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Purga y caos: el ministro de Defensa de Trump sume al Pentágono en la máxima incertidumbre
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Purga y caos: el ministro de Defensa de Trump sume al Pentágono en la máxima incertidumbre

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, impulsa una transformación radical en el Pentágono, enfrentando críticas por su enfoque ideológico y controversias internas que podrían amenazar su continuidad

Foto: El secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth. (EFE/EPA/Will Oliver)
El secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth. (EFE/EPA/Will Oliver)
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Aunque la agenda de la segunda Administración Trump sea fundamentalmente ultraconservadora, su apetito de ruptura ha sido comparado con el de los bolcheviques. Lo que sucede en Washington desde hace poco más de 100 días se parece más a una revolución que a una reforma. Y esta revolución se está abriendo camino, de manera trastabillada y caótica, en el ministerio más grande de todos: el Pentágono.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, condecorado veterano de Irak y Afganistán y expresentador de Fox News de 44 años, ha concretado sus objetivos en los últimos días. Hegseth quiere centrar la proyección militar de Estados Unidos en Asia, recortar y simplificar la cadena de mando, deshaciéndose del 20% de los almirantes y generales de cuatro estrellas y del 10% del cuerpo de oficiales; ampliar y modernizar el arsenal de drones y de determinadas armas ligeras y dejar de producir armatostes como el Humvee o el tanque M10, que serían de poca utilidad frente a China.

Aunque no hay un calendario específico para implementar esta agenda, Hegesth ha dicho que esta tendrá dos fases. Los cambios también incluyen la unificación de los centros de mando de Norte y Sur y de Europa y África, y un aumento del uso de la inteligencia artificial y de las capacidades electrónicas para saturar al enemigo.

Muchos de estas aspiraciones son tradicionales. Como apunta un análisis de The Economist, el antecesor de Hegseth, Robert Gates, que fue secretario de Defensa con George W. Bush y con Barack Obama, quería reducir el desmedido peso de galones en las fuerzas estadounidenses. Un estudio de National Defense University recalca que, en la Segunda Guerra Mundial, había un general o almirante por cada 6.000 tropas. Hoy, hay un general o almirante por cada 1.400. Buena parte de este incremento se ha dado en el último cuarto de siglo, desde los atentado del 11-S.

Foto: Tropas estadounidenses y surcoreanas durante un ejercicio conjunto en Pocheon, Corea del Sur. (Reuters/Kim Hong-ji)

La escasez u obsolescencia de los arsenales también es patente, como ha evidenciado la asistencia militar a Ucrania. En su artículo The Empty Arsenal of Democracy, publicado en el número de mayo/junio de Foreign Affairs, el antiguo director de innovación del Pentágono, Michael Brown, pintaba un paisaje desolador.

"Estados Unidos tiene exiguos arsenales de munición, sus barcos y aviones son más viejos que los de China y su base industrial carece de la capacidad para regenerar estos activos", escribe Brown. "En los juegos de guerra que simulan un conflicto en el estrecho de Taiwán, Washington se queda sin municiones clave en unas semanas".

Foto: Donald Trump, el vicepresidente JD Vance, el secretario de Estado, Marco Rubio, y la fiscal general, Pam Bondi, en el Despacho Oval. (Reuters/Kevin Lamarque)

A continuación, Brown cita una cascada de datos que dejan en muy mal lugar a los estadounidenses. Podemos quedarnos con uno: "La capacidad anual de construcción de barcos de China es de 26 millones de toneladas, o 370 veces más que la capacidad de construir barcos de Estados Unidos, de 70.000 toneladas". EEUU "ni siquiera tiene la capacidad industrial para fabricar un solo portaaviones Ford al año".

"Todo mal"

Así que difícilmente estarían los republicanos o los demócratas en desacuerdo con buena parte de los planes esbozados por Hegseth. Pero luego están las cuestiones del desempeño profesional de Hegseth y de la ideología.

En los tres meses que lleva como titular del Departamento de Defensa, Hegseth ha discutido planes bélicos detallados en un grupo de Signal, no autorizado por el reglamento, en el que además había un periodista; según The New York Times, también habría compartido información clasificada en otros grupos no seguros con su mujer y con su hermano; y ha habido duras peleas internas en el ministerio, descrito como un continuo "caos total" donde se suceden las filtraciones, las renuncias y los despidos al más alto nivel.

