En cada país cuecen habas con su declaración de la renta: desgravar el veterinario o el 'tarifazo' bautismal
¿Estarías dispuesto a destinar un porcentaje de tus ingresos a otras confesiones o a la televisión pública? Algunos países ya lo hacen
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En 2012, un político austriaco tuvo una ocurrencia. Propuso que el contribuyente tuviera libertad para elegir exactamente a qué se destinaba un porcentaje de su impuesto sobre la renta. La idea del entonces líder de las Juventudes del Partido Popular Austríaco (ÖVP), Sebastian Kurz, quien más tarde se convertiría en canciller, era que los austríacos pudieran decidir a qué se destinaba el 10% de su IRPF entre categorías como educación, infraestructura o servicios sociales. El debate fue mayúsculo y acalorado: de aplicarse, serían inevitables los desequilibrios presupuestarios.
La cosa quedó en agua de borrajas, pero abrió un interesante debate sobre el complejo y diverso mundo de la 'declaración de la renta' en Europa y esas casillas opcionales.
Siempre polémica es la histórica 'casilla de la Iglesia' y su financiación, aunque varía dependiendo del país. En Italia, por ejemplo, el contribuyente puede destinar un 0,8% de su IRPF a una institución religiosa (el llamado ‘ocho por mil’) o el Estado. Los italianos también pueden asignar el 0,5% a fines de interés social y el 0,2% a un partido político. No son ni obligatorias ni excluyentes –se pueden asignar simultáneamente— y no implican ningún aumento.
A diferencia de España, donde el contribuyente solo elige entre Iglesia católica y ONG, el llamado ‘ocho por mil’ italiano incluye varias confesiones con acuerdos con el Estado, entre ellas, la Iglesia Católica, Adventista, Metodista, Luterana, la Baptista, la Ortodoxa, las comunidades Hebraicas, la Unión Budista, la Unión Hinduistas, el Soka Gakkai (budismo japonés) y la Santa Sede. Es posible elegir solo una Institución y la distribución de fondos se produce en proporción a las opciones expresadas. En la lista no se encuentran representados los musulmanes, aunque son el 4,9% de la población de Italia.
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Hay un detalle curioso: la declaración de la renta italiana contempla, a su vez, una multitud de deducciones pequeñas, entre ellas, hasta los gastos del veterinario, con una deducción máxima de 49 euros.
Si en Italia hay donde elegir, en Alemania puedes encontrarte la desagradable sorpresa de una multa por impuestos no pagados a una congregación de la que ni eres parte desde hace años. Cuando la estadounidense Tia Robinson se mudó a Berlín, puso un cero debajo de la casilla ‘religión’, porque había oído hablar del impuesto eclesiástico y “no quería que me registraran”, recuerda a El Confidencial. Robinson había sido bautizada de bebé, “pero no iba a la iglesia desde los 12 años”. Y, por convenciones personales, dice, no quería pagarlo. Sin embargo, recuerda que, “de alguna manera misteriosa”, el Finanzamt (la Agencia Tributaria alemana) le registró como católica. A esta estadounidense le preocupaba la idea de que las iglesias de Alemania y Estados Unidos estuvieran colaborando, “para perseguir a cualquiera que se bautizara”, así que decidió abandonar oficialmente la Iglesia yendo a los tribunales. “Me excomulgué y ahora tengo un documento que demuestra que no tengo religión”, explica Robinson, quien cree en la separación de religión y Estado y prefiere decidir “quién recibe mi dinero con base en mis creencias”, afirma.
Alemania multa por no declarar la fe
En Alemania, existe un impuesto de entre el 8% y 9% sobre la renta (el Kirchensteuer, o impuesto eclesiástico) que todos los miembros de ciertas comunidades religiosas están obligados a pagar. Cada Estado federal (Land) puede determinar las creencias religiosas que son entidades de derecho público. En el caso de Berlín, se trata de la Iglesia Católica, la Iglesia luterana, la Iglesia Católica Antigua y la comunidad judía y, por tanto, sus miembros deben pagar dicho impuesto.
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Ser de otra nacionalidad o no practicante no exime de pagarlo, puesto que se trata de un impuesto de pertenencia. No hacerlo puede acarrear multas. Los trabajadores alemanes bautizados pagan de media unos 300 euros al año más por ello. El impuesto eclesiástico también existe en países nórdicos como Dinamarca, donde lo pagan todos los miembros de la iglesia, de manera automática, en sus declaraciones.
