Guerra de servicios secretos en Marruecos: el contraespionaje a la caza de los espías renegados
Decenas de personas afines a Mehdi Hyjaoui, ex "nº 2" de la agencia de inteligencia exterior marroquí, incluidos dos comisarios, han sido detenidas y enviadas a prisión. La represión afecta a los familiares, algo que no sucedió con los opositores
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Abdellatif Hammouchi, de 59 años, el superpolicía de Marruecos, está todos los días en las portadas de la prensa marroquí. Periódicos y televisiones le ensalzan su éxito en las jornadas puertas abiertas que organizó la Seguridad Nacional en mayo en El Jadida, con 2,4 millones de visitantes, o su intervención en la reunión policial de Moscú que consolida "su papel como figura central en el ámbito de la seguridad e inteligencia a nivel planetario".
Detrás de las bambalinas, Hammouchi libra, sin embargo, una guerra sin cuartel contra la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), el servicio secreto exterior que dirige Yassine Mansuri. Empezó con la detención de decenas de colaboradores, amigos y hasta familiares de Mehdi Hijaouy, de 52 años, que fue en su día el "número dos" de la DGED.
Ahora ha alcanzado a Yassine Mansouri, el director de la DGED. El diario "Barlamane", fiel portavoz del aparato de seguridad, pidió el sábado que se investigara la adquisición de sus propiedades. Mansouri ya desapareció del saludo protocolario al rey Mohamed VI en Tetuán con motivo del Aid el Adha, la mayor fiesta del islam celebrada el sábado 7. Desde entonces circulan rumores sobre su caída en desgracia. Compañero de colegio del rey Mohamed VI, Mansouri lleva 20 años en el cargo y era uno de los hombres más poderosos del reino.
Mehdi Hijaouy huyó de Marruecos a España el año pasado tras serias desavenencias con las autoridades marroquíes, que solicitaron su extradición en septiembre por, entre otros motivos, haber fomentado la emigración ilegal hacia España. Temeroso de ser entregado, salió clandestinamente en noviembre a otro país europeo donde se esconde.
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La revelación de su estancia en Madrid dio pie a la publicación de un sinfín de artículos injuriosos en la prensa marroquí. "Mehdi Hijaouy: falso experto, auténtico estafador", tituló, por ejemplo, "Hespress", el diario digital de mayor audiencia, pese a haber publicado durante años tribunas del exespía.
Los periódicos pusieron además en tela de juicio que hubiese sido el "número dos" del espionaje, describiéndole como un mero peón. Claude Moniquet, un exagente de la Dirección General de la Seguridad Exterior francesa, confirmó, sin embargo, en mayo en redes sociales que desempeñó ese cargo. Alabó de paso "su experiencia y sus reflexiones" plasmadas en un libro. Hijaouy actuó incluso como máximo jefe de la agencia cuando Mansouri, el director, estuvo de baja largo tiempo por razones de salud.
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Las andanadas de la prensa contra Hijaouy fueron solo la primera salva. Después hubo otras muchas embestidas protagonizadas por la Brigada Nacional de la Policía Judicial (BNPJ), un cuerpo de élite a las órdenes de Hammouchi. Este ostenta un gran poder porque está no solo al frente de la Seguridad Nacional (policía) sino de la Dirección General de Supervisión del Territorio dedicada al contraespionaje y a la lucha antiterrorista.
La BNPJ, que suele llevar a cabo grandes investigaciones criminales, se consagra ahora a averiguar las supuestas irregularidades en la explotación del centro de belleza Musky en Rabat, perteneciente a la esposa de Hijaouy exiliada en Madrid. En el marco de esas pesquisas, la brigada policial acabó convocando a la cuñada de Hijaouy, cerró el centro, detuvo además al jefe de urbanismo y al director de servicios del ayuntamiento de Rabat, que otorgó el permiso de apertura, e interrogó a la alcaldesa de Rabat, Fatiha el Moudni.
Una veintena de víctimas colaterales
Estos últimos no han ido a la cárcel, pero en el círculo de amistades de Hijaouy sí hay unos cuantos que están detrás de los barrotes cumpliendo, tras un juicio exprés, condenas a pocos años, pero por delitos pintorescos. En Marruecos la justicia no es independiente.El caso más llamativo es el de un comisario de policía, Khalid Bouatlaoui, de 62 años, al que le cayeron tres años pese a ser hermano de Fouad Bouatlaoui, jefe de la seguridad del príncipe heredero Moulay Hassan. Este ha mostrado siempre su aprecio por la labor del policía dedicado a protegerle y ha vetado su traslado.
En total son, por ahora, cerca de una veintena las víctimas colaterales en Marruecos de la huida de Hijaouy del país y de su permanencia en un escondite en algún lugar de Europa. La prensa marroquí y los portavoces oficiosos de las autoridades aseguran, sin embargo, que Hijaouy contaba con al menos dos conocidos colaboradores en el extranjero. Los familiares de ambos en Marruecos también son blanco de la temida brigada judicial.
