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A por las 'toto-papa': el 'empate técnico' entre tradicionales y conservadores apunta quizá una figura 'externa'
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Por qué fallan siempre las quinielas

A por las 'toto-papa': el 'empate técnico' entre tradicionales y conservadores apunta quizá una figura 'externa'

Las quinielas sobre el próximo Papa se intensifican mientras el cónclave se prepara para elegir al sucesor de Francisco en un contexto de polarización y posibles sorpresas en el Vaticano

Foto: La basílica de San Pedro, este miércoles. (Reuters/Hannah McKay)
La basílica de San Pedro, este miércoles. (Reuters/Hannah McKay)
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"Extra omnes", todos fuera. Cuando el maestro de Ceremonias Litúrgicas del Vaticano, el arzobispo italiano Diego Giovanni Ravelli, pronuncie dentro de unos días esa frase en latín, todos aquellos que no sean cardenales electores deberán abandonar la Capilla Sixtina. Comenzará entonces el cónclave para designar al sucesor de Francisco.

Pero hasta que el nuevo papa no sea elegido y se asome al balcón de la Basílica de San Pedro para presentarse al mundo, millones de personas se entregarán a un juego tan divertido como difícil de ganar: el toto-papa. Es así como se denomina en Italia a las numerosísimas quinielas que tratan de pronosticar quién será el próximo pontífice y que, al igual que ocurre con las del fútbol (totocalcio), casi nadie suele acertar.

Todos los medios de comunicación del mundo y numerosos particulares llevan días jugando al toto-papa (nosotros también, lo admitimos). Se trata de averiguar quién será el elegido para guiar a la Iglesia católica a partir de ahora, en estos tiempos inciertos de conflictos, creciente desigualdad y transformaciones globales.

Se supone que las toto-papa más acreditadas son aquellas elaboradas por los llamados vaticanistas, los periodistas especializados en informar sobre la Santa Sede. Se da por sentado que poseen fuentes en la Santa Sede, que cuentan con gargantas profundas que les dan chivatazos, que manejan información privilegiada… Pero igual que los comentaristas de fútbol no suelen hacerse millonarios jugando a las quinielas, los pronósticos de los vaticanistas tampoco suelen cumplirse.

Foto: El cardenal Beniamino Stella (i) y el cardenal Claudio Gugerotti (c) abandonan la plaza de San Pedro tras la primera congregación general de cardenales tras la muerte del papa Francisco, en Ciudad del Vaticano. (EFE/Riccardo Antimiani)
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"Una cosa es lo que piensan los medios de comunicación, que no tiene necesariamente por qué coincidir con lo que piensen los cardenales. Un cónclave es siempre un misterio, nunca se sabe lo que buscan los cardenales en el nuevo papa", asegura el veterano vaticanista Gerard O'Connell, autor del libro La elección del Papa Francisco: la historia secreta del cónclave que ha cambiado la historia y quien en la actualidad escribe para America, la revista de los jesuitas de Estados Unidos y Canadá.

Ahora mismo, la inmensa mayoría de las toto-papa apuestan por dos grandes favoritos para suceder a Francisco: el italiano Pietro Parolin, actual secretario de Estado del Vaticano, y el cardenal filipino Luis Antonio Gokim Tagle, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Hasta las casas de apuestas inglesas se inclinan porque el próximo pontífice será uno de ellos dos.

Podría ocurrir, claro que sí, por qué no. En el cónclave que siguió a la muerte de Juan Pablo II, el elegido para sucederle en el trono de San Pedro resultó ser el favorito de todas las toto-papa: el cardenal Joseph Ratzinger, entonces prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y brazo derecho de Wojtyla. Pero también hay muchísimos ejemplos en sentido contrario. Sólo hay que echar un vistazo a las hemerotecas para comprobarlo: en el último cónclave, el que tuvo lugar en 2013 tras la dimisión de Benedicto XVI, los que partían como favoritos en las quinielas eran el italiano Angelo Scola y el brasileño Odilo Pedro Scherer. Y ya sabemos todos que fue un austero jesuita argentino el que acabó imponiéndose.

