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La embajadora ante la Santa Sede: "Sería impensable que el próximo Papa volviera a la pompa"
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Entrevista a Isabel Celaá

La embajadora ante la Santa Sede: "Sería impensable que el próximo Papa volviera a la pompa"

La embajadora de España ante el Vaticano sostiene que el papa Francisco era la voz "más serena ante las injusticias" y afirma que el mundo necesita una "Iglesia abierta"

Foto: La embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, presentando sus cartas credenciales al papa Francisco en la Ciudad del Vaticano. (EFE/Vatican Media)
La embajadora de España ante la Santa Sede, Isabel Celaá, presentando sus cartas credenciales al papa Francisco en la Ciudad del Vaticano. (EFE/Vatican Media)

Todos los que conocían de cerca al papa Francisco coinciden en que su figura es irrepetible. Son muchos los motivos, pero en lo que más se hace hincapié es en su humanidad y en su constante lucha por traer la fraternidad a los pueblos, un valor que hoy atraviesa una de sus mayores crisis a nivel global. La embajadora de España en el Vaticano, Isabel Celaá, no deja de señalarlo. Su posición le brindó la oportunidad de mantener una relación constante con el pontífice. Durante sus dos años al frente de la embajada, cultivó una relación cercana con el Papa que le sirvió para percibir, casi desde el principio, que la voz de Francisco era "la más serena" ante las injusticias del mundo.

"El mundo se ha puesto muy duro", afirma la embajadora en una entrevista para El Confidencial. "Vivimos en un mundo muy cruel y lleno de sufrimiento y él no lo olvidaba. Cada domingo que salía por la ventanita pequeña del Palacio Apostólico y hablaba a las gentes de la plaza, él siempre hacía referencia a la martirizada Ucrania, hablaba de la ensangrentada Gaza... pero no se olvidaba del resto de conflictos. Tenemos hasta 55 conflictos abiertos en la actualidad" y él "no olvidaba. Hablaba del Congo, hablaba de Myanmar, hablaba del Cáucaso Occidental", afirma. "Ha sido la voz más serena y clara contra la guerra".

En el trato más diplomático, Celaá sostiene que las relaciones entre España y la Santa Sede son muy fluidas. "El papa Francisco tenía un gran afecto por España, probablemente porque, bueno, obviamente los lazos entre Argentina y España son históricos, más allá de coyunturas. Y, por tanto, él entendía muy bien España. Él era un hombre tremendamente culto y que conocía perfectamente los signos, tenía muchísima información acerca de cada uno de los países". Con España "ha habido un diálogo permanente, y de esto puedo hablar porque he sido testigo. Se han ido situando los problemas encima de la mesa, las cuestiones y todas se han ido resolviendo".

El próximo sábado 26 de abril, día en que se celebrará el funeral del Papa, una delegación española encabezada por los reyes —en la que no estará el presidente de España, Pedro Sánchez— viajará a Roma para rendir su último homenaje al pontífice. Desde el Ejecutivo han aclarado que su no asistencia no obedece a cuestiones de agenda, sino al protocolo propio de este tipo de actos, en los que la representación "recae en el jefe del Estado". Hasta el momento, Sánchez se ha limitado únicamente a despedir al pontífice a través de un mensaje en X en el que lamentaba su fallecimiento y en el que admitía que "su compromiso con la paz, la justicia social y los más vulnerables deja un legado profundo".

Foto: El padre Carlos Ferrero rezando en la iglesia de la Sagrada Familia en Gaza. (Cedida)

A nivel personal, Celaá recuerda que vivió "con una gran tristeza" el día del fallecimiento de Francisco. "Hablaba para todos y su carisma ha sido muy grande. Se ha producido un fenómeno aquí, en la embajada. A medida que pasaba el tiempo de Francisco, cada vez eran más las peticiones de audiencia. De distintas delegaciones, de distintos lugares... Aquí han venido prácticamente de todas las comunidades autónomas representantes. Y, por tanto, se puede decir que ha habido una franciscofilia que ha ido aumentando a medida que se veía que era un papa que abría las puertas, que ha abierto las ventanas y que ha hecho, efectivamente, una Iglesia abierta".

