Colas para comprar pilas, agua y linternas: el kit de emergencia europeo era esto

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Dos de la tarde del lunes. Menos de dos horas del apagón total que dejó a la península entera, España y Portugal, sin luz. Decenas de personas se acumulan en una creciente cola frente a varios supermercados en Madrid. En el resto de España se viven escenas similares: quieren comprar pilas, linternas o un camping gas. El servicio eléctrico se ha ido recuperando poco a poco.

En las primeras horas, la solución a corto plazo son pilas, linternas, camping gas o baterías portátiles. Pero, ¿y si se prolonga? Quizás deberíamos estar hablando de un pequeño generador, suficiente gasolina para alimentarlo durante tres días, una radio transistor y baterías portátiles ya preparadas. ¿Les suena? Efectivamente, es el kit de emergencia del que hablaba Bruselas.

A finales de marzo, la Comisión Europea presentó su estrategia para mejorar el nivel de preparación de los ciudadanos de la Unión ante imprevistos, catástrofes naturales o emergencias. Entre esos escenarios que se barajaban se mencionó el de un conflicto militar, que fue, por supuesto, el que se llevó todos los focos en el contexto de la invasión rusa de Ucrania. El público lo bautizó como un 'kit de supervivencia', y se lo tomó o con humor, como si fuera una ocurrencia más de Bruselas, o con alarma, en medio de los crecientes llamadas de atención ante la amenaza rusa al flanco este de la Unión.

Pero la realidad es que el Ejecutivo comunitario pensaba en escenarios extremos, pero más amplios: inundaciones, como la vivida en Valencia durante la DANA, incendios masivos, como en Portugal en 2019 o 2024 o, precisamente, apagones generalizados como el que se vive en las últimas horas en España y Portugal.

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El Ejecutivo comunitario no hizo referencia exacta a qué tipo de enseres o materiales debían tener los ciudadanos siempre a disposición, aunque sí puso como ejemplo las baterías portátiles o linternas. La idea general era conseguir "la autosuficiencia de la población durante al menos 72 horas", es decir, tres días, entre que se reconectan los servicios o a las autoridades les da tiempo a llegar a las zonas que hayan podido quedar aisladas.

El documento explica que “en caso de perturbaciones extremas, es posible que las autoridades públicas no puedan cubrir las necesidades básicas de todos en el periodo inicial de una crisis”. “Las personas y los hogares deben poder mantenerse de forma independiente durante los tres primeros días, garantizando el acceso a necesidades esenciales como agua, alimentos, medicamentos y servicios básicos antes de que llegue la ayuda exterior”, subraya el documento.

Porque aguantar tres días sin electricidad es mucho más que no tener luz en casa. En España se vivieron escenas de caos en las calles porque los semáforos no funcionaban, pero quizá algunos se han sorprendido más al ver que, sin luz, tampoco hay conexión telefónica y datos. Los servicios de las grandes empresas telefónicas, como Movistar, Orange y Vodafone también se cayeron: los repetidores necesitan electricidad.

En países como Ucrania, que sufre ataques continuos contra su red eléctrica, se han acostumbrado ya a vivir con baterías portátiles que recargan en las ventanas de oportunidad en las que regresa la luz. También son habituales los generadores a gasoil, ya casi omnipresentes en la mayoría de pequeños negocios. En otros que no están en guerra, con Europa, quizá baste con baterías cargadas, pilas o velas.

Obviamente, la nevera no funciona sin electricidad. Hay comida todavía, pero fría solo dura unas horas. Las cocinas de inducción tampoco; así que la mayoría de las listas de kit de emergencias europeo se añade un hornillo de gas o gasolina. Un generador también sería clave: en los hospitales y demás servicios básicos continúan dando servicios gracias a esos generadores. A nivel personal, estaríamos hablando de un generador más pequeño, alimentado con gasolina, y que permita dar luz a una casa durante unas horas. O, en su defecto, comida que se pueda almacenar a temperatura ambiente: latas de conserva, frutos secos o deshidratada, legumbres...

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Pero, ¿y el agua? No será con este apagón, pero tres días de electricidad también limitarían el agua: no porque deje de estar, sino porque no habrá presión suficiente para que suba los pisos hasta el grifo de la cocina de los edificios más altos. En las listas se hablaba de garrafas de agua limpia. En el caso de la DANA de Valencia, varios días después de las inundaciones, unos 366.000 habitantes de un buen número de localidades seguían sin suministro de agua potable. Listas similares elaboradas por otros países más expuestos a la amenaza rusa y con una mayor cultura preparacionista de emergencias, como Finlandia, Suecia y Noruega, calculan que una persona consume unos 20 litros de agua a la semana.

La guía de los países nórdicos subraya también la necesidad de contar con un botiquín básico con medicamentos para al menos siete días. Por otro lado, se incluyen también artículos de higiene que ayuden a prevenir enfermedades o infecciones, como por ejemplo toallitas húmedas, guantes o gel hidroalcohólico. Estas medidas son especialmente importantes si falta el agua corriente y non funciona el lavabo.

Desde la UE, la propuesta concreta de qué debería incluirse en un ‘kit de emergencias’ se desarrollaría en 2026, según la Comisión, que señalaba que en los siguientes meses se “elaborará directrices sobre el almacenamiento de suministros esenciales, la planificación de crisis y las medidas de protección de personas, animales y bienes en caso de crisis, y colaborará con los Estados miembros y la sociedad civil para garantizar su difusión”.