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Por qué nadie apostó por Bergoglio y Wojtyła: "El diablo también participa en el cónclave"​
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UNA VOTACIÓN AZAROSA

Por qué nadie apostó por Bergoglio y Wojtyła: "El diablo también participa en el cónclave"​

Pese a la gigantesca cobertura de los cónclaves, el resultado es con frecuencia inesperado. Claves de un agujero informativo: opacidad, luchas de poder y dramas vaticanos

Foto: Un abrazo entre dos papas. (EFE)
Un abrazo entre dos papas. (EFE)

Los caminos del Vaticano son inescrutables: cuando es imposible adivinar el nuevo Papa.

Episodio olvidado de la azarosa existencia de Jorge Bergoglio. Tras haberlo sido casi todo en la Iglesia argentina, la autoridad jesuítica le hizo el vacío por equilibrios de poder largos de explicar. Un prematuramente jubilado Bergoglio fue trasladado a una localidad periférica, donde vivió unos meses entre la oración, el bajón y la introspección. La melancolía del jarrón chino.

“Con la nueva conducción jesuita Bergoglio había entrado en período de declive en la Compañía. Era un sacerdote sin proyección, sin una misión asignada, con el impacto anímico que esto significa para un jesuita y que va en desmedro de la vitalidad ignaciana. Y si es cierto que después de cada gobierno los provinciales “suben y bajan” en su grado de influencia, en el caso de Bergoglio, por el poder que había representado, el cambio era significativo. Llegaba a los 55 años con una sensación de final de carrera”, cuenta Marcelo Larraquy en Recen por él, biografía sobre Bergoglio.

Foto: Religiosos y turistas presentando sus respetos al difunto papa Francisco mientras yace en la basílica de San Pedro, Ciudad del Vaticano. (EFE/Alessandro di Meo)

Entonces, una carambola jerárquica volvió a llevar a Bergoglio a la primera fila. Lo que pasó después, ya lo saben ustedes, pero volvamos al momento exilio en palabras de Larraquy: “Había perdido la vivacidad y creatividad que le reconocían los alumnos en el Colegio Inmaculada de Santa Fe. Permanecía retraído, sentado o hablando por teléfono en la cabina de la galería. Por su manera desganada de andar algunos se referían a él como “el caballero de la triste figura”; abandonado por su Orden, poco se parecía al que durante su liderazgo en la Compañía parecía tener claro adónde quería ir… Si por entonces alguien le comentaba que algún día llegaría a ser designado Sumo Pontífice de la Iglesia hubiera sonreído por el desatino”.

Pero si durante su destierro argentino, Bergoglio habría tomado por loco al que lo considerara papable, más problemático es que casi ningún periodista detectara que sería elegido Papa en 2013, pese a que en el cónclave anterior (2005) le había disputado el puesto a Ratzinger, logrando hasta 40 apoyos en una de las votaciones.

O como decían Los Electroduendes: "Los caminos del Señor son inescrutables y a veces a Dios [al Vaticano y a la prensa] se le cruzan los cables".

placeholder Un hombre con la bandera de Argentina observa una imagen del Papa Francisco. (EFE)
Un hombre con la bandera de Argentina observa una imagen del Papa Francisco. (EFE)

Los favoritos

Antes del cónclave de 2013, ABC publicó un artículo sobre los SEIS cardenales favoritos a ser el próximo Papa. Ninguno era Bergoglio. El País publicó un artículo sobre los NUEVE cardenales favoritos a ser el próximo Papa. Ninguno era Bergoglio. El Mundo publicó un artículo sobre los DOCE cardenales favoritos a ser el próximo Papa. Ninguno era Bergoglio. 0 de 12. ¡Ya es mala suerte!

El País cubrió luego así la inesperada elección de Bergoglio: “Las quinielas decían que para sustituir a Benedicto XVI habría una pugna muy cerrada entre un cardenal italiano representante del poder y del dinero y un brasileño preferido por la curia. La única y débil esperanza era que tal vez ese cardenal estadounidense con cara de simpático y sandalias de franciscano consiguiera engatusar al Espíritu Santo… Sin embargo… cuando se abrieron por fin las cortinas del Vaticano, la sorpresa estaba allí”.

Y El Mundo: “El futuro de la Iglesia está en el 'fin del mundo'. Fue así como el argentino Jorge Mario Bergoglio confesó en el balcón de San Pedro con pudor y modestia la extraordinaria sorpresa que le ha causado la designación como sucesor de Benedicto XVI”.

Foto: Capilla ardiente del papa Francisco (Stefano Spaziani / Europa Press)
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En defensa del honor de la prensa española, podemos decir que a casi todo el mundo le pilló desprevenido la elección de Bergoglio, la práctica totalidad de los medios de comunicación mundiales le ignoraron, y eso que, insistimos, en el anterior cónclave había estado en la pomada.

