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Este español ha enterrado a cinco papas (y tiene su propia quiniela para este cónclave)
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Este español ha enterrado a cinco papas (y tiene su propia quiniela para este cónclave)

El periodista Antonio Pelayo, sacerdote y decano de los vaticanistas, es una de las personas mejor informadas sobre lo que se cuece en la Santa Sede. Hablamos con él

Foto: Pelayo junto al Papa. (Cedida)
Pelayo junto al Papa. (Cedida)
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Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco… El periodista Antonio Pelayo (Valladolid, 1944) ha informado desde Roma de los funerales de todos esos pontífices y ha cubierto los cónclaves en los que han sido elegidos los sucesores de todos ellos. Echen la cuenta: lleva cinco papas y cuatro cónclaves, cinco contando con el que a partir del próximo miércoles, día 7, arrancará en la Capilla Sixtina para designar al sucesor de Jorge Bergoglio.

Sacerdote, además de periodista y cinéfilo, Antonio Pelayo es desde hace años corresponsal en Roma de Antena 3 y una de las personas mejor informadas de la ciudad (y del mundo) de lo que ocurre en los 0,4 kilómetros cuadrados que componen la Ciudad del Vaticano. Es lo que tiene llevar 38 años viviendo ininterrumpidamente en Roma y haber venido antes en varias ocasiones a la Ciudad Eterna como enviado especial.

PREGUNTA. Cinco papas, se dice pronto. ¿Con cuál se queda?

RESPUESTA. Con Montini, con Pablo VI. Me quedo con Montini porque es el papa de la modernidad. Es el primer papa que sale de Roma, el primer papa que se sube a un avión, el primer papa que visita los cinco continentes, el primer papa que viaja a Palestina… Y es el papa que concluye el Concilio Vaticano II, que Juan XXIII no hubiera sido capaz de acabar o lo habría acabado de mala manera. Y, sin embargo, Pablo VI, con un tesón enorme y con una valía extraordinaria, logró sacar adelante el Concilio Vaticano II, el gran acontecimiento de la Iglesia en el siglo XX. Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI han bebido de la fuente de Pablo VI. De hecho, Francisco ha citado muchísimo a Pablo VI, bastante más que a Juan Pablo II.

P. ¿Qué balance hace del pontificado de Francisco? ¿Le ha gustado?

R. Muchísimo. Y no sólo a mí. Creo que lo que hemos visto en su multitudinario funeral aquí en Roma, así como la conmoción en todo el mundo por su muerte, demuestra que es completamente falso eso que algunos decían de que era un papa poco amado por la gente, un papa criticado. No es verdad. Es cierto que ha tenido opositores, pero no mucho más que otros pontífices. Se nos olvida que Pablo VI con ‘Humanae vitae’ (la encíclica que regula la natalidad y declaraba inmorales todos los métodos anticonceptivos no naturales) pasó por lo que no ha pasado ningún papa. No es que Pablo VI recibiera críticas de dos o tres cardenales, es que conferencias episcopales enteras como la alemana, la holandesa o la belga se opusieron a la encíclica, pero el papa la mantuvo. Lo que ocurre es que hoy la oposición a Francisco es más desvergonzada y tiene mucho más dinero.

P. Francisco es un papa que en España ha gustado mucho a los agnósticos y bastante menos al sector más conservador de los católicos, ¿a qué lo atribuye?

R. Francisco no gustaba a los católicos más esquinados hacia la derecha, por así decirlo, aunque sea un poco simplista. No gustaba porque, evidentemente, Francisco ha roto el esquema del fiel devoto, ese que es más papista que el papa. Francisco dijo en incontables ocasiones que la Iglesia tiene que ser una casa abierta a todos, a todos, a todos, y lo ha llevado a rajatabla. Francisco ha abierto los brazos a todo el mundo, ha recibido en su casa a parejas homosexuales, ha recibido en las audiencias de los miércoles a transexuales, ha tenido numerosos gestos con los musulmanes, ha sido el hombre del gran diálogo con el mundo musulmán. Ya dijo antes de ser elegido papa que la Iglesia tenía que salir, ir en busca de toda la gente que por una razón o por otra se ha apartado de ella. Y hay un grupo de tradicionalistas, encabezados seguramente por el cardenal Müller y muy financiados, a los que eso no les gusta.

