Es noticia
La 'vida romana' de los cardenales sin papa
  1. Mundo
La ciudad eterna se despide de Francisco

La 'vida romana' de los cardenales sin papa

La multitud en Roma honra al papa fallecido, mientras jóvenes de todo el mundo se congregan para eventos religiosos, reflejando el legado inclusivo y humilde del pontífice argentino

Foto: Cardenales durante la misa por el papa Francisco, en San Pedro (EFE/Darek Delmanowicz)
Cardenales durante la misa por el papa Francisco, en San Pedro (EFE/Darek Delmanowicz)

Roma vive su primer día sin el papa. Mientras el cuerpo del pontífice argentino seguía en San Pedro, su autoridad todavía se podía percibir en el Vaticano. Para su funeral se respetaron estrictamente sus disposiciones y todo se celebró conforme al espíritu humilde que había impuesto a la iglesia. No es cosa menor. El papa Juan XXIII quería que le sepultaran en la basílica de San Juan de Letrán, pero no le dejaron. Y el funeral de Benedicto XVI fue adaptado por el papa Francisco para que no hubiese dudas sobre quién era el papa reinante.

A pesar del imponente despliegue para trasladar su cuerpo a Santa María la Mayor, el seguimiento de la comitiva ha sido discreto en comparación con las largas colas que, al día siguiente, han esperado bajo la lluvia para ver el sepulcro Francisco. El día del funeral, solo las calles cerca de la basílica estaban llenas, pero no a rebosar, y enseguida se despejaron sin aglomeraciones. El domingo, desde las siete de la mañana, la basílica entera estaba rodeada por una multitud de personas en fila para entrar. Hacia la una de la tarde se desalojó parte del templo por la aglomeración en su interior.

En total, algo más de 400.000 personas han asistido al funeral del papa. Unas 250.000 en la Plaza de San Pedro y 150.000 a lo largo del recorrido fúnebre. Cifras que palidecen frente al casi millón y medio que se congregó por Juan Pablo II entre la Plaza de San Pedro y las pantallas en las principales plazas de Roma. "Entonces era imposible moverse, había polacos por todos lados", dice un camarero del bar Petruccino, en Borgo Pio, cerca de San Pedro. Más de 600.000 polacos llegaron a Roma en 1.200 autobuses. Mucho más complicado y caro era venir en masa desde Argentina: el propio sobrino de Bergoglio ha podido asistir solo gracias a la caridad de la dueña de una agencia de viaje de Buenos Aires.

De este medio millón de personas en el funeral de Bergoglio, 80.000 eran jóvenes que ya tenían previsto estar en Vaticano para la canonización de Carlo Acutis, el "santo Millennial", y participar en el Jubileo de los Adolescentes. Es imposible que pasen desapercibidas las hordas de chavales, omnipresentes estos días en cualquier rincón de Roma. La mayoría están alojados en las parroquias de la ciudad y de los pueblos cercanos. Roma esperaba que el Año Santo fuese un revulsivo para el turismo de la ciudad, pero las pernoctaciones solo han subido el 3,25%. El funeral de Francisco no cambiado esta tendencia.

La juventud del papa ha sido el núcleo duro de las colas nocturnas para ver el papa (y probablemente a Francisco le habría gustado que fuese así). Juan Pablo levantó el ejército de los Papa Boys, que tuvieron su momento de gloria en la Jornada Mundial de la Juventud del 2000, con 2 millones de asistentes, en coincidencia con otro Año Santo. Benedicto XVI heredó unos pocos años de bonanza más. Pero la juventud de Francisco es diferente. El papa argentino no ha sido un líder espiritual, más bien un tío majo que mola ir a ver. Pietro ha venido en un grupo de 55 jóvenes desde su parroquia de Milán. "Era una brava persona y un gran papa. Espero que el próximo sea como él y acoja todas las personas sin juzgarlas.", dice comiendo sentado en el suelo en una esquina de la Plaza de Santa María la Mayor.

