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El futuro más temido de EEUU: el asesinato de la congresista revela lo que nadie quiere ver
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Aumento de la violencia

El futuro más temido de EEUU: el asesinato de la congresista revela lo que nadie quiere ver

Las amenazas y los incidentes contra cargos oficiales en EEUU subieron un 87% entre julio de 2022 y julio de 2024. En todo el año pasado hubo más de 600 amenazas a cargos locales, sobre todo a mujeres y miembros de minorías

Foto: Un pequeño altar en memoria de la asambleísta demócrata Melissa Hortman y su marido Mark. (Reuters/Ellen Schmidt)
Un pequeño altar en memoria de la asambleísta demócrata Melissa Hortman y su marido Mark. (Reuters/Ellen Schmidt)

La violencia política en Estados Unidos, y la tolerancia a la misma, no dejan de crecer, como indican los datos recogidos por las agencias federales y la naturaleza de las reacciones oficiales a este tipo de crímenes. El asesinato de una representante estatal demócrata de Minnesota y el intento de asesinato de un senador del mismo Estado son el ejemplo más reciente de esta tendencia.

"Como los tiroteos en los colegios, la violencia política se está convirtiendo casi en una rutina", titula The New York Times. "Solo en los últimos tres meses, un hombre prendió fuego a la residencia del gobernador mientras Shapiro [el gobernador demócrata de Pensilvania] y su familia dormían dentro; otro hombre acribilló a un par de empleados de la Embajada israelí junto a un evento en Washington; a los manifestantes que llamaban a la liberación de los rehenes israelíes en Boulder, Colorado, se les prendió fuego; y la sede del Partido Republicano en Nuevo México y de un concesionario de Tesla cerca de Albuquerque fueron atacados con bombas incendiarias".

Según los datos recabados por la Bridging Divides Initiative, de la Universidad de Princeton, las amenazas y los incidentes contra cargos oficiales en EEUU subieron un 87% entre julio de 2022 y julio de 2024. En todo el año pasado hubo más de 600 amenazas a cargos locales, sobre todo a mujeres y miembros de minorías.

Otro estudio, elaborado con datos de las agencias gubernamentales por el Combating Terrorism Center, en la academia militar de West Point, recoge que, entre 2013 y 2016, hubo una media anual de 38 delitos federales por amenazas a dirigentes públicos. Entre 2017 y 2022, la media aumentó a 62 delitos federales al año. Las informaciones preliminares de 2023 y 2024 apuntaban a un "nuevo récord".

Foto: Manifestante subido a un semáforo en LA. (EFE/Caroline Brehman)

Algunos de estos casos alcanzan las portadas, como, evidentemente, los atentados contra Donald Trump o el reciente asesinato de la mencionada congresista estatal Melissa Hortman y de su marido, pero la gran mayoría quedan casi fuera de radar: amenazas a funcionarios electorales, marchas neonazis a plena luz del día y un clima general de "hostilidad" hacia cualquier persona que participe en política.

Un sondeo de Princeton realizado entre 4.000 cargos locales a lo largo 2023 y 2024 reflejaba que más de la mitad habían experimentado amenazas y acoso. Un informe del Brennan Center for Justice concluía que este clima de hostilidad "socavaba su capacidad [de los cargos electos] para involucrarse con los ciudadanos, limitaba sus opciones políticas y desalentaba el servicio público continuado".

Foto: Un hombre tirotea a dos demócratas. (Twitter)

Uno de los autores de la investigación de West Point, Peter Simi, de la Universidad de Chapman, dice que este aumento de la violencia política es el síntoma de dos causas con las que el mundo actual ya está familiarizado: el recrudecimiento de la polarización política y la caída de la confianza en las instituciones.

Una vertiente más difícil de medir es la reacción política a estos crímenes. La mayoría de los líderes de ambas bancadas condenan este tipo de actos, que se dan tanto contra progresistas como conservadores. Pero a menudo aparecen mensajes que tratan instrumentalizar, como en el caso de Minnesota, el asesinato.