placeholder Antonio Pelayo. (I.H.V)
Antonio Pelayo. (I.H.V)

P. ¿Quién ha financiado a los opositores de Francisco y por qué?

R. ¿A quién ha atacado más el papa en todos estos años? A los fabricantes de armas, a los grandes capitalistas despiadados y egoístas que solo buscan su propio beneficio. Y para un fabricante de armas americano, dar 20 millones de dólares es como si yo doy 10 euros. Esa gente financia medios de comunicación, agencias, periódicos y radios, y por eso en Estados Unidos hay 10, 12 publicaciones clarísimamente anti-Bergoglio. En España también las hay.

P. Pero también ha habido críticas muy fuertes a Francisco dentro de los propios cardenales.

R. Sí. En mi opinión, los cardenales opuestos a Francisco han perdido la vergüenza. ¿Cómo se puede decir que el papa es hereje? ¿Cómo puede ser posible que cuatro cardenales firmaran un documento asegurando que el papa era hereje? Decir que el papa es hereje es destruir la imagen de la Iglesia, es no creer en el Espíritu Santo, es no creer en nada. Es algo increíble que no había sucedido nunca.

P. Otra acusación recurrente que se le hacía a Francisco es que era un Papa populista e incluso peronista.

R. Era un Papa del pueblo, un papa popular. Pero entre popular y populista hay una gran diferencia. Francisco nunca ha hecho gestos de adulación a nadie, a los jóvenes mismos les decía que es muy bonito ser joven pero les exigía muchas cosas. Rechazo absolutamente la acusación de que Francisco fuera populista y reivindico que ha sido un papa popular, en el gran sentido de la palabra.

P. Comunista es otra de las etiquetas que le han colgado a Francisco.

R. Una acusación que, de nuevo, venía de los fabricantes de armas y de los capitalistas, a los que no les gustaban las críticas contra ellos de Francisco y trataban de desacreditarle como fuera.

Foto: El cardenal Gerhard Ludwig Muller. (Reuters/Max Rossi)

P. ¿Hay polarización en la Iglesia?

R. Sí, la hay, es evidente. Hoy hay más opinión pública, afortunadamente la Congregación para la Doctrina de la Fe ya no hace juicios contra teólogos o contra quien piensa distinto, y eso favorece mayor polarización. Pero no sé si hay más o menos que antes. Lo que sé es que a Benedicto XVI se le reprochaba que era un hombre demasiado recatado, que no gobernaba, que dejaba las riendas de todo en manos de Bertone (el que fuera su secretario de Estado vaticano). Y de Juan Pablo II se decía que estaba en manos de Reagan y de Thatcher que su único objetivo era tumbar al comunismo. Todos los papas han tenido oposición y, por tanto, cierta polarización. Pero no creo que ahora haya más que antes. Lo que sí que hay es mucha más secularización, eso sí que va avanzando. El contexto global es mundano, de puro consumismo, y mucha gente no tiene tiempo ni siquiera para reflexionar.

P. ¿Qué información tiene sobre las congregaciones generales, las reuniones preparatorias del cónclave?

R. Es evidentemente que ha habido una primera ofensiva por parte de los sectores más conservadores para tratar de ocupar terreno, pero yo creo que se han equivocado, porque la han lanzado demasiado pronto. En las tres o cuatro primeras reuniones de las congregaciones el número total de cardenales era pequeño, entre 60 y 80, mientras que ahora hay 180. Para mí el cónclave es un momento de gran libertad. Cada uno de los cardenales electores, con sus prejuicios y con todo lo que queramos, es consciente del valor de su voto y sabe que tiene que votar en conciencia y pensando en el bien de la Iglesia y de la fe cristiana. Por ese motivo las congregaciones generales son también un momento de gran libertad y de gran curiosidad, porque muchos cardenales no se conocen entre ellos. El cónclave que empezará el miércoles, día 7, será el más numeroso de toda la historia y el más internacional, con cardenales procedentes de 71 países que van de las Islas Samoa a Noruega, de Irak a Nairobi, de Santiago de Chile a las Islas Molucas… Esos 71 países que estarán en el cónclave representan la idea de una Iglesia universal que tenía Francisco, quien quiso que también en el cónclave estuviera representada esa universalidad.

