El polvorín de los gobiernos 'golpistas' en el Sahel deja récords de migrantes en Canarias
Antes migraban del Magreb; ahora huyen del Sahel, según Seguridad Nacional. El número de solicitantes de asilo de Mali (+726%) y Senegal (+254%) se disparó en 2024
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Aquellos que llegan con heridas –y en ocasiones, miembros amputados– hasta los centros de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), tienen un perfil distinto a los que llegaban antes. Suelen compartir dos características: cada vez llegan más solicitantes de asilo –aquellos que buscan protección internacional– y un porcentaje muy elevado procede de Mali, afirma Raquel Santos, directora de Programas de CEAR, a El Confidencial.
"Son chicos realmente vulnerables, vienen muy tocados” por todo lo que han sufrido en el trayecto, continúa Santos. En muchos casos, dice, “el barco es solo una parte pequeña de todo el viaje que llevan”. A su vulnerabilidad, se suma su nivel de alfabetización. Doblemente extranjeros y extraños.
En 2023 se produjo “un cambio de paradigma” respecto al tipo de personas que migran a España por mar, según revela el informe de Seguridad Nacional 2024, publicado el 22 de mayo. Antes, solían ser magrebíes –en su mayoría, marroquíes– mientras que, actualmente, huyen de países del Sahel, esa amplia franja de terreno cuasidesértico de 'frontera' entre África del Norte y África subsahariana. Esta tendencia se inició en 2023 y se consolidó en 2024. En los primeros meses de 2025, la principal nacionalidad de los solicitantes de asilo sigue siendo Mali, aunque han disminuido las llegadas.
Más de 15.000 malienses huyeron a España
Un total de 15.261 malienses llegaron a las costas españolas en 2024. Fue la primera nacionalidad, seguida de Senegal (11.864), Argelia (9.552), Marruecos (6.945), República de Guinea (3.890), Mauritania (2804), Gambia (2.545), Costa de Marfil (1.006) y otras 5.185 personas de países subsaharianos. En 2024, se incrementó el número de personas del África subsahariana que llegaron a las costas españolas, pasando de un 62% a un 72% del total.
2024 fue un año con cifras récord de llegadas por mar a España, solo superado en 2018. Si en 2014 llegaron de manera irregular 4.552 personas por mar y 7.068 por vía terrestre, en 2024, fueron 61.372 por mar y 2.647 por vía terrestre. Esto supone un 10,3% más de llegadas por mar a España que al año anterior (55.618 en 2023). La mayoría (más del 73%) llegó a las Islas Canarias. Se trata de una cifra superior a la de hace casi dos décadas, en 2006, a la que se conoció como “crisis de los cayucos”, en referencia a las embarcaciones usadas por los pescadores de Senegal y Mauritania.
La explosión de solicitudes de asilo de personas procedentes de Mali y Senegal refleja dos fenómenos migratorios distintos. La migración desde Mali surge de una crisis más amplia que se desarrolla en la porción occidental del Sahel, que se encuentra atrapada en una red de inestabilidad política, violencia e inseguridad alimentaria, además de las consecuencias del cambio climático.
Mali y sus dos vecinos, Burkina Faso y Níger, están atrapados en un círculo vicioso similar entre el aumento de la violencia de grupos armados afiliados a redes yihadistas y la respuesta indirecta a estos mediante golpes de Estado por parte de juntas militares. Todos justificados bajo la premisa de frenar la proliferación de estos grupos armados, mal gestionados por gobiernos corruptos y proclives a los intereses occidentales. Mali abrió el camino con sus golpes de Estado en 2020 y 2021, y fue rápidamente replicado por Burkina Faso (2022) y Níger (el último en caer, en 2023).
La contraofensiva, desplegada por militares desde entonces, no parece ser muy eficaz. Solo Burkina Faso registró en su territorio una quinta parte de las víctimas del terrorismo contabilizadas en el Índice Global de Terrorismo, un informe anual elaborado por el Instituto de Economía y Paz. La situación no es mejor en Níger ni en el propio Mali. África Occidental se ha convertido en el epicentro de atentados terroristas del mundo.
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“Burkina Faso, Mali y Níger están entre los 10 países más afectados por el terrorismo en el mundo, según el Índice Global de Terrorismo 2024", señala Ottilia Anna Maunganidze, del Instituto de Estudios de Seguridad (ISS). Y, como explica Maunganidze, el extremismo violento “tiene un impacto directo en los medios de vida de las personas, lo que puede obligarlas a abandonar su tierra”.
