Así ha intentado Putin engañar a Trump (y al mundo) con una tregua inexistente
Donald Trump confía en que "esta semana" Rusia y Ucrania lleguen a una tregua. Esta Pascua de Resurrección, Rusia hizo un movimiento clásico: pretender lo contrario de lo que ocurre en realidad
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El silencio no trae paz, solo preguntas. Y miradas al cielo. Y pasos sin rumbo. Y horas muertas. Y murmullos bajo tierra. Y esa extraña sensación de no saber qué hacer cuando no hay que disparar.
Pero también, la sospecha compartida de que los cañones volverán a rugir. Ni un solo soldado confía en Putin y su tregua de 30 horas. Ni un solo ucraniano en el frente está a salvo en un parón bélico que el presidente ruso ofreció, que nunca fue tal y que se leyó más como el repetido truco de calmar a un Donald Trump algo molesto con la poca disposición de ayudarle a cumplir con su proyecto de "paz en Ucrania en 100 días".
Porque minutos después de que el presidente ruso anunciara un alto al fuego unilateral por la Pascua Ortodoxa (hasta la medianoche del 20 de abril), sonaron las alarmas antiaéreas en Kiev, la capital. Y un dron guiado por fibra óptica atacó Kostiantynivka, en el frente del Donbás, después. La artillería siguió escupiendo fuego y una pregunta recorrió los chats del ejército ucraniano. Y ahora, ¿qué se supone que hay que hacer?
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Apenas ha habido que esperar para comprobar la escasa validez de la supuesta tregua: Rusia ha reanudado esta madrugada sus ataques aéreos a larga distancia. En su canal de Telegram, la Fuerza Aérea ucraniana informó a lo largo de la madrugada de la llegada de drones kamikaze Shahed rusos a varias regiones del centro, el sur y el este de Ucrania. La agencia pública de noticias, Ukrinform, ha informado de explosiones en las regiones de Mikoláyiv y Jersón (sur) y Cherkasi (centro), según recoge la agencia EFE. "Al término del vigor de la tregua las Fuerzas Armadas rusas continuaron la operación militar especial", ha confirmado el propio Ministerio de Defensa de Rusia.
"Nos hemos enfrentado a situaciones similares en el pasado, cuando los rusos hacían declaraciones sobre la tregua o el alto el fuego y, sin embargo, hacían caso omiso intentando culparnos a nosotros", explicaba Oleksandr Shyrshyn, comandante de batallón de la 47 brigada ucraniana, a El Confidencial. "No confío en los rusos, y creo que fabricarán escenarios, solo para que los funcionarios ucranianos no se adhieran a sus acuerdos y amenacen con responder atacando a civiles".
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Un análisis compartido por una decena de militares contactados por este periódico y por el propio presidente ucraniano. Entre la espada (aceptar las condiciones mentirosas del Kremlin) y la pared (negarse públicamente a la paz), Volodímir Zelenski aceptó la oferta con escepticismo. Y contestó con un recordatorio: Kiev fue quien propuso un acuerdo de paz de 30 días que no ha recibido respuesta en 40.
"Ucrania actuará en consecuencia: silencio en respuesta al silencio, ataques defensivos en respuesta a los ataques", dijo Zelenski en redes sociales. "Cada ataque ruso recibirá una respuesta adecuada".
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La apresurada tregua por motivos religiosos no surge de la nada ni corresponde únicamente a la buena sintonía entre Putin y la Iglesia Ortodoxa rusa. El pasado viernes, Trump expresó algo de su frustración, entreviendo el delicado juego que Rusia está ahora jugando: "Si por alguna razón una o las dos partes en discordia lo hace [un alto el fuego general] muy difícil, simplemente diremos, 'sois estúpidos, sois idiotas, sois una gente horrible'".
Mykola Bielieskov, analista senior del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos con sede en Kiev, da otra de las claves, en una semana que se rumorea, podría firmarse un acuerdo sobre minerales entre Ucrania y Washington: "Creo que es el Putin de siempre, que quiere manipular la percepción de Donald Trump y sembrar cizaña entre Ucrania y Estados Unidos, haciendo que Trump crea que Rusia está abierta al diálogo mientras se presiona a Ucrania para que haga concesiones".
The corresponding proposal for a full and unconditional 30 days ceasefire has gone unanswered by Russia for 39 days. The United States made this proposal, Ukraine responded positively, but Russia ignored it.
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) April 19, 2025
If Russia is now suddenly ready to truly engage in a format of full and…
Tregua santa, guerra santa
Limán es hoy una ciudad fantasma. Algo que ni siquiera fue cuando Rusia la invadió en mayo de 2022. Tampoco cuando tropas ucranianas la liberaron cinco meses después. Limán es hoy una verdadera ciudad fantasma porque a los edificios destruidos y pocos civiles en las calles se les une el silencio.
–¿Es tu primera vez en el frente? –pregunta Oleh.
–No. ¿Por qué?
–Está demasiado callado. Es raro.
Oleh cruza los brazos con una bandera ucraniana de fondo. Está bajo tierra, en un refugio militar escondido entre pinos, en el este de Ucrania. Su batallón de tanques no tiene trabajo hoy. Y eso es algo que, de vez en cuando, es normal. Lo que no es tan habitual es que tampoco haya drones enemigos dándoles caza.
