Cómo el crimen ante el Museo Judío de Washington descarrila el concepto de 'antisemitismo' en EEUU
La creciente tensión en EEUU tras el asesinato de dos empleados israelíes en Washington ha intensificado el debate sobre el conflicto en Oriente Medio, afectando la opinión pública y política nacional
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El asesinato a sangre fría de dos jóvenes empleados de la embajada israelí en Washington, cañoneados al grito de "Palestina libre" a las puertas de un evento en el Museo Judío de la capital, ha sacudido un ambiente de por sí sensible. Todo lo que tenga que ver con el antisemitismo en Estados Unidos es un campo de minas. Sobre todo a la luz del genocidio (es el consenso alcanzado por siete expertos en genocidio de diferentes países) que el Gobierno de Israel perpetra en la Franja de Gaza; sobre todo con Donald Trump, y su coalición evangélica, de vuelta en el Gobierno.
La última iteración del conflicto en Oriente Medio ha abierto brechas en lo que antes era un clima de opinión, en Estados Unidos, sólidamente proisraelí. Los líderes de las manifestaciones propalestinas que coparon los campus de élite en la primavera de 2024 siempre insistieron es que sus críticas se dirigían a las políticas del Gobierno de Israel, no a la existencia de éste Estado, ni mucho menos a la identidad judía. Muchos de los grupos organizadores, como Standing Together o Jewish Voice for Peace, estaban formados mayoritariamente por estudiantes y profesores judíos.
Al mismo tiempo, hubo casos en los que estudiantes judíos proisraelíes fueron agredidos o acorralados. La Liga Antidifamación ha denunciado el mayor aumento de incidentes antisemitas en EEUU desde que empezó a registrarlos en 1979.
El resultado neto de estas tensiones es que la aguja de la opinión pública estadounidense iba deslizándose hacia posiciones más críticas con Israel. Una encuesta de Pew Research Center recoge que, entre 2022 y 2025, la proporción de adultos estadounidenses que tienen una "visión negativa" de Israel ha crecido del 42% al 53%, tanto entre demócratas como entre republicanos.
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Paralelamente, las últimas operaciones israelíes en Gaza, en las que el Gobierno de Benjamín Netanyahu ha rechazado cualquier posibilidad de renovar la tregua, así como la entrada de ayuda humanitaria, y ha publicitado abiertamente las intenciones de ocupación de la Franja y el desplazamiento final de miles de palestinos ha motivado que, en los últimos días, más voces tradicionalmente proisraelíes han terminado por inclinarse en esa tendencia estadounidense hacia una "visión más negativa" del actual Israel. Un giro que no se vive solo en Estados Unidos.
Incluso Piers Morgan, polémico y polarizador presentador británico radicado en EEUU, admitía esta misma semana su cambio de posición en una conversación con otro periodista progresista, Mehdi Hassan. "Me he resistido [durante mucho tiempo] a llegar tan lejos como tú en tus críticas al gobierno israelí. Ya no me resisto: estamos de acuerdo", decía.
"I have resisted going as far as you have done in your criticism of the Israeli government. I resist no more... we are in agreement."@piersmorgan to me, on genocide, on his show today. I cited retired Israeli general Yair Golan saying Israel is now killing babies as a hobby. pic.twitter.com/M7uPpkWsvV
— Mehdi Hasan (@mehdirhasan) May 21, 2025
En la UE, un grupo de países (entre los que no se encuentra Alemania) ha solicitado la revisión del acuerdo de asociación entre Israel y el club comunitario. Un cambio de tornas frente a la primera vez que se propuso algo así, con España e Irlanda a la cabeza y bajo la batuta de un exhaustivo informe del anterior alto representante en Política Exterior de la UE, Josep Borrell, y que se encontró con el rechazo de la mayoría de Estados europeos. En esta ocasión, se debate por una “enorme mayoría” —en palabras de Kaja Kallas— de Estados miembros, 17 de 27, entre ellos aliados sólidos de Israel como Austria o Polonia. Reino Unido, por su parte, suspendió el martes las negociaciones para llegar a un acuerdo económico con Israel.
