Las últimas acciones del papa Francisco: un discurso por la paz y una reunión con el vicepresidente de EEUU
El Pontífice dedicó su última jornada a denunciar el sufrimiento de las víctimas de conflictos, sobre todo en Oriente Medio. También recibió a JD Vance pese a sus discrepancias sobre los migrantes
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El papa Francisco estuvo activo hasta el final. Pese a su dolencia, y a la larga convalecencia que ya no concluirá, el Pontífice siguió cumpliendo con sus obligaciones como líder espiritual de los católicos de todo el mundo y con los puntos más importantes de su agenda. Un esfuerzo que quizá le costó la vida.
Este 20 de abril, Domingo de Resurrección, el Papa compareció en el balcón de la basílica de San Pedro para la bendición urbi et orbi. Demasiado débil para hablar ante la multitud, el Pontífice dejó que el maestro de ceremonias, Diego Ravelli, leyera el discurso que había preparado, en el que pidió paz en Oriente Medio, mencionando específicamente a Tierra Santa. También criticó el sufrimiento de palestinos e israelíes y el antisemitismo y la carrera al rearme, y pidió la liberación de los rehenes en manos de Hamás.
"Me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino", escribió Francisco. "Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible. Que desde el Santo Sepulcro, donde este año la Pascua será celebrada el mismo día por los católicos y los ortodoxos, se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa y sobre el mundo entero", añadió.
El Papa también mostró su preocupación por el dolor de "la comunidad cristiana de Gaza, donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria". Y pidió "a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz". Igualmente, mencionó a los cristianos de Líbano y Siria, y a las víctimas de la guerra en Yemen. "Que nunca se debilite el principio de humanidad como eje de nuestro actuar cotidiano. Ante la crueldad de los conflictos que afectan a civiles desarmados, atacando escuelas, hospitales y operadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad", añadió.
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Fue el único evento oficial de la Semana Santa en el Vaticano al que acudió, por su estado de debilidad extrema. Aun así, había hecho otras apariciones públicas, como un rezo por sorpresa en San Pedro antes de la Vigilia del Sábado Santo, y una visita a la cárcel de Regina Coeli, una tradición que venía cumpliendo desde el inicio de su pontificado. En ambos casos, Francisco se había esforzado por interactuar con desconocidos: en San Pedro saludó a varios peregrinos estadounidenses presentes en el lugar, mientras que en la cárcel envió un mensaje de esperanza a los presos, como cada año.
A su salida de la prisión, los periodistas le preguntaron cómo estaba viviendo la Semana Santa, según recoge la agencia EFE. Desde su vehículo, con un hilo de voz, el Pontífice respondió: "La vivo como puedo".
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Poco antes de la bendición urbi et orbi, el Papa se había reunido con el vicepresidente estadounidense JD Vance en la Casa de Santa Marta, la residencia oficial del Papa. Vance, que abrazó la fe católica hace seis años, se encontraba de visita en Roma con su familia, y el día anterior se había reunido con varios altos cargos del Vaticano: el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, y el arzobispo Paul Gallagher, el ministro de Exteriores del Pontificado.
El encuentro fue cordial. Aun así, la tensión entre el máximo exponente del catolicismo y el representante del gobierno estadounidense era inevitable, después de que Francisco hubiese criticado duramente las políticas antiinmigración de la Administración Trump en los meses previos. De hecho, el tema había surgido también en la reunión previa de Vance con los funcionarios vaticanos, en el que "hubo un intercambio de opiniones" sobre "situaciones humanitarias difíciles, con especial atención a los migrantes, los refugiados y los presos", entre otros asuntos, según un comunicado hecho público por el Estado Pontificio.
I just learned of the passing of Pope Francis. My heart goes out to the millions of Christians all over the world who loved him.
— JD Vance (@JDVance) April 21, 2025
I was happy to see him yesterday, though he was obviously very ill. But I’ll always remember him for the below homily he gave in the very early days…
Desde la llegada al poder de esta nueva administración estadounidense, Vance lleva defendiendo las acciones adoptadas por su ejecutivo en materia de inmigración basándose en el concepto cristiano de ordo amoris, que establece que uno debe priorizar las obligaciones con su propia comunidad frente a otras menos cercanas. Pero Francisco había rechazado esta idea: en una carta abierta a los obispos estadounidenses, respondió: "El verdadero ordo amoris que debe promoverse" es "el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción", según recoge el diario The New York Times. En febrero, Vance asistió al llamado Desayuno Nacional Católico de Oración, donde reconoció las críticas del Papa, pero aseguró que seguiría expresando sus opiniones.
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Aun así, las imágenes de la visita muestran un intento de ser amables por ambas partes. "Sé que no se encuentra muy bien, pero me alegro de verle mejor de salud", le dijo Vance al Pontífice. Uno de los ayudantes de Francisco le entregó varios regalos, como una corbata con el emblema pontificio, varios rosarios y tres huevos de Pascua de chocolate para los hijos del vicepresidente estadounidense. "Rezo por usted todos los días", dijo Vance al despedirse.
Pero, en último término, el Papa tendría, literalmente, la última palabra en sus desavenencias con la Administración Trump. En su discurso urbi et orbi, que tradicionalmente hace referencia a los conflictos y problemas del mundo, había deslizado un mensaje al respecto: "¡Cuánto desprecio se suscita a veces hacia los vulnerables, los marginados y los migrantes!", se lamentaba el Pontífice ante las 35.000 personas congregadas en la plaza de San Pedro.
JD Vance ya no podrá responderle en vida.
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El papa Francisco estuvo activo hasta el final. Pese a su dolencia, y a la larga convalecencia que ya no concluirá, el Pontífice siguió cumpliendo con sus obligaciones como líder espiritual de los católicos de todo el mundo y con los puntos más importantes de su agenda. Un esfuerzo que quizá le costó la vida.