Antes del cónclave 2013, el periódico argentino Clarín, al que uno podría imaginar mejor informado sobre las posibilidades de Francisco, publicó un artículo sobre los favoritos en los que mencionó a 11 cardenales. Ninguno era Bergoglio.

La mayoría de la prensa italiana, quizá por su tendencia a favor de los candidatos locales, tampoco acabó de dar con la tecla en ese cónclave. El Corriere della Sera hizo una porra con sus ocho principales periodistas y analistas vaticanos. Salieron diez papables. Ninguno era Bergoglio.

A los apostadores profesionales no les fue mejor en el cónclave 2013. En una media de apuestas recopilada por el New York Times, Bergoglio apareció en la decimoquinta posición con un 4% de posibilidades de ganar. Con el cónclave en marcha, La Repubblica sacó otra ronda de apuestas en las que Bergoglio apareció con un remoto 41 a 1 (cuando salió este artículo, Bergoglio había quedado segundo en la primera votación del cónclave y había pasado a ser el rival más fuerte).

placeholder Francisco y Scola, enemigos íntimos. (Reuters)
Francisco y Scola, enemigos íntimos. (Reuters)

Del desatino no se libró ni la todopoderosa Conferencia Episcopal Italiana, que había hecho fuerte lobby (junto a un sector de la prensa local) en favor del favorito en las apuestas, el cardenal Angelo Scola. Segundos después de la fumata blanca, la Conferencia Episcopal Italiana lanzó el siguiente comunicado: “Nuestro Secretario General quiere expresar los sentimientos de toda la Iglesia italiana ante la elección del cardenal Angelo Scola como sucesor de Pedro. Al nuevo Papa, la Iglesia italiana promete desde ya una incondicional y reverencial obediencia”. ¡Glups! Sí, lo han leído bien, el cónclave eligió a Bergoglio… y la Conferencia Episcopal Italiana anunció a Scola. “Fue un problema de corta y pega”, alegó luego el dircom del Episcopado italiano.

Dicho lo cual, y en plena tormenta informativa sobre el cónclave que elegirá al sucesor de Francisco/Bergoglio, las preguntas caen por su propio peso. ¿Por qué los días previos a los cónclaves se publican miles de informaciones sobre los favoritos al papado, al más puro estilo Eurovisión, y fallan más que una escopeta de feria? ¿Los periodistas se limitan a especular? ¿No queda nadie con buena información vaticana porque los periodistas veteranos se han ido retirando y la cobertura religiosa en los medios está en repliegue? ¿Es el Vaticano la última institución mundial blindada a las indiscreciones? ¿Son los cónclaves impredecibles por sus propias dinámicas internas? Queremos saber.

Hagan sus apuestas

Un poco de contexto histórico para arrancar. Septiembre de 1503, cónclave papal, los corredores romanos de apuestas dan como favoritos a Francesco Piccolomini (10 a 3 en las apuestas, un 33% de posibilidades de ganar), seguido de Giuliano della Rover y de Georges d’Amboise. Ganó Piccolomini, nombrado el Papa 215 de la iglesia católica bajo el nombre de Pío III. Es decir, las apuestas acertaron en esa ocasión, pero como esta es una historia sobre la imprevisibilidad de los cónclaves, o sobre la inescrutabilidad vaticana, el papado de Pío III dio un dramático volantazo a los 26 días, con la inesperada muerte del nuevo papa. ¿De qué murió? Oficialmente, tras agravarse sus problemas con la gota. Extraoficialmente, tras ser envenenado por una facción enemiga (este tipo de simpáticas reyertas vaticanas, típicas de la época, dificultaban mucho lógicamente hacer predicciones).

En el siguiente cónclave con apuestas, en 1521, todos los futurólogos quedaron en evidencia. Los veinte papables en el ajo —con Julio de Médici a la cabeza (4 a 1 en las apuestas) seguido de Alessandro Farnese (5 a 1)— acabaron descarrilando… en favor de alguien que ni siquiera estaba en el cónclave, Adriano de Utrech (futuro nombre papal: Adriano VI), que para colmo ni siquiera era italiano (atentos a la herejía de Adriano: no volvería a haber un Papa extranjero/no italiano hasta 455 años después: Karol Wojtyla). ¿Cómo logró Adriano convertirse en Papa si le interesaba tan poco el cargo que ni se presentó al cónclave? Se sospecha de dedazo maniobrero de Carlos I de España y V de Alemania (del que Adriano había sido preceptor). Adriano VI murió cuando llevaba poco más de un año en el cargo.

placeholder Dispositivo policial en los funerales del Papa Francisco. (Reuters)
Dispositivo policial en los funerales del Papa Francisco. (Reuters)

Más turbio fue el cónclave de 1590, cuando los cardenales Montalto y Sforza “unieron fuerzas en secreto en apoyo de Niccolo Sfondrato. Se dice que ambos amasaron fortunas apostando por él, con una cuota de 10 a 1, el día antes de su elección como el Papa Urbano VII”, según el paper Forecasting the Outcome of Closed-Door Decisions: evidence from 500 years of betting on papal conclaves, de los profesores Leighton Vaughan Williams y David Paton.