Foto: Una persona limpia junto a un memorial artesanal del Papa Francisco cerca de la plaza de San Pedro (Reuters/Kai Pfaffenbach)

Es habitual que los nombres que en un principio suenan con fuerza como ‘papables’ se vayan deshinchando con el pasar de los días. Ya lo dice un viejo dicho romano: "Quien entra papa en un cónclave, sale cardenal".

Lo que parece muy claro es que la gran batalla en el próximo cónclave se librará entre reformistas y conservadores, entre progresistas y tradicionalistas, entre los partidarios de continuar con los cambios de Francisco o los que propugnan que hay que volver a la tradición. La polarización en la Iglesia, al igual que en la sociedad en general, ha aumentado en los últimos años.

El problema es que todo indica que las fuerzas de ambos bandos están muy, muy igualadas dentro del colegio de cardenales electores. Tan igualadas que, a priori, parece prácticamente imposible que ninguna de las dos facciones pueda reunir los dos tercios de los votos que, como mínimo, son necesarios para que una persona sea elegida papa. Dado que en este cónclave participarán 133 cardenales, se requieren 89 votos para ser pontífice.

Foto: El Palacio Apostólico, la residencia de verano de los papas.(Giulio Maria Pintadosi)
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Si se produce esa situación de bloqueo, no será nada nuevo, es algo que en el pasado ha ocurrido en innumerables ocasiones. En ese caso, y para lograr descongestionar la situación, lo habitual es que cedan ambas facciones y emerja una nueva figura, un candidato moderado, capaz de sumar votos de ambos grupos hasta sumar los dos tercios requeridos. Y, con la polarización que ahora mismo reina en la Iglesia, son muchos los analistas que consideran que esa sería la mejor opción, dado que recuperar el sentimiento de unidad dentro de la Iglesia se ha convertido a su juicio en la gran prioridad.

Será en las congregaciones generales, las reuniones previas al cónclave, donde empezará a vislumbrarse el camino que podría tomar el cónclave. Esas reuniones arrancaron el pasado martes, pero será a partir del lunes cuando asuman un papel absolutamente fundamental, al servir de plataforma para debatir los problemas más acuciantes que aquejan a la Iglesia actual y analizar el perfil del hombre que deberá de guiarla en esta nueva etapa. Y si se llega a la conclusión de que la polarización es uno de los peores lastres que arrastra el catolicismo actual, un candidato moderado e integrador podría ser elegido papa. El cardenal Parolin tendría en ese sentido muchas papeletas para convertirse en el sucesor de Francisco.

Foto: El arzobispo de la archidiócesis de Washington, cardenal Robert McElroy, y el arzobispo emérito, cardenal Wilton Gregory. (Reuters/Jonathan Ernst)

En el cónclave, ya se sabe, solo pueden tomar parte los cardenales que en el momento de la muerte del pontífice eran menores de 80 años. Pero en las congregaciones generales también pueden participar los cardenales de más de esa edad, algunos de los cuales pueden jugar un papel fundamental a la hora de orientar el voto de los purpurados que sí que entraran en la Capilla Sixtina. Son los llamados kingmakers, los hacedores de reyes, las personas que por su carisma y experiencia pueden acabar movilizando a los participantes del cónclave en una u otra dirección y decidiendo quién se sentará en el trono de san Pedro.

Los kingmakers pueden ser determinantes en el cónclave. Mucho más que los vaticanistas y las toto-papa.

"Extra omnes", todos fuera. Cuando el maestro de Ceremonias Litúrgicas del Vaticano, el arzobispo italiano Diego Giovanni Ravelli, pronuncie dentro de unos días esa frase en latín, todos aquellos que no sean cardenales electores deberán abandonar la Capilla Sixtina. Comenzará entonces el cónclave para designar al sucesor de Francisco.

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