Momentos de alta paranoia en el Ejecutivo chavista. La flota de destructores que ha enviado Donald Trump al Caribe Sur ha abierto escenarios impredecibles en la crisis venezolana.
Todo comenzó a finales de julio: entonces, Washington catalogó a Nicolás Maduro como líder del Cartel de los Soles, un grupo narcotraficante ya considerado como "organización terrorista" por la Administración Trump e integrado por funcionarios y militares venezolanos de alto rango que envía rumbo al norte. El ejecutivo norteamericano, además, dobló la recompensa para la captura de Maduro hasta los 50 millones de dólares, situó la de Diosdado Cabello, actual ministro de Exteriores y sempiterno ‘número dos’ del chavismo, en los 25 millones de dólares y puso una de 15 millones de dólares sobre Vladimir Padrino, el líder del Ejército.
Pero esa ofensiva política solo era el primer paso. El 14 de agosto el secretario de Estado de EEUU, Marco Rubio, aseguraba que la Casa Blanca "confrontará a los cárteles", y cinco días después Trump ordenó desplegar una fuerza anfibia de EEUU, integrada por tres buques, respaldados a su vez por tres buques destructores, frente a las costas venezolanas con unos 4.500 soldados embarcados en ellos, incluidos más de 2.000 marines.
El objetivo declarado por el Pentágono sería usar esa fuerza para frenar el tráfico de drogas hacia EEUU y "garantizar la seguridad del territorio estadounidense". Pero muchos, tanto en el gobierno como entre la oposición venezolana, creen que se trata de algún tipo de señal para una acción militar, aunque buena parte de los analistas son todavía escépticos de una medida tan drástica. ¿Es que Trump se atreverá a invadir Venezuela?
"En la calle hay una sobreexpectativa, como la hubo en el pasado, de que, ahora sí, los marines entrarán por La Guaira y liberarán a Venezuela. O de que harán una operación de extracción y se llevarán a Maduro y a Diosdado Cabello o de un misil o de un dron. Todo eso me parecen fantasías, pero Trump es impredecible", señala un analista político venezolano que pide no identificarse por temor a represalias. "Por otro lado, al mismo tiempo, hay escepticismo, porque muchos no creen posible ese tipo de intervención y este es un escenario similar al que ya se vivió en la época del Gobierno interino de Juan Guaidó y el propio Trump", añade.
La administración estadounidense, eso sí, habría doblado su apuesta. Además del despliegue ya reportado, hace dos días la agencia Reuters informaba que Washington va a enviar al Caribe sur dos nuevas embarcaciones, el USS Lake Erie, que cuenta con misiles crucero guiados y el USS Newport News, un submarino de propulsión nuclear.
Se espera que el grueso de las embarcaciones comiencen a llegar entre este jueves y la próxima semana debido a que el primer envío se retrasó por los efectos del huracán Erie, aunque medios afines a Caracas aseguran que hubo también problemas de mantenimiento.
En la calle puede haber opiniones divididas sobre el operativo, pero lo cierto es que el Gobierno de Maduro se está tomando la amenaza como muy real.
"Se percibe diferente la reacción del Gobierno, parece que en esta oportunidad ellos se lo toman más en serio. Obviamente también aprovechan la coyuntura para nutrir el discurso nacionalista", asegura el analista que no quiere publicar su nombre.
Desde Caracas se reporta que la contrainteligencia militar está vigilando los cuarteles y alerta a traiciones bajo el punto de vista de que cualquiera puede estar bajo sospecha. "Nosotros no dormimos", dijo Maduro sobre las acciones de inteligencia del Gobierno.
El presidente venezolano asegura haber activado "todas las fuerzas" para proteger Venezuela de las "amenazas ilegales, inmorales y criminales del imperio estadounidense", y asegura que el Ejército está desplegado las 24 horas al día en capacidad del combate.
"Todos los gobiernos de este estilo son paranoicos. Lo que me temo es que esa paranoia se dirija a la persecución de opositores acusados de traición a la patria. Lucen extrañamente preocupados, cosa que antes no parecía ocurrir, y seguramente tomarán medidas adicionales en materia de seguridad", asegura el analista anónimo.
Según la organización de la Sociedad Civil Foro Penal, entre los 815 presos políticos que había a mediados de agosto 169 son militares, así que esas medidas de contrainteligencia no son nuevas.
El Gobierno venezolano también ha prohibido el uso de drones y esta semana Padrino anunció el despliegue en agua territoriales del Caribe de buques para luchar contra el narcotráfico.
Lo hizo, paradójicamente, después de que Maduro asegurase que en Venezuela no hay narcos, y señalase a la vecina Colombia, a pesar de que el liderazgo de la guerrilla colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y de un sector de la disidencia de las Farc, acusadas por el presidente del país cafetero, Gustavo Petro, de traficar con drogas, operan desde territorio venezolano desde hace años.
El líder del ejército también desplegó 15.000 efectivos militares y una gran dotación de armamento bélico en la frontera colombiana con el objetivo de luchar contra el narco, sin referirse en ningún momento a la operación de EEUU.
Al mismo tiempo el Gobierno venezolano ha estado más de una semana enfrascado en reclutar milicianos entre la población civil con el reto de llegar a los cuatro millones y medio de personas que contribuyan a la "defensa integral del país", cifra que los analistas no creen que alcance.
"Ese número está inflado. No son tantos como lo que dice el régimen", asegura el analista Orlando Goncalves. "La mayoría, además, son adultos mayores y, propio de su edad, tienen serias limitaciones para afrontar un conflicto de esta magnitud. Tampoco tienen ni el armamento ni la preparación para ir en buenas condiciones a un conflicto bélico", detalla el analista.