Foto: El Secretario de Defensa Pete Hegseth (dcha) con el ministro de Defensa de El Salvador en el Pentágono, el 16 de abril de 2025 (Reuters/Ken Cedeno)

"Ha sido un mes de caos total en el Pentágono. Desde las filtraciones de planes operacionales sensibles a los despidos masivos, la disfunción es ahora una distracción importante para el presidente", escribía en Politico John Ullyot, amigo personal de Pete Hegseth y, hasta poco antes, portavoz del ministerio. "El presidente Donald Trump tiene un sólido historial de hacerles rendir cuentas a sus principales subalternos. Siendo este el caso, es difícil imaginar la continuación en el cargo, durante mucho más tiempo, del secretario de Defensa, Pete Hegseth".

Una de las últimas noticias en salir a la luz es el parón, en el mes de febrero, de la ayuda militar estadounidense a Ucrania. Un movimiento significativo ordenado por el equipo de Hegseth, pero sin contar con la aprobación de la Casa Blanca.

La oposición demócrata ha visto en estos problemas la confirmación de sus sospechas acerca de Hegseth, que estuvo a punto de ser retirado como nominado para dirigir el ministerio dadas las dificultades del proceso de confirmación en el Senado. Una investigación que sacó a la luz la documentada afición de Hegseth a la bebida, sus numerosas aventuras extramaritales, acusaciones de abuso y el hecho de que, pese a su valiente servicio militar, reconocido con dos estrellas de bronce, entre otras condecoraciones, el ministro no tenía experiencia en dirigir organizaciones.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, anuncia una inversión de 100.000 millones de dólares en EEUU por parte de Taiwán Semiconductor Manufacturing Company. (EFE/Archivo/Samuel Corum)
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Y el Pentágono es el ministerio más grande del mundo. Una bestia multiforme que supervisa 1,3 millones de tropas activas, 760.000 miembros de la Guardia Nacional y de la Reserva y casi 800.000 civiles a lo largo de 36 agencias y 750 bases militares, además de la maraña de factorías, plantas químicas, laboratorios, universidades y contratistas de todo tipo que forman la DIB ("base industrial de defensa"). Lo único que había dirigido Hegseth era una oenegé llamada Concerned Veterans for America.

Luego está la parte ideológica. Los objetivos de reestructuración del mando y los arsenales acaban de ser anunciados, sin demasiadas especificaciones, pero la purga contra el identitarismo de izquierdas, más conocido como wokismo o, en su vertiente práctica, las políticas de "diversidad, equidad e inclusión" (DEI), han ocupado desde buena parte de las energías del nuevo liderazgo del departamento.

Pete Hegseth ha destacado una y otra vez, a menudo en términos crudos, que lo único que importa es que las Fuerzas Armadas de EEUU sean "las más letales del mundo". Y que todo el resto de sensibilidades, políticas inclusivas y demás, es celulitis ideológica y burocrática que tiene que ser quemada lo antes posible.

Foto: Portaaviones CVN-78 USS Gerald R. Ford (abajo) navegando en el océano Atántico el pasado 4 de junio de 2020 junto al CVN-75 USS Harry S. Truman de la clase Nimitz. (US Navy / MC Riley McDowell)

Lo que sucede es que, en la cruzada por despedir a los "contratados DEI", en alusión a las personas que habrían sido reclutadas por su género o por su color de la piel en lugar de por sus habilidades, la línea es borrosa. En febrero la administración relevó al máximo general de EEUU, Charles Q. Brown Jr., a quien Hegseth había acusado de implementar políticas woke y de ser un "contratado DEI". El despido de un jefe de la Junta de Jueces del Estado Mayor es poco habitual, ya que es un cargo de cuatro años que se solapa con dos administraciones como una señal de continuidad de Estado. Con Brown, que apenas llevaba un año, se hizo una excepción. Brown, que había sido confirmado por unanimidad en el Senado en 2023, es afroamericano.

Según Linda Robinson, del think tank Council of Foreign Relations, medidas como esta, aplicadas a lo largo del organigrama militar y de sus archivos digitales, están haciendo "un daño incalculable al gobierno y al servicio público". La búsqueda de una representación más plural en las Fuerzas Armadas, dice Robinson, es una manera de ampliar el rango y el apoyo a la defensa nacional y no está reñida con el mérito. Esta "caza de brujas" limitaría la capacidad de reclutamiento y haría que las generaciones jóvenes diesen la espalda a un servicio militar necesitado de talento.

