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No hace falta que gobierne Farage: más difícil (si cabe) vivir y trabajar en UK si eres extranjero
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No hace falta que gobierne Farage: más difícil (si cabe) vivir y trabajar en UK si eres extranjero

El esperado plan migratorio sienta las bases para un cambio significativo: no solo frenar la migración irregular, sino también restringir las vías legales de entrada al país

Foto: Una escena en Londres el día que se presentó el nuevo plan migratorio de Reino Unido. (EFE/Tolga Akmen)
Una escena en Londres el día que se presentó el nuevo plan migratorio de Reino Unido. (EFE/Tolga Akmen)
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Prometió traer la cordura. Y sin embargo, tras el fracaso en las últimas elecciones locales ante el auge de la derecha radical de Nigel Farage, la primera medida del inquilino de Downing Street cede ante su populismo. Keir Starmer ha endurecido su política migratoria con un polémico plan que, entre otros, complica —aún más— la contratación de extranjeros, amplía de cinco a diez años los plazos para poder solicitar la nacionalidad británica y restringe las visas para graduados.

"Las naciones dependen de reglas justas", matizó Starmer este lunes en una intervención en la residencia oficial. "En una nación diversa como la nuestra, y lo celebro, estas reglas cobran aún más importancia. Sin ellas, corremos el riesgo de convertirnos en una isla de extraños, no en una nación que avanza unida", añadió, adoptando el mismo discurso euroescéptico que en su día criticó. "Retomaremos el control de nuestras fronteras".

El esperado plan migratorio sienta las bases para un cambio significativo: no solo frenar la migración irregular, sino también restringir las vías legales de entrada al país. Se trata de una reestructuración que desafía décadas de política del Partido Laborista.

Concebido como una ruptura radical con un sistema considerado excesivamente dependiente de la mano de obra extranjera mal remunerada, el plan incluye plazos de asentamiento más largos, requisitos más estrictos para el inglés y un desafío directo a los empleadores que dependen de la migración para cubrir puestos de trabajo peor remunerados.

Foto: El líder populista británico, Nigel Farage. (Reuters/Phil Noble)

La estrategia se presenta tras meses de creciente presión en Reino Unido por cifras récord de migración neta. La diferencia entre el número de personas que se mudaron a Reino Unido y el número que lo abandonó, fue de 728.000 en los 12 meses hasta junio de 2024. Bajo el último gobierno conservador, la cifra se disparó a más de 900.000.

Pero, ante todo, el cambio de rumbo de un primer ministro considerado hasta ahora pragmático y pro UE, tiene lugar ante la ansiedad creada por el ascenso de Reform Uk de Farage. El líder populista no solo triunfó en las recientes elecciones locales, sino que —por seis votos— arrebató a los laboristas el único escaño de la Cámara de los Comunes que estaba en juego. La circunscripción clave de Runcorn y Helsby, situada en el Muro Rojo del norte de Inglaterra, cambió hacia un azul celeste de Reform atraído por un discurso antiinmigración. En definitiva, Farage —el responsable del Brexit, el amigo íntimo de Trump— vuelve a dictar las pautas del discurso de Westminster.

Foto: El primer ministro británico Keir Starmer con Donald Trump en el Despacho Oval, el pasado 27 de febrero (Reuters/Kevin Lamarque)

En el programa presentado este lunes por el Gobierno laborista, no hay maniobras explosivas como el 'Plan de Ruanda', presentado en su día por el ejecutivo tory, pero las propuestas marcan una ruptura con el modelo de migración más abierto que algunos diputados laboristas aún defienden como justo y económicamente necesario. De hecho, el Libro Blanco ha creado tensiones internas en el Gabinete entre el ministerio de Interior y el Tesoro, cuya responsable, Rachel Reeves, defendía hasta ahora que la inmigración jugaba un factor importante para el crecimiento económico, uno de los principales objetivos del Gobierno.

"Hay quienes piensan que controlar la inmigración supone restringir una especie de libertad natural, en lugar de la responsabilidad básica y razonable del gobierno de tomar decisiones que beneficien la economía nacional. Y durante años, esto parece habernos confundido. Pero, para ser claros, esto se acaba ahora. Crearemos un sistema de migración controlado, selectivo y justo", recalcó el líder laborista, el mismo que la próxima semana tiene que renegociar con la UE el acuerdo del Brexit. La posibilidad de un acuerdo de libertad de movimiento juvenil queda ahora más que entredicho.

Starmer insistió en que abordar la migración no perjudicaría el crecimiento económico. "Tuvimos la mayor migración neta cuando el último gobierno perdió el control, a casi un millón, y un crecimiento estancado. Por lo tanto, ese vínculo no se sostiene con esa evidencia", dijo en un discurso donde, haciendo eco del eslogan utilizado por los defensores del Brexit durante el referéndum de la UE de 2016 —donde él abogó por la permanencia en el bloque— afirmó: "Les daremos lo que han pedido una y otra vez y recuperaremos el control de nuestras fronteras".

