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Radiografía de la decisión más trascendental del año: ¿quiere Trump bombardear Irán?
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Radiografía de la decisión más trascendental del año: ¿quiere Trump bombardear Irán?

La postura de Trump sobre unirse a Israel contra Irán es incierta, con mensajes contradictorios desde la Casa Blanca y una decisión en el horizonte capaz de cambiar por completo la región de Medio Oriente

Foto: Foto: Reuters / Dado Ruvic.
Foto: Reuters / Dado Ruvic.
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"Quizás lo haga y quizás no. Nadie sabe qué es lo que voy a hacer", declaró el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en referencia a la posibilidad de sumarse a Israel en la guerra con Irán. A la luz de los mensajes contradictorios que llegan de la Casa Blanca en los últimos días, es posible que tampoco lo sepa él. El martes, Trump llamó a la "rendición incondicional" de Irán y amenazó con matar al líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei. El jueves, enfrió sus declaraciones y anunció que tomaría una decisión "en las próximas dos semanas".

La cronología de la postura de Trump respecto a Irán, reconstruida por medios como The New York Times, Politico y The Wall Street Journal, ha parecido evolucionar en función del desempeño militar israelí y de las fisuras que una nueva guerra en Oriente Medio ha causado entre los seguidores del presidente de EEUU.

La intención original de la Administración Trump parecía ser continuar negociando con los iraníes un acuerdo nuclear similar al firmado por Barack Obama en 2015, del que luego se retiró Trump en 2018. Así lo indica el hecho de que había una nueva reunión fijada en Omán el domingo pasado, y la conversación en la que Donald Trump le habría dicho al premier israelí, Benjamín Netanyahu, que dejara de "hablar de atacar Irán", según fuentes citadas por la CNN un día antes de dicho ataque.

Las agencias de inteligencia norteamericanas ya habían advertido a Trump, a finales de mayo, que los israelíes habían decidido bombardear Irán, con o sin ayuda de Washington. Netanyahu se disponía a cumplir la amenaza que llevaba décadas profiriendo dentro y fuera de Israel: la de abortar el programa nuclear iraní, perpetuamente a las puertas de desarrollar la bomba, por la vía militar.

Foto: Bombarderos B-2. (Reuters/Mike Segar)

Conocedor de las intenciones de Netanyahu, Trump continuó advirtiéndole de que un ataque unilateral contra Irán echaría por tierra los esfuerzos diplomáticos en los que se había embarcado su administración. Al mismo tiempo, su gabinete, que también mostraba signos de impaciencia respecto al lento diálogo con los iraníes, empezó a barajar opciones sobre cómo responder a la inminente guerra.

Pocas horas después de que las bombas empezaran a caer en Teherán, el secretario de Estado, Marco Rubio, publicó un breve comunicado aclarando que EEUU se lavaba las manos. "No estamos involucrados en los bombardeos contra Irán y nuestra máxima prioridad es proteger las fuerzas americanas en la región", escribió Rubio en referencia a los 40.000 militares desplegados en Oriente Medio.

Foto: Personas se reúnen junto a vehículos dañados tras los ataques israelíes, en Teherán, Irán. (Reuters)

Un poco más tarde, el mismo viernes en el que empezó la guerra directa, Donald Trump parecía sumarse a la narrativa de la agresión israelí: "Creo que ha sido excelente", dijo en unas declaraciones a ABC News. "Les dimos la oportunidad y no la aprovecharon. Les han dado duro, muy duro. Les han dado tan duro como les podrían haber dado. Y aún recibirán más, mucho más", agregó.

Aquí hay dos factores relevantes: el primero, que los altos cargos estadounidenses, a diferencia de los israelíes, no veían evidencias de que Irán estuviera esforzándose en desarrollar una bomba nuclear lo antes posible. Algo que confirmó públicamente la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, a cargo de coordinar las tareas de las 18 agencias de espionaje de la Administración.

El testimonio de Gabbard enfureció a Trump, ya que erosionaba la carta que se guardaba para justificar potencialmente una entrada en la guerra. "No me importa lo que dijo ella", declaró Trump ante los reporteros, en referencia al testimonio de Gabbard en el Congreso. "Creo que están muy cerca de conseguir el arma".

Foto: Un hombre iraní pasa frente a una pancarta antiisraelí con imágenes de misiles iraníes, en Teherán, Irán. (EFE/Abedin Taherkenareh)

Lo cual nos lleva al segundo factor relevante de la ecuación: el hecho de que, dentro del Partido Republicano, está la facción de aquellos que apoyan la entrada en guerra de Estados Unidos y la facción de aquellos que la rechazan.