Preguntamos a Leighton Vaughan Williams, profesor de la Nottingham Trent University, sobre el patinazo de las predicciones en el cónclave ganado por Francisco: “El cardenal Bergoglio no figuraba entre los favoritos en las apuestas, por lo que no fue mencionado de forma destacada en la prensa, aunque tampoco totalmente ignorado. La Stampa, por ejemplo, sí le señaló como uno de los principales contendientes. Es decir, no hubo silencio absoluto, ocurre que los favoritos en las apuestas suelen ser más citados en los medios”.

Una entrevista maldita

Saltemos ahora a las convulsas votaciones de 1978. A la repentina muerte de Juan Pablo I, 33 días después de su elección, le siguió un nuevo cónclave en estado de shock, que pareció afectar también a la prensa… La agencia AP contabilizó nueve favoritos, y se equivocó, pues ganó un polaco al que casi todos habían ignorado, Juan Pablo II.

El gran favorito en el cónclave en el que Juan Pablo II dio la campanada era el cardenal italiano Giuseppe Siri. Los días anteriores al cónclave, la prensa local publicó que Siri tenía al menos 50 votos asegurados en la primera votación. En lo que retrospectivamente parece un exceso de confianza contrario a la habitual prudencia y opacidad vaticana, Giuseppe Siri decidió dar una entrevista a la Gazetta del Popolo… en la que no se cortó un pelo respecto a sus planes para la Iglesia si salía elegido Papa: desmontar el Concilio Vaticano II. Según Siri, el Papa Juan XXIII había hecho un daño casi irreparable a la iglesia al tratar de modernizar la institución.

"A un Papa previsible le seguiría siempre uno imprevisible"

Aunque Siri dio la entrevista con el compromiso de que se publicara cuando los cardenales ya estuvieran encerrados en el cónclave, el periódico decidió publicarla antes (parece que Siri estuvo extremadamente grosero con el periodista al que dio la entrevista y eso no gustó al medio). La publicación fue un bombazo. “Varios cardenales fueron vistos con el periódico en la mano antes de entrar en el cónclave. El cardenal Siri se había metido un tiro en el pie”, cuenta Gerard O'Connell en el libro The Election of Pope Francis: An Inside Account of the Conclave That Changed History. En la primera votación del cónclave, Siri sacó menos de la mitad de los votos que le atribuyó en principio la prensa italiana. En la cuarta ronda, ya estaba fuera de juego. ¿Juan Pablo II fue proclamado Papa gracias a la entrevista en la que Siri habló —en alto— más de la cuenta? Algo influyó. “Varios cardenales me dijeron que dando esa entrevista antes del cónclave, Siri había mostrado falta de juicio y prudencia”, según O’ Connell.

Como las sorpresas son frecuentes, no es fácil establecer un patrón, pero un artículo de Rod Crosby en el National Catholic Reporter, previo al cónclave de Bergoglio, lo intentó. Hablamos de la teoría del pendulazo. A un Papa previsible le seguiría siempre uno imprevisible. “Como un reloj suizo, desde 1878, cada elección ha basculado entre el favorito y la sorpresa total. En 2005, 1963, 1939, 1914 y 1878, los cardenales fueron a lo seguro [votando al favorito], mientras que en 1978 (dos veces), 1958, 1922 y 1903 arriesgaron [votando al outsider], a menudo para romper un cónclave estancado”.

placeholder Fieles despidiendo al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro. (EFE)
Fieles despidiendo al Papa Francisco en la Basílica de San Pedro. (EFE)

En efecto, el problema no es siempre que los periodistas no tengan fuentes fiables —o el Vaticano como última institución opaca al chismorreo en una época en la que la Casa Blanca transmite sus gansadas 24/7 para un público digital ávido de entretenimiento informativo— sino que el proceso de votación también favorece las sorpresas. ¿Cardenales encerrados votando y votando hasta que alguien saca dos tercios? ¿Con unos pocos votos puedes frenar sine die al favorito? ¿Un tercer candidato de consenso puede impedir finalmente que los cardenales se quedan encerrados de por vida en el cónclave? Además, muchos de los cardenales apenas estuvieron antes interconectados entre sí. Muchas posibilidades, por tanto, de resultados inesperados.

