. Tyler Robinson, el principal sospechoso, que se niega a cooperar con las autoridades, se le imputan más de 7 delitos; la Fiscalía pide la pena de muerte.

Estados Unidos (EEUU) Donald Trump
El redactor recomienda