Asediando el 'castillo santo': cómo este cónclave estará lleno de injerencias externas
Aunque los cardenales que participan en el cónclave se aíslan del mundo exterior, el proceso no está libre de influencias externas. Países como China, Estados Unidos o Alemania han intervenido, directa o indirectamente
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Es uno de los procesos más secretos a nivel mundial. Tras el inicio de la Sede Vacante —y el cumplimiento de los 15 días de luto oficial por el Papa Francisco—120 cardenales de todo el mundo se encerrarán en la Santa Sede para elegir al que será el nuevo representante del catolicismo en la Tierra y el que ostentará el cargo de jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano. Es el inicio del cónclave. Durante estos días, los cardenales no reciben ninguna información del exterior con el fin de que esta no influya en su decisión en el momento de votar. Nadie que no pertenezca a este grupo eclesiástico sabe realmente lo que sucede entre las paredes de la Capilla Sixtina.
Custodiados por los frescos del Juicio Final y de la Creación de Adán, los únicos testigos del proceso son ellos mismos. En el mundo exterior, las fumatas son los emisarios de lo que está ocurriendo dentro: a la espera del ansiado humo blanco, millones de católicos aguardan saber quién será su nuevo Santo Padre.
A pesar de que el misticismo y la extrema discreción es lo que más caracteriza este proceso, hay algunas personas que conocen un poco más de lo que ocurre en el cónclave. Javier Martínez Brocal, periodista especializado en la cobertura diaria del Papa y de El Vaticano y autor de libros como Cónclave o El Sucesor, es una de estas. Es, precisamente, el ocultismo que caracteriza este proceso lo que más le fascina. "A mí me ha interesado ver en el cónclave cómo un mecanismo diseñado para proteger la libertad de los cardenales", explica en una entrevista para El Confidencial. Es más bien "la idea de que estos hombres puedan elegir al que consideren el cardenal mejor preparado para el cargo, sin presiones que provengan del exterior. Por eso no van contando el resultado, por eso se protege su libertad y no tienen que ir dando cuentas al exterior ni hay campañas electorales".
Independientemente del aislamiento que viven, el escritor señala que este cónclave estará muy expuesto "a las intromisiones externas" que van desde las "estrategias de presión de la opinión pública" haciendo públicos los "dosieres de cardenales" —como ocurrió con Giovanni Becciu— hasta "señalamientos, acusando a un candidato u otro de ser muy liberal o muy conservador". Forma parte de una estrategia de desgaste que desemboca en una ‘guerra sucia’, utilizada tanto para impulsar como para desacreditar las carreras de los cardenales favoritos.
Uno de ellos es el cardenal italiano Pietro Parolin, quien ostentó el cargo de secretario de Estado durante el papado de Francisco. Desde la muerte de Francisco, este cardenal ha sufrido críticas al haber sido acusado de tener un afán de protagonismo por recibir a los jefes de Estado y a las principales autoridades en el funeral del Papa.
Sin embargo, lo que realmente le ha perjudicado es el hecho de haber llevado a cabo un "acuerdo secreto" e “histórico” con China y la Santa Sede. En este pacto, Parolin supervisó uno de los acuerdos más polémicos que se han ejecutado durante el papado de Francisco al otorgar poderes al Gobierno chino para nombrar a los obispos con la condición de que este reconozca al papa como el único líder de la Iglesia católica. Una acción que, para los católicos chinos —cansados de las políticas del Partido Comunista, su control y persecución— se sintieron traicionados.
Uno de ellos fue el cardenal Joseph Zen, prelado de 93 años, quien señaló directamente a Parolin por "negarse" a reconocer el retroceso del catolicismo en China y le acusó de mantener "mentiras descaradas" al presentar el acuerdo como un plan de recuperación de las relaciones diplomáticas con Pekín. Un acto que habría estado alineado, supuestamente, con la visión de Benedicto XVI. “Lo más repugnante es insultar al venerable Benedicto XVI al decir que aprobó en su momento el acuerdo firmado por la Santa Sede hace dos años, sabiendo que nuestro dulcísimo y gentil Benedicto ciertamente no saldrá a desmentirlo”, declaró en el año 2020.