El primero es Hicham Jerando, un youtuber marroquí afincado en Montréal (Canadá) desde donde lanza improperios contra las autoridades de Rabat salpicados, a veces, de informaciones sobre supuestos escándalos de corrupción respaldadas en documentos que muestra ante la cámara. Una de sus fuentes sería el propio Hijaouy que se vengaría así.
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Hicham Jerando ha sido condenado en rebeldía a 15 años de cárcel por un tribunal de Rabat. A siete de sus allegados les han caído penas de entre dos meses y tres años de cárcel por ser cómplices del supuesto difamador. Entre ellos figura su sobrino, que pasará tres años en prisión, y su cuñado, condenado a dos. La policía judicial se extralimitó y detuvo incluso durante unas horas a una sobrina de Jerando, de 14 años, que padece una enfermedad rara. Como no podía devolverla a sus padres, los había apresado, acabó ingresándola en un centro de menores.
El segundo amigo de Hijaouy en el extranjero es Mustafa Aziz, un octagenario hombre de negocios marroquí afincado en París que trabajó durante años en África por encargo de Yassine Mansouri, el jefe del servicio secreto exterior. Su tarea consistía en recabar apoyo a la "marroquinidad" del Sáhara Occidental. Junto con Hijaouy fundó recientemente el "Marruecos de mañana", una asociación de inmigrantes en Europa.
Antes de que su hijo Hadi fuera condenado a dos años, Mustafa Aziz subió un par de vídeos a las redes en los que manifiesta su incomprensión e indignación porque desde Rabat hayan asestado un golpe tan bajo a alguien como él que se dejó el pellejo defendiendo con discreción los intereses de su país. Aziz es "un fugitivo condenado por fraude", le respondió la prensa oficialista marroquí, recordando una estafa que cometió años atrás a través de una de sus empresas.
Numerosos opositores marroquíes han pasado por las prisiones oficiales o clandestinas desde que el país accedió a la independencia en 1956. Sus familiares sufren estos encarcelamientos por múltiples motivos como la dificultad para visitar a los reos, el aislamiento al que están sometidos o la falta de cuidados médicos.
El sistema policial nunca se había, sin embargo, enseñado con ellos, como sucede ahora con los allegados a Mehdi Hijaouy que han acabado tras las rejas. El objetivo de Hammouchi es forzar a Hijaouy a callarse primero, tiene información sobre el uso de Pegasus por Marruecos, y después a regresar y entregarse, según una fuente de inteligencia europea.
En medio de esta maraña de ajustes de cuentas han aflorado en las redes documentos sobre los activos inmobiliarios de Nasser Bourita, ministro de Asuntos Exteriores, y, sobre todo, de Yassine Mansouri, jefe del espionaje exterior. Las revelaciones son producto de un pirateo por Jabaroot DZ, un supuesto grupo de hackers argelinos, de la base de datos de la Agencia Nacional del Registro de la Propiedad o quizás de Tawtik, una plataforma del Consejo Nacional de la Orden de los Notarios.
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Mansouri adquirió en Marruecos entre 2022 y 2023 propiedades por valor de 3,266 millones de euros, según esos documentos, nunca desmentidos, que circulan abundantemente por las redes sociales. El periodista marroquí Ali Lmrabet, exiliado en Barcelona, dedicó un largo análisis con en su canal de YouTube a intentar demostrar que ese dinero no podía proceder de su sueldo, equivalente al de un ministro, y que su origen era otro.
El diario "Barlamane" se sumó, sorprendentemente, el sábado a las sospechas del periodista exiliado. Pidió incluso que se abriera una investigación sobre la adquisición por funcionarios de las propiedades que figuran en los documentos pirateados. No da nombres, pero se refiere a Nasser Bourita y a Yassine Mansouri. Dirigido por Mohamed Khabbachi, exportavoz del Ministerio del Interior, "Barlamane" es el periódico de Hammouchi.
El "hackeo" del registro notarial fue el segundo, en menos de dos meses, que reveló datos llamativos. El anterior, en abril, tuvo por objetivo la Tesorería Nacional de la Seguridad Social y sacó a la luz información sobre sus dos millones de afiliados, entre ellos Mounir Majidi, secretario particular del rey. Por gestionar Siger, el holding real, cobra el equivalente de unos 120.000 euros mensuales.
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El último ciberataque exitoso se produjo el 8 de junio y su blanco fue el Ministerio de Justicia, del que robaron datos sobre 5.000 jueces y otros 35.000 funcionarios. Esos dos últimos pirateos masivos fueron también protagonizados por los argelinos de Jabaroot DZ que se han convertido en un desafío para todos los servicios de seguridad de Marruecos. Son tan eficaces a la hora de infiltrar bases de datos que algunos en Rabat dudan que estén vinculados con los servicios secretos argelinos.
Abdellatif Hammouchi, de 59 años, el superpolicía de Marruecos, está todos los días en las portadas de la prensa marroquí. Periódicos y televisiones le ensalzan su éxito en las jornadas puertas abiertas que organizó la Seguridad Nacional en mayo en El Jadida, con 2,4 millones de visitantes, o su intervención en la reunión policial de Moscú que consolida "su papel como figura central en el ámbito de la seguridad e inteligencia a nivel planetario".