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Irán en el centro de una nueva estrategia: ¿guerra, presión o un "gran acuerdo"?
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Sinergias entre Netanyahu y Trump

Irán en el centro de una nueva estrategia: ¿guerra, presión o un "gran acuerdo"?

Estados Unidos e Israel intensifican su estrategia hacia Irán, buscando neutralizar su amenaza nuclear mediante presión y tácticas psicológicas, mientras la sociedad iraní enfrenta una creciente crisis interna

Foto: Funeral en Ahvaz por los muertos en los ataques israelíes contra Irán. ( REUTERS)
Funeral en Ahvaz por los muertos en los ataques israelíes contra Irán. ( REUTERS)

Durante la última década, Oriente Medio se ha convertido en una región donde cada crisis siembra las semillas de una aún mayor. Desde la aparición del Estado Islámico, la guerra civil en Siria y el fallido golpe de Estado en Turquía, hasta el recrudecimiento de los conflictos por poderes en Yemen, ahora se perfila una nueva crisis cuyo epicentro es Irán. Estados Unidos e Israel, ambos actores clave —especialmente con el retorno de Donald Trump a la escena política internacional—, han entrado en una nueva fase de interacción (o tal vez confrontación) con la República Islámica.

El análisis de las recientes posturas de Benjamin Netanyahu, primer ministro israelí, y el presidente de EEUU, Donald Trump, muestra una creciente convergencia de enfoques hacia Irán, a pesar de sus diferencias aparentes.

El regreso de Trump como presidente y la consolidación del poder de Netanyahu en Israel han generado una sinergia entre dos líderes que comparten una visión común. Mientras Trump busca reeditar un "gran acuerdo" en política exterior, Netanyahu persigue una oportunidad para neutralizar —o al menos debilitar— la amenaza nuclear iraní.

Foto: Resultado de uno de los ataques iraníes en Israel, en Ramat Gan, este 13 de junio. (Reuters/Itai Ron)

Trump se presenta como el presidente que trajo "paz" al mundo, desde los Acuerdos de Abraham entre países árabes e Israel, hasta evitar que Estados Unidos se involucrara en nuevas guerras. Pero siempre ha remarcado que la paz solo es posible "desde una posición de fuerza". Su frase reciente en la convención del Partido Republicano (mayo de 2025) refleja esta visión: "Primero hay que pelear, para luego poder negociar."

Con el debilitamiento de las políticas de Biden en Oriente Medio, Trump ve una oportunidad excepcional. Irán —especialmente en un escenario post-Jameneí y al borde de una transición política— se presenta como el terreno ideal para ejecutar ese plan: transformar al país de una "amenaza" en una "oportunidad de negociación histórica", siempre que se generen condiciones de crisis y vulnerabilidad interna.

Foto: Imágenes de satélite de la planta de enriquecimiento nuclear de Natanz, atacada por Israel. (Reuters/Maxar Technologies )

Fue exactamente en el día 61, tras la resolución del Consejo de Gobernadores del OIEA contra Irán, cuando comenzaron los ataques israelíes. No olvidemos que Trump había dado 60 días a la República Islámica para llegar a un acuerdo nuclear con EEUU.

Objetivo principal: no derrocar, sino neutralizar la amenaza militar

Netanyahu ha insistido en que su meta respecto a Irán no es un cambio de régimen, sino impedir que la República Islámica acceda a armas nucleares. A diferencia de ciertos grupos que promueven la caída directa del gobierno iraní, él ha buscado mantener al régimen en un estado de debilidad contenida. En una entrevista con el Canal 12 israelí en junio de 2025 declaró: "Si la República Islámica colapsa desde dentro, mejor. Pero lo único que queremos es que no puedan apretar un botón y destruir Tel Aviv".

Mensajes contradictorios: una táctica psicológica

Una técnica que ambos líderes han empleado en los últimos meses ha sido la de emitir mensajes contradictorios. Trump habla a veces de una negociación inmediata con Irán, otras veces de la necesidad de una intervención militar. Netanyahu alterna entre discursos sobre "paz regional" y advertencias de que "estamos preparados para la guerra en cualquier momento". Esta táctica responde a una lógica de "guerra fría suave": generar ambigüedad para forzar reacciones erráticas del adversario. En realidad, estos mensajes forman parte de una estrategia escalonada para imponer condiciones favorables en el futuro.

