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La batalla electoral trumpista ya ha comenzado: el nuevo asalto al Capitolio es sin romper ventanas
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De Texas a California

La batalla electoral trumpista ya ha comenzado: el nuevo asalto al Capitolio es sin romper ventanas

Texas modifica su mapa electoral para beneficiar a los republicanos, California replica para favorecer a los demócratas. La democracia, en juego

Foto: El gobernador de California, en una rueda de prensa sobre los esfuerzos de gerrymandering de la Administración Trump. (EFE/Caroline Brehman)
El gobernador de California, en una rueda de prensa sobre los esfuerzos de gerrymandering de la Administración Trump. (EFE/Caroline Brehman)
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Hace ya tiempo que la advertencia de que se están sobrepasando peligrosos límites es un eufemismo. Se empezó asaltando el Capitolio desde fuera por una masa enfurecida en 2021, lo que no funcionó, y se pretende ahora acabar asaltando el Capitolio por dentro por los propios legisladores, lo que garantiza que funcione.

La batalla importante en EEUU es por controlar el sistema, modificarlo, para que la democracia siga impoluta en su forma y vacía en su contenido. Hay tantas voces afirmando eso, que los propios votantes ya han asimilado el riesgo. "Un 57% de los votantes estadounidenses creen que la democracia está en peligro", afirma una reciente encuesta de Reuters/Ipsos. Esa percepción dividida por votantes de cada partido cuenta con el apoyo de ocho de cada diez demócratas y de cuatro de cada diez republicanos.

La cruda batalla entre los dos grandes partidos afecta a todo el país. La reconfiguración del mapa electoral de Texas, gerrymandering, ha sido un importante paso más en ella. Ganaron, por ahora, los conservadores tras una serie de escándalos, con huidas y detenciones de legisladores, en una refriega que ha abierto una compuerta de fango. Detrás viene California, Ohio, Illinois, Indiana, Missouri, Florida, Nueva York… Todos buscan ahora devolver el golpe al contrincante bajo el lema de si ellos juegan sucio, nosotros también.

"Gran victoria para el Gran estado de Texas", escribió Trump en sus redes sociales tras la primera votación del miércoles en la cámara de representantes estatal.

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Esa misma noche, el expresidente Barack Obama, la aún gran voz demócrata, lo que habla de la crisis de liderazgo que enfrenta el partido, dijo en sus redes sociales: "A largo plazo, no debería haber manipulación política en Estados Unidos, solo una lucha justa entre republicanos y demócratas basada en quién tiene las mejores ideas. Pero dado que Texas está siguiendo las directrices de una Casa Blanca partidista y manipulando los distritos electorales a mitad de década para intentar mantener la Cámara de Representantes a pesar de sus políticas impopulares, siento un enorme respeto por la forma en que el gobernador Newsom ha abordado esta cuestión. Ha propuesto un enfoque inteligente y mesurado en California, diseñado para abordar un problema muy concreto en un momento muy concreto".

El nuevo mapa electoral de Texas les puede garantizar a los republicanos cinco congresistas más para las esenciales elecciones intermedias de 2026. El presidente Donald Trump pide, y los republicanos, ya casi sin ninguna fisura interna como sucediera en su primer mandato, aceptan cualquiera sean sus estrategias. Con el anterior mapa, y según los resultados de 2024, los demócratas ganarían en 11 distritos, los republicanos en 25 y 2 estarían muy apretados. Con el que sale tras los cambios, el resultado es de 8 a 30 respectivamente.

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La fórmula parece que se va a repetir en otros estados. Una inteligente asignación de distritos electorales puede hacer que un territorio tenga representación monocolor en el Senado y muy mayoritaria en el Congreso, aunque el partido minoritario tenga un porcentaje de voto allí superior al 35/40%. Basta con dividir bien el voto de los oponentes y asignarlos a espacios donde siempre queden en minoría. "El gerrymandering polariza las delegaciones del Congreso por estado y región. El Senado ya está dividido de esta manera. Solo cuatro estados tienen un senador de cada partido, un mínimo histórico. Un mayor gerrymandering empujará a la Cámara de Representantes en una dirección similar, con un número cada vez menor de republicanos en los estados azules y de demócratas en los estados rojos", denunciaba el editorial del New York Times del pasado 22 de agosto.

¿Qué ha cambiado ahora? La costumbre dictaba que cada diez años se redibuja ese mapa electoral, coincidiendo con los nuevos censos eletorales. Trump ha exigido al gobernador republicano, Gerg Abbot, que se hiciera tras pasar sólo cuatro años, en un movimiento muy inusual en la historia.

Pasó también en Texas, en 2003, cuando los republicanos dos años después del censo del 2000 hicieron otro gerrymandering que les dio muy buenos resultados. Entonces también se generó un gran escándalo. Y ha pasado en algún otro estado, como Wisconsin, Carolina del Norte, Georgia y Virginia, aunque en el caso de los tres últimos por mandatos judiciales y no por motivos partidistas.

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Lo ocurrido ahora es, por tanto, un movimiento atípico, y más aún lo es la cadena de estados que podrían replicarlo. Trump pretende cambiarlo todo, alargar su poder, mientras su entorno ¿bromea? con esa idea de Trump 2028. Él parece dejarse querer por un proyecto que supondría cambiar la constitución y los límites de mandatos, y mientras sus gorras con ese lema se venden ya en su tienda online a 50 dólares. En ocasiones cuesta diferenciar al empresario del presidente.

