El futuro de los iraníes se juega a la ruleta... y el de los israelíes también: "¿Otra guerra ahora?"
Los ataques entre Israel e Irán continúan mientras Netanyahu busca más apoyo para sus acciones militares y en medio de críticas internas sobre sus motivaciones políticas
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Estas últimas semanas, en Israel se había empezado a contarse un chiste basado en un acuerdo: "Este es el trato: nosotros os ayudamos a tirar vuestro régimen y vosotros nos ayudáis a tirar el nuestro". Es una broma reciente, desde que Israel atacó instalaciones nucleares y militares en Irán. Y, sobre todo, desde que el primer ministro Benjamin Netanyahu se dirigió al pueblo iraní para animarlo a levantarse contra los ayatolás que los gobiernan.
Las vidas de los iraníes y de los israelíes ha empezado a jugarse a la ruleta rusa. Una situación ya tristemente conocida por los palestinos en Gaza. Y detrás están los que juegan al juego, algunos conocidos por sus consignas políticas, por su personalidad y profesionalidad, o la falta de esta última. Un Donald Trump, que dijo hace unos días que podía o no intervenir en la guerra entre Israel e Irán. "Puede que lo haga. Puede que no. Es decir, nadie sabe qué voy a hacer", afirmó, antes de añadir que retrasaría la decisión un par de semanas.
Y, finalmente, acabó por hacerlo la madrugada de este sábado, cuando entró de lleno en la guerra y atacó las bases nucleares iraníes. “El ataque contra las tres bases nucleares de Irán, incluidas Fordo, Natanz e Isfahán, ha sido completado con éxito. Todos nuestros aviones ya han abandonado el espacio aéreo iraní y regresan a sus bases”, dijo.
En el otro lado, un Netanyahu que habla de sí mismo en tercera persona y ha emprendido una operación bélica cuyas proyecciones aprobadas en el gabinete eran de unas 4.000 víctimas civiles en la primera salva de represalia iraní. "El gobierno mismo se sorprendió de que hasta ahora haya tan pocos muertos en Israel", apuntó el analista Yoel Schvartz.
25 personas han muerto y unos 8.000 se han quedado sin casa tras los ataques iraníes. No hay cifras oficiales de quienes tratan de irse del país. Sí hay muchos testimonios e historias en los medios de comunicación complacientes israelíes, salvadas dos excepciones, de los casi 200.000 ciudadanos que estaban en el extranjero y están tratando de volver. Los israelíes que tratan de irse lo hacen en barcos privados, veleros y yates, que los llevan en una travesía difícil para los no experimentados de unas 13 horas a Chipre a precios desorbitados. También se van por tierra, cruzando a Jordania, del mismo modo que la mayoría de los ciudadanos extranjeros son trasladados por sus embajadas.
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Entre los que quieren irse o quedarse, nacen las dudas sobre los objetivos de este conflicto, que suenan para algunos tan poco alcanzables como los de la guerra contra Hamás. En el caso de Gaza, una victoria; en el de Irán, acabar con su programa nuclear. Poco después de declarar este objetivo contra Teherán, los altos cargos del Ejército de Tel Aviv hicieron una pequeña corrección para afirmar que ahora se buscaba "retrasar" el programa nuclear. Una corrección secundada por Netanyahu, quien añadió después que la otra prioridad era acabar con el régimen de los ayatolás.
Netanyahu afirmó en un vídeo esta semana: "Estamos atacando las instalaciones nucleares, los misiles, los cuarteles generales, los símbolos del régimen".
La apuesta política de Netanyahu, según Schvartz, ha sido atacar a Irán con la legitimidad que le dio el informe de la Junta de Gobernadores de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), compuesta por 35 países, que señalaba que Irán violaba el tratado de no proliferación, y esperar que se le uniera Estados Unidos.
"Parece probable que Irán esté tratando de tener armas atómicas en algún momento y no ha dejado nunca de declarar que destruirá a Israel, todo lo cual es inquietante, pero también hay que recordar que Netanyahu lleva 20 años insistiendo al público israelí que Irán es el archienemigo y toda la vida ha estado preparándose, y preparando, para esto. Por eso, por qué el ataque ahora, si es oportuno u oportunista, no lo sabemos a ciencia cierta, pero se puede sospechar que, entre los varios elementos, también están los políticos", señaló.
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Ely Karmon, politólogo e investigador principal en el Instituto Internacional contra el Terrorismo (ICT), asegura que Trump es el responsable de la situación actual: "Empezó a serlo cuando se retiró del acuerdo nuclear de 2015 en 2018 y ahora ha dado luz verde a Netanyahu para empezar la guerra, el problema es claramente político".
