Romper el "sueño palestino": Israel prepara un 'superasentamiento' para acabar con el plan de un Estado propio
Los planes para el asentamiento E1, que partiría Cisjordania en dos de forma irrevocable, llevan dos décadas sobre la mesa, pero ningún gobierno israelí se había atrevido a dar el paso. Hasta ahora.
Vista del asentamiento de Maale Adumim en Cisjordania. (Reuters/Ronen Zvulun)
Para Israel, el reconocimiento de Palestina como estado es una “vergüenza” y una manera “de premiar” el terrorismo. Así lo definieron altos cargos del Gobierno de Tel Aviv, entre ellos el primer ministro Benjamin Netanyahu. También una “peligrosa idea” que hay que tumbar con “un clavo en el ataúd”. Estas palabras fueron las de Bezalel Smotrich, el ministro de Finanzas de extrema derecha, cuando anunció que el país aprobaba definitivamente el polémico plan para expandir los asentamientos en la Cisjordania ocupada.
El proyecto en la zona conocido como “E1”, congelado durante décadas debido a la enérgica oposición internacional, conectaría Jerusalén con el asentamiento de Maale Adumim, haciendo prácticamente imposible una futura capital palestina en Jerusalén Este. Además, dividiría Cisjordania en dos, impidiendo el establecimiento de un Estado palestino cuyo territorio fuese contiguo. Si el proceso avanza con rapidez, las obras de infraestructura podrían iniciarse en los próximos meses y la construcción de viviendas podría comenzar en aproximadamente un año. El plan incluye alrededor de 3.500 apartamentos para ampliar el asentamiento de Maale Adumim.
El plan ha sido aprobado a pesar de la condena de la comunidad internacional y se ha posicionado como la respuesta israelí al reconocimiento de un estado palestino por parte de países europeos como España e Irlanda. Por su parte, Francia afirmó que lo haría en septiembre y Reino Unido abrió la puerta a tomar la misma medida. “Quienes en el mundo intentan reconocer un Estado palestino recibirán una respuesta nuestra sobre el terreno. No mediante documentos, decisiones ni declaraciones, sino mediante hechos. Hechos de hogares, barrios, carreteras y familias judías que construyen sus vidas”, declaró Smotrich al anunciar la inminente aprobación del asentamiento.
Cada uno de los elementos que nombra Smotrich son los “clavos” en el ataúd a los que hacía referencia. Una operación, continuó el ministro, que "borra en la práctica la ilusión de los 'dos Estados' y consolida el control del pueblo judío sobre el corazón de la Tierra de Israel". “Hablarán del sueño palestino, y seguiremos construyendo una realidad judía”, dijo.
Alejandro RequeijoFotografías: Patricia J. Garcinuño
El exprimer ministro israelí, Yitzhak Rabin, propuso por primera vez el proyecto en la década de 1990, pero apenas ha avanzado en los últimos 20 años por la intensa campaña en contra. En este caso, el anuncio de que podría ser finalmente aprobado tuvo la misma acogida. La jefa de política exterior de la Unión Europea, Kaja Kallas, instó a Israel a poner fin al asentamiento. “Está alimentando una situación ya tensa sobre el terreno y erosionando aún más cualquier posibilidad de paz”, dijo en una declaración.
EEUU no se opone
Por su parte, el organismo de control de los asentamientos israelíes, Peace Now, consideró que el plan era "mortal para el futuro de Israel y para cualquier posibilidad de lograr una solución pacífica de dos Estados". “Estamos al borde del abismo, y el gobierno nos impulsa a toda velocidad. Existe una solución al conflicto israelí-palestino y a la terrible guerra en Gaza: el establecimiento de un Estado palestino junto a Israel, y finalmente llegará. Las medidas de anexión del gobierno nos alejan aún más de esta solución y garantizan muchos más años de derramamiento de sangre”, señaló en un comunicado.
Estados Unidos se mostró en un principio reacio a posicionarse sobre el proyecto pero, este miércoles, el embajador de Estados Unidos en Israel, Mike Huckabee, dijo que el país no se opondría a la “expansión masiva” de los asentamientos israelíes en Cisjordania ocupada. Además, añadió que no lo considera una violación del derecho internacional. “No intentaremos evaluar los pros y los contras de esto, sino simplemente decir que, como regla general, no constituye una violación del derecho internacional. También, creo, nos corresponde a todos reconocer que los israelíes tienen derecho a vivir en Israel”, sostuvo en entrevista con el medio israelí “Radio Ejército”.
Esta postura es la que tuvo Donald Trump desde su primer mandato, cuando dictaminó que los asentamientos no eran incompatibles con el derecho internacional. Sin embargo, son considerados como ilegales según el derecho internacional y una resolución de las Naciones Unidas. Pero esa resolución, y muchas otras que datan de décadas atrás, han hecho poco para detener la expansión de los asentamientos israelíes, que han crecido rápidamente bajo la presidencia del republicano.
