Israel está perdiendo el apoyo público de hasta sus aliados más cercanos: el último, Alemania
La ofensiva israelí en Gaza ha abierto grietas en el hasta ahora firme respaldo de Alemania y otras potencias occidentales a Tel Aviv
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Desde hace décadas, a los políticos alemanes les ha bastado con invocar una sola palabra —Staatsräson— para cerrar cualquier discusión sobre la relación entre el país e Israel. Esa “razón de Estado” alemana, construida como compromiso moral tras el Holocausto, convertía el apoyo a Tel Aviv en principio fundacional de la política exterior. Un principio que, hasta el momento, ha sobrevivido hasta los momentos más tensos de la guerra en Gaza, que acumula más de 50.000 muertos bajo la ofensiva israelí.
Por eso, ha resultado especialmente revelador escuchar al canciller alemán, Friedrich Merz, lanzar una crítica directa contra la actuación de Israel en Gaza. No lo dijo con rodeos ni en una filtración off the record, sino en una entrevista televisada, en horario de máxima audiencia y con tono solemne. “Dañar a la población civil en tal magnitud, como viene ocurriendo con creciente frecuencia en los últimos días, ya no puede justificarse como parte de la lucha contra el terrorismo de Hamás”, sentenció Merz este lunes.
La declaración queda todavía lejos de una ruptura, pero el cambio de tono es drástico. Este martes, durante una visita oficial a Finlandia, Merz indicó que los bombardeos masivos del ejército israelí sobre Gaza le resultaban imposibles de comprender. “No entiendo cómo se supone que sirven para combatir el terrorismo. Lo que está ocurriendo, sinceramente, ya no es comprensible”, aseveró el mismo canciller que llegó al poder en febrero prometiendo recibir en Berlín a Benjamin Netanyahu, pese a la orden de arresto de la Corte Penal Internacional que pesa sobre él. También el mismo que tiene colgada en su despacho una imagen de la playa de Zikim, por donde entraron los comandos de Hamás el 7 de octubre de 2023.
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El caso de Alemania es el más sonado de una creciente serie de rechazos internacionales que están dejando a Israel cada vez más solo. La ruptura del alto el fuego en marzo, el bloqueo total a la entrada de ayuda humanitaria y los abiertos planes de ocupar Gaza ‘sine die’ han hecho saltar por los aires el de por sí frágil consenso de los gobiernos occidentales respecto a la actuación israelí en la Franja.
El mes empezó con la petición del ministro de Países Bajos para revisar el Acuerdo de Asociación de la Unión Europea con Israel, la piedra angular de las relaciones económicas del país con el bloque comunitario. No era la primera vez: ya el español Josep Borrell, en su puesto de alto representante, presentó la propuesta, que no prosperó por el entonces mayoritario apoyo europeo al "derecho a defenderse" de Israel. Ahora, la situación parece haber cambiado drásticamente, y en apenas unas semanas. Para la última reunión de ministros de Exteriores de la UE el pasado 20 de mayo, una amplia mayoría (17 frente a 10) de países aprobó iniciar un proceso de revisión.
Pongámonos en situación un segundo. El ministro de Exteriores de Reino Unido, David Lammy, en un discurso frente a la Cámara. "Ayer, el ministro Smotrich [Bezalel, ministro de Finanzas israelí] incluso habló de fuerzas israelíes 'limpiando' Gaza, 'destruyendo lo que queda', de residentes palestinos 'siendo reubicados en terceros países'. Tenemos que llamarlo por lo que es". Pausa. Lammy no llegó a decir la palabra, pero continuó: "Es extremismo. Es peligroso. Es repugnante. Es monstruoso. Y lo condeno en los términos más duros posibles".
Más de 50.000 muertos después y con una causa abierta en la Corte Penal Internacional, el responsable de Exteriores de Reino Unido se quedó quizá corto, pero en términos diplomáticos, esas declaraciones son parte de ese indudable cambio en la retórica sobre Israel y demuestra hasta qué punto el "apoyo incondicional" que el país hebreo cosechó tras el 7 de octubre es cada vez más insostenible frente al electorado occidental.
Lammy comparecía ante Westminster para detallar el comunicado conjunto que su gobierno publicó junto a Francia y Canadá, en el que amenazaban con "tomar medidas concretas" si Israel mantenía su bloqueo total al acceso de ayuda humanitaria en Gaza. "La escalada es totalmente desproporcionada", firmaban París, Ottawa y Londres. Ese mismo día, Reino Unido anunció la suspensión de las negociaciones de un acuerdo de libre comercio "con un gobierno de Netanyahu que está llevando a cabo políticas atroces en Cisjordania y Gaza", aunque mantuvo los aranceles preferenciales ya vigentes con Israel.