“El favorito más reciente en ser elegido Papa fue el cardenal Ratzinger (Papa Benedicto XVI) en 2005. El Papa Francisco no figuraba entre los favoritos en las apuestas, pero no existe un patrón sistemático en el que el favorito gane y luego sea improbable que lo vuelva a hacer la siguiente vez. Como en las elecciones políticas y otros eventos, a veces gana el favorito, a veces no. No hay motivos para creer que el favorito gane en 2025, aunque es muy posible”, zanja Vaughan Williams a la gallega, territorio norteño nebuloso que quizá sea el más adecuado si uno quiere jugar a la lotería del cónclave. O como dice el dicho vaticano, “quien al cónclave va Papa, sale cardenal”. Lo que llevado al contexto periodístico podríamos traducir como: ir a por lana (apostando a lo loco por un favorito a Papa) y volver trasquilado.

A ciegas

Hablamos con David Paton, profesor de Economía Industrial de la Nottingham University Business School, sobre la relación entre las apuestas, los medios y la volubilidad de los cónclaves a puerta cerrada.

PREGUNTA. ¿Por qué son tan impredecibles algunos cónclaves?

RESPUESTA: No siempre lo son. Por ejemplo, aunque el cardenal Ratzinger no empezó como favorito en las apuestas, a medida que se acercaba la decisión, acabó convirtiéndose en favorito. En 1958, el cardenal Roncali [Juan XXIII] también era favorito en las apuestas. Sin embargo, la incertidumbre es mucho mayor que en otros mercados. Una razón es que los mercados de apuestas para las elecciones papales son lo que se conoce como mercados "a puerta cerrada", lo que significa que la toma de decisiones se lleva a cabo a puerta cerrada en lugar de (como en las carreras de caballos o las competiciones deportivas) a la vista de todos. Esto implica que hay más información privada disponible solo para los participantes y es mucho más difícil para los apostadores confiar en la fiabilidad de la información que se filtra.

"En un cónclave es mucho más difícil para los apostadores confiar en la fiabilidad de la información que se filtra"

P. En el último cónclave, casi ningún medio de comunicación del mundo mencionó a Bergoglio como candidato. ¿Cómo es posible? ¿Los periodistas tenían información errónea, el Vaticano es impredecible, o un poquito de todo ello?

R. Francisco había sido candidato en las elecciones anteriores, así que fue una sorpresa que muy poca gente lo mencionara antes de la votación. Hubo una o dos excepciones; por ejemplo, el periodista John Allen lo destacó en uno de sus artículos. Curiosamente, durante la votación, Vatican Insider publicó en Twitter información que indicaba que el cardenal Bergoglio estaba atrayendo muchos votos y era un serio contendiente. Esto fue reproducido por un medio tan importante como The Guardian. A pesar de esto, sus probabilidades de ser elegido no cambiaron mucho en las casas de apuestas, se mantuvo como un candidato improbable. Una vez más, los mercados de apuestas no procesaron con éxito la información pública disponible. Veremos si funcionan mejor esta vez.

Guerra sucia

Cinco años después del cónclave de 2013, el cardenal hondureño Óscar Andrés Maradiaga desveló en un libro el juego sucio contra Bergoglio en mitad del cónclave 2013. Cuando el religioso argentino empezó a encabezar las votaciones, rivales no identificados tomaron medidas desesperadas, como extender el chismorreo de que Bergoglio era mal candidato porque le quedaban dos telediarios...

"Alguien que apoyaba a otro cardenal papable, difundió que Bergoglio estaba enfermo, que le faltaba un pulmón. Hablé con otros cardenales y dije: 'Está bien, preguntaré al arzobispo de Buenos Aires [Bergoglio] si estas cosas son realmente ciertas'. Cuando fui a buscarle, le pedí perdón por la pregunta que estaba a punto de hacerle. Bergoglio se sorprendió mucho por la pregunta, pero confirmó que, aparte de una ciática y una pequeña intervención en el pulmón izquierdo para la extirpación de un quiste cuando era joven, no tenía problemas graves de salud. Fue un verdadero alivio: el Espíritu Santo, a pesar de los obstáculos de las camarillas, estaba soplando sobre la persona indicada", explicó Madariaga.

Pero el Espíritu Santo no estaría solo en los cónclaves, también haría acto de presencia un viejo antagonista suyo: el demonio. O' Connell demostró en su libro que los rumores maliciosos sobre Bergoglio habían sido numerosos durante el cónclave 2013: "Al comentar a un cardenal los esfuerzos por desbaratar el camino de Bergoglio al papado, me dijo: "El diablo también participa en el cónclave".

En estas circunstancias tan diabólicas, con tantos intereses en juego por arriba y por abajo, ya no parece tan grave que nadie acierto a veces el ganador del cónclave.

Los caminos del Vaticano son inescrutables: cuando es imposible adivinar el nuevo Papa.

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