Foto: Personal de emergencia en Haifa después de que misiles iraníes impactaran en la ciudad (Reuters/Shir Torem)

Ambos insisten en que su objetivo no es destruir Irán como país, sino eliminar los centros de poder decisor. La estructura administrativa y económica debe permanecer, para poder negociar con ella posteriormente. Una lección aprendida del error en Irak tras la caída de Sadam, donde la disolución total del Estado contribuyó al surgimiento del Estado Islámico. Esa experiencia no quieren repetirla en Irán.

Colaboración estratégica y diseño a largo plazo

Informes de inteligencia occidentales confirman una amplia cooperación entre el gobierno israelí y el equipo de seguridad vinculado a Trump. Según Axios, Israel ha compartido información sobre el traslado de uranio enriquecido y la ubicación de instalaciones clave de la Guardia Revolucionaria con sus contrapartes estadounidenses. Estos datos no están destinados a ataques inmediatos, sino a construir una hoja de ruta para una presión sostenida.

Un plan basado en experiencias pasadas: Guerra Fría, Afganistán e Irak

Foto: El hospital de Israel atacado por Irán durante la madrugada. (Reuters/Amin Cohen)
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Los diseñadores de esta estrategia —en Washington y Tel Aviv— no actúan sin referentes históricos. Tres modelos inspiran sus planes:

Modelo Guerra Fría (frente a la URSS): presión integral, sin guerra directa

Modelo Afganistán (años 80 y 2000): desestabilización mediante apoyo indirecto a opositores

Modelo Irak (desde 2003): eliminación del liderazgo mediante intervención directa, con alto coste

El plan contra Irán es una síntesis selectiva de estos tres. La idea: aplicar máxima presión sin repetir los errores pasados.

Lecciones de Irak: evitar un colapso total

Según análisis del RAND Corporation y del Brookings Institution, los responsables estadounidenses coinciden en que: "No queremos repetir Irak. No necesitamos un Irán colapsado que genere una amenaza aún mayor." Si Jameneí desaparece, el proceso debe evitar la disolución del Estado o una guerra civil. El primer paso sería una combinación de guerra psicológica, debilitamiento interno y eventual negociación.

Foto: Un hombre iraní pasa frente a una pancarta antiisraelí con imágenes de misiles iraníes, en Teherán, Irán. (EFE/Abedin Taherkenareh)

Reacciones dentro de Irán: entre el duelo, la desconfianza y el reclamo de paz

Ante los recientes ataques israelíes que causaron la muerte de varios ciudadanos iraníes, la sociedad civil iraní se encuentra frente a uno de los momentos más sensibles y complejos de su historia contemporánea. Estas reacciones, aunque se desarrollan en un espacio fuertemente restringido por el régimen, afloran en capas más profundas del tejido social, en redes virtuales, círculos culturales e incluso en el silencio elocuente de ciertas figuras públicas, reflejando una crisis de confianza, una ira contenida y preguntas fundamentales sobre el rumbo futuro del país.

Foto: Un incendio en la ciudad de Haifa tas un ataque de Irán. (EFE/Servicio de Emergencias israelí) Opinión
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En las primeras reacciones, muchas familias en busca de justicia y sectores de la ciudadanía respondieron a la guerra con una mezcla de rabia y dolor. Pero lo que más llamó la atención, incluso por encima del conflicto mismo, fue la profunda brecha entre el relato oficial del gobierno y la percepción pública sobre el origen de estos ataques. Una parte significativa de la sociedad señaló que la estructura de seguridad no era tan poderosa como afirmaba, incapaz siquiera de proteger a sus altos mandos militares y de inteligencia, y que durante años había concentrado toda su energía en reprimir a activistas de la sociedad civil.

Algunos artistas, periodistas y activistas intentaron, a través de publicaciones simbólicas o la difusión de mensajes discretos, expresar su solidaridad con las familias de los fallecidos y, al mismo tiempo, marcar su distancia respecto a las políticas de la República Islámica. En ciertos comunicados se oyeron críticas directas e indirectas al aventurismo militar del régimen. Sin embargo, una parte importante del sector intelectual optó por el silencio: un silencio cargado de desesperanza y de falta de horizonte.

Redes sociales y medios: el campo de batalla de los relatos

En ausencia de medios libres, las redes sociales se han convertido en el principal escenario de respuesta civil. Usuarios iraníes de Twitter, Instagram y Telegram difundieron en los días posteriores a los ataques etiquetas como #NoQueremosGuerra o #NoALaGuerra, intentando proyectar una voz distinta a la que difunden los medios estatales. Algunos escribieron con claridad: "Esta no es nuestra guerra. Las víctimas son el pueblo." Uno de los aspectos más relevantes de la reacción de la sociedad civil fue la visibilización de una profunda fractura entre la noción oficial de interés nacional y la comprensión ciudadana de ese mismo concepto.