La principal pregunta que se hacen todos en Venezuela y muchos en EEUU es si la operación es realmente antidrogas o prevé algún tipo de acción militar.
Los analistas tienen varios escenarios. Uno de ellos es que esa fuerza pueda provocar un Golpe interno contra maduro, es decir, una insurrección de un sector de los militares venezolanos que sea respaldada por la Casa Blanca. "Podrían crear una amenaza lo suficientemente creíble como para que sectores de las FFAA venezolanas se rebelen contra las élites militares y gobernantes. Es decir, producir el famoso quiebre", asegura el analista que no quiere ser nombrado.
Muchos creen que, a juzgar por su reacción, Maduro cree que esa es una posibilidad plausible. El mandatario venezolano se ha referido a personas "cobardes" e "infiltrados" dentro del chavismo recientemente.
En cualquier caso, en una situación tan explosiva, hay muchos escenarios abiertos. “Están en condiciones de cometer un error”, decía este miércoles el politólogo progresista Nicmer Evans, que cortó con Maduro en 2013. Detenciones, apretar demasiado las tuercas a unos u otros o un encontronazo de ambas fuerzas en el Caribe podrían desatar consecuencias inesperadas.
Nicolás Maduro hablando durante su programa de televisión semanal 'Con Maduro +' (EFE/Palacio de Miraflores).
Hay mucho debate legal sobre una posible intervención de EEUU en esa eventual insurrección, porque el Congreso no ha autorizado uso de fuerza alguna contra Venezuela o incluso grupos narcotraficantes y además las leyes de la ONU lo prohíben intervenir en tierra extranjera en la mayoría de los supuestos, salvo acciones defensivas o previa autorización del consejo de seguridad.
Otra opción que manejan los analistas es que realmente sea una operación contra los narcotraficantes aunque con el objetivo puesto en un cambio en Venezuela. "Eso afectaría a los ingresos del Gobierno que, a su vez, sirven para comprar voluntades y, al no tener ese dinero, perderían los apoyos necesarios para seguir gobernando", detalla el analista anónimo, que también prevé entre sus escenarios que pueda tratarse de una operación de cara al electorado estadounidense.
"Puede ser que Trump quiera recuperar el apoyo que aparentemente ha perdido entre los latinos en EEUU, pensando en las elecciones de medio término. O también puede ser una operacióon psicológica para lograr más concesiones del Gobierno de Maduro en materia petrolera, de política de inmigración y lucha contra el narcotráfico, o quizás para negociar una posible transición hacia la democracia", añade, teniendo en cuenta que, a pesar de todo, la petrolera Chevron sigue operando en territorio venezolano.
Otros creen que las fuerzas que Trump ha enviado a Venezuela no son suficientes como para una operación militar, asegurando que si EEUU necesitó más de 27.000 militares para invadir Panamá en 1989 y sacar al Gobierno de Rafael Noriega, también condenado por narcotraficante, entonces se necesitaría una fuerza mucho mayor, de unos 100.000 hombres, para invadir Venezuela, un país mucho más grande y poblado que la pequeña nación centroamericana.
"Partamos de que los destructores de EEUU ni siquiera han llegado a las costas venezolanas, pero entre la información cofusa y difusa de los funcionarios estadounidenses y la propagación de información falsa en redes sociales se ha permitido al régimen reforzar su narrativa del enemigo externo", subraya el analista Goncalves.
Argemino Barro. Kingston (Canadá)Ilustración: Emma Esser
"A Caracas le ha permitido hacer todo un show mediático, centrando la agenda en esta supuesta agresión y desviando la atención de los problemas reales de la población y un efecto similar podría tener en EEUU. Yo creo que se trata de un espectáculo que terminará en nada y la opinión que he recogido de otros colegas es la misma", asegura.
Congresistas de EEUU, a la ofensiva
La travesía de los destructores hacia el Caribe sur, en cualquier caso, está siendo alentada desde Washington por congresistas latinos afines a Trump.
Bernie Moreno, un legislador de orígenes colombianos, abrió la caja de los truenos durante una visita a Cartagena de Indias, hace unos días, asegurando que Maduro no iba a llegar a diciembre.
La voz cantante la lleva Carlos Giménez, miembro de la Cámara de Representantes de EEUU nacido en Cuba, que lleva días soltando tuits asegurando que al Gobierno de Venezuela le llegó la hora. "El dictador Nicolás Maduro de Venezuela lidera el narcoterrorista Cartel de los Soles que está tratando de inundar EEUU con drogas letales. Sus días están contados. Tiene que irse", dijo este martes. "Su tiempo se acabó", añadió.
También le dijo al presidente colombiano Petro que había firmado "su propia sentencia" después de que el mandatario negase la existencia del Cartel de los Soles y hablase, en cambio, de una supuesta Junta del Narcotráfico con sede en Emiratos Árabes Unidos.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha dicho también que Washington está dispuesto a "usar todo su poder" para frenar el flujo de drogas y que Maduro es "un fugitivo".
Mientras tanto, en Venezuela, la líder opositora María Corina Machado, oculta desde el pasado año, aseguró a Fox News que Trump "no está jugando" y que "muy pocos militares en el alto rango están apoyando" a Maduro y que "deben tomar una decisión".
EEUU se está moviendo también en el ámbito diplomático y ha logrado que Argentina, Paraguay y Ecuador declaren también como terroristas al Cartel de los Soles, en una operación que está agitando de nuevo la castigada Venezuela.
Momentos de alta paranoia en el Ejecutivo chavista. La flota de destructores que ha enviado Donald Trump al Caribe Sur ha abierto escenarios impredecibles en la crisis venezolana.