Según Karmon, el presidente de EEUU quiere que Israel presione bélicamente lo suficiente a Irán como para aceptar las condiciones estadounidenses y renuncie a su programa nuclear. "No lo veo suceder por ahora, la verdad, y si bien los iraníes están a favor de un alto el fuego, no lo están en renunciar a su programa nuclear".
Israel, que no es parte del Tratado Internacional de No Proliferación Nuclear implementado en 1970, es el único país de Oriente Medio que se cree que posee armas nucleares. Israel no lo niega ni lo confirma. Pero sí ha desarrollado una doctrina de contraproliferación y ataques preventivos, impidiendo a otros actores regionales adquirirlas. La Fuerza Aérea Israelí destruyó los reactores nucleares iraquí y sirio en 1981 y 2007, respectivamente, y se cree que dañó gravemente las instalaciones nucleares iraníes en 2010 con un ciberataque conjunto con EEUU.
¿Qué opinan los israelíes?
"¿Tenía que ser ahora?", pregunta enfada Liraz Shenhav, una bióloga de Tel Aviv, cuya casa ha sido dañada por kilos de metralla tras explosiones de misiles en el cielo. "Porque seguro que en algún momento algo había que hacer con Irán, atacar, negociar, algo, pero el timing lo es todo y no me cabe duda de que elegir este momento solo sirve a los intereses del primer ministro", dijo, antes del ataque estadounidense de este sábado en Irán.
Según una encuesta del Instituto para la Democracia de Israel publicada este jueves, un 10% del público israelí apoya la medida, pero cuestiona el momento y un 82% apoya la decisión de atacar a Irán ahora. Sin embargo, existen importantes discrepancias en la percepción del público judío y el árabe sobre este nuevo frente de guerra.
Incluso entre los judíos que se consideran de izquierda, la mayoría (el 57%) apoya el ataque contra Irán, según este sondeo. El 68% de los judíos encuestados afirmó que las razones de Netanyahu para lanzar el ataque eran de seguridad, mientras que el 19 % afirmó que sus motivaciones principales son consideraciones políticas subjetivas.
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Entre los palestinos de Israel solo el 11% apoyó la decisión de atacar a Irán, el 12,5% opinó que el momento no era el adecuado y el 65% se opuso rotundamente a la medida. Casi el 20 % de los encuestados árabes afirmó que las consideraciones de Netanyahu para iniciar la guerra probablemente se relacionaban con la seguridad; el 68 % afirmó que eran subjetivas y políticas.
Sin embargo, la mayoría de ambos grupos afirmó estar "muy preocupada o bastante preocupada" por su seguridad personal o la de sus familias. Entre los judíos, el 66% expresó esta preocupación y entre los encuestados árabes, la cifra ascendió al 89%.
La situación que se vive en Israel en esta guerra es diferente a todas las anteriores. Los misiles con carga explosiva de 500 a 700 kilos son lanzados contra núcleos urbanos en grandes cantidades para dificultar la intercepción de los sistemas de defensa y han derribado edificios enteros, también en Tel Aviv.
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Se ha sabido también que el jueves fue lanzado al menos un misil balístico con ojiva con bomba de racimo que dispersa municiones menores a un radio de unos ocho kilómetros, según informó el Ejército israelí.
A las sirenas ululantes, precedidas por alertas telefónicas de diferentes aplicaciones que tienen en común unos sonidos que probablemente sean traumáticamente recordados por sus usuarios por los restos, siguen los ruidos de los misiles interceptores que despegan del suelo como aviones supersónicos. Y luego las explosiones.
En los supermercados, las chucherías son un bien de consumo en alza. También las pizzas. Said, dueño de una pizzería en Tel Aviv, no da abasto con los pedidos. "La gente se ha vuelto loca", dice.
"Mis hijas creen que es el fin del mundo y me piden que haya chucherías en casa, algo que por lo general no tenemos, ni caramelitos azules, ni bolsas de patatas fritas ni Bamba (bocaditos hechos de cacahuetes típicos de Israel)", explica Rivka, madre de dos niñas. "Pero ahora yo también paso de todo y nos lo comemos juntas en el refugio".
Estas últimas semanas, en Israel se había empezado a contarse un chiste basado en un acuerdo: "Este es el trato: nosotros os ayudamos a tirar vuestro régimen y vosotros nos ayudáis a tirar el nuestro". Es una broma reciente, desde que Israel atacó instalaciones nucleares y militares en Irán. Y, sobre todo, desde que el primer ministro Benjamin Netanyahu se dirigió al pueblo iraní para animarlo a levantarse contra los ayatolás que los gobiernan.