¿Aguantará el alto el fuego India-Pakistán? Esta es la capacidad militar de cada uno si entran en guerra
En un lado, un gran ejército 'Frankenstein' suplido tanto por Occidente como por el antiguo Bloque del Este. En el otro, el catálogo actual de armamento de las fuerzas armadas chinas
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Tras una larga noche de negociaciones, la Administración Trump ha logrado por sorpresa que India y Pakistán acuerden un alto el fuego, deteniendo así la peligrosa escalada de los últimos días entre las dos potencias nucleares. Por ahora, la mediación estadounidense permite salvar la cara a los dos gobiernos, al presentar el acuerdo como una imposición exterior. Sin embargo, el fuerte carácter nacionalista de ambos gobiernos y el enardecimiento de la opinión pública tanto india como paquistaní hacen que la tregua sea necesariamente frágil. ¿Qué puede pasar si fracasa y estas dos naciones asiáticas se deslizan hacia una guerra abierta? ¿Cuáles son las capacidades militares de cada uno?
Estos dos ejércitos se cuentan entre los más grandes del mundo, considerando el número de efectivos. Y su considerable poderío militar refleja caminos paralelos asegurando alianzas con proveedores extranjeros y tratando de desarrollar la industria local, pero con desigual resultado.
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La India fue uno de los países impulsores del Movimiento de los No Alineados, lo que significa que, durante la vieja Guerra Fría, trató de mantener un equilibrio entre Occidente y el bloque comunista. Esto se reflejó en unos arsenales que combinaban armamentos soviéticos y europeos. La disolución de la URSS llevó a Moscú a no poner límites a las exportaciones de tecnología militar y la India vivió una época como cliente privilegiado de la industria militar rusa. El auge de China en el siglo XXI empujó a la India a reconsiderar sus alianzas y a un acercamiento a Estados Unidos, que se ha visto reflejado en las compras de armamento. El resultado de estos vaivenes históricos son unas fuerzas armadas con una diversidad de proveedores como probablemente no haya otras en el mundo.
La fuerza aérea de la India refleja perfectamente ese juego de equilibrios de su diplomacia. Cuenta con aviones de combate Sujoi SU-30MKI de origen ruso, dotados de electrónica israelí y francesa. Paralelamente, su más reciente adquisición son los aviones de combate Dassault Rafale, de origen francés. A esto hay que sumarles los Mirage 2000, igualmente franceses, los franco-británicos SEPECAT Jaguar y MiG-29 de origen soviético. Mientras tanto, los veteranos MiG-21 están ya al final de su vida operativa.
Pesadilla logística
La solución evidente a la pesadilla logística que plantea la fuerza aérea india ha sido potenciar la industria local. Pero el largo proceso de desarrollo del caza ligero HAL Tejas y los atajos tomados comprando tecnología extranjera reflejan los problemas de la industria india para madurar diseños y producir sistemas de armas capaces de competir con los extranjeros. Se trata de un problema que es fácil encontrar también en otras ramas de la industria india, no sólo en la producción de aeronaves.
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Mientras tanto, China, el principal rival geopolítico de India, no ha dejado de quemar etapas en la producción de aviones de combate y ha sido capaz de presentar prototipos de aviones de nueva generación. El auge chino ha empujado a India a mejorar sus relaciones con Estados Unidos y le ha abierto la puerta a la industria estadounidense, lo que India ha aprovechado para dotarse de aviones de transporte C-17, aviones de patrulla marítima P-8, helicópteros de transporte pesado CH-47 Chinook y helicópteros de ataque AH-64 Apache.
La armada de la India también refleja una pluralidad de proveedores sin parangón en el mundo. Cuenta con dos portaaviones. Uno se trata de un viejo buque soviético que sufrió un largo y costoso proceso de modificación en Rusia. El otro fue construido localmente con ayuda italiana. Ambos buques embarcan aviones MiG-29K, convirtiendo a India en una de los pocos países del mundo dotado de cazas convencionales embarcados.
