El exdirector del 'Osservatore Romano': "Francisco ha sido un papa profundamente absolutista"
El historiador Giovanni Maria Vian, quien entre 2007 y 2018 llevó las riendas del periódico de la Santa Sede, cree que el próximo pontífice será europeo y volverá a vivir en el Palacio Apostólico
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"Soy un jubilado, así que tengo tiempo para pensar". Eso asegura Giovanni Maria Vian (Roma, 1952), historiador, periodista y director entre 2007 y 2018 de uno de los diarios más famosos (e influyentes) del mundo: el Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede.
Desde el pasado lunes por la mañana, cuando el Vaticano anunció la muerte del papa Francisco, Giovanni Maria Vian no deja de darle vueltas a quién podría ser el próximo Papa y a analizar el pontificado de Francisco. Se trata de cuestiones en las que lleva ya tiempo meditando y que incluso ha plasmado en un libro, ‘
PREGUNTA. ¿Qué balance hace del pontificado de Francisco?
RESPUESTA. Ha sido un pontificado con luces y sombras. El de Francisco ha sido un pontificado importante que ha llegado a donde muchos pensaban que no se podía llegar, pero al mismo tiempo ha sido contradictorio.
P. ¿A qué se refiere en concreto cuando dice que Francisco ha llegado a donde se pensaba que no se podía llegar?
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R. A lugares en los que la voz del Papa digamos que estaba descalificada. Me refiero sobre todo a ambientes laicos, a países de antigua tradición cristiana que, sin embargo, han olvidado esa tradición, a veces con polémica.
P. ¿Quiere decir que Francisco llegó más a los no creyentes que a los creyentes?
R. Sí, si se quiere se puede utilizar esa fórmula. Es algo que corresponde al perfil misionero de un papa jesuita. Sin duda ese afán misionero está en prácticamente todos los papas, en algunos más, en otros menos, en cada uno a su manera. Francisco, en una época de comunicación muy elemental, ha sabido manejar de manera extraordinaria la comunicación.
Pero, al mismo tiempo, ha sido un papa contradictorio porque ha hablado mucho, ha improvisado en numerosas ocasiones y a veces ha dicho cosas muy diferentes. Respecto a la renuncia, por ejemplo, al principio decía alegrarse de que el papa Benedicto XVI hubiera abierto una vía y decía que habría muchos papas eméritos. Pero después fue evolucionando y diciendo que él no renunciaría jamás. Yo personalmente siempre tuve la convicción que Francisco nunca habría dimitido, y habría hecho muy bien. La cohabitación de los dos papas digamos que ha sido correcta, pero los forofos de las dos partes han complicado bastante la situación.
P. ¿Qué otras contradicciones han marcado a su juicio el papado de Francisco?
R. La tragedia más grande, sin duda, han sido los abusos sexuales, que se empezaron a revelar a comienzos de siglo con Juan Pablo II. Los abusos sexuales sin duda fueron el problema mayor de Juan Pablo II y por eso yo personalmente creo que hubiese sido mejor ni beatificarlo ni canonizarlo, a pesar de que era un santo. Pero canonizarlo me pareció imprudente, porque al final se acaba canonizando también una política.
Yo creo que precisamente por eso no hay que canonizar a los papas. Francisco ha sido el único papa que ha canonizado a tres antecesores suyos, ha canonizado de algún modo el papado. El de Francisco ha sido un pontificado lleno de contradicciones, un pontificado que ha llevado a su extremo el absolutismo papal. Ahora es urgente que el papado se reforme y vuelva la colegialidad dibujada por el Concilio Vaticano II.
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P. Perdón, pero ¿se puede hablar de absolutismo papal con Francisco, un pontífice que, por ejemplo, puso en marcha en 2021 el sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad, un proceso de escucha y diálogo?
R. El sínodo de sinodalidad es un buen ejemplo de eso: fue un método de consulta excelente, pero sin ningún resultado. En el sínodo de las Amazonas el papa Francisco ni siquiera aprobó los ‘viri probati’ (el nombre con el que la Iglesia católica se refiere a los hombres casados, de vida cristiana madura y contrastada, a los que de modo extraordinario se admite la ordenación sacerdotal), no permitió la ordenación de hombres casados.
Y no hablemos del diaconato femenino. Se crearon dos comisiones, con sus miembros elegidos cuidadosamente para que hubiera un 50% de favorables y un 50% de contrarios, lo que está bien, porque hay que escuchar las dos partes. Pero después el Papa no tomó ninguna decisión, más bien parece que él no era partidario del diaconato femenino. Y así se podría continuar.
P. ¿Considera entonces que Francisco ha sido un papa absolutista?
R. Sí, sin ninguna duda. En 2022, Francisco cambió la ley fundamental del Vaticano, en cuyo preámbulo dice que él es jefe de Estado en cuanto sucesor de Pedro, una afirmación teocrática que ni siquiera los papas de la Edad Media hacían, quizás Bonifacio VIII, pero puede ser que ni siquiera él. Las contradicciones del pontificado de Francisco son muy evidentes. Pero, a pesar de todo, hay que inclinar la cabeza ante este Papa que llevó su pontificado al extremo. Yo me emocioné mucho el lunes por la mañana al enterarme de su muerte, porque solo 20 horas antes, hasta su último respiro, el papa quiso estar con los fieles y dar su bendición más solemne, urbi et orbi, a la ciudad y al mundo.