Entre los dirigentes que defienden el uso de la fuerza, con presencia estadounidense si es necesario, están los senadores republicanos Lindsey Graham, John Kennedy, Ted Cruz o Mike Rounds, apoyados por los influyentes halcones de Fox News, Sean Hannity y Mark Levin. Los reacios, en el Congreso, son la misma minoría que se atrevió a plantarse frente a los aranceles de Trump: el senador Rand Paul y el representante Thomas Massie, ambos de Kentucky.

La mayoría de republicanos, y curiosamente, los demócratas a cargo del partido en el Senado y la Cámara de Representantes, Chuck Schumer y Hakeem Jeffries, se han puesto de perfil. Los primeros, probablemente porque esperan a ver por dónde sale Trump para respaldarlo y así no pillarse los dedos. Los segundos, según William Hartung, del Quincy Institute for Responsible Statecraft, porque, si rechazan la intervención, estarían contradiciendo no a Trump, sino al Gobierno de Israel.

Foto: Trump recibe a Netanyahu en La Casa Blanca. (Reuters)

Como ha reconocido Trump, el proceso de la toma de decisiones está siendo completamente opaco. Nadie sabe cuáles son los mimbres de la toma de decisiones de la Casa Blanca y parece claro, como ha dicho la minoría crítica republicana, que Trump no tiene interés en pasar su decisión por el filtro del Congreso.

La seriedad de sumarse al conflicto hace que los presidentes suelan buscar la legitimación parlamentaria. Las intervenciones en Corea, Vietnam, Iraq y Afganistán fueron refrendadas por el poder legislativo, algo que, de momento y en el caso de que decida meterse, no parece figurar en los cálculos de Donald Trump.

"La política exterior a base de tuits es una locura", declaró el senador de Virginia, Mark Warner, del Partido Demócrata, durante una entrevista en MSNBC. "No tengo ni la más remota idea de lo cómo es, ahora mismo, la política exterior en esta circunstancia. Yo soy el vicepresidente del Comité de Inteligencia. Si yo no tengo ni la más remota idea, ¿qué es lo que sabe el pueblo americano y qué saben nuestros amigos, los pocos que nos quedan, al respecto? (...) ¿Qué significa ‘rendición incondicional’? ¿Ante quién se supone que se tiene que rendir Irán?".

Foto: Resultado de uno de los ataques iraníes en Israel, en Ramat Gan, este 13 de junio. (Reuters/Itai Ron)

Mientras Irán, Israel y el resto del mundo esperan la respuesta de Trump, que deja margen para retomar las negociaciones nucleares, Estados Unidos ha mandado más recursos militares a la región. Entre ellos, tres docenas de aviones de repostaje que pueden ayudar a operar a los cazas presentes en las bases de Oriente Medio. Y que, además, podrían reforzar las operaciones aéreas sobre Irán.

La mayor contribución de EEUU a la campaña israelí sería el lanzamiento de una bomba GBU-57, capaz de penetrar un edificio de 20 plantas situado bajo tierra. Se trata de la bomba no nuclear más poderosa del mundo: un misil de más de 13 toneladas que, en teoría, podría destruir la famosa central nuclear de Natanz, construida dentro de una montaña, decenas de metros bajo tierra.

Si Washington finalmente decide involucrarse, es posible que Irán ataque la presencia militar estadounidense en el Golfo Pérsico; que sus aliados, las milicias hutíes de Yemen, vuelvan a lanzar misiles a los barcos que surcan el Mar Rojo; y, sobre todo, que Irán mine el Estrecho de Ormuz, lo que bloquearía a los barcos americanos y generaría una crisis económica global, dado que por allí pasa cerca del 20% del consumo diario mundial de petróleo. Una serie de contingencias que pueden afectar a la toma de decisiones de Trump en las próximas dos semanas.

"Quizás lo haga y quizás no. Nadie sabe qué es lo que voy a hacer", declaró el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en referencia a la posibilidad de sumarse a Israel en la guerra con Irán. A la luz de los mensajes contradictorios que llegan de la Casa Blanca en los últimos días, es posible que tampoco lo sepa él. El martes, Trump llamó a la "rendición incondicional" de Irán y amenazó con matar al líder supremo del país, el ayatolá Alí Jamenei. El jueves, enfrió sus declaraciones y anunció que tomaría una decisión "en las próximas dos semanas".

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