Foto: ROME (Italy), 27 04 2025.- A handout photo made available by The Vatican Media shows the tomb of Pope Francis at the Papal Basilica of Saint Mary Major in Rome, Italy, 27 April 2025. Pope Francis passed away on Easter Monday, 21 April 2025, at the age of

El cuerpo de Francisco acaba de entrar en la Basílica y, pocos metros más allá, otro grupo de adolescentes sostiene una bandera de Palestina mientras reza el rosario. "Hemos venido con 22 jóvenes de toda Cisjordania", explica el padre Firas, de la parroquia de Ramala. A pesar de que el aeropuerto de Tel Aviv está a una hora de distancia por una carretera prácticamente recta, han tenido que viajar por carreteras de montaña hasta Aman, en Jordania, para volar a Roma. Con la muerte de Francisco se ha cancelado la canonización del santo Millennial y el concierto previsto en el Circo Máximo. Este domingo han cruzado igualmente la Puerta Santa de San Pedro para asistir a la misa jubilar para los jóvenes. El celebrante, el cardenal Parolin, el brazo derecho de Francisco ha dado a entender por donde van los tiros entre los cardenales que se reúnen en las Congregaciones Generales para preparar el cónclave. En la primera homilía de domingo tras la muerte de Francisco, ha expuesto el "programa" para el próximo pontífice, en la estela del papa argentino: diálogo y misericordia para crear un mundo nuevo. El propio Parolín es un moderado que cotiza bien en el totopapa a pesar de ser italiano.

Los cónclaves son uno de los pocos momentos para acercarse de cerca a los purpurados. En estos días los cardenales se han convertido en la mayor atracción de la prensa mundial. Son sus días grandes: mil millones y medio de católicos están pendientes de sus decisiones. En estos días se pueden apreciar de cerca todas las facetas humanas de estos hombres hieráticos. Un purpurado inglés sale de las Congregaciones Generales con aire desorientando y pregunta algo a una agente de los Carabinieri. Va sin birrete, una mano en el bolsillo del pantalón debajo de la sotana y una vieja bolsa de plástico de Tesco en la mano. Otros tres, muy ancianos, se tienen de la mano mientras caminan cerca de la cola de fieles que esperan. Uno de ellos es muy famoso en la televisión italiana y los periodistas se le echan encima. "No tenemos nada que decir, no entramos en el cónclave", repite cansado de espantar periodistas.

Foto: El cuerpo del papa Francisco reposa en la Basílica de San Pedro. (EFE)
TE PUEDE INTERESAR
Reyes, jefes de Estado... y trans y presos en el adiós al papa Francisco
Irene Hdez. Velasco. Roma Gráficos: Emma Esser

Enseguida sale otro prelado y se forma de nuevo un corrillo: "Preguntadme lo que queráis, pero no soy un cardenal", dice. Es verdad porque lleva una faja morada, aunque pocos se han dado cuenta. El morado, junto al verde, es el color de los monseñores y de los obispos. Un escalafón más abajo de los cardenales, que visten solo de rojo. Para confundir aún más, hay unos cuantos cardenales que van vestidos en clergyman como un cura cualquiera. Es el caso de un cardenal coreano, que suena a papable y que solo el ojo entrenado de los corresponsales permanentes en Vaticano sabe reconocer. Y si no hay colega experimentado, solo queda buscar en Google para averiguar quién es quién - a menudo con la entrevista ya hecha.

Desde el lunes, cuando el grueso de la prensa haya vuelto a casa a la espera del conclave, los cardenales empezarán a respirar y se les podrá ver más a menudo en los reservados de Borgo Pio, la calle de los restaurantes nada más cruzar Puerta Santa Ana, la entrada principal del Vaticano. La prensa italiana ya ha empezado a identificarlos y contar dónde y cuándo se han reunido. Uno de los lugares con más historia es el Ristorante Venerina. Abierto desde 1991, es fácil encontrar, mesa con mesa, un grupo de peregrinos y una comida de cardenales (en general no serán más de dos). Cuando vayáis a cenar en Roma, acercaros y hablad con Venerina, que siempre está en la caja, para preguntarle alguna anécdota. Tiene muchas y no tendrá reparo en deciros que la suya era la pizzería preferida de Benedicto XVI.

Roma vive su primer día sin el papa. Mientras el cuerpo del pontífice argentino seguía en San Pedro, su autoridad todavía se podía percibir en el Vaticano. Para su funeral se respetaron estrictamente sus disposiciones y todo se celebró conforme al espíritu humilde que había impuesto a la iglesia. No es cosa menor. El papa Juan XXIII quería que le sepultaran en la basílica de San Juan de Letrán, pero no le dejaron. Y el funeral de Benedicto XVI fue adaptado por el papa Francisco para que no hubiese dudas sobre quién era el papa reinante.

Roma Vaticano Papa Francisco