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El siguiente pilar del poderío naval indio es su fuerza de 17 submarinos, pertenecientes a tres clases diferentes de origen francés, ruso y alemán. Mientras tanto el impulso a la industria local se ve reflejada en la entrada en servicio de dos submarinos nucleares lanzadores de misiles balísticos que se verán reforzados con la entrada de una versión evolucionada.
La fuerza de superficie cuenta con casi 40 escoltas, sumando destructores, fragatas y corbetas. Se trata de la fuerza más homogénea tecnológicamente hablando, ya que tradicionalmente la armada india se dotó con diseños de buques de combate soviéticos y luego rusos a los que adaptó a las necesidades locales. Mientras, los diseños netamente locales adaptaron tecnología comprada a Moscú, con una familia de diseños de buques de combate completamente originales.
Por último, hay también una huella soviética y rusa en el ejército indio, cuya punta de lanza la forman unidades mecanizadas dotadas con carros de combate T-90 y T-72 junto con vehículos de combate de infantería BMP-2, todos ellos comprados a Moscú. También ha entrado en servicio un diseño de carro de combate local, el Arjun, que tuvo un largo y problemático desarrollo. También se ha adquirido a Moscú una amplia variedad de sistemas antiaéreos y de cohetes de artillería. Pero la irrupción internacional de nuevos proveedores militares en el siglo XXI queda también reflejada en las compras de artillería de campaña a Corea del Sur y Estados Unidos o las compras de misiles antiaéreos a Israel.
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La gran incógnita que queda pendiente es ver si la industria local será capaz algún día de alcanzar plena autonomía desarrollando sistemas de combate avanzados. Mientras tanto, se acumula una larga lista de compras a proveedores extranjeros de sistemas de armas y de licencias para producir localmente, incluyendo el avión de transporte C295 que Airbus produce en Sevilla. La autonomía tecnológica será lo que determine si India es capaz de convertirse en la verdadera potencia que por tamaño y economía le corresponde ser en el siglo XXI.
Apostando todo al amigo chino
Pakistán fue un aliado de Estados Unidos durante la vieja Guerra Fría, formando la cadena de países desde la Península Ibérica a Japón que sirvió para contener a la Unión Soviética. Pakistán llegó a firmar en 1955 el Pacto de Bagdad, un intento de alianza militar en Oriente Medio con Reino Unido Turquía, Irán e Irak. Aquella relación privilegiada con Estados Unidos le dio acceso a armamento puntero, como los cazas F-16 que llegaron a enfrentarse con la aviación soviética en la frontera con Afganistán.
Pero las ambiciones nucleares de Pakistán en los años 90 llevaron a un enfriamiento de las relaciones y a un embargo de la venta de aviones y repuestos. Aquella ruptura empujó a Pakistán a buscar un nuevo socio estratégico y lo encontró en otro rival geopolítica de su vecina India: China.
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Un repaso a las fuerzas armadas de Pakistán por tierra, mar y aire nos muestra un arsenales formados con tecnología china y unos cuantos sistemas de armas herederos de la vieja Guerra Fría. Así, la punta de lanza de la fuerza aérea pakistaní son los cazas J-10 y los JF-17, de origen chino. El segundo tiene la particularidad de que nació como un proyecto conjunto.
Además, Pakistán cuenta con los F-16 recbidos en los años 80 y que fueron reforzados con un lote adicional modernizado. Paralelamente, la fuerza aérea paquistaní todavía mantiene en servicio aviones Mirage III y Mirage V que modernizó en los años 90 cuando sufrió el embargo estadounidense. Curiosamente, aparatos Mirage III españoles terminaron en Pakistán como fuente de repuestos.