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La tregua generó este fin de semana una pausa poco común. Ni en los momentos más críticos de la guerra —cuando se pedían corredores humanitarios en Mariúpol o la inundación de Jersón por la destrucción de la presa de Nova Kajovka— se logró un acuerdo similar. Incumplido e insuficiente, pero… ¿positivo?
El único antecedente comparable se remonta a la primera semana de enero de 2023, durante la Navidad Ortodoxa. Una propuesta de día y medio para celebrar el nacimiento de Jesucristo, en vez de su resurrección. Aquella vez, también fue precedida por ataques sobre civiles, dejando más de una decena de muertos entre el 24 y 25 de diciembre.
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Como ocurrió el pasado domingo en Sumy, donde Rusia atacó con dos misiles balísticos dejando 34 muertos y 141 heridos en el centro de la ciudad. Una Semana Santa sin paz. Al menos 66 civiles han muerto y otros 386 han resultado heridos en los últimos siete días, según cifras oficiales. Y todo parece indicar que la cifra volverá a aumentar, cuando expire la tregua y la guerra retome su curso.
"No ha habido otras órdenes", según Dmyitry Peskov, portavoz del Kremlin, sobre la continuidad del alto al fuego.
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Un recordatorio de que ofrecer a Trump el trampantojo de una tregua humanitaria no implica dejar el plan de Rusia, que sigue siendo la conquista de Ucrania. Pero, de momento, parece haber funcionado. "Posiblemente Rusia y Ucrania llegarán a un acuerdo esta semana", aseguró el magnate la noche del domingo, cuando la tregua ya había expirado en Ucrania. "Ambos empezarán entonces a tener grandes negocios en EEUU, que está prosperando, y hacer una fortuna".
"No parece una tregua realista, al menos por ahora. Estas cosas no se organizan tan rápido ni tan fácilmente. Además, ya han demostrado que no cumplen este tipo de acuerdos", se lamenta Maksym, piloto de drones de la 42 brigada mecanizada, desplegado entre Járkiv y Belgorod.
La publicación de una noticia en la BBC —según la cual un oficial ucraniano habría recibido órdenes de no abrir fuego contra posiciones rusas— hizo pensar que un acuerdo más extendido quizás podría alcanzarse entre las partes. Pero tres portavoces militares pertenecientes a diferentes brigadas activas en el frente de combate aseguraron el sábado por la noche a El Confidencial no tener constancia de ninguna instrucción de ese tipo.
Serhii, sargento de la brigada 115, también rechazó esa posibilidad en la tarde del domingo: "Ningún comandante puede prohibir disparar, es inconstitucional. Sin embargo, sí tenemos una orden clara: no iniciar el fuego. Solo responder".
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"Verdaderamente ha resucitado"
Alexander abre el capó. Se cuelga el crucifijo del cuello y la estola en los hombros. En las manos, un aspersorio sumergido a medias en el agua bendita, y una bolsa con paskás, los panes de Pascua que repartirá a los soldados tras el sermón. La matrícula del coche no deja dudas: "CAPELLÁN", en letras blancas sobre fondo negro, como dicta el reglamento militar.
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Estamos en los alrededores del bosque de Serebryansky, en el área de Limán, donde Ucrania frena asaltos del ejército de la ‘Z’ desde octubre de 2022, pero los soldados de segunda y tercera línea están relajados. Algunos en chancletas, otros comiendo helados. Algunos recién llegados del frente, otros preparando la partida.
Hombres entregados a su país preguntándose si sobrevivirán cuando la guerra se reanude, en el día que Jesucristo resucita. Y les quedan pocas horas. Quizás por eso, cuando el capellán dice "Cristo ha resucitado" las respuestas –"Verdaderamente ha resucitado"— son más tímidas que cualquier proclama bélica.
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Y Alexander lo sabe, por eso al extendido "gloria a Ucrania" le añade un empujón para levantar la moral y sacar una sonrisa al personal. "¡Juntos por la victoria!", exclama. Sobre el patio, silencio. No de paz, sino de espera, porque ninguno sabe si la próxima violación del alto el fuego ocurrirá en este sector. Nadie confía en Putin.
Con el paso de las horas se escuchan algunas ametralladoras cortan el aire. Aun así, es el primer día de esta invasión en que el cielo ni truena ni zumba en el este de Ucrania. O lo hace poco.
Ihor, oficial de la brigada 115, sale del bosque en silencio, dándole forma a un pensamiento que lleva horas rumiando. Es sobre Putin y su tregua. Sobre cómo Occidente debería verla, leerla, entenderla. Más deseo que certeza, pero también una realidad difícil de negar: "Quizás sea el mayor error de este hijo de puta. Todo el mundo ha visto que, cuando él decide parar, se terminan los disparos".
El silencio no trae paz, solo preguntas. Y miradas al cielo. Y pasos sin rumbo. Y horas muertas. Y murmullos bajo tierra. Y esa extraña sensación de no saber qué hacer cuando no hay que disparar.