La Iglesia católica China, controlada por el Gobierno
Las iglesias católicas en China deben operar bajo la supervisión del Gobierno, que, a través de la Asociación Patriótica Católica China, designa a los obispos y controla la actividad de la comunidad católica en todo el país. A estos obispos, nombrados directamente por el Gobierno chino, se les acusa de ser leales al Partido Comunista. Según el acuerdo vigente con el Vaticano, cada obispo designado por el gobierno debe recibir la aprobación de la Santa Sede. Sin embargo, este principio se violó días después de la muerte de Francisco, cuando la Asociación Patriótica celebró una “elección” de líderes católicos locales para nombrar un nuevo obispo en la Diócesis de Xinxiang, a pesar de que esta ya cuenta con un obispo previamente designado y aprobado por el Vaticano.
Que esta acción se haya producido justo después de la muerte del papa es, para algunos analistas, un intento de China de sembrar cizaña entre los cardenales para socavar las posibilidades de que Parolin se convierta en papa y favorecer, en cambio, el ascenso del cardenal filipino, Luis Antonio Tagle.
Esta no habría sido la única vez en la que China ha violado el acuerdo. En los últimos años, funcionarios de la Santa Sede han reconocido que Pekín ha transgredido en numerosas ocasiones el acuerdo. En 2023, las autoridades chinas nombraron como obispo a Shen Bien sin la aprobación de la Santa Sede. Posteriormente, el papa Francisco aceptó su nombramiento "por el bien de la diócesis", una concesión que generó varias disputas dentro del cuerpo eclesiástico.
"El peligro de injerencia existe"
Además, algunos consideraron que el pontificado de Francisco no ha sido lo suficientemente contundente con los abusos de los derechos humanos en China, sobre todo en lo relacionado con el internamiento de los musulmanes uigures o con el encarcelamiento del activista católico y prodemocracia, Jimy Lai, en Hong Kong. Junto a esto, varios grupos de derechos humanos han recogido los casos de siete obispos que actualmente están detenidos en China sin opción a juicio. Y la polémica continúa. Este 1 de mayo han entrado en vigor en el país nuevas restricciones impulsadas por el Frente Unido que prohíben al clero extranjero presidir actividades eclesiásticas sin la invitación del Gobierno de Xin Jinping, lo que limita la ejecución de misiones extranjeras en el país.
En cuanto a estas acciones, el periodista advierte de que "el peligro de injerencia existe. Hay un cardenal, el Camarlengo, que es responsable de evitar intromisiones. Por ejemplo, cerciorarse de que no haya micrófonos ocultos en la Capilla Sixtina".
Pero las presiones no solo vienen por parte de la clase política. Los medios de comunicación italianos también se han visto envueltos en diferentes polémicas por posicionarse hacia unos u a otros. La revista L'Espresso —especializada en periodismo de investigación, especialmente sobre temas eclesiásticos— ha eliminado un artículo titulado “Parolin, la diplomacia del invisible", en el que se realizaba un análisis de las redes de influencia del cardenal en los palacios romanos. Su director defendió su decisión amparándose en su cargo, sin ofrecer más detalles al respecto.
Algunos medios también han difundido varias noticias sobre la débil salud de Parolin, quien supuestamente se desvaneció al finalizar la congregación general de los cardenales por un episodio de "tensión alta". Algo que fue desmentido por el propio Vaticano el pasado viernes.
Otra de las posibles injerencias en el momento de elegir al nuevo papa se ha registrado en Alemania. La Conferencia Episcopal del país publicó el 23 de abril —dos días después de la muerte del papa— una guía para bendecir litúrgicamente a parejas en “situaciones irregulares” para la iglesia, incluidas las uniones entre personas del mismo sexo. Esta medida contradice la instrucción Fiducia Supplicans del Vaticano, que solo admite bendiciones informales a parejas que estén en esta situación, sin que ello suponga un matrimonio.
El hecho de haber publicado este documento apenas horas después del fallecimiento de Francisco ha sido interpretado por algunos eclesiásticos como una forma de desafiar los principios de la Iglesia o como un intento de impulsar la agenda defendida por el episcopado alemán, a través del "camino Sinodal", en un momento de vacío de poder.
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El periodista añade que "los cardenales tienen la obligación de rechazar cualquier veto". Pone de ejemplo amenazas que puedan venir de la Casa Blanca durante el proceso de elección del nuevo papa. "Si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, viene y dice que si se vota a 'X' cardenal, Estados Unidos dejará de destinar dinero a la Iglesia católica, los cardenales no pueden tener en cuenta esa amenaza".
