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Francisco pone a Roma ante un reto descomunal: un año santo y un cónclave al mismo tiempo
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Se esperan miles de llegadas

Francisco pone a Roma ante un reto descomunal: un año santo y un cónclave al mismo tiempo

La capital italiana se prepara para un evento histórico: la coincidencia de un año santo con la elección de un nuevo papa, tensando su infraestructura y atrayendo multitudes

Foto: Una mujer reza el rosario tras la muerte del Papa Francisco, a 21 de abril de 2025, en la Ciudad del Vaticano, Roma. ( Europa Press/Stefano Spaziani)
Una mujer reza el rosario tras la muerte del Papa Francisco, a 21 de abril de 2025, en la Ciudad del Vaticano, Roma. ( Europa Press/Stefano Spaziani)

Roma es una ciudad que reacciona muy lentamente. Con casi 3.000 años de historia, no entiende de prisas. La muerte de Francisco ha ocurrido, además, en medio de un macropuente escolar que acaba el 28 de abril y que tiene a medio fuelle a Italia.

Con el pasar de las horas, la ciudad ha ido reaccionando y preparándose para un momento con muy pocos precedentes: la coincidencia de un año santo con la elección de un nuevo papa. Un evento muy raro que solo se ha producido tres veces en la historia de la Iglesia y que disparará el número de llegadas a la capital italiana, además de poner a prueba la resistencia de una ciudad que tiene apenas dos líneas de metro (la tercera después de 10 años sigue sin acabar) y un transporte público inadecuado para una ciudad de cuatro millones de habitantes.

Sobre el espacio aéreo de la ciudad ha sido decretada ya una zona de exclusión aérea. Las fuerzas de seguridad italianas preparan ahora el blindaje total de la capital, que reunirá jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo, entre ellos Donald Trump, que ya ha confirmado su asistencia al funeral del Papa. Sin descartar que muchos de ellos, en particular los representantes de países con fuertes tradiciones católicas, podrían estar de vuelta para la inauguración del nuevo pontificado.

El ayuntamiento de la 'Ciudad Eterna' acaba de cerrar, con meses de retraso, la mayoría de las obras de rehabilitación previstas para el Jubileo —y que durante meses han ocultado los principales monumentos de la ciudad— atascando aún más el ya enloquecido tráfico de la ciudad. El síntoma de activación, en Italia, ha sido, ya a primeras horas de la tarde, la cancelación de todos los programas de entretenimiento y los anuncios publicitarios en la televisión pública.

También los canales de la familia Berlusconi han empezado a trasmitir en cadena un especial sobre el papa Francisco. Al mismo tiempo, la web oficial del Vaticano ha retirado la foto oficial del pontífice para sustituirla con el símbolo de la Sede Apostólica Vacante: un paraguas rojo y amarillo que tiene debajo dos llaves atadas. Una blanca, símbolo del poder temporal, y la otra dorada, símbolo del poder espiritual.

Foto: Un grupo de monjas cerca de la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, tras el anuncio de la muerte del Papa. (Reuters/Remo Casilli)
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Francisco heredó una iglesia en crisis

En Italia la popularidad de Francisco subió como la espuma al principio de su papado. El papa 'bueno' llenaba las televisiones e inspiraba series. Un icono pop que, mientras cientos de migrantes morían en el Mediterráneo, viajó a Sicilia para celebrar misa sobre un altar construido con la madera de los cayucos en los que los subsaharianos intentaron llegar a Italia. A medida que intentaba limpiar "las ciénagas" del Vaticano, le surgían alrededor críticos y detractores.

Por la tarde, San Pedro ya estaba llena de fieles que abarrotaban el sagrado de la basílica para asistir al rosario en memoria del recién difunto pontífice. En la plaza San Pedro, siempre llena de banderas, anoche solo se podía ver una: la bandera de Palestina. El conflicto en Tierra Santa ha sido una de las mayores preocupaciones del papa, que todos los días se comunicaba con una parroquia de Gaza. Mientras los fieles estaban en el rezo, el Vaticano difundía que las causas de la muerte del pontífice fueron infarto cerebral, coma y colapso cardiocirculatorio.

El papa Francisco había dejado muy claras cuáles eran sus intenciones, y otra vez se ha distinguido de sus predecesores, incluso en su sepultura. El testamento, su legado material, es también un testamento espiritual. Como Pablo VI y Juan Pablo II, ha pedido ser sepultados en tierra simple. Pero la tierra que Francisco ha elegido es la Basílica de Santa Maria Maggiore. Solo siete papas han pedido ser inhumados aquí. El último, Clemente IX en 1669.

"Ya he elegido dónde quiero estar enterrado", había dicho Francisco en 2023, sin esconder que su elección era la iglesia romana en la que más se ha reconocido. Santa María la Mayor fue su primera visita nada más ser elegido en 2013. Ahí volvió hace un mes tras salir del Hospital Gemelli, antes de volver a San Pedro.

Esta iglesia es la que mejor conserva su aspecto paleocristiano de las cuatro basílicas pontificias (las otras, más modernas, son San Pedro, San Juan y San Paolo extramuros). Posee también una fuerte conexión con el mundo hispano y España en particular. Nada más cruzar el pórtico de la basílica se puede ver una estatua de Felipe IV, quien aseguró una renta anual para la basílica, costeando varias restauraciones.

Por antiguo privilegio, los Reyes de España son protocanónicos honorario de esta iglesia. Bajo su techo dorado, anoche, el arcipreste de la basílica, el lituano Rolandas Makrickas, celebró una misa en sufragio del alma del pontífice y un santo rosario en la Capilla Paulina donde se conserva la imagen de Salus Populi Romani. El icono bizantino de la Virgen que la tradición atribuye al evangelista Lucas. Francisco ha confiado en Makrickas —al que nombró cardenal el pasado 7 de diciembre— como responsable de la ejecución de su testamento. Su sepultura será en el nicho de la nave lateral, entre la Capilla Paulina y la Capilla Sforza. Los gastos correrán a cargo de un benefactor, cuyo nombre todavía no ha sido desvelado. En su lápida solo se leerá su nombre: Franciscus.

Hoy empezarán a llegar a Roma los cardenales de todo el mundo y se reunirá la Congregación de los Cardenales, que establecerá los tiempos y las modalidades del funeral del papa y de la celebración del cónclave. También el modo en el que se efectuará el traslado del féretro de Francisco de San Pedro a Santa María Maggiore. La mayoría de los que llegarán han sido nombrados por Francisco a lo largo de estos años de pontificado. Un cambio brutal en la composición del Colegio Cardenalicio. Muchos nunca se han visto antes. Solo entonces sabremos si el papa Francisco ha sido un hecho aislado en la historia de la iglesia, el principio de un nuevo rumbo, o si la sabiduría milenaria de la Iglesia conseguirá —como siempre— que lo viejo y lo nuevo sigan encontrando un compromiso para la mayor gloria de Dios.

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