My joint statement with @EmmanuelMacron and @MarkJCarney on the situation in Gaza and the West Bank. pic.twitter.com/76vYpB42xf
— Keir Starmer (@Keir_Starmer) May 20, 2025
Es difícil decir si la presión (centrada sobre todo en la ayuda humanitaria, y no tanto en la ofensiva en sí misma) cambiará en algo la estrategia de Israel. En el caso comunitario, una suspensión total del acuerdo de asociación (la UE es el principal socio comercial de Israel) es poco probable por la falta de unanimidad. Incluso si el sorprendente cambio de postura retórica alemán se tradujera en un improbable voto a favor de esa reevaluación, Hungría y República Checa se oponen firmemente. No obstante, mayoría cualificada podría suspender partes del acuerdo, bloqueando el acceso de Israel a aranceles comerciales preferenciales y a importantes fondos europeos en el marco de proyectos de cooperación.
Great to welcome @LordIanAustin to Haifa!
— UK in Israel 🇬🇧 (@ukinisrael) May 26, 2025
In a day full of innovation by the Carmel, the UK Trade Envoy to Israel visited the cutting-edge Customs Scanning Centre, Haifa Bayport, the Haifa–Nazareth Light Rail project, and the Technion - witnessing 🇬🇧–🇮🇱 cooperation at every stop pic.twitter.com/v6Rk7BZrgU
O puede que quede en retórica. Después de la suspensión de las negociaciones con Reino Unido, el enviado comercial del Gobierno británico para Israel visitaba este lunes el país, para "promover el comercio". Las medidas anunciadas por el Gobierno laborista tampoco incluyen la cooperación militar que, a día de hoy, sigue produciéndose con Israel. En Alemania, por ahora, Merz se ha limitado a decir que la venta de armamento a Israel está siendo objeto de “consultas internas” dentro del Ejecutivo y que no se ha tomado ninguna decisión definitiva.
Este cambio en el tono público se ha ido gestando desde hace tiempo. Pese al firme respaldo a Israel tras el 7 de octubre, quizá el momento histórico en el que el país hebreo obtuvo su mayor apoyo internacional sin titubeos, ese apoyo es cada vez más difícil de sostener ante las imágenes que vienen de Gaza. El alto el fuego acordado a principios de año (que incluía la entrega de rehenes por parte de Hamás y la retirada de tropas gradual por parte de Israel) pareció dar algo de aire a las capitales. Cuando el gobierno liderado por Netanyahu reanudó la invasión sin una ruptura clara por parte de Hamás de los acuerdos y con nuevos planes bajo el brazo de ocupación definitiva, desplazamiento e inanición de los palestinos en Gaza, la frustración de los equilibristas políticos llegó hasta estas cotas.
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El año pasado, España, Irlanda, Noruega y Eslovenia reconocieron oficialmente a Palestina como Estado en lo que pretendía haber sido un reconocimiento conjunto más amplio, pero que finalmente no logró atraer el apoyo esperado por España e Irlanda, los líderes del movimiento. En los próximos meses, durante la celebración de la próxima conferencia de Naciones Unidas, es posible que Francia (algunos medios especulan que en conjunción con Reino Unido) dé ese paso, en lo que Israel ha criticado duramente.
Es probable que Alemania no vaya tan rápido, pero eso no significa que no se estén produciendo cambios profundos en su relación con Israel. El propio comisionado del Gobierno alemán para la lucha contra el antisemitismo, Felix Klein, ha pedido una “discusión más honesta” sobre cómo debe entenderse hoy la Staatsräson. En una entrevista con el Frankfurter Allgemeine Zeitung, Klein defendió que “debemos hacer todo lo posible para garantizar la seguridad de Israel y de los judíos en todo el mundo”, pero que eso “no justifica cualquier cosa”: “Hacer pasar hambre a los palestinos y empeorar deliberadamente la situación humanitaria no tiene nada que ver con salvaguardar el derecho de Israel a existir. Y no puede formar parte de nuestra razón de Estado”.
Desde hace décadas, a los políticos alemanes les ha bastado con invocar una sola palabra —Staatsräson— para cerrar cualquier discusión sobre la relación entre el país e Israel. Esa “razón de Estado” alemana, construida como compromiso moral tras el Holocausto, convertía el apoyo a Tel Aviv en principio fundacional de la política exterior. Un principio que, hasta el momento, ha sobrevivido hasta los momentos más tensos de la guerra en Gaza, que acumula más de 50.000 muertos bajo la ofensiva israelí.