La armada paquistaní cuenta con ocho fragatas de diseño chino y una novena unidad de la clase "Oliver Hazard Perry" procedente de segunda mano. Esa combinación de lo nuevo y lo viejo está también presente en su fuerza de submarinos. Un total de ocho submarinos de diseño chino han sido encargados para sustituir a cinco submarinos clase Agosta de diseño francés y bien conocidos en España.
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Al igual que en otras ramas de las fuerzas armadas, Pakistán ha buscado la transferencia de tecnología para producir localmente sistemas de armas. Una política que llevó a cabo tanto en la construcción de las fragatas chinas o los submarinos franceses. Y que ha aplicado con un nuevo socio en materia de construcción naval, Turquía. Hasta ahora se han encargado cuatro corbetas de diseño turco, a las que sumarán cuatro fragatas de un diseño específico en el que participan empresas paquistaníes.
Por último, la alianza tecnológica con China se hace bien visible en los arsenales del ejército paquistaní, que cuenta con varios modelos de carros de combate chinos de diferentes generaciones, desde la versión china del veterano modelo soviético T-55 a diseños específicos de exportación más modernos como son los VT-1 y VT-4, equivalentes a los nuevos diseños rusos de la familia T-72. Aparte, toda clase de piezas de artillería, sistemas antiaéreos y misiles anticarro de de origen chino. Mientras que el legado estadounidense se encuentra en los eternos blindados de transporte de tropa M113 y las piezas de artillería autopropulsadas M109.
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Siendo un país multiétnico sometido a tensiones internas, las fuerzas armadas han sido uno de los elementos vertebradores del Estado paquistaní. Y un elemento fundamental de esa estructura que funciona como un Estado dentro del Estado es la existencia de un complejo militar-industrial. Ejemplos son empresas como Pakistan Ordnance Factories (POF) y Pakistan Aeronautical Complex (PAC).
La industria paqiistaní se limitó durante décadas a comprar licencias de producción y a desarrollar modificaciones locales, fuera del fusil H&K G3 o el blindado M113. Pero este siglo ha avanzado en el desarrollo de sistemas de armas complejos gracias a la ayuda china como es el caso del avión de combate JF17, que ha logrado ser exportado a Nigeria y Myanmar. Y que pretende ocupar el nicho de avión de combate económico que anteriormente Francia o la Unión Soviética ofrecían a sus aliados en el Tercer Mundo durante la vieja Guerra Fría.
La tensión entre India y Pakistán es sólo una de las razones que justifica el elevado gasto en defensa en estos dos países que se enfrentan a su vez a otros desafíos geopolíticos. Y en ambos casos se da que, tras décadas de importaciones masivas de tecnología extranjera, cada país ha tratado de impulsar una incipiente industria local que dio sus primeros pasos comprando licencias de producción.
India ha contado con décadas de ventaja y, sin embargo, desde el caza ligero HAL Tejas al carro de combate Arjun, el resultado no ha sido suficientemente satisfactorio y las compras de sistemas de armas extranjeras han continuado. Pakistán, en cambio, apostó por el desarrollo local tardíamente y lo hizo confiando en un socio tecnológico que llevara la voz cantante. Parece que el resultado es un paso corto pero firme. En cualquier caso, el desempeño de unos y otros sistemas de armas depende en todo caso de factores como la formación y doctrina o el mantenimiento. La última palabra la tiene el factor humano.
Tras una larga noche de negociaciones, la Administración Trump ha logrado por sorpresa que India y Pakistán acuerden un alto el fuego, deteniendo así la peligrosa escalada de los últimos días entre las dos potencias nucleares. Por ahora, la mediación estadounidense permite salvar la cara a los dos gobiernos, al presentar el acuerdo como una imposición exterior. Sin embargo, el fuerte carácter nacionalista de ambos gobiernos y el enardecimiento de la opinión pública tanto india como paquistaní hacen que la tregua sea necesariamente frágil. ¿Qué puede pasar si fracasa y estas dos naciones asiáticas se deslizan hacia una guerra abierta? ¿Cuáles son las capacidades militares de cada uno?