Las Fuerzas Armadas han licenciado a las tropas que haya pasado por un proceso de transición sexual o que tengan un historial de "disforia de género". En otras palabras, que una persona sienta pertenecer a un género distinto del asignado al nacer. Citando a fuentes militares, la agencia Reuters dice que hay 4.240 transgénero en Estados Unidos. La medida de la Administración Trump acaba de ser refrendada, con la mayoría conservadora de seis contra tres, en el Tribunal Supremo.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostiene una orden ejecutiva firmada en el Despacho Oval de la Casa Blanca. (Reuters/Kevin Lamarque)

Dicho de otra manera, la guerra cultural es una parte de la ruptura que la Administración Trump ha querido traer, también, al Pentágono. En línea con las políticas nativistas en inmigración, el desmantelamiento de otras ramas de Gobierno federal a manos de Elon Musk y la creación de un grupo de tareas para detectar el "sesgo anti-cristiano" (en un país donde todos los presidentes han sido cristianos y donde casi el 90% de los congresistas son cristianos).

"Estamos dejando atrás el wokismo y la debilidad. Se acabaron los pronombres, se acabó la obsesión con el cambio climático, se acabaron los mandatos de emergencia para vacunar, se acabaron los tíos con vestido. Se acabó esa mierda", declaró Pete Hegseth en un fragmento de 17 segundos que se volvió viral en el mundo MAGA.

La actuación de Hegseth expresa muy bien los dos puntos de vista antagónicos de la política de Estados Unidos. Desde el lado demócrata, que se ha hecho sinónimo con el establishment y con las instituciones tradicionales, el Pentágono está siendo desventrado por un ideólogo sin experiencia; una persona con graves defectos de carácter, cuyo único valor para el puesto es su fidelidad personal a Donald Trump. Los aliados del presidente, en cambio, no ven en la gestión de Hegseth un ejemplo de disfuncionalidad y de caos, sino las señales de un necesario proceso de limpieza.

Foto: Trump entrevistado por Hegseth en 2017. (Reuters)

"Las lágrimas de progre han estado fluyendo efusivamente desde que Trump sorprendió al mundo al ganar cada uno de los estados clave en la masacre electoral del martes", escribía el abogado y comentarista de la derecha, Josh Hammer, en noviembre de 2024. "Pero esas lágrimas se han transformado en cataratas después de que Trump nominase al veterano del Ejército y presentador de Fox News Pete Hegseth para limpiar los establos de Augías [un rey griego cuyos establos eran tan grandes que solo Hércules los pudo limpiar] en el abotargado y woke Pentágono".

Los bolcheviques americanos del siglo XXI vienen desde el otro lado del espectro, desde la derecha. Armados con el Proyecto 2025, que está resultando profético, atacan el cuerpo funcionarial, expanden el poder ejecutivo a expensas de los demás y desatan una suerte de neo-macartismo en las instituciones. Pete Hegseth no ha salido de la nada. Ya figuraba en el radar de las autoridades militares.

El 14 de enero de 2021, se prohibió a Pete Hegseth servir como parte del dispositivo de la Guardia Nacional que se encargaría de la seguridad en la investidura del presidente Joe Biden. Un sargento recibió un correo electrónico en el que aparecía Pete Hegseth sin camiseta, con sus tatuajes expuestos. Uno de ellos, en el brazo derecho, consistía de dos palabras: Deus vult: "Dios lo quiere". Un grito de guerra de cuando se declaró la Primera Cruzada, en 1095, y una frase popular entre la extrema derecha islamófoba de Estados Unidos. Las palabras Deus vult han aparecido pintadas en las fachadas de mezquitas, se han visto en actos extremistas como la marcha de Charlottesville, en 2017, y suelen circular en foros radicales de internet.

Foto: Ejercicios militares en Alemania, en febrero de 2025. (EFE/Martin Divisek)
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La Guardia Nacional consideró a Hegseth una "amenaza interna" y lo retiró del dispositivo. Acto seguido Hegseth, que se encontraba en la reserva, presentó su dimisión. "El sentimiento era mutuo", explicaría después, en un libro autobiográfico titulado The War on Warriors. "Ya tampoco quería a este Ejército. Veinte años, y el ejército que yo amaba, por el que luché y por el que sentía reverencia, me escupió". Cuatro años después, Hegseth tomaba el mando de este mismo ejército.

Aunque la agenda de la segunda Administración Trump sea fundamentalmente ultraconservadora, su apetito de ruptura ha sido comparado con el de los bolcheviques. Lo que sucede en Washington desde hace poco más de 100 días se parece más a una revolución que a una reforma. Y esta revolución se está abriendo camino, de manera trastabillada y caótica, en el ministerio más grande de todos: el Pentágono.

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