Una salamandra

El Gerrymandering es una seria amenaza para la democracia, donde las minorías, por muy amplias que sean, pueden ser silenciadas. Los críticos a esta práctica definen esta estrategia como que "son los políticos los que eligen a sus votantes, y no los votantes los que eligen a sus políticos".

El histórico término viene de 1812, cuando el gobernador de Massachusetts. Elbridge Gerry, aprobó un nuevo mapa para beneficiarse en las urnas. Los opositores vieron que uno de los extraños distritos tenía la forma de una salamandra (salamander, en inglés), y se combinaron ambos nombres para bautizar esta práctica: gerry-mander

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Sin embargo, fue tras el aplastante triunfo de Obama en 2008 que el Partido Republicano se dio cuenta de que un "buen" uso político de la herramienta puede significar el control de las cámaras. Los republicanos, ante la ola azul de entonces, entendieron que el mapa electoral era la llave del triunfo. Redefinir los distritos electorales por cuestiones de raza, religión y estatus económico redistribuye escaños. "Un puñado de estrategas republicanos avispados reconocieron que, si bien 2008 pudo haber sido histórico, 2010 podría ser mucho más trascendental. Sería un año de censo. Y después de cada censo, la nación redistribuye todos los escaños de las legislaturas estatales y de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos", escribe en The Guardian, David Daley, autor del libro "Ratfked: why your vote doesn't count".

El experto analista, que puntualiza que ese proceso se inició con un meticuloso plan desde 2010 de los republicanos para obtener poder local, asegura que ha dado frutos. Incluso, acusa a los demócratas de "haberse dormido durante 15 años".

Los republicanos, por su parte, esperaron a tener la mayoría en el Tribunal Supremo para en 2019, por 5 votos a 4, eliminar la capacidad de los tribunales federales para eliminar el nuevo mapa electoral aprobado en un estado por considerarlo partidista. Sólo queda la opción de tumbarlo judicialmente por motivos raciales e inconstitucionales. Eso facilitó que en el censo de 2020, ambos partidos se lanzaran a recolocar los distritos a favor de sus intereses. Los datos muestran que en las elecciones de 2024 sólo el 8% de las elecciones al Congreso fueron reñidas, por el 36% de 1996.

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En este actual escenario, los republicanos parecen tener ventaja. "Trump inició esta nueva carrera armamentística de redistribución de distritos cuando exigió que Texas cambiara los escaños demócratas al Partido Republicano. California y Nueva York han hablado de tomar represalias con sus propios gerrymanders. Sin embargo, ese es un camino largo y complicado. Los votantes de California tendrían que estar de acuerdo este otoño. La constitución de Nueva York no podría modificarse antes del ciclo de 2028. Mientras tanto, los demócratas tienen otros pocos objetivos posibles, y los republicanos parecen dispuestos a continuar su avance en Ohio, Misuri, Indiana y Florida, e incluso en Kansas, Kentucky y Nuevo Hampshire, si así lo deciden", señala Daley.

Respuesta demócrata

La única respuesta contundente en las filas azules ha venido desde California. El gobernador, Gavin Newson, ha decidido jugar la misma carta que Abbot, aunque en su caso es más complicada. La legislación de California obliga a que el gerrymandaring se apruebe también en referéndum. El cada vez más popular líder demócrata, en todo caso, ponía matices a su jugada para diferenciarse de Texas: "Si ellos no aprueban el cambio, nosotros no lo propondremos tampoco", ha asegurado. "Texas actuó. California responderá ahora. El gatillo se ha disparado", afirmó después.

A partir de ahí, la batalla ya es comunicativa. El californiano no se arruga y usa sus redes con un estilo parecido al de Trump: "Today we will make the maps great Again (Hoy haremos los mapas geniales de nuevo)", ha escrito en X.

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Tampoco es algo nuevo entre los progresistas. Maryland (2010), Illinois (2011) o Nueva York (2022) fueron cambios de distritos electorales de los demócratas para favorecer sus opciones. En el caso de la Gran Manzana, la Corte de Apelaciones anuló la decisión por considerarla inconstitucional. "Esto es una guerra. Estamos en guerra y es por eso que vamos a la pelea", declaró entonces Kathy Hochul, gobernadora de Nueva York, para justificar sus acciones.

Empieza por tanto un nuevo culebrón, California, que puede balancear lo ocurrido en Texas, dando a los demócratas cinco escaños más en aquel estado (las encuestas aseguran tres y en los otros dos partirían con ventaja). El troceo de la tarta tiene un final incierto. "El gerrymandering es una forma de engaño, un intento de desconectar el poder político de la voluntad de los votantes", concluye el crítico editorial del NYT.

Y el ciudadano, mientras, asiste a un espectáculo que daña a la democracia. Una encuesta de 2025 del Pew Research Center señala que "un 83% de demócratas y un 79% de republicanos opinan que sus contrapartes políticas representan una amenaza para el bienestar del país". En el medio de esa alta polarización política, existe el riesgo de que el ciudadano deje de ir a votar porque sabe que su voto, recolocado en un espacio minoritario, no valga nada. Y sus ideas y opiniones, sin representación posible, tampoco.

Hace ya tiempo que la advertencia de que se están sobrepasando peligrosos límites es un eufemismo. Se empezó asaltando el Capitolio desde fuera por una masa enfurecida en 2021, lo que no funcionó, y se pretende ahora acabar asaltando el Capitolio por dentro por los propios legisladores, lo que garantiza que funcione.

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