Mientras el gobierno interpretaba los ataques como parte de una "defensa frente a amenazas externas", muchos iraníes veían esta situación como el resultado de años de aventuras militares regionales y de una estrategia sostenida de construcción del enemigo. Esta diferencia de percepción, aunque en apariencia solo teórica, revela en realidad una crisis más profunda en los cimientos de la cohesión social.

La sociedad civil iraní de hoy está cansada, herida, pero también atenta y resistente. Los ataques recientes y la muerte de civiles no solo constituyen una tragedia humana, sino que se han convertido en símbolo del conflicto entre la política oficial y los deseos reales de la ciudadanía. Una vez más, el pueblo iraní ha recordado al mundo su anhelo de paz y su derecho a elegir libremente su propio destino.

Primera fase: presión y debilitamiento

  1. Ataques israelíes selectivos contra personas e instalaciones militares y de inteligencia
  2. Filtración de documentos e informes para socavar la credibilidad del aparato de seguridad

Segunda fase: generar un "vacío de poder"

  • Eliminar comandantes clave del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria y de inteligencia
  • Reducir la cohesión del mando militar a través del miedo y las pérdidas
  • Aumentar la presión internacional para negociar con un gobierno debilitado
  • Entrada de Trump con una oferta de acuerdo "histórico" desde una posición de fuerza

¿Guerra clásica? No. Estrategia combinada

No se contempla una invasión militar al estilo clásico por parte de EE. UU., sino una estrategia híbrida: Erosionar el poder desde dentro. Eliminar a la élite que controla el régimen. Usar herramientas psicológicas y económicas, no bombas

Este modelo no solo está diseñado para Irán, sino como patrón de intervención en países que resisten el orden global liderado por EE. UU. en el siglo XXI.

Foto: Bombarderos B-2. (Reuters/Mike Segar)

El foco: los pilares del régimen

Esta estrategia no busca destruir el sistema iraní, sino desactivar su núcleo decisor. En este diseño:

  • Jameneí no es visto como un enemigo personal, sino como el pilar del sistema
  • Primero deben eliminarse sus colaboradores clave
  • El régimen no debe poder regenerarlos; su desaparición debe ser irreversible
  • En ese momento, Trump —o quien sea— podrá ofrecer un acuerdo que el sistema debilitado aceptará

Cabe destacar que Trump se opuso a que Israel asesinara directamente a Jameneí. ¿Por qué? Porque su objetivo no es derrocar al régimen, sino negociar con un sistema debilitado

Posición estratégica de Israel

  • Con un Irán debilitado militar y nuclearmente, Israel eliminaría su mayor amenaza existencial
  • Se abriría la puerta a nuevos Acuerdos de Abraham, incluso con Arabia Saudí
  • Israel consolidaría su papel como eje de seguridad regional, gracias a su superioridad en inteligencia y capacidades militares

Como afirmó Yossi Cohen, exdirector del Mossad, a Haaretz: "Solo queremos la paz, pero una paz en la que nuestro enemigo no esté en posición de fuerza."

Conclusión: una reingeniería geopolítica

Lo que se está gestando en Oriente Medio no es solo otro conflicto, ni una disputa entre potencias tradicionales. Es un proceso de rediseño geopolítico que busca redefinir el equilibrio regional en el siglo XXI.

Estados Unidos e Israel están aplicando una estrategia compuesta que combina las lecciones de la Guerra Fría, Afganistán e Irak, con herramientas modernas y complejas.

No buscan un "cambio de régimen" en el sentido clásico. Buscan cambiar el equilibrio de poder, eliminar a quienes deciden, y dejar un sistema que ya no pueda representar una amenaza real.

Hoy, la República Islámica se encuentra en una encrucijada histórica: o se precipita hacia una crisis que podría destruir sus estructuras internas, o adopta una estrategia nueva que le permita redefinir su relación con el mundo.

*Ryma Sheermohammadi es es traductora y analista y colabora con medios sobre derechos humanos y Oriente Medio.

Durante la última década, Oriente Medio se ha convertido en una región donde cada crisis siembra las semillas de una aún mayor. Desde la aparición del Estado Islámico, la guerra civil en Siria y el fallido golpe de Estado en Turquía, hasta el recrudecimiento de los conflictos por poderes en Yemen, ahora se perfila una nueva crisis cuyo epicentro es Irán. Estados Unidos e Israel, ambos actores clave —especialmente con el retorno de Donald Trump a la escena política internacional—, han entrado en una nueva fase de interacción (o tal vez confrontación) con la República Islámica.

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