Dinamarca, el país pionero de la energía eólica, está reconsiderando su política de veto a la energía nuclear después de haberla prohibido durante cuatro décadas. El gobierno danés ha anunciado que en el próximo año analizará el potencial, las oportunidades y los riesgos del uso de la energía nuclear como complemento a las energías renovables para el suministro energético de su consumo interno. De esta forma, el país nórdico, que representa uno de los líderes europeos en la adopción de las energías renovables, intenta buscar formas para evitar un apagón como el que afectó a España y Portugal el pasado 28 de abril, según informaba el periódico Financial Times.
Actualmente, Dinamarca genera más del 80% de su energía a través de fuentes renovables, principalmente gracias a la energía eólica marina, pero también con la energía solar y los biocombustibles. En el año pasado, casi el 60% de su consumo interno de electricidad se cubrió gracias a la energía generada por el viento que sopla en los extensos parques de aerogeneradores situados en el Mar del Norte. Además, entre una de las empresas de más peso y relevantes del país se encuentra la empresa energética Ørsted, la mayor compañía de energía eólica marina en el mundo.
Por eso, el anuncio del gobierno de explorar las posibilidades de la energía nuclear ha causado tanta sorpresa. El objetivo, según el ministro para el clima, la energía y los servicios públicos, Lars Aagaard, es buscar formas de complementar las fuentes de energía dominantes, que son la energía eólica y solar: "pero Dinamarca no tiene experiencia reciente con la energía nuclear, por eso es importante que empecemos a analizar su potencial".
Más allá de las fuentes de energía renovable, Dinamarca también utiliza un porcentaje reducido de electricidad generada con gas y carbón, además de utilizar cables interconectores con Suecia y Noruega (que utilizan principalmente recursos hidroeléctricos y también nucleares), de esta forma se garantizan un nivel bajo de interrupciones de energía en su sistema. Sin embargo, el ministro Aagaard justificó el interés del gobierno en explorar la energía nuclear, ya que "todos sabemos que no podemos tener un sistema eléctrico solamente basado en la energía eólica y solar. Tiene que haber alguna cosa más que lo sostenga" añadió. Esta idea también la ha defendido el ex primer ministro danés Anders Fogh Rasmussen en el Financial Times, en donde afirmó que "la energía eólica y solar son buenas siempre que haya viento y sol. Pero es necesario contar con una base energética no fósil, y es absurdo excluir la energía nuclear de antemano" dijo.
Se descartan los grandes reactores nucleares
Las intenciones del gobierno danés de examinar las posibilidades de la energía nuclear coinciden con el renovado interés europeo por la energía nuclear, previniendo un aumento de la demanda de electricidad generada con bajas emisiones de CO₂. De esta forma, varios países buscan descarbonizar sectores como la industria o el transporte. En Dinamarca, el objetivo marcado por el gobierno es conseguir que el sector eléctrico sea completamente neutro en emisiones de CO₂ en el año 2030, y reducir en los próximos 5 años las emisiones en un 70% respecto al año 1990.
Pero el ministro Lars Aagaard afirmó que el análisis de las posibilidades de la energía nuclear no implica una ruptura hacia las energías renovables: "continuaremos con la política energética que hemos llevado a cabo durante muchos años en Dinamarca. La energía solar y eólica son la vía más económica y rápida hacia la transición verde, y continuaremos con esto".
Por su parte, la primera ministra, Mette Frederiksen, señaló que hasta ahora Dinamarca no ha tenido la experiencia ni las políticas para desarrollar la energía nuclear, "pero creo que tendríamos que mirar esta energía con los ojos bien abiertos. Es mejor que tengamos energía nuclear en Europa en vez de seguir dependiendo del gas ruso" dijo. Sus otros dos socios de gobierno, el partido Moderado y el partido Liberal, ya anunciaron en el mes de abril que están dispuestos a levantar la prohibición hacia la energía nuclear, una postura que comparten con el resto de fuerzas del bloque conservador del parlamento.