Foto: El presidente estadounidense, Donald Trump, anuncia un acuerdo comercial entre Estados Unidos y Reino Unido en el Despacho Oval de la Casa Blanca. (EFE/BONNIE CASH POOL)

Por su parte, el populista Farage, se mostró como el único capaz de acabar "con el problema de la inmigración". "Este gobierno no hará todo lo posible por controlar nuestras fronteras", señaló mientras, a través de sus redes sociales, aseguraba que 250 jóvenes ya estaban cruzando el canal de la Mancha este lunes, sugiriendo que algunos podrían ser terroristas iraníes.

El Libro Blanco presentado este lunes no tiene nada que ver con la migración irregular. Pero Farage sabe que es más fácil motivar a los votantes atacando a los solicitantes de asilo que a las enfermeras migrantes, y su partido se ha beneficiado de la exageración realizada sobre la contribución de las llegadas en pateras a la migración neta total.

"Solo Reform UK deportará a los inmigrantes ilegales y sacará a Reino Unido del Convenio Europeo de Derechos Humanos", defendió. Desde hace tiempo, el núcleo duro de la derecha radical defiende que hay que romper con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el mismo que canceló el polémico plan de los conservadores para mandar a Ruanda a los inmigrantes llegados por rutas irregulares, al considerarlo ilegal.

Foto: Solicitantes de asilo en Canadá. (REUTERS/Carlos Osorio)
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Cuando se le preguntó a Stamer por esta cuestión, dijo que no era necesario que Reino Unido se desvinculara del Convenio Europeo de Derechos Humanos. "Los acuerdos internacionales que hemos firmado nos han sentado las bases para los acuerdos que hemos alcanzado sobre la migración ilegal. No se pueden alcanzar esos acuerdos con otros países para colaborar más estrechamente en la aplicación de la ley, desmantelar las bandas y trabajar en acuerdos de retorno —que es lo que queremos hacer— si, a continuación, se dice que no se cree en el derecho internacional", matizó.

Como parte de las nuevas medidas, se exigirá a los adultos que acompañen a trabajadores extranjeros Reino Unido que aprueben un examen de inglés y se impedirá que las residencias contraten personal extranjero. El gobierno también eliminará el derecho de los trabajadores extranjeros a solicitar automáticamente el asentamiento en Reino Unido después de cinco años, ampliando su espera a 10 años.

También se incluirán planes para deportar a más delincuentes extranjeros, exigir a los empleadores que formen a su personal británico y exigir que los trabajadores cualificados que entren en Reino Unido tengan un título universitario. Starmer aseguró que con estas medidas las cifras disminuirían "significativamente", pero se negó a dar una cifra.

Foto: Pasajeros en el aeropuerto de Heathrow (Reuters/Toby Melville)

Las críticas entre sus propias filas no han tardado. La diputada Nadia Whittome ha asegurado que los comentarios de Starmer ante “el riesgo de convertirse en una isla de extraños" sin controles migratorios justos, es “vergonzoso y peligroso”. “Imita el alarmismo de la extrema derecha”, matiza.

Por su parte, tanto la Confederación de la Industria Británica como las Cámaras de Comercio Británicas también han expresado su preocupación por los planes del Gobierno. Jane Gratton, subdirectora de políticas públicas de las Cámaras de Comercio asegura que “para impulsar la economía, las empresas necesitan acceder a las competencias adecuadas, y para algunas empresas esto implicará traer personal de fuera del Reino Unido”. “Esto suele ser el último recurso, tras haber intentado por todos los medios contratar personal en el mercado laboral local. Nuestras encuestas muestran que solo el 13 % de las empresas miembros de la Cámara acceden al sistema de inmigración. Si consideramos solo a las pymes, la cifra se reduce al 9 %”, matiza.

El aumento adicional de las tasas para utilizar un sistema de inmigración ya de por sí extremadamente costoso supondrá una carga adicional para las empresas que necesitan cubrir vacantes urgentes. Esto ocurre en un momento en que las empresas ya se enfrentan a una creciente presión ante subida de impuestos.

Prometió traer la cordura. Y sin embargo, tras el fracaso en las últimas elecciones locales ante el auge de la derecha radical de Nigel Farage, la primera medida del inquilino de Downing Street cede ante su populismo. Keir Starmer ha endurecido su política migratoria con un polémico plan que, entre otros, complica —aún más— la contratación de extranjeros, amplía de cinco a diez años los plazos para poder solicitar la nacionalidad británica y restringe las visas para graduados.

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