En este sentido, el cardenal estadounidense Timothy Dolan, ha sido posicionado como el candidato papable que mejor relación tiene con Trump. Dolan ha presidido las dos tomas de posesión de Trump, por petición del presidente, al que elogió "su fe cristiana". De hecho, durante su primer mandato, Dolan fue uno de los eclesiásticos más cercanos al republicano. Sin embargo, el cardenal ha mostrado signos de distanciamiento con el republicano en estos últimos meses llegándole a acusar de "avivar las llamas de la violencia". Más recientemente ha criticado la imagen de Trump vestido como un papa —generada por la IA— señalándole "que no ha estado bien".
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A diferencia de la película "Cónclave" —dirigida por Edward Berger— el periodista explica que el proceso de elección real es diferente. "En la película ellos se presentan directamente como, por ejemplo, yo soy un candidato liberal, entonces si me votáis, la Iglesia abrirá las puertas al colectivo LGTBIQ+" pero, en realidad, el recorrido es el contrario. "Se reúnen y plantean cuál es la situación actual de la Iglesia y del mundo. Es decir, qué perfil necesitamos para responder a la situación actual de la Iglesia y cuáles son los problemas más urgentes".
Un papa que la sociedad necesite
En un momento en el que el mundo atraviesa más de 50 guerras, con el mayor foco mediático en Ucrania y en la Franja de Gaza, sumado a la polarización, el ascenso de las ideologías más conservadoras y la crisis climática, la pregunta que según el autor se hacen los cardenales es "¿qué tipo de papa es el que puede actuar ante estos desafíos?".
"Una vez que tiene claro el esquema, empiezan a ponerle nombre y apellido". En la opinión del autor, "hoy haría falta un papa que hiciera frente a esta polarización de la sociedad, a los populismos y a la situación identitaria". Pone de ejemplo la encíclica Fratelli Tutti, firmada por el papa Francisco en el año 2020, como un documento visionario de lo que el mundo necesita: la fraternidad. "En ese momento, cuando la leí, pensé con la de temas importantes que hay, el papa se ha puesto a escribir nada más y nada menos sobre la hermandad", afirma. "Pero ha pasado el tiempo y te das cuenta de que el papa ha sido capaz de ver venir la situación en la que nos encontramos ahora de polarización".
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Teniendo en cuenta este contexto, explica que lo que "hará falta es un papa que ayude a unificar o acoger a la gente que se ha sentido herida o un poco alejada". Cuando se eligió al papa Francisco, señala, era un momento en el que el mundo católico necesitaba "a un tío alegre. Te sonará un poco cursi, pero era un hombre optimista que traía también un proyecto".
Sin embargo, cuando se eligió al papa Benedicto XVI, según Martínez, se hizo porque "se decía que sería el heredero del papa Juan Pablo II" y que este "era su mano derecha". Critica que ese "no puede ser el criterio de elección de un papa", sino que debe ser uno que responda a "qué es lo que necesita el mundo". Por eso, explica, la primera votación es la más importante. "Ahí se ve quiénes son los cuatro o cinco cardenales que reúnen más apoyos. Y ya, a partir de la segunda votación, el voto se va guiando hacia los tres primeros. En ese momento se comprueba si alguno de ellos consigue los dos tercios". Un porcentaje que "supone un modo de garantizar que no habrá un papa extremista".
Durante este proceso, en el encierro al que se someten los cardenales, los candidatos empiezan a entablar conversaciones sobre sus propuestas. "Hablan con los principales candidatos en la comida, le preguntan sobre qué piensan de ciertos temas... y, si sigue adelante la candidatura, si consigue más votos, es porque los cardenales se están fiando de él y van arrastrando a los otros. Es básicamente un proceso de consenso". Por eso es tan difícil que se elija al papa en el primer día del cónclave.
Aun así, también hay un límite de días para votar. "Si pasan ocho días o nueve, la votación se hace entre los dos más votados y se descartan los otros candidatos", explica. Durante este proceso, antes de elegir a Jorge Mario Bergoglio —el nombre secular del papa Francisco— el periodista cuenta que este se vio sometido a una suerte de interrogatorio durante los últimos días del cónclave. "Parecía que ya iba a salir, pero en la comida le hicieron un último interrogatorio para comprobar si era muy revolucionario".
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