Desde el ministerio de energía, no obstante, se ha descartado la posibilidad de construir grandes reactores en centrales nucleares convencionales. En cambio, se ha señalado el desarrollo de nuevas tecnologías, como los SMR, para llevar la energía nuclear en el país.
Según la Agencia Internacional de la Energía Atómica, los SMR son pequeños reactores modulares, más pequeños y más baratos, que se pueden transportar en sitios donde haga falta una central eléctrica. Esta tecnología se encuentra aún en fase de desarrollo y pruebas, pero ha despertado un interés global creciente entre los inversores y dos de las empresas emergentes más destacables que los desarrollan son las compañías danesas Saltfoss Energy y Copenhagen Atomics.
Con respecto a esta nueva tecnología, el ministro Aagaard señaló que "la esperanza es que estos nuevos tipos de reactores puedan proporcionar energía barata sin CO₂ que se pueda integrar a nuestro sistema energético". "Pero también hay una lista muy larga de cuestiones de seguridad, preparación para emergencias y legislación que se tiene que gestionar" añadió. El ministro tampoco se atrevió a predecir cuándo se podría implementar esta tecnología en Dinamarca: "estamos hablando de tecnologías que no estarán listas hasta principios de la década de 2030 como mínimo".
Atrás queda el "¿Nucleares? no, gracias"
El origen del veto de Dinamarca a la energía nuclear se remonta a la década de 1970, cuando el gobierno quiso construir las primeras centrales nucleares como contramedida a la crisis del petróleo de 1973. El proyecto causó un duro rechazo entre la población y fuertes campañas en contra de la energía nuclear que fueron el origen del icónico logotipo del sol sonriente con el texto "Atomkraft?, Nej tak" (¿Energía nuclear?, No gracias, en danés).
El parlamento impuso el veto a las nucleares en 1985, un año antes de la conmoción que causó en toda Europa el desastre de Chernóbil, y se mantuvo durante décadas en que se han producido otros incidentes, como la fusión del reactor en la central japonesa de Fukushima en 2011. Pero parece que el miedo a los desastres nucleares y la actitud de la sociedad danesa frente a la energía atómica ha cambiado significativamente en los últimos años. Según demostraba una encuesta publicada hace dos semanas, el 40% de los daneses apoya reintroducir la energía nuclear en el país.
Por otra parte, los países del entorno de Dinamarca, en los últimos años, también están reconsiderando su postura frente a la energía nuclear. En Suecia, el gobierno pretende triplicar la producción de electricidad a partir de la energía nuclear en las próximas décadas, impulsando la construcción de nuevos reactores y subvencionando su producción. En Finlandia, hace dos años, se finalizó la construcción del reactor nuclear más potente de Europa, un proyecto que no se ha ahorrado las críticas al arrastrar 14 años de demora e importantes sobrecostes en el presupuesto.
A su vez, el debate sobre la energía nuclear en Dinamarca coincide con los problemas que atraviesa el gigante de la energía eólica Ørsted. A causa del aumento en los tipos de interés y de problemas en la cadena de suministro, en los últimos meses la empresa danesa se ha visto obligada a recortar empleos y cancelar proyectos como el de la construcción del parque eólico marino más grande del Reino Unido.
Dinamarca, el país pionero de la energía eólica, está reconsiderando su política de veto a la energía nuclear después de haberla prohibido durante cuatro décadas. El gobierno danés ha anunciado que en el próximo año analizará el potencial, las oportunidades y los riesgos del uso de la energía nuclear como complemento a las energías renovables para el suministro energético de su consumo interno. De esta forma, el país nórdico, que representa uno de los líderes europeos en la adopción de las energías renovables, intenta buscar formas para evitar un apagón como el que afectó a España y Portugal el pasado 28 de abril, según informaba el periódico Financial Times.