El espejo que empiezan a poner frente al rostro de Israel llega también al país. "Seamos brutalmente honestos. La crisis humanitaria en Gaza es real. El sufrimiento es profundo y generalizado (...) Puedes debatir cómo Hamás ha requisado suministros humanitarios para prolongar sus capacidades bélicas, pero no puedes debatir el dolor humano. Y el mundo está observando no solo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. Aquí está el peligro: cuando dejamos de ver a los civiles como seres humanos (...) perdemos la posición moral elevada", advertía el teniente coronel (retirado) Peter Lerner, exportavoz del Ejército israelí.
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Una retórica que el asesinato este jueves en el Museo Judío de Washington puede hacer descarrilar bajo la Administración Trump.
Lo que para la Administración Biden ha sido un terreno traicionero, que probablemente contribuyó a la derrota de Kamala Harris el pasado noviembre, para la Administración Trump existen oportunidades de control político e ideológico, y así las ha ido aplicando.
Mucho antes de que Trump ganase de nuevo las elecciones, el think tank ultraconservador más influyente de Estados Unidos, The Heritage Foundation, elaboró un plan para desmantelar el movimiento propalestino estadounidense utilizando la siguiente estrategia: equiparar las críticas a Israel con el apoyo al grupo yihadista Hamás, considerado una organización terrorista por el Gobierno de EEUU.
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"El Proyecto Esther", dice la investigación de The New York Times sobre la iniciativa, bautizada de esta manera, "esbozó un plan para luchar contra el antisemitismo retratando un amplio abanico de críticos de Israel como ‘una práctica red de apoyo del terrorismo’, de forma que pudieran ser deportados, desfinanciados, demandados, despedidos, expulsados, marginados o excluidos de otra manera".
Lo que, a principios de 2024, podría parecer una ambición inalcanzable, está cumpliéndose parcialmente en los últimos meses. La Administración Trump ha utilizado la financiación federal como palanca para presionar a las universidades que acogieron estas protestas, como la Universidad de Columbia. Y ha logrado colocar, en este campus, un títere de su elección al frente del Departamento de Estudios de Oriente Medio; reforzar la presencia policial, prohibir el uso de mascarillas e identificar a personas, tanto profesores como estudiantes, implicadas en las protestas. Algunas han sido despedidos y otros detenidos. Mahmoud Khalil, residente en EEUU de origen palestino, sigue preso en una cárcel de Luisiana. La campaña ha afectado a más de 1.100 estudiantes universitarios que han visto sus visas revocadas.
La dureza y velocidad de la aplicación de ese proyecto Esther y otras medidas de la Administración Trump en las universidades empezó a levantar recelos no solo entre la población general, sino entre otras figuras tradicionalmente proisraelíes. Hace apenas unos días, cinco senadores judío-estadounidenses enviaron una enérgica carta a Trump condenando el "ataque a las universidades" y acusando a la Administración de usar "una crisis real como pretexto para atacar a personas e instituciones que no están de acuerdo con usted".
Algunas de las detenciones más sonadas, como la de la estudiante Rumeysa Ozturk (capturada después de que se revocara, sin previo aviso, su visado por un editorial crítico con Israel en un periódico universitario) han tenido que ser anuladas por orden del juez por "serias preocupaciones anticonstitucionales".
Sin embargo, este asesinato a sangre fría y al grito de "lo hice por Palestina", según ha declarado el sospechoso, Elías Rodríguez, de 31 años, tras su detención, puede devolver a Trump la herramienta que se ha convertido en su favorita para el control político de las universidades. Apenas unas horas después del crimen, la Administración Trump anunció su intención de prohibir a Harvard enrolar en sus cursos a alumnos extranjeros.
El asesinato a sangre fría de dos jóvenes empleados de la embajada israelí en Washington, cañoneados al grito de "Palestina libre" a las puertas de un evento en el Museo Judío de la capital, ha sacudido un ambiente de por sí sensible. Todo lo que tenga que ver con el antisemitismo en Estados Unidos es un campo de minas. Sobre todo a la luz del genocidio (es el consenso alcanzado por siete expertos en genocidio de diferentes países) que el Gobierno de Israel perpetra en la Franja de Gaza; sobre todo con Donald Trump, y su coalición evangélica, de vuelta en el Gobierno.