El triunfo (por seis votos) de Farage: por qué su nuevo escaño abre una nueva era política en UK
El avance del partido populista en el escaño clave de Runcorn y Helsby confirma el inicio de una era de imprevisibilidad política donde laboristas y conservadores han perdido su trono
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Seis votos. Seis únicos votos han dado jaque mate este viernes al histórico bipartidismo instaurado en el Reino Unido, inmerso ya de manera oficial en una nueva era de imprevisibilidad política donde laboristas y conservadores han perdido su trono. Nigel Farage -el responsable del Brexit, el íntimo amigo de Donald Trump- se ha convertido en el gran protagonista de unas elecciones parciales donde su partido de derecha radical, Reform Uk, ha arrebatado al premier Keir Starmer un escaño clave en la circunscripción de Runcorn y Helsby. El que fuera Muro Rojo del norte de Inglaterra está cambiado hacia un azul celeste atraído por un discurso antiinmigración.
Hace menos de un año, el Reino Unido parecía estar emergiendo de una década de caos post-Brexit con unas elecciones generales en las que Rishi Sunak y Keir Starmer -un par de tecnócratas de traje sobrio, adictos al trabajo y con ideas económicas convencionales- se disputaban el poder. Tras la mayoría absoluta del laborismo, el nuevo Gobierno prometió que los inversores acudirían en masa a una isla de estabilidad en un mar de agitación. Pero el populismo ha regresado con fuerza. Farage es ya mucho más que un voto protesta.
Las elecciones locales celebradas en Inglaterra eran el primer examen con las urnas para Starmer desde su mudanza a Downing Street. Pero más allá de los 1.600 concejales que están en juego -y donde Reform Uk está obteniendo buenos datos en un recuento que aún continúa- el gran foco estaba puesto en la circunscripción de Runcorn y Helsby, la única que elegía diputado tras la dimisión del laborista Mike Amesbury, condenado a principios de este año por agredir a un elector.
Tras una larga noche de recuento llena de drama, Reform Uk arrebataba uno de los escaños más seguros del Partido Laborista, en una de sus regiones más fuertes, por apenas seis votos. El resultado, el más ajustado en unos comicios parciales desde 1892, confirma, según los analistas, que Farage está construyendo una formidable maquinaria electoral desbancando a los conservadores como partido de la oposición.
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La idea de que Farage llegue a tener opciones a nivel nacional en las próximas generales previstas para 2029 se considera descabellada. El populista necesitó ocho intentos para entrar en Westminster y su formación tan sólo tiene cinco diputados en la Cámara de los Comunes. Pero lo que convierte a Reform Uk en un aspirante a tener en cuenta es la peculiaridad del sistema electoral británico de mayoría simple. En la era política moderna, se ha comportado como un péndulo, otorgando a uno u otro de los dos grandes partidos una mayoría amplia y predecible, incluso si sólo obtienen un tercio de los votos.
Sin embargo, Reform Uk viene manteniendo desde diciembre un apoyo del 20-26% en las encuestas, donde está por delante de los conservadores e incluso, en algunas, por delante de los propios laboristas. Por lo tanto, con tres partidos en este rango, pequeños cambios en la votación pueden producir resultados radicalmente diferentes. Teniendo en cuenta los sondeos actuales, Farage podría conseguir más de 230 escaños; un aumento de tan solo el 2% podría acercar su total a los 300, a solo unos 30 escaños de la mayoría absoluta.
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Llegado el caso, podría llegar a un pacto preelectoral con los conservadores -opción que ahora descarta por completo-. Podría haber un gobierno de coalición o tener a los tories de nuevo en el poder dependiendo de su apoyo. Sea como fuera, Farage tomaría las decisiones.
Sin asiento, Farage ya consiguió ser uno de los políticos más influyentes de Reino Unido. Fue su popularidad con el UKIP -su primer proyecto- lo que llevó al Gobierno de David Cameron a convocar el referéndum del Brexit. La salida de la UE contribuyó a consolidar el bajo crecimiento y la disfunción estatal, factores que irónicamente impulsan ahora de nuevo su regreso. Reino Unido lleva ya una década viviendo en el mundo de caos que creó Farage. Aún así, sigue engatusando al electorado.
El populista no es tan tóxico como Alternativa para Alemania o la Agrupación Nacional en Francia. Al igual que Giorgia Meloni en Italia, se ha mantenido durante mucho tiempo al margen de la extrema derecha. Algunos desertores conservadores le ven como un auténtico thatcherista. Pero se engañan a sí mismos. Farage promete una política de inmigración de "cero emisiones netas", que paralizaría todos los servicios públicos. Y su plan económico con masiva abolición de impuestos ya demostró ser un agujero negro capaz de acabar con la fugaz Liz Truss, que en apenas estuvo un mes en Downing Street.
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Y, sin embargo, ahí sigue Farage, cosechando votos. La victoria laborista prometía una estabilidad política que crearía el espacio para reformas difíciles y fomentaría la inversión. Un mayor crecimiento económico se traduciría en mejores servicios públicos y votantes más satisfechos. Pero la realidad que vive hoy el Reino Unido es muy diferente. La economía sigue estancada, la inflación no baja del 2% y los servicios públicos atraviesan una importante crisis.
Como pasara con los conservadores, el Partido Laborista de Starmer está también cediendo ante la amenaza de Reform UK. El premier ha recortado drásticamente el presupuesto de ayuda exterior para financiar más gasto militar, está recortando los funcionarios de Whitehall y está endureciendo su política migratoria para que los extranjeros condenados por delitos sexuales no puedan solicitar asilo.
La pregunta es: ¿cuánto más puede avanzar el Partido Laborista en esta dirección? ¿Más anuncios sobre inmigración y reducción de trámites burocráticos, con el riesgo de una mayor división en la izquierda? ¿Quedar como un partido de centro blando y no complacer a nadie? Las opciones son poco atractivas.
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Por su parte, el auge de Reform Uk se ha tragado a los tories, que no consiguen remontar tras la estrepitosa derrota del año pasado, donde perdieron el poder tras 14 años de gobierno bajo cinco primeros ministros.
En definitiva, Farage lleva tiempo con la batuta. Y, pese a los riesgos del populismo, Reino Unido sigue bailando a su son.
Seis votos. Seis únicos votos han dado jaque mate este viernes al histórico bipartidismo instaurado en el Reino Unido, inmerso ya de manera oficial en una nueva era de imprevisibilidad política donde laboristas y conservadores han perdido su trono. Nigel Farage -el responsable del Brexit, el íntimo amigo de Donald Trump- se ha convertido en el gran protagonista de unas elecciones parciales donde su partido de derecha radical, Reform Uk, ha arrebatado al premier Keir Starmer un escaño clave en la circunscripción de Runcorn y Helsby. El que fuera Muro Rojo del norte de Inglaterra está cambiado hacia un azul celeste atraído por un discurso antiinmigración.