Pero incluso anteriores ejecutivos conservadores en Israel consideraban E1 como dinamita política que era mejor no tocar demasiado. El motivo es que casi toda la comunidad internacional apoyaba la solución de los dos estados, que este proyecto imposibilitaría: entre otras cosas, el territorio que ocupará este asentamiento se situará entre Ramala y Belén, dos de las principales ciudades de Cisjordania, separadas por apenas 22 kilómetros de distancia. Ahora mismo, este trayecto implica pasar por múltiples puestos de control israelíes, que convierten el viaje en un engorro que puede tomar varias horas. Tras la construcción de E1, será directamente inviable.
A medida que iban pasando los años, la idea de la creación de un estado palestino para resolver el conflicto no pasaba de ser papel mojado en la práctica, de modo que la estrategia israelí ha consistido en mantener un supuesto compromiso verbal con una futura solución negociada mientras sobre el terreno los diferentes gobiernos -de todo signo político- aprobaban nuevos asentamientos. Estos, a su vez, requieren de un nuevo trazado de carreteras, instalaciones de seguridad y zonas tapón para proteger esas nuevas viviendas, lo que en la práctica supone sustraer más y más territorio bajo control palestino, crecientemente relegado a bolsas territoriales sin conexión directa que muchos críticos han calificado como ‘bantustanes’, en referencia a las áreas a las que se relegaba a la población negra en la Sudáfrica del apartheid.
Un estado inviable
Pero ahora que el reconocimiento generalizado de Palestina por muchos de los socios occidentales de Israel se ha convertido en una realidad como respuesta a las acciones israelíes en Gaza, el gobierno de Benjamin Netanyahu ha decidido ir a por todas. El Estado de Palestina es ya reconocido por 147 de los 193 miembros de la ONU, con diez de ellos habiendo dado este paso en el último año: además de las ya mencionadas España, Irlanda y Noruega lo hicieron también Eslovenia, México, Armenia, las Bahamas, Trinidad y Tobago, Jamaica y Barbados. Además de eso, Australia, Francia y Malta se preparan para hacerlo en septiembre, probablemente durante la Asamblea General anual de las Naciones Unidas. Reino Unido y Canadá podrían hacerlo también si se dan ciertas condiciones.
Pero sin una salida al mar ni una frontera directa con ningún otro país, la posibilidad de un estado funcional en Cisjordania siempre ha sido remota. Con un ‘superasentamiento’ construido en mitad de su territorio, la viabilidad salta directamente por los aires, que es exactamente lo que buscan sus promotores en este momento. “Ha llegado el momento de descartar para siempre la idea de dividir la tierra y asegurarnos que para septiembre los hipócritas líderes en Europa no tengan nada que reconocer”, declaró Smotrich este miércoles.
El investigador Aviv Tatarsky, de la ONG israelí Ir Amim, dedicada al papel de Jerusalén en las relaciones palestino-israelíes, condenó ayer la medida. “La aprobación de hoy demuestra lo determinado que está Israel a la hora de perseguir lo que el ministro Smotrich ha descrito como un programa estratégico para enterrar la posibilidad de un estado palestino y anexionarse Cisjordania de forma efectiva", dijo, añadiendo que "es una decisión consciente israelí para implementar un régimen de apartheid”.
Tatarsky llamó a la comunidad internacional a reaccionar ante este paso. Pero la perspectiva de la construcción de E1 palidece ante la magnitud de la catástrofe humanitaria en Gaza, provocada por un Israel que se niega a escuchar incluso a quienes durante mucho tiempo han sido sus socios más cercanos en Europa. Un contexto que también está aprovechando el movimiento de colonos para expandirse en Cisjordania, atacando violentamente viviendas y núcleos de población palestinos e incluso asesinando a sus residentes, en muchas ocasiones con la connivencia del ejército. Mientras tanto, la ofensiva militar israelí prosigue: ayer dio inicio la fase 2 de la llamada operación Carros de Gedeón, mediante la que las Fuerzas de Defensa de Israel esperan tomar la ciudad de Gaza y hacerse así con el control efectivo del territorio de la Franja.
Para Israel, el reconocimiento de Palestina como estado es una “vergüenza” y una manera “de premiar” el terrorismo. Así lo definieron altos cargos del Gobierno de Tel Aviv, entre ellos el primer ministro Benjamin Netanyahu. También una “peligrosa idea” que hay que tumbar con “un clavo en el ataúd”. Estas palabras fueron las de Bezalel Smotrich, el ministro de Finanzas de extrema derecha, cuando anunció que el país aprobaba definitivamente el polémico plan para expandir los asentamientos en la Cisjordania ocupada.