P. ¿Qué cualidades cree que debería tener el próximo papa?

R. Tiene que ser un hombre de escucha, el papa tiene que escuchar. Escuchar a la Iglesia, escuchar al mundo, escuchar a los más pobres, escuchar a los jóvenes, escuchar a los que tienen en sus manos la paz… El papa tiene que escuchar y luego ser capaz de tomar decisiones meditadas e inspiradas por criterios justificados. Y el papa también tiene que ser un hombre dócil, dócil al espíritu santo, porque si no tiene apertura hacia lo que le dice el espíritu santo está fuera del camino. Si la Iglesia existe desde hace 2.000 años es por el espíritu santo.

Foto: El cardenal Pietro Parolin durante la misa del domingo. (Vaticano)

P. ¿A quién le gustaría ver convertido en papa?

R. Me gusta mucho el cardenal Cristóbal López, me parece que sería un papa extraordinario, y me gusta por sus muchas cualidades, no porque sea español. El cardenal filipino Tagle tampoco me disgusta: es un hombre alegre, que transmite confianza y esperanza, y creo que también él podría ser un buen papa. Pero hay que ser realista, en un cónclave se barajan muchos factores. Y en el próximo no faltará un sector que propugne que ahora lo que le conviene a la Iglesia es un periodo de más calma, de dejar que se consoliden las cosas, que se asienten las reformas.

"La conmoción en todo el mundo por su muerte, demuestra que es completamente falso eso de que era un papa poco amado por la gente"

P. ¿Cuáles son los principales desafíos a los que tendrá que hacer frente el nuevo papa?

R. El próximo papa tendrá que apoyar mucho la famosa sinodalidad, una palabreja ininteligible y que no sé si la hemos sabido explicar. La Iglesia hasta ahora ha tenido un sistema de gobierno piramidal, de arriba hacia abajo, en el que se iba descendiendo poco a poco en la toma de decisiones: el papa sobre los obispos, los obispos sobre los sacerdotes, los sacerdotes sobre los laicos, los hombres sobre las mujeres… Eso no quiere decir que ahora vaya a ser la base, como se decía en tiempos sindicalistas, la que gobierne la Iglesia. Pero la base tiene que formar parte del proceso de decisión, y eso supone un diálogo continuo, un respeto a las ideas que están en el pueblo de Dios. Eso es el núcleo de la sinodalidad, que luego habrá que articular a través de asambleas múltiples pero sin exagerar, que tampoco podemos estar celebrando asambleas todo el tiempo para todo. La sinodalidad lo que ahora necesita es animadores que convenzan a la gente que es mucho mejor gobernar así.

P. ¿Cree que es posible que haya marcha atrás, que el próximo pontificado trate de detener o de revertir algunos de los procesos de reforma iniciados por Francisco?

R. No, yo creo que Francisco ha hecho algunas cosas que son irreversibles. Me refiero por ejemplo al estilo de vida del pontífice: yo no me puedo imaginar que el próximo papa vaya a volver a ponerse las mitras con piedras preciosas o que vaya a utilizar el último modelo de Mercedes para desplazarse.

P. ¿Y se imagina que el próximo papa vuelva a vivir en el Palacio Apostólico?

R. Lo primero es que quien sea elegido papa no va a poder vivir en un primer momento en Santa Marta, porque el apartamento de Francisco allí está sellado. Vaciar el apartamento de Francisco va a llevar muchos meses, porque está repleto de papeles y documentos, algunos muy delicados. El nuevo papa es verdad que podría elegir vivir en una habitación normal de Santa Marta, pero no creo que lo haga. Yo me he alojado tres veces en Santa Marta y la habitación más grande consta de un saloncito una cómoda y una mesa de despacho, un cuarto de baño amplio y un dormitorio bastante amplio también. Pero no veo ningún problema a que el nuevo papa decida volver a vivir en el Palacio Apostólico, Francisco no lo hizo no porque le gustaba estar en medio de la gente, no porque el Palacio Apostólico fuera más o menos lujoso. El plano noble del Palacio Apostólico, el que se utiliza para las recepciones del papa, es verdad que es lujoso. Pero la residencia papal no, permite que un hombre viva con cierta comodidad pero sin grandes lujos. Yo he ido varias veces a la misa de las 7.00 de la mañana en el apartamento papal y había un olor que echaba para atrás a patatas con puerro, a la crema que las monjas le estaban preparando al pontífice para comer. El próximo papa puede decidir vivir en el Palacio Apostólico o en Santa Marta, pero el fasto monárquico, el boato, no va a volver. Y menos mal que no volverá, porque la corte es la peste de la curia.