La era de estos regímenes no está afectando directamente a los flujos migratorios, sino más bien su “fracaso en cumplir las promesas de mejora en la seguridad y de restaurar la protección puede considerarse un factor que impulsa a las personas a migrar”, continúa Maunganidze. La inseguridad política y económica se mezcla con la erosión de los rendimientos agrícolas, acelerada por el cambio climático, lo que impulsa a la población a migrar o ser desplazada.
La mayoría de desplazados se queda en África
El conflicto en curso en la región del Sahel Central (Burkina Faso, Chad, Malí y Níger), exacerbado por la creciente crisis climática, ha desplazado a más de 5 millones de personas, según ACNUR, lo que ha coincidido con el número récord de llegadas a Canarias. Sin embargo, la mayoría de los desplazados del Sahel han migrado “dentro de África”, señala Maunganidze.
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Solo en la primera mitad de 2024, unos 130.000 malienses buscaron refugio en Mauritania. Y más de 150.000 personas de Burkina Faso han solicitado asilo en países de la región desde 2021. A su vez, en Burkina Faso, con oportunidades limitadas de retorno, el número de desplazados internos podría alcanzar los 3,65 millones para finales de 2025.
Cambio en las rutas (más llegadas a Canarias)
En este contexto, las rutas migratorias también han cambiado. Mauritania fue el principal punto de partida para llegar a España por mar en 2024, con más de 25.000 personas, lo mismo que Marruecos y Argelia juntos, según el Departamento de Seguridad Nacional (DSN).
Miles de personas que antes se lanzaban al mar Mediterráneo, desde el norte de África en busca de un futuro en Europa, ahora lo hacen desde Mauritania y Senegal, asesorados por los traficantes, en el Atlántico, en dirección a Canarias. Así, las salidas desde la ruta del Mediterráneo Central disminuyeron en un 59% entre 2023 y 2024, mientras que en el Atlántico se dispararon. Y las redes de tráfico de personas en Senegal y Mauritania se han profesionalizado.
Este cambio de rutas fue consecuencia, por un lado, del resurgimiento del conflicto en el norte de Mali. En agosto de 2023, las dos partes firmantes de los acuerdos de paz de 2015 volvieron a enfrentarse: las fuerzas malienses, apoyadas por los paramilitares rusos del grupo Wagner y los movimientos rebeldes del norte de Mali. A comienzos de junio de 2025, Wagner ha anunciado que se retira de Mali. A su vez, el cambio de rutas es consecuencia del endurecimiento de las políticas migratorias de Túnez tras las negociaciones con la UE y de los informes de abusos en Libia, explica un informe de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional.
Más de 10.000 muertos en la ruta más letal
De este modo, Canarias se ha convertido en la ruta marítima más activa y mortal para llegar a Europa. 10.457 personas murieron intentando llegar a España por mar en 2024, según Caminando Fronteras. 9.757 de esas muertes se produjeron en el Atlántico, la ruta más letal del mundo. A los muertos del mar, “hay que sumar los muertos del desierto”, afirma Augustin Prince, un camerunés de 24 años, que huyó de su país durante las protestas en las regiones anglófonas de Camerún y tras un viaje de casi un año, al llegar España, pasó por las instalaciones de CEAR. En el desierto de Níger vio morir a uno de los chicos con los que viajaba. Ha narrado su historia en el libro: “El Viaje de Prince”.
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A su vez, cada vez llegan más mujeres a las costas españolas, “con muchos perfiles de violencia”, explica Lidia Hernández, coordinadora Estatal de Atención Humanitaria o Acción Humana. “Muchas han sufrido violencia sexual, violencia en tránsito, mutilación genital femenina”, agrega Santos.
El cambio de perfil de las personas que llegan también ha disparado las solicitudes de protección internacional en España. Después de Alemania, España es el segundo país de la UE que recibe más solicitudes de asilo (165.398), según el Ministerio del Interior. En total, los malienses presentaron unas 17.000 solicitudes de asilo en la UE+, más del doble que en 2023. La mayoría de solicitudes de ciudadanos de Mali, en la UE, fueron presentadas en España (10.650), seguidas de Italia (3.258) y Francia (2.772). Las solicitudes de senegaleses (14.000) en Europa también fueron el doble que el año anterior.