"Yo tuve la fortuna de poder conocer bien al papa Francisco desde el momento que entregué las credenciales", sostiene. "Allí tuvimos una entrevista privada y de bastante duración. Él conocía todas las cosas a las que yo me había dedicado. Le conté cómo me había dedicado a la educación y me dijo que lo había seguido punto a punto".

Celaá —quien ostentó el cargo de ministra de Educación desde el año 2018 hasta el 2021— confiesa que ella supo después cómo Francisco dedicó parte de su vida a la enseñanza antes de ser nombrado como sumo pontífice. "Él es ecuménico". En este ámbito, "no hablaba para España o para Cuba. A lo que él aspiraba era a que verdaderamente todo el mundo tuviera acceso a la educación porque eso empodera a la persona".

En parte de sus discursos —sobre todo aquellos dirigidos a los más jóvenes— Francisco sostenía que la educación es una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia. No solo animaba a los jóvenes a "armar lío", sino que les alentaba a formarse porque "la educación es ante todo una cuestión de amor y responsabilidad que se transmite en el tiempo de generación en generación".

"Es parte del desarrollo humano, aparte de factor económico para los países, para que todo el mundo pueda vivir una vida digna. Es lo que hay que garantizar. Que todo el mundo, más allá de sus circunstancias personales, de su background, pueda tener acceso a una educación", añade. A una educación que le permita empoderarse y estar en el mundo, pudiendo realmente mantener una vida vigorosa".

"Nos habría gustado que su papado hubiera sido mucho más largo"

Otro aspecto que la embajadora destaca de Francisco es que "no solo hablaba con palabras. Lo hacía con titulares" y, por supuesto, "con gestos". Su trayectoria como jesuita así lo constata. "El propio hecho de decidir llamarse Francisco como el pobre de Asís. El mismo hecho de decir yo sigo con mis zapatos negros, sigo con mi cruz de plata. El mismo hecho de decidir quitarse la limusina... fue muy simbólico cuando llegó y ha sido muy simbólico también en el salir. Ha tenido una salida muy elegante".

"Nos habría gustado que su papado hubiera sido mucho más largo", afirma. "Pero bueno, pues así ha sido. Ha fallecido horas después del día más importante de la Iglesia, como es el Domingo de Pascua". Fue precisamente en esa jornada cuando hizo su última intervención pública —durante el discurso del urbi et orbi— centrado en el sufrimiento provocado por las guerras. En su mensaje, advirtió que “allí donde no hay libertad religiosa, libertad de pensamiento y de expresión, ni respeto por las opiniones ajenas, la paz no es posible”.

Ese es el legado que el Papa dejó y que sus seguidores esperan que se perpetúe con el próximo pontífice. "Ya han empezado las conversaciones, pero habrá esta conversación que existe entre los 250 cardenales del mundo, sean electores o no", analiza Celaá. "Donde se hace análisis de qué tipo de perfil requeriría la Iglesia en un mundo como este".

Foto: El papa Francisco en el Vaticano, el 9 de mayo de 2024. (Reuters/Riccardo Antimiani)
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"El mundo requiere un estilo semejante de Iglesia abierta", afirma. "Un estilo en el que se pueda hablar con naturalidad, dialogar para llegar a conclusiones". Es por ello por lo que, para la embajadora, que se elija a alguien que rompa con el mensaje de Francisco "es impensable". Opina que "el mundo se quedaría perplejo" si realmente el sucesor de Francisco "volviera otra vez a la pompa y al alejamiento. Así que vamos a seguir esperando la mejor fortuna".

"Su vida ha estado marcada por signos simbólicos que invitan a pensar en un mundo lleno de esperanza, como él mismo decía. Vamos a ver qué nos deparan las próximas semanas. Ojalá todo sea para bien", concluye.

Todos los que conocían de cerca al papa Francisco coinciden en que su figura es irrepetible. Son muchos los motivos, pero en lo que más se hace hincapié es en su humanidad y en su constante lucha por traer la fraternidad a los pueblos, un valor que hoy atraviesa una de sus mayores crisis a nivel global. La embajadora de España en el Vaticano, Isabel Celaá, no deja de señalarlo. Su posición le brindó la oportunidad de mantener una relación constante con el pontífice. Durante sus dos años al frente de la embajada, cultivó una relación cercana con el Papa que le sirvió para percibir, casi desde el principio, que la voz de Francisco era "la más serena" ante las injusticias del mundo.

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