Foto: El papa Francisco en el Vaticano, el 9 de mayo de 2024. (Reuters/Riccardo Antimiani)
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P. Parece claro que los italianos están presionando para volver a sentar a un compatriota en el trono de San Pedro después de 47 años de papas no italianos, ¿no cree?

R. Hay un lobby italiano, es evidente. Lo ha habido en todos los últimos cónclaves, en el que salió elegido Juan Pablo II, en el que salió Benedicto XVI y en el que salió Francisco. Fíjese si habría un lobby italiano que en el cónclave en el que fue elegido papa Francisco la Conferencia Episcopal Italiana se equivocó y, cuando ya había sido elegido papa Bergoglio, mandó un telegrama de felicitación al cardenal Scola, el principal candidato italiano. Claro que hay un lobby italiano, compuesto por gran parte de los periódicos y medios de comunicación italianos, por los 18 cardenales votantes italianos y por los cardenales italianos no votantes.Italia no perdona que Francisco no haya hecho cardenales al arzobispo de Milán, al patriarca de Venecia, al arzobispo de Nápoles o al de Palermo.

P. El cardenal Parolin, secretario de Estado vaticano con Francisco y el gran favorito de las quinielas, ¿tiene entonces posibilidades de salir del cónclave convertido en papa?

R. Las va a tener, sin duda alguna. Yo creo que la suya es una candidatura que va a dar batalla. La lucha no la va a dar Parolin en persona, él personalmente es ajeno a la campaña, pero sabe que hay quien promueve su candidatura. Yo creo que Parolin va a llegar al cónclave con un lote de votos nada despreciable, pero luego habrá que ver por dónde van las aguas.

P. ¿Va a ser un cónclave rápido?

R. Sí, el día 9 o el día 10 tendremos papa. La Iglesia no se puede permitir un cónclave largo, sería un escándalo y un muy mal síntoma de que hay un grupo empecinado en un candidato que no da su brazo a torcer y usa sus votos como mayoría de bloqueo. Eso es algo que ya ocurrió en el cónclave de 1978, cuando se vio que había dos grupos irreconciliables, ninguno de los cuales apoyaría jamás al candidato del otro. La solución que se encontró fue apostar por un tercero, Albino Luciani, contra el que nadie tenía nada en contra y del que cuya salud física y mental nadie sabía nada. La mejor interpretación de la muerte de Luciani la hizo en mi opinión el diario Le Monde, con una viñeta en la que se veía a Juan Pablo I tirado en el suelo con los brazos abiertos, aplastado por una tiara papal inmensa.

"La Iglesia no se puede permitir un cónclave largo, sería un escándalo y síntoma de que hay un grupo empecinado en un candidato"

P. Nos ha dicho quién le gustaría que fuera el nuevo papa. Pero, ¿quién cree que saldrá elegido?

R. No lo sé. No me lo he planteado, no quiero confundir mis sentimientos con mis razonamientos, y creo que a los de fuera nos faltan elementos de análisis. Si en circunstancias normales ponerse en la cabeza de un cardenal ya es muy complicado, imagínese en tiempos de cónclave. Pero sea quien sea elegido, para mí será el papa. El príncipe Ruspoli, que murió hace dos años y era uno de los grandes nombres del gran patriciado romano, me decía: "Mire Antonio, al papa no se le discute, al papa se le obedece". Y creo que es una sabia elección.

P. Pues eso tendrían que aplicárselo algunos cardenales…

R. Algunos cardenales no, muchos. Y también muchos obispos

Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco… El periodista Antonio Pelayo (Valladolid, 1944) ha informado desde Roma de los funerales de todos esos pontífices y ha cubierto los cónclaves en los que han sido elegidos los sucesores de todos ellos. Echen la cuenta: lleva cinco papas y cuatro cónclaves, cinco contando con el que a partir del próximo miércoles, día 7, arrancará en la Capilla Sixtina para designar al sucesor de Jorge Bergoglio.

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