P. ¿Cree que Francisco fue también contradictorio a la hora de abordar los abusos sexuales dentro de la Iglesia?
R. Sí. En relación con los abusos, Francisco ha sido muy contradictorio. Por un lado, abrazó la herencia de Benedicto XVI, que en ese sentido fue ejemplar, el propio Francisco así lo dijo muchas veces. Pero luego ha habido casos como el de Rupnick (un sacerdote acusado de haber abusado de numerosas religiosas, cuyos mosaicos decoran muchas iglesias y en libertad al considerarse prescritos sus delitos) que demuestra que el papa Francisco no ha sido coherente.
Por miles de razones, porque las conferencias episcopales no respondieron, en Italia, cero; en España, cero. Por no hablar de los jesuitas, que han tenido problemas muy gordos en Alemania, en Cataluña, en Bolivia... Y qué decir de Chile. Pero no hay duda de que Francisco ha sido contradictorio respecto a los abusos.
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P. Ayer martes, a las 9.00 de la mañana, arrancó la primera congregación general, las reuniones previas al cónclave. En su opinión, ¿cuáles van a ser los temas clave sobre los que van a tener que discutir los cardenales antes de elegir al nuevo papa?
R. El principal asunto creo que será cómo asegurar la herencia del papa Francisco, pero de manera más colegial, llevándola todos juntos. Se trata del método de la sinodalidad, pero realmente aplicado. Y también creo que hay que evitar que se agudicen las polarizaciones. Ahora mismo, la iglesia está más dividida y más polarizada que cuando Bergoglio fue elegido papa en 2013.
Los cardenales empezarán en las congregaciones generales a examinar algunos problemas, pero varios de ellos están manchados por la sospecha de haber encubierto abusos, lo que no resulta muy coherente. Por suerte, el cardenal sobre el que pesan las sospechas más graves, el cardenal francés Ricard, cumplió recientemente 80 años y no estará en el cónclave, aunque no sé si participará en las congregaciones generales. (En noviembre de 2022, el cardenal Ricard confesó públicamente que 35 años atrás, mientras ejercía de párroco en Marsella, habría abusado sexualmente de una menor de 14 años).
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P. Francisco ha nombrado al 90% de los cardenales que elegirán al próximo papa. ¿Debemos esperar que el próximo pontífice sea de la cuerda de Francisco, alguien ideológicamente próximo a Bergoglio?
R. Yo creo que no, el mismo Papa declaró en agosto de 2023 que no sabía lo que podía pasar tras su muerte. Y yo creo que tenía razón: no se sabe qué puede pasar.
P. ¿Puede haber una marcha atrás en las reformas y el aperturismo de Francisco?
R. No va a haber un retroceso, va a haber otra interpretación. Yo creo que es muy difícil que el próximo papa adopte el nombre de Francisco II, y eso es muy significativo. Será interesante ver el nombre que elegirá el sucesor de Bergoglio, a lo mejor mantiene su nombre de pila, quién sabe. Pero creo que es casi seguro que no se llamará Francisco II. El nuevo papa tendrá de alguna manera que desmarcarse de Francisco si quiere sobrevivir a la confrontación, que será implacable. Y mediáticamente Francisco es un papa que de momento parece en la cumbre de la aprobación.
P. ¿Le parece plausible que el próximo papa vuelva por ejemplo a vivir en el Palacio Apostólico?
R. Me parece muy posible, y yo creo que sería oportuno, porque eso mostraría que la opción del papa Francisco de vivir en la residencia de Santa Marta no era populista, sino una opción suya personal. Es evidente que la decisión de Francisco de vivir en Santa Marta es el símbolo de una línea de cuño populista o más bien peronista, con las luces y sombras del peronismo. Aunque hay historiadores que han comparado al papa Francisco no con Perón, sino con Evita.
P. Ahora mismo, los dos nombres que suenan con más fuerza para suceder a Francisco son el del cardenal Parolin y el del cardenal Tagle. ¿Qué opina?
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R. Esos son dos candidatos que efectivamente suenan mucho, pero se trata de una quiniela que también puede ser desmentida. Tagle, de hecho, se ha visto bastante tocado por cuestiones administrativas, por cómo ha gestionado su congregación. Los candidatos italianos que más suenan son Parolin, Zuppi (arzobispo de Bolonia y considerado progresista) y Pizzaballa (en la actualidad, patriarca latino de Jerusalén), y hay otros dos cardenales europeos que tiene posibilidades: el cardenal Arborelius, obispo de Estocolmo y quien tiene un perfil extraordinario, y el cardenal primado húngaro Péter Erdö. Yo lo que creo es que con el próximo papa se volverá a Europa, que el sucesor de Francisco será europeo.
P. ¿Quién sería su Papa soñado?
R. Arborelius, el sueco. Si yo fuera cardenal, lo votaría en cuanto empezara el cónclave.
P. ¿Será un cónclave largo?
R. Si se ponen de acuerdo pronto, será breve. Pero lo dudo. Muchos cardenales no se conocen entre ellos. Tendrán que hablar y conocerse.
"Soy un jubilado, así que tengo tiempo para pensar". Eso asegura Giovanni Maria Vian (Roma, 1952), historiador, periodista y director entre 2007 y 2018 de uno de los diarios más famosos (e influyentes) del mundo: el Osservatore Romano, el periódico de la Santa Sede.