Sin embargo, en perspectiva, las cifras de refugiados malienses en Europa son diez veces menos de la de ciudadanos de Siria, que sigue siendo la principal nacionalidad de las personas que buscan asilo en Europa. Aunque la caída del régimen de Al Asad (diciembre de 2024) ha marcado un cambio significativo. Algunos países han suspendido temporalmente la tramitación de las solicitudes de asilo sirias y unos 270.000 sirios regresaron a su país a principios de 2025, pese a que ACNUR alerta del peligro de las repatriaciones forzosas. Las solicitudes de afganos también han disminuido, según la Agencia Europea para el Asilo (EUAA).
Una cuarta parte de los refugiados llega en avión
Una cuarta parte de las solicitudes de asilo en la UE+ son presentadas por ciudadanos de países que no requieren visado, es decir, que llegan por avión. Sirios, afganos, turcos, venezolanos y colombianos fueron, en este orden, los ciudadanos que más solicitaron asilo en Europa. Por tercer año consecutivo, se presentaron cerca de un millón de solicitudes de asilo en la UE+. En el caso de España, en 2024 disminuyó porcentualmente el número de colombianos que solicitaron asilo (-25%), pero se multiplicó el de malienses (+726%) y senegaleses (+254%).
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“Ellos mismos muchas veces no saben que el motivo por el que han salido de su país puede ser motivo de solicitud de protección internacional”, puntualiza Santos, quien explica que, una vez es atendido por los servicios de emergencia y antes de incorporarse a la sociedad, puede pasar hasta seis meses en un centro de acogida de CEAR. Es una contrarreloj de seis meses, en la que cubren sus necesidades más básicas, que son la alimentaria y sanitaria. Y, después, interviene un equipo psicólogo, jurídico y de trabajadores sociales. Deben aprovechar el tiempo de las plazas de acogida, para capacitarse, tanto a nivel de idiomas como alguna formación profesional.
La sobrepesca amenaza el empleo en Senegal
En Senegal no es el yihadismo sino la pesca la que está empujando a los jóvenes a irse. Aquí, las razones habituales para emigrar son la pobreza y la falta de trabajo, en un clima de tensión hacia las autoridades, que se tradujo en la hazaña electoral del tándem opositor de Sonko, el principal líder de la oposición, y Faye, su número dos. En marzo de 2024, tras tres años de protestas, los senegaleses eligieron como presidente a Bassirou Diomaye Faye, un exinspector de hacienda antisistema, con una agenda rupturista y promesas de transparencia.
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En los días previos a la votación, se respiraba un ambiente de cambio en las calles de Dakar, que estalló en júbilo al conocerse los resultados. Hoy, el entusiasmo se ha desvanecido, debido a la línea más moderada de Faye y Sonko, mientras que el malestar, derivado de la pobreza, persiste con una emergencia que interpela a Europa: la llamada sobrepesca amenaza los recursos pesqueros locales. Uno de cada seis senegaleses trabaja en el sector pesquero, según un informe de EEUU. De momento, el nuevo gobierno de Senegal no ha renovado el acuerdo de pesca firmado con la UE, que, desde 2019, permitía a los barcos europeos faenar en aguas senegalesas.
En este rincón de África, la pesca industrial extranjera, cada vez más presente, tiene “un creciente impacto ambiental y socioeconómico”, cuestiona un informe de Environmental Justice Foundation. Los pescadores artesanales se ven especialmente afectados por métodos destructivos como la pesca de arrastre de fondo, la sobrepesca extensiva y la pesca ilegal llevada a cabo por flotas industriales europeas y chinas. Estas flotas, que a menudo operan bajo acuerdos conjuntos opacos, agotan las poblaciones de peces y agravan la inseguridad alimentaria”.
“Me molesta mucho cuando [las naciones extranjeras] se quejan de la inmigración porque ellos son los verdaderos piratas y lo que hicieron es peor que la inmigración clandestina”, critica Karim Sall, presidente de AGIRE, una organización senegalesa que opera en el área marina protegida de Joal-Fadiouth. “Nosotros arriesgamos la vida para irnos, pero ellos vienen aquí a robarnos el pescado”, lamenta. Para Sall, “es un robo”, dice, “saquean nuestros recursos para alimentar a sus propios habitantes mientras nosotros sufrimos”.
Aquellos que llegan con heridas –y en ocasiones, miembros amputados– hasta los centros de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), tienen un perfil distinto a los que llegaban antes. Suelen compartir dos características: cada vez llegan más solicitantes de asilo –aquellos que buscan protección internacional– y un porcentaje muy elevado procede de Mali, afirma Raquel Santos, directora de Programas de CEAR, a El Confidencial.