Cuando los estadounidenses se despertaron el sábado con la noticia del asesinato de Hartman y de su marido, y el tiroteo del senador John Hoffman y su mujer, en las respectivas viviendas de ambas parejas, ya tenían, también, una sólida ración de especulaciones y teorías conspirativas. Entre otras, que Hartman había sido tiroteada por un izquierdista, ya que esta había votado, en una cámara de mayoría justísima, por retirar el derecho a la sanidad pública a los inmigrantes sin papeles.

Foto: Homenaje a los dos judíos fallecidos en el Museo Judío de Washington. (EFE/Will Oliver)

Las acusaciones contra la izquierda arreciaron al saberse el nombre del sospechoso, Vance Boelter, un experto en seguridad que había trabajado en el Gobierno estatal de Tim Walz, gobernador demócrata y candidato vicepresidencial con Kamala Harris en 2024.

"Esto es lo que pasa cuando los marxistas no se salen con la suya", tuiteó el senador de Utah, el republicano Mike Lee, colocando una foto del sospechoso con máscara y vestido de policía, grabado por una cámara de seguridad en el momento en que se disponía a cometer el crimen.

Las investigaciones en curso recogen que Boelter tenía una lista de potenciales objetivos donde se encontraban otros congresistas demócratas, ligados por su apoyo al aborto y a las políticas reproductivas progresistas de Planned Parenthood. "Es un seguidor de Trump", dijo su compañero de piso en una comparecencia ante los medios. "No es un demócrata. Le ofendería que la gente lo llamara demócrata".

Foto: Un agente de policía apunta con un arma entre el humo durante una protestas en Los Ángeles. (Reuters/Mike Blake)

El dueño de la red social X, hombre más rico del mundo y antiguo valido de Donald Trump, con quien parece haber hecho las paces, Elon Musk, compartió su análisis con sus más de 200 millones de seguidores: "La extrema izquierda es sanguinariamente violenta", dijo citando un post en el que una cuenta anónima hacía una lista de asesinatos recientes, incluyendo el de Minnesota.

El mayor acto de violencia política de los últimos años en Estados Unidos es el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, en el que los congresistas se libraron por poco de ser alcanzados por una turba violenta convencida, pese a que más de 60 tribunales han demostrado lo contrario, de que a Donald Trump le robaron la presidencia en un fraude electoral. Una mentira que el mismo presidente saliente había propagado minutos antes del ataque en un mitin enfrente del Congreso.

Desde que Trump ha vuelto a la Casa Blanca, ha hecho un esfuerzo multifacético por reformular aquel episodio, que dejó 174 agentes de policía heridos y un total de cinco muertos en 36 horas, como el acto de unos patriotas indignados por el supuesto tongo. Una de sus primeras medidas fue indultar a los cerca de 1.500 procesados en los juicios, fruto de la mayor investigación policial de la historia del país, que para él eran "patriotas" y "rehenes". Y usa los acontecimientos de aquel día como forma de medir la lealtad de sus subordinados e incluso de los empleados de agencias como el FBI, que, según The Washington Post, han tenido que responder a esta pregunta: "El 6 de enero de 2021, ¿quiénes eran los patriotas?".

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (EFE/Chris Kleponis)

El paisaje actual no da señales de que esta hostilidad esté disminuyendo. La noche del domingo, Trump anunció que mandaría a unidades de la policía migratoria, ICE, que últimamente efectúa sus redadas con pasamontañas, rifles, chalecos antibalas y hasta carros blindados, a los barrios de Nueva York, Chicago y Los Ángeles, ciudades demócratas descritas por el presidente como "distopías del Tercer Mundo".

Las pequeñas y puntuales protestas de Los Ángeles, causadas por las redadas indiscriminadas y que la policía de la ciudad dijo estar en condiciones de controlar, fueron motivo suficiente para que Trump desplegara a la Guardia Nacional y a los marines, pese a que estos no están entrenados como fuerzas antidisturbios, sino como fuerzas letales. Los datos muestran que la violencia política va a mayores. La retórica, siempre en nombre de los "americanos reales", también.

La violencia política en Estados Unidos, y la tolerancia a la misma, no dejan de crecer, como indican los datos recogidos por las agencias federales y la naturaleza de las reacciones oficiales a este tipo de crímenes. El asesinato de una representante estatal demócrata de Minnesota y el intento de asesinato de un senador del mismo Estado son el ejemplo más reciente de esta tendencia.

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