Los orígenes de la financiación a la Iglesia en España
En España, donde el 30 de junio termina el plazo para hacer la declaración, el contribuyente puede destinar el 0,7% del tipo impositivo total a la Iglesia Católica, a fines sociales o el Estado, algo que “se asemeja más al modelo italiano que al alemán o al austriaco”, afirma Alejandro Torres Gutiérrez, profesor de la Universidad Pública de Navarra. Este sistema de asignación tributaria a la Iglesia entró en vigor en España en 1988, aunque no se puede considerar como tal, “hasta 2007, cuando la Iglesia Católica renunció a los beneficios fiscales que tenía en el IVA, a cambio de un incremento del coeficiente en la cuota del IRPF hasta el 0,7%”, matiza Torres Gutiérrez.
Sin embargo, la financiación pública directa a favor de la Iglesia Católica en España, “se remonta un siglo y medio”, expone Torres Gutiérrez. Dice que tiene sus raíces en la desamortización de Mendizábal (1836), cuando tras la expropiación y subasta de los inmuebles de la iglesia, la Constitución de 1837 incorporó el compromiso a “mantener el culto”. “Detrás de tanta generosidad subyacían poderosos intereses creados”, continúa Torres Gutiérrez, quien recuerda que Isabel II, que había sido declarada mayor de edad y proclamada reina de España, en 1843, con 13 años, veía como su tío Don Carlos, apoyado por los sectores sociales más conservadores, le estaba disputando los derechos al trono. Así que Isabel II firmó el Concordato de 1851, que reconocía dicha dotación, e incluía, a cambio, la renuncia de la Iglesia Católica a reivindicar los bienes desamortizados. Esto supuso “un apoyo de enorme valor simbólico y trascendencia para la causa isabelina”, añade Torres Gutiérrez. Después, ni el Real Decreto de 1871 para reducir la dotación de culto y clero, ni la Constitución de 1931, pusieron fin a dicha financiación.
En cuanto a las confesiones que suscribieron los Acuerdos de 1992 en España, Torres Gutiérrez explica que estas no vieron reconocido el mecanismo de la asignación tributaria, “a pesar del interés puesto en ello por evangélicos y musulmanes”. Dice que la razón que se les dio era que el mecanismo previsto a favor de la Iglesia Católica “tenía carácter transitorio”.
Yle-vero, así pagan los finlandeses la tele pública
En algunos países nórdicos, como Finlandia, Suecia y Dinamarca, los contribuyentes pagan directamente un impuesto de radiodifusión pública, que se calcula según los ingresos netos de cada persona. En Finlandia, por ejemplo, el llamado ‘impuesto Yle’ supone un 2,5 % sobre los ingresos para aquellos que superen un mínimo de ingresos. Este sustituyó a un canon fijo que había hasta 2013.
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Dinamarca también sustituyó la tasa que solo pagaban los que tenían televisor en casa por un impuesto general en 2022. Ahora los contribuyentes daneses lo pagan de manera automática. Y en Suecia, la cantidad se decide para cada año fiscal.
Un salvavidas para los medios independientes
En Rumanía, donde el IRPF es apenas un 10%, el contribuyente puede redirigir un 3,5% de esa cantidad entre una lista de ONG, organizaciones religiosas o becas privadas, mediante el formulario 230. Esto supone un salvavidas para los medios independientes, como explica en una entrevista con Mediapool, la periodista Iulia Roșu cofundadora del medio SNOOP.ro, financiado por una ONG. Existe una lista pública donde los ciudadanos pueden conocer las organizaciones pertinentes. Sin embargo, solo el 29,93% de los rumanos lo destina, según Save the Children Rumanía.
En Bulgaria, donde el impuesto sobre la renta de las personas físicas también es bajo, a un tipo fijo del 10%, el contribuyente, sin embargo, no puede decidir destinar una parte de sus impuestos a organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación o iglesia. Lo que un país con una democracia relativamente joven y frágil y sin una cultura de donaciones, supone un problema para la sostenibilidad de las ONG.
Con el móvil y ultrarrápida en Estonia
Y, con apenas unos clics, una de las más rápidas y sencillas es la declaración de la renta en Estonia, donde el contribuyente solo revisa y confirma la declaración. Puedes tardar en hacerla “entre 2 o 3 minutos”, estima el periodista estonio Daniel Vaarik, que muestra una imagen del navegador de su iPhone. Si te sale a devolver, “puede recibir el dinero en cuestión de días, incluso 48 horas”, afirma. El sistema fiscal de Estonia está considerado uno de los más competitivos.
En 2012, un político austriaco tuvo una ocurrencia. Propuso que el contribuyente tuviera libertad para elegir exactamente a qué se destinaba un porcentaje de su impuesto sobre la renta. La idea del entonces líder de las Juventudes del Partido Popular Austríaco (ÖVP), Sebastian Kurz, quien más tarde se convertiría en canciller, era que los austríacos pudieran decidir a qué se destinaba el 10% de su IRPF entre categorías como educación, infraestructura o servicios sociales. El debate fue mayúsculo y acalorado: de aplicarse, serían inevitables los desequilibrios presupuestarios.